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criatura mitológica De Wikipedia, la enciclopedia libre
En la mitología griega, la Esfinge (en griego antiguo Σφίγξ) era una criatura mítica de destrucción y mala suerte, que se representaba con rostro de mujer, cuerpo de león y alada.
Era mitificada como traicionera y despiadada, y capaz de matar y comer a aquellos que no fuesen capaces de responder a su acertijo.[1] Esta versión mortal de una esfinge aparece en el mito y drama de Edipo.[2]
A diferencia de la esfinge griega, representada en forma femenina, la esfinge egipcia se muestra típicamente como un hombre, una androsfinge (en griego antiguo: ανδρόσφιγξ). Además, era vista como benévola aunque con una fuerza feroz similar a la malévola versión griega. En ambos mitos fueron consideradas guardianes y, a menudo, flanquean las entradas a los templos.[3]
La palabra esfinge proviene del griego Σφίγξ, asociado por etimología popular con el verbo σφίγγω (sphingō), que significa "apretar", "tensar".[4][5] Este nombre puede derivarse del hecho de que los leones matan a sus presas por estrangulamiento, mordiendo la garganta de las presas y sujetándolas hasta que mueren. Sin embargo, la historiadora Susan Wise Bauer sugiere que la palabra "esfinge" era en cambio una corrupción griega del nombre egipcio "shesepankh", que significaba "imagen viva", y se refería más bien a la estatua de la esfinge, que fue tallada en " roca viva" (roca que estuvo presente en el sitio de construcción, no cosechada y traída de otro lugar), que a la bestia misma.[6]
Hesíodo, quien en su Teogonía es el primero que la menciona, la hace hija de la Quimera y de Ortro, el terrible perro hermano de Cerbero.[7] Opinión que no comparte Laso de Hermíone, quien la estima nacida de Equidna, la bella ninfa con cola de serpiente, y del poderoso Tifón;[8] siendo de la misma opinión Higino[9] y Apolodoro.[10] Otros la señalan como el fruto de los amores entre Tifón y la Quimera.[11]
Para la mayoría de los escritores de la antigüedad, la Esfinge era única y de ascendencia divina. Sin embargo, hay algunos que dan a entender que se trataría de una especie de animal. Así, Plinio el Viejo señala que las esfinges habitaban las zonas más remotas de Etiopía y tenían un pelaje pardo rojizo.[12]
Según Apolodoro, la Esfinge era un monstruo con rostro y busto de mujer, patas de león, cuerpo de perro, cola de dragón y alas de pájaro.[10] Estacio precisa que tenía el rostro pálido, la boca llena de veneno, ojos como brasas encendidas y las alas siempre manchadas de sangre.[13] Heródoto llamó a las esfinges egipcias, que tienen rostro de hombre y carecen de alas, androesfinges, para distinguirlas de la Esfinge griega.[14]
Hesíodo llama a la Esfinge «ruina de los cadmeos»,[15] aludiendo a los tiempos en que «llegó desde la parte más lejana de Etiopía»[16] para causar el terror en los campos que circundaban la ciudad de Tebas.
Fue enviada por un dios, pero no hay acuerdo sobre cuál. La mayoría de los autores señala que fue la vengativa Hera, opinión que sostienen, entre otros, Apolodoro[17] y el autor del escolio de las Fenicias. Señala este último que el motivo de la diosa habría sido la impunidad en que los tebanos quedaron tras el rapto y la seducción que Layo, rey de Tebas, cometiera en la persona del joven Crisipo.[16] También se menciona como que fue enviada por Dioniso[18] y Ares, vinculando las razones de este último al episodio en el que su hijo Dragón fue muerto a manos de Cadmo, el fundador de Tebas.[19] Eurípides, por su parte, señala que la envió Hades.[20]
La Esfinge se asentó en uno de los montes del oeste de la ciudad de Tebas: el Ficio o el Antedón.[17][21] Desde ahí se dedicó a asolar la campiña tebana destruyendo las siembras y matando a todos los que no fueran capaces de resolver sus enigmas. Mataba estrangulando, y algunas opiniones refieren que de ahí viene su nombre, ya que cerraba (sphíggein, ‘cerrar’) el paso del aire a los desafortunados que caían en sus garras.
