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actividad artística, rama de las artes visuales De Wikipedia, la enciclopedia libre
Se llama escultura (del latín sculptūra) al arte de moldear el barro, tallar en piedra, madera y otros materiales. También se denomina escultura a la obra elaborada por un escultor.[1]
Es una de las Bellas Artes en la cual el escultor se expresa creando volúmenes y conformando espacios. En la escultura se incluyen todas las artes de talla y cincel, junto con las de fundición y moldeado. Dentro de la escultura, el uso de diferentes combinaciones de materiales y medios ha originado un nuevo repertorio artístico, que comprende procesos como el constructivismo y el assemblage. En un sentido genérico, se entiende por escultura la obra artística plástica realizada por el escultor.
El prólogo de Le vite de' più eccellenti pittori, scultori e architettori, de Giorgio Vasari (1511-1574), habla de arquitectura, escultura y pintura, unas disciplinas agrupadas bajo la denominación de «artes del diseño». La obra es un tratado informativo y valioso sobre las técnicas artísticas empleadas en la época. En referencia a la escultura comienza así:
... el escultor saca todo lo superfluo y reduce el material a la forma que existe dentro de la mente del artista.
Desde tiempos remotos el hombre ha tenido la necesidad de esculpir. Al principio lo hizo con los materiales más simples y que tenía más a mano: piedra, arcilla y madera. Después empleó hierro, bronce, oro, plomo, cera, yeso, plastilina, resina de poliéster y plásticos con refuerzo de fibra de vidrio, hormigón, la cinética y la reflexión de la luz, entre otros. La escultura tuvo en su principio una única función, su uso inmediato; posteriormente se añadió una función ritual, mágica, funeraria y religiosa. Esta funcionalidad fue cambiando con la evolución histórica, adquiriendo una principalmente estética o simplemente ornamental y llegó a ser un elemento duradero o efímero.[2]
Las primeras manifestaciones escultóricas se remontan al Paleolítico inferior, cuando el hombre cortaba el sílex percutiendo contra otra piedra. Posteriormente utilizó el grabado, el relieve en piedra y en huesos de animales. Hace unos 27 000 y 32 000 años aparecen representadas unas exuberantes figuras humanas femeninas de piedra, en una exaltación artística de la fertilidad;[3] son las «venus paleolíticas», como la Venus de Willendorf y la Venus de Lespugue.[3] Durante el período Magdaleniense se utilizaron bastones y propulsores con motivos ornamentales. En el Paleolítico superior, los ejemplos más abundantes son tallas u objetos grabados que evolucionaron desde una fase más primitiva, con decoraciones más esquemáticas, hasta llegar a la representación de figuras animalísticas que se adaptaban a la estructura del hueso.[2] La arcilla también fue un material habitual. Las primeras piezas escultóricas que se conocen proceden de Egipto, China, India y el Cercano Oriente, lugares donde hacia el 4000 a. C. ya existían hornos para fabricar objetos de alfarería.[4]
Uno de los avances más importantes en la historia de la escultura fue el poder trabajar el metal—primero el bronce y luego el hierro—, que sirvió para fabricar herramientas más eficientes y, además, obtener un nuevo material para realizar obras escultóricas. El proceso de construcción de la obra primero en arcilla y luego vaciarla en bronce ya se conocía en las antiguas civilizaciones griegas y por los romanos, y es el sistema que actualmente, en el siglo XXI, todavía se utiliza.[5] A partir del siglo V a. C., en el último periodo del Edad del Hierro, los celtas desarrollaron la cultura de La Tène, propagándose por toda Europa; representó una evolución del arte de la cultura de Hallstatt. En la decoración de todos sus objetos, espadas, escudos, broches y diademas, se pueden observar motivos de animales, plantas y figuras humanas. A partir del siglo III a. C. se acuñaron las primeras monedas siguiendo los modelos helénicos, así como obras figurativas como el Dios de Bouray, realizado en chapa de cobre repujada.[6]
Del arte púnico y grecopúnico se conservan muchas estatuas, en general femeninas, y bustos de barro cocido, junto con una diversidad de amuletos de marfil y de metal que se descubrieron en las necrópolis de Ibiza y Formentera. Se calcula que las más antiguas son obras del siglo VIII a. C. y su fabricación tuvo continuidad hasta muy avanzada la dominación romana. En cuanto a la escultura ibera las obras encontradas son de piedra y bronce y provienen de tres grandes áreas del sur, centro y el levante de la península ibérica, destacando el excelente busto de piedra de la Dama de Elche, de inspiración griega.[7]
La estatuaria arcaica fue principalmente religiosa. Los templos se decoraban con imágenes de los dioses, de sus hazañas y batallas, y las figuras eran poco realistas. Las korai y los kouroi no son retratos de personas concretas, a los rostros se les ponía una sonrisa ficticia, un gesto facial conocido en el mundo del arte como «sonrisa arcaica». De este periodo cabe citar la Cabeza de Dipilón, fragmento de una estatua colosal de mármol del siglo VI a. C. y el Jinete Rampin (c. 560 a. C.) obra posterior que presenta un tratamiento más cercano al naturalismo.[8] La escultura griega alcanzó un elevado grado de perfección, calidad que venía impulsada por la búsqueda de una mejor expresión de la belleza de la figura humana; llegaron a establecer un canon con unas proporciones consideradas «perfectas». Desgraciadamente, el Auriga de Delfos, la pareja de los Bronces de Riace junto con la del Dios del cabo Artemisio forman parte de las pocas esculturas griegas en bronce que se conservan completas.[9] Uno de los artistas más significativo del período clásico fue Praxíteles, autor del magnífico Hermes con Dioniso niño. Durante el período helénico se observa que en la creación de esculturas, hay una clara intención de intensificar el movimiento y acentuar las emociones como se puede observar en el conjunto escultórico de Laocoonte y sus hijos.[10]
