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enfermedad producida por la acumulación de cristales de urato en ciertas partes del cuerpo De Wikipedia, la enciclopedia libre
La gota es una enfermedad producida por una acumulación de cristales de urato monosódico (sal derivada del ácido úrico) en distintas partes del cuerpo, sobre todo en las articulaciones, tejidos blandos y riñones. El ataque agudo de gota típico, denominado podagra, suele comenzar por la noche y consiste en una artritis que causa intenso dolor y enrojecimiento en la articulación metatarsofalángica del dedo gordo del pie.[3] La gota es uno de los tipos de artritis por microcristales.[4]
Gota | ||
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La gota, de James Gillray (1799). El artista ilustró el enorme dolor y la inflamación que caracterizan al ataque agudo de la enfermedad.[1] | ||
Especialidad |
reumatología medicina interna | |
Síntomas | Dolor, hinchazón y enrojecimiento de las articulaciones. | |
Prevención | Pérdida de peso, no beber alcohol, alopurinol[2] | |
Tratamiento | AINE, glucocorticoides, colchicina | |
El factor fundamental que causa la gota es la hiperuricemia (elevación de los niveles de ácido úrico en sangre). Los dos motivos principales por los que los niveles de ácido úrico son demasiado altos en la sangre son el aumento de su producción por el organismo y la disminución de su eliminación por el riñón. Los estilos de vida poco saludables, la ingesta excesiva de alcohol o alimentos ricos en purinas, como las carnes rojas, vísceras, pescado azul o mariscos, así como la obesidad, diabetes tipo 2, u otras condiciones relacionadas con el síndrome metabólico pueden favorecer el desarrollo de la enfermedad.[5] La ingesta excesiva de alcohol y de azúcar pueden ser desencadenantes de la crisis gotosa,[6] aunque esta enfermedad está condicionada por factores de origen genético en la mayor parte de los casos.[7]
La enfermedad es conocida desde la antigüedad, teniéndose constancia de diferentes personajes históricos que la presentaron, como Carlos V[8], Fernando VII o Benjamin Franklin. Se menciona en textos del Antiguo Egipto, como el Papiro de Ebers, donde se afirma que afecta al dedo gordo del pie y se menciona el empleo del colchicum para su curación.[cita requerida] De esta planta se extrae el medicamento usado para la gota conocido como colchicina.
El médico griego Hipócrates (Cos, c. 460 a. C.-Tesalia c. 370 a. C.) la citó en sus escritos y realizó algunas afirmaciones en sus aforismos que continúan siendo válidas en la actualidad, como la afección predominantemente en varones después de alcanzar la pubertad.[9]
Galeno (Pérgamo, Grecia, 130-Roma, 200), describió los tofos gotosos y manifestó la importancia de la dieta en la aparición del mal. Mucho después en el siglo XVII, el médico inglés Thomas Sydenham (1624, Wynford Eagle (Condado de Dorset)-1689, Londres) realizó un detallado estudio de los síntomas de la enfermedad, que pormenorizó por escrito en sus obras con gran exactitud. En el siglo XVIII se aisló el ácido úrico por el químico de origen sueco Carl Wilhelm Scheele, y poco después, en 1797, el químico y físico William Hyde Wollaston comprobó su presencia en los tofos de un paciente afectado, demostrando de esta forma que el ácido úrico era la sustancia causante de la afección.[9]
En 1848, el médico Alfred Baring Garrod (1819-1907) ideó una prueba de uso práctico para comprobar los niveles de ácido úrico en la sangre de los enfermos, lo que supuso un avance muy importante para facilitar un exacto diagnóstico, diferenciando claramente el trastorno de otros tipos de artritis.[10] Otra aportación muy importante fue la de Hermann Emil Fischer que en 1898 demostró que el ácido úrico proviene del catabolismo de las purinas de los ácidos nucleicos, recibiendo por sus investigaciones en este campo el Premio Nobel de química en el año 1902.[11]
La gota afecta a entre el 1 % y 2 % de la población general en algún momento de su vida. Es más frecuente en varones, se calcula que la padecen entre cinco y ocho varones por cada mujer. Suele aparecer en las edades medias de la vida, generalmente después de los 30 años.[12]
Existen diferencias según el origen étnico. Es más habitual en los pueblos de las islas del Pacífico, y en la población maorí de Nueva Zelanda, pero rara vez aparece en el aborigen australiano, a pesar de tener estos últimos una mayor concentración media de ácido úrico sérico.[13] En los Estados Unidos, la gota es dos veces más frecuente en los individuos afroamericanos que en los caucásicos.[14]
Aunque todos los casos de gota están originados por elevación de los niveles de ácido úrico, las causas de esta elevación pueden ser múltiples, se clasifican en dos grupos: gota primaria y gota secundaria.[15]
Corresponde a la inmensa mayoría de los casos y no existe otra enfermedad que sea la causa del problema. Pueden establecerse dos situaciones:[15]
Recibe este nombre la gota originada por otra enfermedad o motivo, pueden distinguirse varias causas:[9]
Las purinas forman parte de las moléculas de ADN y ARN y son generadas por el catabolismo de los ácidos nucleicos. Otra fuente es la ingesta de alimentos ricos en estas sustancias, como las vísceras y el marisco.