Higino refiere que la Esfinge propuso a Creonte, rey de Tebas, que si alguien era capaz de resolver uno de sus enigmas se iría para siempre; pero si no, mataría a quienes fallasen y seguiría destruyendo.[22] Apolodoro no cree que el monstruo haya sido capaz de compromiso alguno, y propone que debió haber sido un oráculo el que revelara a los tebanos la forma de librarse de la Esfinge.[17]
La esfinge fue el emblema de la antigua ciudad-estado de Quíos, apareciendo en sellos y en el anverso de monedas desde el siglo VI a. C. hasta el siglo III d. C..[23]
Se dice que la Esfinge custodiaba la entrada a la ciudad griega de Tebas, preguntando un acertijo a los viajeros para permitirles el paso. El enigma exacto preguntado por la Esfinge no fue especificado por los primeros narradores del mito, y no fue estandarizado como el que se da a continuación hasta tarde en la historia griega.[24]
Según Apolodoro, la Esfinge había aprendido el arte de formular enigmas de las Musas.[17] Cuenta Aristófanes el gramático que Edipo mismo la llamó musa,[25] ya que era propio de las Musas el manejar las palabras con belleza, esto es, a través del canto. La Esfinge cantaba sus enigmas, así lo afirma Pausanias.[21] Sófocles la llama «cruel cantora».[26]
Se decía en la sabiduría popular tardía que Hera o Ares envió a la Esfinge desde su Etiopía natal (los griegos siempre recordaron el origen extranjero de la Esfinge) a Tebas en Grecia, donde preguntaba a todos los transeúntes el acertijo más famoso de la historia. Y estranguló y devoró a todo aquel que no pudo responder.
El acertijo, en la sencilla formulación de Apolodoro, habría sido: «¿Qué ser provisto de voz es de cuatro patas, de dos y de tres?»[17] Semejante enunciación la encontramos en Diodoro Sículo, a saber: «¿Cuál es el que al mismo tiempo es un bípedo, un trípedo y un cuadrúpedo?»[27] Una versión más elaborada es la que presenta Aristófanes el gramático:
Existe sobre la tierra un ser bípedo y cuadrúpedo, que tiene solo una voz, y es también trípode. Es el único que cambia su aspecto de cuantos seres se mueven por tierra, aire o mar. Pero, cuando anda apoyado en más pies, entonces la movilidad de sus miembros es mucho más débil.[25]
Otra elocución del acertijo es la siguiente: «¿cuál es la única criatura que al amanecer anda a cuatro patas, al mediodía anda a dos y al caer la tarde anda a tres?».
Según algunos relatos[28] (pero mucho más raramente), había un segundo acertijo: "Hay dos hermanas: una da a luz a la otra y ésta, a su vez, da a luz a la primera. ¿Quiénes son las dos hermanas?". La respuesta es "el día y la noche" (ambas palabras -ἡμέρα y νύξ, respectivamente- son femeninas en griego antiguo). Este segundo enigma también se encuentra en una versión gascona del mito y podría ser muy antiguo.[29]
En la versión teatral de Jean Cocteau de la leyenda de Edipo, La máquina infernal, la Esfinge le cuenta a Edipo la respuesta al enigma para suicidarse y no tener que matar más, y también para que él la ame. Se marcha sin darle las gracias por haberle dado la respuesta al enigma. La escena termina cuando la Esfinge y Anubis ascienden de nuevo a los cielos.