La escultura etrusca (siglo IX a. C.—siglo I a. C.) derivaba del arte griego, pero también realizaron obras con unas características propias.[11] La estatuaria vinculada a los contextos fúnebres es, la producción etrusca más abundante y el material de elección, por regla general, era la terracota, como el célebre Sarcófago de los esposos.[12] Posteriormente, la escultura romana recibió la influencia de la etrusca y de la griega, y los artistas romanos llegaron a realizar numerosas copias de obras griegas. Cabe destacar las esculturas conmemorativas, como las de la Columna de Trajano (114), donde se narran varias batallas en una espiral continua que ocupa toda la superficie de la columna, o la Estatua ecuestre de Marco Aurelio.[13] Pero uno de los tipos de escultura que más desarrollaron fueron los retratos, obras realistas con un marcado carácter psicológico que se realizaron en todo el Imperio Romano.[14]
Las obras escultóricas más destacadas del Imperio Bizantino son los trabajos ornamentales de los capiteles; hay buenos ejemplos en San Vital de Rávena. Eran habituales los relieves en marfil aplicados en cofres, dípticos o la célebre Cátedra del obispo Maximiliano, una obra tallada hacia el año 550.[15] Es característico del arte otoniano las pequeñas esculturas en marfil y bronce a las que se añadían incrustaciones de piedras preciosas. También de bronce son las puertas de la iglesia de San Miguel de Hildesheim, una obra emparentada con el arte bizantino y el arte carolingio. Cabe destacar las imágenes de madera recubiertas de oro que se utilizaban como relicario. Entre estas, destaca el Crucifijo de Gero (siglo X), en madera policromada, que se encuentra en la catedral de Colonia.[16]
La escultura románica (siglo XI—siglo XIII) estaba al servicio de la arquitectura y se encuentran muchos ejemplos en torno a las grandes rutas de peregrinaje, como la del Camino de Santiago.[17] Los escultores trataron diversas partes de las iglesias — tímpanos, portadas y capiteles con historias sobre temas bíblicos—, con un gran realismo. El Maiestas Domini y el Juicio Final fueron los temas iconográficos más representados.[18] El material más empleado fue la madera, que era usada para la elaboración de imágenes de devoción como las «Vírgenes con Niño», muy representadas por toda Cataluña y por el sur de Francia. Pero, la imagen más importante del románico, fue el Cristo en Majestad, destacan el Volto Santo de Lucca, en la Catedral de Milán, y también el Cristo de Mig Aran y la Majestad de Batlló en el Museo Nacional de Arte de Cataluña.[19]
La puerta de la Catedral de Chartres (1145) es uno de los primeros ejemplos de escultura gótica, y en ella, entre otros personajes, están representados animales fabulosos que dan forma a las gárgolas. En Alemania, tanto en el exterior como el interior de la Catedral de Bamberg (siglo XIII) se encuentran unas esculturas muy significativas, un buen ejemplo es la Estatua ecuestre del Caballero de Bamberg. Una innovación son las esculturas sobre temas dramáticos, con escenas de la Pasión de Cristo y la Piedad. Al final del período gótico, en Alemania se realizaron unos magníficos retablos, ejecutados por artistas como Tilman Riemenschneider y Veit Stoss. En el reino de Castilla trabajaron los escultores Gil de Siloé y Alejo de Vahía.[20] En cuanto al reino de Aragón, Aloi de Montbrai realizó el Retablo de los Sastres de la Catedral de Tarragona y Pere Moragues esculpió el sepulcro de Fernández de Luna, pieza que se encuentra en la Catedral de San Salvador de Zaragoza. También cabe destacar el relieve de San Jorge del Palacio de la Generalidad de Cataluña ejecutado por Pere Joan.[20] Claus Sluter, artista flamenco, realizó la portada de la cartuja de Champmol (Dijon) y un pedestal del pozo del claustro conocido como el Pozo de Moisés. En Italia, en Pisa y Siena, los escultores Nicola Pisano y su hijo Giovanni Pisano dejaron obras de gran calidad, donde ya anuncian el paso hacia un nuevo tipo de escultura.[21][20]
Los historiadores de arte consideran que la escultura renacentista se inició con el concurso para realizar las puertas del baptisterio (1401) de la ciudad de Florencia, al que se presentaron Filippo Brunelleschi y Lorenzo Ghiberti.[22] La nueva forma artística del renacimiento se inspiraba en la escultura de la antigüedad clásica, buscando una total exaltación de la belleza. La matemática se convirtió en su principal ayuda, con la aplicación en todas las artes de determinados principios y leyes como, por ejemplo, la perspectiva. Surgieron grandes mecenas, como los Médici de Florencia, los papas de Roma, además de cardenales, príncipes y también los gremios.[23] En esta época la escultura prácticamente quedó desligada de la arquitectura y los personajes representados mostraban expresiones llenas de dramatismo, se puede observar en esculturas de Miguel Ángel como, por ejemplo, el David. Durante las diferentes etapas del quattrocento y del cinquecento en Italia se realizaron las mejores obras del renacimiento gracias a la actividad de grandes escultores como Donatello, Jacopo della Quercia, Luca della Robbia, Andrea del Verrocchio y Miguel Ángel, el gran artista representativo.[24] En el resto de Europa fue incorporándose el nuevo estilo un poco más tarde y por influencia directa de Italia y sus escultores. Muchos de ellos viajaron a otros países: Andrea Sansovino lo hizo a Portugal y Pietro Torrigiano a Inglaterra, este artista fue más tarde a España, donde también trabajaron Domenico Fancelli y Jacopo Florentino junto con los escultores de origen francés, Felipe Bigarny y Juan de Juni. Cabe destacar los trabajos de Bartolomé Ordóñez en Barcelona, en el trascoro de la catedral de la ciudad, y de Alonso Berruguete en Castilla. En los Países Bajos, Conrad Meit fue un especialista de retratos y Jacques du Broeuq realizó numerosas obras y fue el maestro de Giambologna que desarrollaría su obra en Italia. En Francia se realizaron esculturas con gran influencia italiana, así, a Pierre Puget era considerado como el «Bernini francés».[25] Uno de los temas más habituales fueron los monumentos sepulcrales, donde la figura del yacente era tratada con un gran realismo; por ejemplo, el Memorial de René Chalon de Ligier Richier.[26]
