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ninfa de la mitología griega De Wikipedia, la enciclopedia libre
En la mitología griega, Equidna (en griego antiguo, Ἔχιδνα - Ejidna: «víbora»; en latín, Echidna) era una monstruosa ninfa que pertenecía a la estirpe de las Fórcides, o monstruos serpentinos femeninos. Los dioses la mantuvieron prisionera bajo la tierra y es especialmente conocida por ser la consorte de Tifón y la madre de los monstruos de la mitología griega.
Dentro de los mitos clásicos a Equidna se la relaciona con Campe (monstruo ctónico y ninfa del Tártaro, siendo sus escamosas piernas como serpientes) y Delfine (la consorte de Pitón). Fuera de la cultura clásica suele ser el equivalente a Lilit de las leyendas hebreas y e igualmente identificable con Astarté de la mitología babilónica.
Hesíodo, el primer autor en mencionarla, dice que «otro monstruo extraordinario, en nada parecido a los hombres mortales ni a los inmortales dioses, tuvo «ella»[2] en una cóncava gruta: la divina y astuta Equidna, mitad ninfa de ojos vivos y hermosas mejillas, mitad en cambio monstruosa y terrible serpiente, enorme, jaspeada y sanguinaria, bajo las entrañas de la venerable tierra. Allí habita una caverna en las profundidades, bajo una oronda roca, lejos de los inmortales dioses y de los humanos mortales; allí entonces le dieron como parte los dioses habitar ilustres mansiones. Y fue retenida en el país de los Árimos,[3] bajo la tierra, la funesta Equidna ninfa inmortal y exenta de vejez, por todos los siglos. Con ella cuentan que el terrible, violento y malvado Tifón tuvo contacto amoroso, con la joven de vivos ojos. Y preñada, dio a luz a feroces hijos».[4]
Apolodoro dice que Argos Panoptes «también dio muerte a Equidna, hija de Tártaro y Gea, que raptaba a los caminantes, sorprendiéndola dormida».[5]Aristófanes dice que posee «cien cabezas», acaso acomodándola en descripción con relación al multiforme Tifón. El texto la asocia a otras criaturas del inframundo, entre las que se citan a Cerbero, Estige, Aqueronte, Cocito y las Gorgonas titrasias.[6] Los órficos la describen con la cabeza de una hermosa mujer de largos cabellos y el cuerpo de una serpiente desde el cuello hacia abajo.[7] Finalmente, Nono dice que era «horrenda» y que poseía un «terrible veneno».[8]
La filiación de Equidna es confusa. En la Teogonía no se especifica bien a la madre, que pudiera ser, entre otras opciones, Ceto, Medusa o bien Calírroe.[2] Para Ferécides equidna es una de las Fórcides, como tal hija de Forcis, pero no se menciona la filiación materna.[9] De acuerdo a Pausanias y Epiménides, Equidna es hija de la oceánide Estige (diosa del río Estigia) y de un tal Pirante o Peiras (que no vuelve a mencionar Pausanias).[10] Para Apolodoro es hija de Tártaro y la Tierra,[11] pero en las tradiciones órficas se la imagina como hija del primordial Fanes.[12]
Equidna le alumbró a Tifón una monstruosa prole, con naturaleza feral de perro, serpiente, león, águila o cabra. No en vano Equidna está considerada como la madre de los monstruos. Prácticamente toda su prole fue aniquilada a manos de los héroes: Heracles mató a cuatro de ellos y al menos capturó a Cerbero, pero Edipo venció a la Esfinge, Belerofonte a la Quimera, Teseo a la cerda de Cromión y Jasón (con ayuda de Medea) al dragón de la Cólquide. Escila, junto con Caribdis, aparece tanto vinculada con Jasón y Odiseo en sus periplos. La siguiente es la prole de Equidna y Tifón citada en la fuentes mitográficas:
Las dracaenas (drácenas) son serpientes (dragones) femeninos, o simplemente dragonas, que se relacionan e identifican con Equidna, de manera explícita o implícita. Algunos autores también la relacionan con la serpentina llamada Síbaris o Lamia, para Antonino Liberal, que acechaba en Fócide.[27]
Para Hesíodo Equidna es «mitad ninfa de ojos vivos y hermosas mejillas, mitad en cambio monstruosa y jaspedada serpiente». Es la madre de los monstruos y mora en las profundidades en una cueva de los Árimos.[28] Apolodoro describe en su parte de la Tifonomaquia, que «Tifón dejó allí los tendones de Zeus, ocultos en la piel de un oso y puso como guardián a la dragona Delfine, medio animal, medio mujer. Pero Hermes y Egipán, sin ser vistos robaron los tendones y se los aplicaron a Zeus». La obra refiere que Delfine moraba en la cueva Coricia de Cilicia.[29]
En los Himnos homéricos se dice que Hera llevó al propio Tifón en compañía de una dragona, y que de ellos nació al menos la Quimera. La mató Apolo arrojándole saetas.[30] En las versiones posteriores del mito ya nos encontramos con el dragón Pitón.[31]
Aristófanes describe a Éaco, como uno de los jueces de los muertos, confrontando a Dioniso: «Equidna de cien cabezas, que te desgarrará las entrañas; de tus pulmones se agarrará una murena tartesia (Myraina Tartesia, la "anguila" del Tártaro) y tus dos riñones, ensangrentados, junto con las otras vísceras, te los harán trocitos las Gorgonas titrasias».[32] Esta Equidna también está relacionada con la serpentiforme carcelera del Tártaro, Campe, a quien nos describe como una suerte de versión femenina de Tifón, con rasgos de Equidna y Escila.[33] Ovidio también la menciona en el Tártaro, y dice que ella es el veneno de Cerbero.[34]
Dice Apolodoro que Argos Panoptes dio muerte a Equidna, hija de Tártaro y Gea que raptaba a los caminantes, sorprendiéndola dormida.[11] Otra dracaena, si es que no se trata de la misma, es llamada Poine. Fue invocada desde el inframundo por Apolo para castigar a los argivos por la cruel muerte de su hijo infante Lino; fue muerta por el héroe Corebo.[35]
Según Heródoto, los griegos que vivían en el Ponto, una región en la costa sur del Mar Negro, contaron la historia de un encuentro entre Heracles y esta criatura serpentina. Heracles conducía el ganado de Geríones a través de lo que luego se convertiría en Escitia, cuando una mañana se despertó y descubrió que sus caballos habían desaparecido. Mientras los buscaba, «encontró en una cueva una criatura de doble forma que era mitad doncella y mitad serpiente; por encima de las nalgas era una mujer, debajo de ellas una serpiente». Tenía los caballos y prometió devolverlos si Heracles tenía sexo con ella. Heracles estuvo de acuerdo y ella tuvo tres hijos con él: Agatirso, Gelono y Escites. Ella le preguntó a Heracles qué debería hacer con sus hijos: «¿Los guardo aquí, ya que soy la reina de este país, o te los envío?». Heracles le dio un arco y un cinturón, y le dijo que solo criase a aquel niño que fuera capaz de disparar el arco y usara el cinturón; el resto sería desterrado. El hijo menor, Escites, cumplió con los requisitos y se convirtió en el fundador y epónimo de los escitas.[36]
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