Existen interpretaciones míticas, antropológicas, psicoanalíticas y paródicas del Enigma de la Esfinge y de la respuesta de Edipo. Sigmund Freud describe "la pregunta de dónde vienen los bebés" como un acertijo de la Esfinge.[30]
Numerosos libros de adivinanzas utilizan la Esfinge en su título o en sus ilustraciones.[31]
Varios trataron de resolver el enigma de la Esfinge y fallaron, siendo muertos; entre ellos Hemón, hijo de Creonte.[32] Ante tan angustiosa situación, el rey hizo una proclama a toda Grecia prometiendo que daría el reino, y a su hermana Yocasta en matrimonio, a quien resolviera el enigma de la Esfinge.[22][33][17] Muchos vinieron de remotos lugares y fallaron en dar la solución, pero Edipo, el hijo perdido de Layo y Yocasta, lo interpretó correctamente. Según Aristófanes el gramático, estas habrían sido las palabras con que Edipo respondió a la Esfinge:
Escucha, aun cuando no quieras, Musa de mal agüero de los muertos, mi voz, que es el fin de tu locura. Te has referido al hombre, que cuando se arrastra por tierra, al principio, nace del vientre de la madre como indefenso cuadrúpedo y, al ser viejo, apoya su bastón como un tercer pie, cargando el cuello doblado por la vejez.[25]
Según Higino, al escuchar la respuesta de Edipo, la Esfinge saltó desde el monte, que era su guarida, en busca de la muerte.[22][34] Apolodoro afirma que no saltó desde un monte, sino desde la acrópolis de Tebas.[32] Hay otros, como Eurípides, que señalan que no saltó, sino que fue el propio Edipo quien la arrojó montaña abajo.[35] Otra versión afirma que la Esfinge espantada huyó hacia el desierto de Egipto donde quedó petrificada y desde allí Momo el dios del sarcasmo se burla de ella.
Como recompensa, Edipo se casó con la reina (su verdadera madre) y se convirtió en el regente de Tebas.
Una tradición, referida por Pausanias, dice que la Esfinge no era un monstruo, sino una hija del rey Layo, a quien se le había confiado un secreto solo conocido por los monarcas de Tebas. Al morir Layo, cuando varios de sus hijos llegaron a reclamar el trono, la Esfinge se enfrentó a ellos declarando que solo reconocería como sucesor legítimo a quien fuera capaz de señalar con precisión el secreto de los reyes tebanos, y que condenaría a muerte a todo el que fallare. Solo Edipo, nos dice esta tradición, desentrañó correctamente el secreto, ya que le fue revelado en un sueño.[36]
La mayor y más famosa esfinge es la Gran Esfinge de Guiza, situada en la meseta de Guiza adyacente a las Grandes Pirámides en la orilla oeste del río Nilo y orientada hacia el este (29°58′31″N 31°08′15″E). La esfinge se encuentra al sureste de las pirámides. Aunque no se sabe con certeza la fecha de su construcción, el consenso general entre los egiptólogos es que la cabeza de la Gran Esfinge está tallada a semejanza del faraón Khafra, datándola entre el 2600 y el 2500 a. C.. Sin embargo, una minoría marginal de geólogos de finales del siglo XX ha afirmado la existencia de pruebas de erosión hídrica en el recinto de la Esfinge y sus alrededores, lo que demostraría que la Esfinge es anterior a Khafre, en torno a 10.000 o 5000 a. C., una afirmación a la que a veces se hace referencia como la hipótesis de la erosión hídrica de la Esfinge, pero que tiene poco apoyo entre los egiptólogos y contradice otras pruebas.[37]
Se desconoce qué nombres dieron sus constructores a estas estatuas. En el yacimiento de la Gran Esfinge, una inscripción del año 1400 a. C. en una estela perteneciente al faraón de la dinastía XVIII Tutmosis IV enumera los nombres de tres aspectos de las deidades locales del sol de ese período, Jepri-Ra-Atum. Muchos faraones hicieron esculpir sus cabezas sobre las estatuas guardianas de sus tumbas para mostrar su estrecha relación con la poderosa deidad solar Sekhmet, una leona. Además de la Gran Esfinge, otras esfinges egipcias famosas son la que lleva la cabeza de la reina faraón Hatshepsut, con su imagen esculpida en granito, que ahora se encuentra en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, y la esfinge de alabastro de Menfis o Esfinge de Menfis, situada actualmente en el museo al aire libre de ese lugar. El tema se amplió para formar grandes avenidas de esfinges guardianas que bordeaban los accesos a tumbas y templos, además de servir como detalles en lo alto de los postes de tramos de escaleras de complejos muy grandiosos. En Tebas, donde su culto era más fuerte, se construyeron novecientas esfinges con cabeza de carnero (crioesfinges), que se creía representaban a Amón. En Karnak, cada crioesfinge está precedida por una estatua de cuerpo entero del faraón. La misión de estas esfinges era contener las fuerzas del mal.[38]
La Gran Esfinge se ha convertido en un emblema de Egipto, que aparece con frecuencia en sus sellos, monedas y documentos oficiales.[39]
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