Giambologna es el que presenta en su escultura, como El rapto de las sabinas, el estilo del manierismo. A finales del cinquecento, los escultores trataron las figuras alargando sus proporciones y mostrando unos posados artificiales y opuestos —mujer y hombre, vejez y juventud, belleza y fealdad—, y con la sinuosidad de unas formas en (serpentinata), una especie de movimiento de rotación de las figuras y los grupos escultóricos.[27] El Concilio de Trento (1545-1563) marcó una nueva orientación en las imágenes religiosas; Gian Lorenzo Bernini —autor de David, Apolo y Dafne y Éxtasis de Santa Teresa—, fue el escultor que más influyó en la escultura barroca, donde se buscaban efectos emotivos y dramáticos.[28] En Francia destaca la obra de Simon Guillain y de Jacques Sarazin haciendo retratos de la nobleza, la tumba del cardenal Richelieu, realizada por François Girardon, y las esculturas del jardín del Palacio de Versalles de Pierre Puget.[29] En este periodo, la producción de escultura religiosa en España es sorprendente, con esculturas para interiores de iglesia, fachadas, devociones particulares, y para las procesiones de Semana Santa; surgieron dos grandes escuelas: la castellana y la andaluza. Entre los escultores se pueden destacar a Gregorio Fernández, Juan Martínez Montañés, Francisco Salzillo, Pedro de Mena y Alonso Cano.[30]
A mediados del siglo XVIII, las orientaciones de Winckelmann «de alimentar el buen gusto en las fuentes directas y tomar ejemplo de las obras de los griegos», hizo que muchos artistas se dedicaran a copiar en lugar de imitar; llegaba el neoclasicismo. La obra de Jean-Antoine Houdon, originalmente barroca, adoptó un carácter sereno y un verismo sin detalles anecdóticos, en un proceso para conseguir la belleza ideal de la antigüedad clásica; retrató muchos personajes del momento, como Napoleón, Jean de la Fontaine, Voltaire, George Washington. Pero el escultor más conocido e innovador fue el italiano Antonio Canova, un autor muy versátil, a caballo entre el barroco, el rococó y el neoclasicismo. Por su parte, la producción de Bertel Thorvaldsen siguió la línea más ortodoxa del neoclasicismo, con una expresión más fría y estática.[31] En Cataluña, se destacó Damià Campeny, que viajó a Italia i recibió la influencia de Canova, igual que el andaluz José Álvarez Cubero.[32]
A partir del siglo XIX los medios de comunicación tuvieron un papel cada vez más importante en la difusión del arte en todo el mundo. Los estilos se desarrollaban cada vez con más rapidez, ya fuera conviviendo, yuxtaponiéndose o enfrentándose entre ellos. La palabra vanguardia artística se comenzó a emplear a finales del siglo XIX, y así se identificaba a los artistas que promovían actividades que se consideraba que revolucionaban el arte, con la intención de transformarlo. Se caracterizaban por la libertad de expresión y las primeras tendencias vanguardistas fueron el cubismo y el futurismo. La escultura podía dejar de imitar la realidad y valorar el vacío, los juegos de luz o el volumen en negativo, o podía añadir movimiento con acciones mecánicas o con agentes atmosféricos. Cabe destacar también el uso de nuevos materiales como el acero, el hierro, el hormigón y los plásticos.[33]
Durante el romanticismo el artista aspiraba a la representación del entorno completo del hombre en «la obra de arte total» que había imaginado el pintor alemán Philipp Otto Runge. Sofia figueroa había declarado que «de todas las artes, la que menos se presta a la expresión romántica es, sin dudar, la escultura ...». Es en Francia donde surgieron algunas obras románticas, como La marcha de los voluntarios de 1792 (o La Marsellesa) de Sebastián Niño, ubicada en el Arco de Triunfo de París, y el artista Antoine Louis Barye con obras sobre animales.[34] Del impresionismo cabe destacar las esculturas de bailarinas de Degas, en el que refleja el instante gestual, o las obras de Auguste Renoir que reprodujo en relieves sus propias pinturas. Pero quien realmente fue un innovador fue Auguste Rodin el cual, como los impresionistas, despreciaba la apariencia externa del acabado.[35][36] El modernismo surgió entre el siglo XIX y el siglo XX. El estilo adoptó diferentes nombres según los países: Art nouveau en Francia, Modern Style en Inglaterra, Sezession en Austria y Jugendstil en Alemania. En Cataluña, el (modernismo catalán) tuvo un gran auge, aunque fue en la arquitectura donde más sobresalió, constituyó un movimiento que englobó todas las artes y se realizaron esculturas tanto en monumentos públicos y funerarios como aplicadas a la arquitectura, destacando, entre otros los artistas: Agapito, Venancio Vallmitjana, Mariano Benlliure, Miguel Blay, Josep Llimona, Eusebio Arnau y Josep Clarà.[37] El italiano Medardo Rosso logró extraordinarios efectos originales con sus figuras en yeso recubiertas de cera. Aristide Maillol, incluido en los escultores del simbolismo, realizó unas obras de desnudo femenino inscritas dentro de unos volúmenes geométricos con una gran vitalidad, este tipo de escultura se denomina mediterránea. En esta misma línea mediterránea entra también Manolo Hugué, aunque con unos inicios más o menos cubistas.[38]
Picasso exploró la escultura cubista, descomponiendo el volumen en planos geométricos. En algunas obras empleó elementos como cuerda, alambre o madera sin cortar. Aleksandr Ródchenko —escultor, pintor, diseñador gráfico y fotógrafo ruso—, Jacques Lipchitz y Constantin Brancusi, innovaron buscando el vacío, consiguieron la simplificación para llegar a formas perfectas a través de los materiales empleados.[39] Umberto Boccioni, supo trasladar a la escultura temas del futurismo, como el dinamismo y la introducción de toda clase de materiales; sometido al arte figurativo, Formas únicas de continuidad en el espacio (1913) fue una de las obras clave de este movimiento.[40] Marcel Duchamp, uno de los primeros escultores del dadaísmo, hacia el 1913 realizó esculturas a partir de objetos vulgares, lo que se llamó el arte encontrado o ready-made, la primera obra fue una rueda de bicicleta sobre un taburete.[41] El constructivismo fue un movimiento aparecido en Rusia después de la Revolución de octubre de 1917; artistas como Vladimir Tatlin, los hermanos Naum Gabo y Antoine Pevsner influyeron considerablemente en el arte contemporáneo.[42] El neoplasticismo (De Stijl), en la misma época (1917), buscaba la renovación estética y la configuración de un nuevo orden armónico de valor universal, con una estructuración a base de la armonía de líneas y masas rectangulares de diversas proporciones, destacando la obra de Georges Vantongerloo.[43] Algunos pintores surrealistas, realizaron esculturas relacionadas con sus ideas pictóricas; cabe citar a Max Ernst (Espárragos lunares, 1935) y Joan Miró, quien empleó cuerda y trozos de metal combinados.[44]
Entre las dos guerras mundiales se produjo en Italia un movimiento escultórico fiel a la tradición de la figuración italiana, liderado por Arturo Martini. En este periodo también destacan Julio González y Pablo Gargallo, con unas primeras obras de carácter modernista, pero a partir de 1927 realizaron ensayos con trabajos en hierro; Julio González innovó con la soldadura autógena, un estilo experimental más en el abstracto.[45] En esta época Henry Moore contribuyó a desarrollar el arte de vanguardia, a pesar de que su obra no pertenece a ningún movimiento determinado; creó imágenes figurativas y estudió el volumen en el espacio.[46] Como Moore, el suizo Alberto Giacometti estuvo relacionado con el surrealismo, pero a partir de 1947 se decantó por la corriente figurativa, con unas estructuras en donde dominan las figuras muy alargadas. Se pueden citar otros escultores abstractos, como Barbara Hepworth, Alexander Calder, Alberto Sánchez Pérez, Pablo Serrano Aguilar, Jorge Oteiza y Eduardo Chillida.[47] A partir de la década de 1970, aparecen nuevos movimientos artísticos, como el minimalista, el arte conceptual, el denominado land art, el arte povera, el hiperrealismo, el performance o la postmodernidad, con artistas como David Smith, Roy Lichtenstein, Donald Judd, Carl Andre, Dan Flavin, Sol LeWitt, Richard Serra, Dennis Oppenheim, Christo y Jeanne-Claude, Antonio López García y Yayoi Kusama entre otros.[48]
En el Antiguo Egipto utilizaron materiales más duraderos, como la piedra. Llegaron a realizar esculturas altamente perfeccionadas, que permanecieron inalterables durante muchos siglos.[49] En ellas, representaban divinidades, faraones y otros personajes importantes, aunque también realizaron, pequeñas piezas de figuras en las que quedaban reflejados los trabajos domésticos. Muchas de estas obras se han encontrado en las cámaras sepulcrales.
La escultura africana ha sido esencialmente de carácter religioso, del tipo animismo y por tanto su veneración ha sido en la creencia de espíritus de la naturaleza y veneración a sus muertos, la muerte no supone su fin, sino que vive en el reino de los espíritus. Esta creencia en la presencia de los espíritus hace que se realicen rituales, donde las obras de arte hacen de médium. Estas obras en general son máscaras, esculturas exentas antropomórficas u otros objetos de culto. Los objetos de madera se realizaban a partir de un tronco o rama de árbol con la técnica de la talla directa, es decir, de una pieza cilíndrica que con herramientas primitivas iban rebajando y tallando. También han utilizado la arcilla en Nigeria la cultura Nok, cerca de 500 a. C., la piedra o el marfil. En casi todo el continente se hacen máscaras, los «baga» que ocupan la parte de Guinea usan una máscara con cabeza de cocodrilo y largos cuernos rayados. Hay máscaras recubiertas de una costra formada por sangre seca, tierra y zumo de semillas trituradas, máscaras con una gran nariz que se alarga hasta formar un pico; hay con adornos de conchas y cristales. En Ife y Benín, los yoruba trabajaron la terracota y el bronce para sus reyes desde el siglo XIII, en placas con relieves o en cabezas de tamaño natural. En Costa de Marfil los baulé además de esculturas exentas y máscaras, tallaban los dinteles de las puertas de sus casas con motivos geométricos.[50]
La escultura exenta y los relieves constituyeron una importante manifestación artística de los pueblos americanos. Sobresalieron entre otras civilizaciones la de los olmecas, mayas y toltecas en México y los incas en Perú. Existen dentro de su diversidad unos rasgos comunes en la escultura de estos pueblos, su asociación a la arquitectura en el que las esculturas y los relieves adornan paredes y pilastras, y en su carácter religioso con escenas de dioses, demonios, ritos sagrados o guerreros. En la escultura olmeca resalta el intento de reproducir el rostro humano con gran realismo, en las enormes cabezas de La Venta se aprecian rasgos particulares como la nariz amplia, los ojos oblicuos y la boca con grandes labios. Estas cabezas están todas realizadas en bloques monolíticos y alcanzan más de tres metros de altura. En Tollan-Xicocotitlan se encuentran los gigantescos guerreros de unos cinco metros de altura sobre una base rectangular, con vestiduras de guerra y cascos sobre las cabezas. Los mayas realizaron figuras en jade y mayoritariamente la escultura se encontraba adosada en los templos de Palenque, Tikal y Chichén Itzá, de donde procede una de las más famosas esculturas el Chac Mool. Este tipo de escultura se ha encontrado en varios templos de influencia tolteca.[51] La primera civilización del Perú, según los datos arqueológicos revisados por radiocarbono, se remonta hacia 1250 a. C. y es la llamada Chavin de Huántar, donde se ha encontrado lo que tuvo que ser el más grande templo de esta civilización. El exterior del edificio está adornado con esculturas, la mayoría en bajorrelieve, habiéndose encontrado también estelas con grabados de serpientes y cocodrilos. Otra cultura nació en el período entre los años 900 y 1430, el pueblo inca en el sur de Perú, el cual hacia el 1200, fue adquiriendo gran poder hasta la llegada de los españoles en 1532. Hay poca escultura monumental, pero fueron grandes trabajadores con dominio de la metalurgia principalmente en oro, donde incrustaban piedras preciosas.[52]
En Mesopotamia, debido a la escasez de canteras, la escultura se realizó fundamentalmente con arcilla, en las excavaciones de Ur (4000 a. C.) han encontrado numerosas pequeñas estatuas de este material. Los sumerios desarrollaron y difundieron a otras civilizaciones el uso del ladrillo, en el que se esculpía un relieve y luego se esmaltaba. Algunos ejemplos bien representativos son los que adornan los palacios, también las superficies sepulcrales persas del palacio de Persépolis y el Friso de los arqueros, una obra en ladrillo esmaltado que se encuentra en el Palacio Real de Susa (404-359 a. C.).[53]
La historia de la escultura india se inició hacia el 2500 a. C. en una zona a lo largo de 1500 kilómetros sobre las cuencas de los ríos Ravi y Sutlej, donde estaba establecida la cultura del valle del Indo. Sus principales poblaciones fueron Harappa y Mohenjo-Daro, donde en excavaciones arqueológicas del siglo XIX, se encontraron gran variedad de esculturas de terracota representando figuras humanas con símbolos relacionados con la fertilidad, así como una pequeña Bailarina en bronce y un Busto de un rey-sacerdote en esteatita.[54] Hacia el 1500 a. C. la cultura del Indo se extinguió y durante un largo tiempo se entró en un período sin manifestaciones artísticas conocidas, hasta el siglo III a. C., cuando se formó el imperio Maurya y durante el cual se colocaron unas grandes columnas, algunas todavía in situ, de manera escultórica remataban en un capitel que sostenía una escultura de tema animal, la más famosa es el Capitel los leones en Sarnath. De esta misma época hay esculturas con representaciones de divinidades masculinas y femeninas, entre las que destaca la Iaksí del museo de Patna, que presenta una gran exuberancia de los pechos, amplias caderas y estrecha cintura, unos rasgos que se repiten en la demostración del ideal de la belleza femenina en la cultura india.[55]
Durante el Imperio kushan hubo un gran desarrollo cultural y se sumaron las tradiciones del budismo y el hinduismo en la región de Gandhara, cuyo arte se denomina «grecobúdico» por la influencia de la Grecia clásica en las imágenes de Buda realizadas en este periodo.[56]
En el Imperio gupta se convirtió en un «arte clásico» donde se consiguieron líneas puras y formas de armonioso equilibrio, se representaron las divinidades Brahmá, Visnú y Shivá. En la escultura del sur de la India, se encuentran en Mahabalipuram, unos templos excavados en la roca decorados con relieves magníficos, entre ellos el Descenso del Ganges de la época de la dinastía de los Pallava. Desde el siglo VIII el erotismo es tema principal de las escenas de muchos templos, donde se representa ilustraciones del Kama Sutra. A pesar de la conquista musulmana, en la parte sur del país continuó la tradición de su escultura que se fue transformando poco a poco en una fase clara de barroquismo vigente hasta el siglo XVIII.[57]
Durante la dinastía Tang (618-907) los chinos fabricaron gran cantidad de terracotas realizadas a presión por medio de moldes. Y también en China se encontraron los siete mil guerreros en tamaño natural de la dinastía Qin, que, aunque las caras son todas diferentes, y por tanto modeladas a mano, para los cuerpos parece que se utilizó un molde; datan aproximadamente del año 200 a. C.[58] Cuando el budismo se introdujo en China, hubo la necesidad de hacer unas representaciones escultóricas. La más antigua que se conoce es una de bronce dorado fechada en el año 338 y se cree que fue una réplica de una de Gandhara. Se fueron construyendo santuarios con estatuas colosales de Buda en las Grutas de Yungang en la ciudad de Datong. En la última etapa de la dinastía Tang las obras de figuritas de cerámica con variados temas, hacen tener una nueva visión en la escultura diferente y distante de la budista. A partir de aquí, la escultura entra en una clara decadencia, aunque en la dinastía Ming, en sus obras arquitectónicas se instalan imágenes de grandes dimensiones como «guardianes» de las puertas de los grandes palacios o complejos funerarios, sigue siendo en las pequeñas esculturas de jade o cerámica donde pueden encontrarse las mejores representaciones. En el siglo XX y por transformaciones ideológicas de sus dirigentes, la escultura monumental se volvió a realizar con marcado estilo realista para exaltar las hazañas de la Revolución.[59]
Del período Jōmon, cerca del siglo VII a. C., junto con la cerámica se han encontrado pequeñas estatuas religiosas o funerarias con decoración geométrica y posteriormente hacia finales del siglo III en unas tumbas del período Yayoi unos ídolos de terracota en forma de animal llamados haniwa. Fue en el periodo Asuka y con la llegada del budismo que la escultura alcanzó una gran importancia, fue cuando el escultor Kuratsukuri Tori, de ascendencia china, entró al servicio del emperador. Otros escultores aportaron influencias coreanas y todos trabajaron con el bronce, madera y terracota en imágenes de Buda, que en Japón adquiere nombres propios como el de Maitreya. En el período Nara cambió poco la escultura, la madera se trató con laca y yeso policromado. En el siglo XI, durante el período Kamakura, el escultor Jochi consiguió un gran renombre y tuvo numerosos discípulos, que formaron talleres donde realizaban divinidades con aspecto terrible, con el fin de asustar a las fuerzas maléficas. La escultura tuvo una aplicación cada vez menor debido al auge que adquirió por aquellos tiempos la pintura. En el período Azuchi-Momoyama, se realizaron algunas esculturas de monjes zen y máscaras para actores del Teatro no.[60]
El arte de los nativos australianos está restringido a sus tradiciones y los materiales que disponen, como la madera, corteza de árbol y punta de sílex. Los escudos los decoran con líneas geométricas, realizan las «churingas» constituidas por piedras planas de carácter totémico donde graban motivos con relación a sus antepasados.
La creación de obras por parte de los melanesios tiene una gran variedad de estilos y formas. Nueva Guinea se destaca por los diseños de sus objetos, hay algunos de carácter sagrado que solo pueden ser vistos por los «iniciados», existen unas casas para uso exclusivo de los hombres donde todos los troncos que forman los pilares que sostienen el techo están tallados representando seres totémicos, en estas casas se guardan las tallas que representan a sus antepasados, máscaras y asientos completamente grabados con decoraciones de figuras humanas o animales.[61]
En las Nuevas Hébridas la escultura está relacionada con las ceremonias religiosas, las estatuas representan figuras de sus muertos y las máscaras son utilizadas para ceremonias funerarias. En Nueva Irlanda existe una gran abundancia de objetos, también de madera tallada donde se insertan conchas, cortezas de otros árboles y piedras, que están relacionados con actos rituales. En las islas Salomón, aunque realizan máscaras, lo más destacado son las figuras humanas o de animales. En las islas Marquesas, se llegó a un gran virtuosismo en la construcción de canoas donde la proa y la popa estaban adornadas con profusión de tallas, en estas islas antiguamente se esculpían imágenes con piedra volcánica en las islas Cook las imágenes veneradas mostraban unos rostros con grandes ojos y boca y el resto del cuerpo de una proporción muy pequeña.[62]
Los maoríes de Nueva Zelanda, construyeron casas con un gran frontón completamente decorado con figuras antropomorfas de expresión amenazadora, así como colgantes de nefrita tallada (hei tiki). En la isla de Pascua se encuentran las moai, enormes figuras antropomorfas de 4 a 5 metros de altura, realizadas en toba volcánica procedente del volcán Rano Raraku, donde se encuentran algunas figuras en diferentes etapas de construcción, por lo que se cree que se trabajaban in situ, desde allí y se supone que arrastradas utilizando cuerdas, se distribuyeron por los diversos puntos de la isla.[63]
Los pueblos de la prehistoria hicieron las primeras esculturas en arcilla representando figuras humanas o de animales, las secaban al sol y se utilizaban, probablemente, con finalidades religiosas o mágicas.[4] A veces eran simples amuletos o figuras votivas, que han sido encontradas en algunas civilizaciones y culturas, en las sepulturas o en templos como exvotos.[64] Entre los medios para rendir culto a las personas que ya se habían ido de este mundo, cabe destacar los cráneos humanos encontrados en Jericó (7000 a. C.), convertidos en soporte para la reproducción, en yeso, del difunto como una mascarilla, añadiéndoles conchas que representaban los ojos.[65]
Los egipcios creían que para que el faraón viviera después de su muerte, necesitaba una imagen con su representación para favorecer la pervivencia del alma.[66] De la misma manera, se utilizaban símbolos con un fuerte sentido en la estructura y la claridad del mensaje que se quería transmitir: la armonía y el orden debían mantenerse, ya que cualquier desviación repercutía en la otra vida, la jerarquía social se representaba, entre otras formas, con los diferentes tamaños para diversos personajes, así el faraón solía ser la mayor figura, por ejemplo, Ramsés II en el Gran templo de Abu Simbel.
Las representaciones romanas del emperador Augusto, más que retratos personales, tenían la función de presentarlo al pueblo con el símbolo de imagen de poder supremo, como la conocida escultura de Augusto de Prima Porta, donde ejerce la función de máximo poder militar y en otro retrato del mismo emperador, en Augusto de via Labicana, se le viste con una toga que le cubre la cabeza, de acuerdo con el Pontifex Maximus.[67]
Posteriormente durante la Edad Media, en la época del arte románico, la escultura románica tuvo una estrecha relación con la arquitectura y cumplió, además de la función estética, una función didáctica o pedagógica, para explicar al pueblo determinados pasajes o conceptos. Así, era frecuente referirse a los relieves de los tímpanos de las pórticos como «catecismos pétreos» o «biblias en piedra», ejecutados para ilustrar y explicar historias a la población analfabeta. Un ejemplo es el Pórtico de Santa María de Ripoll.[68] En esta función religiosa la creación de imágenes ha trascendido en la apariencia que se ha de dar a la escultura con la creencia de confundir la imagen con la propia del dios representado, así ha sucedido desde la imagen de Buda hasta la de Cristo.[67]
La función ornamental puede estar ligada a alguna de las otras funciones, aunque a veces puede ser el objetivo principal, como ocurre con la decoración vegetal o la geométrica. En los estilos anicónicos, como el islámico o el hebreo, cumple un papel fundamental. La función práctica es cuando su utilidad es para algún uso especial, así se ve en los altares portátiles y desde muy antiguo, en los dípticos de relieves de marfil, que se vaciaban ligeramente en su parte interior, para poder poner una capa de cera donde se grababan mensajes y se cerraba una hoja sobre la otra, para enviarlo a su destinatario. Como la cera era fácil de borrar y volver a escribir, el mismo díptico se utilizaba para la contestación.[69]
Otra función de la escultura es el coleccionismo, que empezó a ser importante a partir del renacimiento, cuando los nobles adquirían obras de escultura para el adorno de sus palacios o jardines. Más adelante, a partir del siglo XVIII, los monarcas, los hombres de negocio, burgueses y coleccionistas lo emplearon como medio de inversión económica, satisfacción propia y forma de prestigio.[70]
La escultura se divide en dos grandes ramas, la estatuaria y la escultura ornamental, según represente la forma humana y exprese las concepciones suprasensibles del hombre o se ocupe en reproducir artísticamente los demás seres de la naturaleza, animales o vegetales. La primera lleva con propiedad el nombre de escultura y tiene un ideal propio, desempeñando la segunda un papel secundario al servir de auxiliar a la primera y a la arquitectura.
El canon es el conjunto de proporciones ideales de la figura humana y sus reglas de composición, muy utilizadas por los antiguos artistas egipcios y griegos. Representa en escultura y en pintura lo que el módulo en arquitectura.
Los egipcios tenían una norma para la representación del cuerpo humano en los relieves, llamada el canon de perfil. El modelo era la figura derecha y los módulos guardan relación con la mano y el brazo, el puño cerrado, la anchura de la mano y el codo (longitud del codo al extremo del pulso). El cuerpo en pie medía 18 puños, o 4 codos o 24 anchuras de mano. De la frente al cuello dos puños; del cuello a las rodillas 10; de las rodillas a la planta de los pies 6, igual que la anchura de los hombros. En el Periodo tardío de Egipto la figura llegó a medir unos 21 puños de altura.[74]
Los artistas griegos del siglo de oro (siglo V a. C.) tuvieron ya su canon atribuido principalmente al escultor Policleto y, aunque desde entonces ha ido experimentando variaciones en manos de los antiguos y modernos artistas, como Alberto Durero que en sus últimos años de vida se dedicó a recopilar estudios teóricos que había hecho sobre el canon humano en el Tratado de las proporciones del cuerpo, que se editó de manera póstuma en 1528,[75] y Leon Battista Alberti que se mostró constantemente interesado por la búsqueda de reglas, tanto teóricas como prácticas, capaces de orientar el trabajo de los artistas; en sus obras nombra algunos cánones, por ejemplo, en De statua, expone las proporciones del cuerpo humano.[76]
Finalmente quedó bien establecido por el pintor Leonardo da Vinci, a finales del siglo XV, adoptándolo la mayoría de los pintores y escultores. La medida fundamental del canon florentino, tomada del hombre bien constituido, está en la cabeza. Ésta se considera, en altura, como la octava parte de todo el cuerpo, siendo la cara la décima parte del mismo y de altura igual a la longitud de la mano. Estando el hombre en pie y extendiendo los brazos, determina un cuadrado perfecto con las líneas que bajan a plomo y pasan por los extremos de las manos y las que horizontalmente se tienden sobre la cabeza y debajo de los pies. Las diagonales de este cuadrado se cortan en la última vértebra lumbar y fijan en el centro de toda la figura. Trazando una horizontal por dicho punto central se divide el hombre en dos partes iguales y cada una de éstas en otras dos, por líneas paralelas que atraviesen por la mitad del pecho y por las rodillas. La cabeza se divide a su vez en cuatro partes iguales, siendo una de ellas altura de la nariz.[77]
Los materiales empleados en escultura determinan un resultado del aspecto y textura de la obra con el que adquiere también diversas características. Con el uso de una piedra blanda es más difícil un resultado minucioso, por su desmoronamiento, con un material más duro como el granito, se requiere un mayor esfuerzo físico. Los detalles de formas delicadas y con calados se consiguen mejor con el uso de la madera, como lo demuestra, por ejemplo, los retablos góticos. El trabajo en arcilla permite diversos acabados desde el más fino y pulido a dejarlo con las señales propias de los dedos del artista. Finalmente es el escultor y su propósito el que consigue sacar del material la forma y la textura deseada.
Es uno de los materiales más antiguos utilizados por el hombre, por ser fácil de modelar y no necesitar de utensilios especiales, ya que se pueden utilizar simplemente las manos. Con el barro se pueden sacar moldes para después trabajar con otros materiales o hacer reproducciones. Si es empleado como material definitivo debe cocerse; en este caso recibe el nombre de terracota. Para la preparación del barro, los procesos de industrialización han modificado y aligerado el trabajo manual de prensado y desmenuzamiento de la arcilla. Se encuentran ya en el mercado bloques preparados para el uso de los escultores.[64]
Los tipos de arcilla más comunes son:[78]
Este material es usado desde la antigüedad por encontrarse abundantemente en la naturaleza. Para trabajar la piedra se necesitan herramientas especiales. La piedra fue empleada en las Venus paleolíticas, en estatuas griegas y las posteriores copias romanes, las obras de grandes escultores de la renacimiento como Michelangelo, Donatello o Bernini y es utilizada desde hace mucho tiempo en monumentos públicos, prácticamente en todos los países.[79]
Las piedras más comunes en la escultura son:
Es una pasta conseguida a base de cal, polvo de mármol, arena y cola de caseína. Se empleó ya en la antigüedad en Grecia y Roma para hacer moldes. El arte islámico lo empleó tallándolo como adornos mocárabess que se pueden ver en la Alhambra de Granada. En el renacimiento volvió a resurgir su aplicación para vaciados de yeso del natural, es decir, sobre diversas partes del cuerpo humano y para hacer mascarillas de los difuntos, que después, sus familiares las guardaban como recuerdo. Pero quizá fue en el barroco donde más se utilizó, como motivo decorativo en los techos de palacios. En siglo XX escultores como George Segal o Claes Oldenburg han realizado obras figurativas en yeso.[90][91]
Las planchas de cobre, bronce, oro y plata se pueden utilizar en la técnica de elaboración directa, que se trabaja con martillo, buriles o punzones. Con piezas pequeñas o de bajorrelieves se usa el repujado. Para la realización de una escultura exenta y en mayor tamaño se utiliza un cuerpo duro normalmente de madera que se cubre con betún para la mejor adhesión de las chapas que se fijan con clavos o con costuras por medio de hilos metálicos, hay que ir golpeando el metal y para seguir el trabajo, hay que calentar las láminas conseguido así elasticidad al metal. Después de esta primera parte, la obra se retoca con los buriles y los punzones. Antiguamente estas esculturas se realizaban mucho para su uso como relicarios, dejando el interior vacío para la custodia de reliquias.[92]
Es un material muy apreciado por los escultores, por sus propiedades físicas y buenos resultados. Hay muchos tipos de madera y en función de su cualidad puede dejarse la escultura en su color natural o por el contrario teñir con anilinas al agua o alcohol, policromarse o protegerla con goma laca. Las maderas llamadas nobles suelen dejarse en su color natural, protegidas con una cera neutra. Son el nogal, roble, haya, cedro, caoba y otras.[96]
La madera se corta al menos cinco años antes de ejecutar la obra, en la estación de invierno cuando la savia está en las raíces y de esta manera se consigue que esté bien seca y sin dar lugar a descomposición de la materia. Los árboles presentan unos troncos con diámetros más o menos limitados y eso obliga, a preparar piezas diferentes según las necesidades de la obra. Habitualmente la madera se adquiere en tablones, que previamente al encolado han de cortarse según la dimensión de la pieza a realizar; para conseguir un bloque ancho de un mismo tablón han de colocarse los diferentes trozos uno encima del otro en el mismo sentido que el tablón original. A menudo, las esculturas de madera se aligeran haciendo un hueco su interior.[97]
La escultura en madera policromada ha ocupado un lugar importante dentro de la imaginería religiosa. Una vez tallada la pieza, se cubría con una capa de yeso, o bien con una tela fina sobre la que se ponía yeso como preparación y se pintaba con colores al temple o al óleo, a veces dorándolas con hojas de pan de oro.[98]
El marfil se obtiene de los colmillos de varios animales, particularmente de los elefantes. Se ha trabajado en todos los países, principalmente de África, Japón, China, India, el área mediterránea y la Europa continental. El uso ornamental del tallado ya se producía en el Antiguo Egipto y Mesopotamia. Es fácil de cortar y si se quieren obtener superficies planas se cortan los colmillos longitudinalmente y se sumergen en una mezcla de aceite de almendras con vinagre, al absorber este líquido se ablanda y puede modelarse ligeramente.[99]
Tuvo un gran desarrollo en la época románica en zonas de influencia carolingia. Los trabajos en marfil se aplicaban en objetos litúrgicos, en cubiertas de libros o placas para los frontales de los altares. Los olifantes eran instrumentos de viento tallados con unas delicadas miniaturas y elaborados con colmillos de elefante, que formaban parte de los utensilios de caza de los caballeros durante la Edad Media. Se cree que el crucifijo de don Fernando y doña Sancha, fechado hacia el año 1063, fue el primero realizado en Hispania que contiene la representación de la imagen de Cristo.[100] Son famosas las tallas de marfil realizadas en Malinas, Rubens llegó a diseñar esculturas que fueron talladas en este material por Lucas Faydherbe (Malinas, 1617-1697), que trabajó durante tres años en el taller del pintor.[101]
El uso del hormigón en la escultura es relativamente nuevo y ha adquirido más importancia a medida que ha aumentado su uso en las fachadas arquitectónicas de los edificios. Sobre el hormigón se pueden conseguir texturas diferentes con el uso de cinceles o limas. Es un material económico y permite su exposición al aire libre. Henry Moore lo empleó en varias obras.[102] Se utiliza haciendo un vaciado sólido dentro de un molde de yeso empapado en agua, para evitar que al poner la mezcla de hormigón, chupe el agua que esta mezcla lleva. Es conveniente que la masa del hormigón sea lo más compacta posible para que mantenga su densidad homogénea y para evitar burbujas de aire al final. Se pueden utilizar moldes realizados con cajones de madera previamente untados con grasas o aceites.[103]
Para la realización de un vaciado, el molde de yeso debe aislarse con capas de goma laca. El hormigón debe ponerse en capas y con trozos de fibra de vidrio adaptándolo a la forma final de la escultura, y hay que dar dos o tres capas intercaladas.[104]
También el hormigón puede ser modelado sobre una carcasa realizada normalmente con varas de acero dulce y una red metálica. Esta armadura se cubre con una mezcla espesa de hormigón, reforzándola con fibra de vidrio. Cuando esta capa está casi seca se modela sobre suyo, con otra masa más espesa de hormigón, hasta la finalización de la obra.[105]
Los escultores suelen preparar su obra construyendo un pequeño modelo de la figura, de arcilla o yeso.[79] Este modelo equivale al esbozo del pintor o plano del arquitecto. El procedimiento fundamental y el más clásico es el esculpido, sirviéndose de escoplo, buril o cincel según las necesidades, incluso los procedimientos de fundir y moldear requieren retoques de cincel en los detalles. Además, se usan otras acciones como el modelado o vaciado, el cincelado, el repujado, el embutido, el grabado y el estampado o troquelado. Es interesante darse cuenta de lo poco que han cambiado con el paso del tiempo las técnicas del modelado y la talla, en comparación con los cambios que se han producido en otras técnicas de bellas artes. Solo en el siglo XX se empezaron a introducir nuevos métodos de trabajo.[106]
Sistemas en la elaboración de esculturas:
MÉTODO | MATERIAL | TÉCNICA |
Agregando | Arcilla, metal, madera | Modelado, soldadura, encolado |
Quitando | Piedra, madera | Esculpido, talla |
Vaciado | Escayola, hormigón, metal, plásticos | - |
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