La metabolización de las purinas da lugar a hipoxantina y xantina la cual se transforma mediante la enzima xantina oxidasa en ácido úrico. El ácido úrico es una sustancia de desecho que se expulsa por los riñones a través de la orina en un 70 %, mientras que a través del intestino se elimina el 30 % restante.[16]
Los altos niveles de ácido úrico en la sangre son favorecidos por el consumo de alimentos ricos en purinas y la ingesta de bebidas alcohólicas. Factores hereditarios pueden contribuir a la elevación del ácido úrico.
La gota se produce cuando en las articulaciones, tendones y tejidos circundantes se depositan cristales de urato monosódico. Es más probable que se formen cristales de ácido úrico cuando existe hiperuricemia, pero los niveles elevados de ácido úrico en sangre no implican necesariamente que se padezca de gota.
Es frecuente que las personas con gota sean obesas y tengan enfermedades asociadas a la obesidad, como diabetes e hipertensión, presentando por lo tanto riesgo elevado de presentar enfermedades del corazón. La gota es más común en las sociedades opulentas, debido a una dieta rica en proteínas, grasas y alcohol. Sin embargo cuando se produce como consecuencia de otras enfermedades, como la anemia hemolítica, es a menudo independientemente del estilo de vida de la persona.
No debe confundirse gota con hiperuricemia. La hiperuricemia es la elevación del nivel de ácido úrico en sangre; la mayor parte de personas que presentan cifras de ácido úrico moderadamente elevadas no tiene episodios de gota; en cambio aparece en el 49 % de los individuos con niveles muy altos, superiores a los 9 mg por decilitro. En algunas ocasiones existen episodios de gota con niveles de ácido úrico en sangre normal.[17][18] [19][20]
La gota presenta tres fases:
Los pacientes con hiperuricemia y/o gota pueden presentar diversos tipos de enfermedad renal:
La gota puede ser diagnosticada únicamente por la existencia de los síntomas clásicos de podagra y la elevación de los niveles de ácido úrico en sangre. No obstante, debe hacerse un análisis del líquido sinovial cuando el diagnóstico es dudoso.[3] Las radiografías, si bien son útiles para identificar la gota crónica, son de poca utilidad diagnóstica en los ataques agudos.
El diagnóstico diferencial más importante en la gota es con la artritis séptica. Esta posibilidad debería considerarse para personas con signos de infección o para las que no mejoran con tratamiento. Para facilitar el diagnóstico, se puede llevar a cabo un análisis del líquido sinovial y un cultivo para identificar los gérmenes responsables. Otros diagnósticos diferenciales incluyen la pseudogota y la artritis reumatoide. Los tofos gotosos cuando no se localizan en una articulación, pueden ser confundidos con un carcinoma basocelular,[23] u otras neoplasias.[24]
Los principales objetivos del tratamiento son: disminuir los niveles del ácido úrico en sangre, reducir el dolor y la inflamación, prevenir futuros ataques, frenar el daño articular y prevenir complicaciones.
La concentración de ácido úrico en sangre es el principal factor de riesgo para la aparición de gota y está condicionado por su producción por el organismo y la eliminación por el riñón.[33][34] El umbral de ácido úrico para los ataques de gota es de aproximadamente 6,7 mg/dl. Por encima de este umbral se pueden formar cristales. Para evitar la gota, se aconseja mantener los niveles de ácido úrico en sangre por debajo de 6 mg/dl. El promedio de nivel de ácido úrico en los varones es de 5 mg/dl. Una dieta baja en purinas reduce los niveles séricos de ácido úrico, a menos que estos niveles sean causados por otras condiciones de salud. Por otra parte una dieta baja en calorías en los hombres obesos disminuye por término medio 100 µmol/l (1,7 mg/dl) los niveles de ácido úrico en sangre.[35]
Las principales fuentes de purinas son el ADN y el ARN, a través de sus bases adenina y guanina. Algunos alimentos como las carnes rojas, mariscos y pescado azul son ricos en purinas. Las personas que padecen gota deben restringir su consumo.[36][18]
La mayor parte de las especies de mamíferos no padecen nunca de gota, pues tienen unos niveles muy bajos de ácido úrico en sangre, debido a que poseen una enzima denominada uricasa o urato oxidasa que transforma el ácido úrico en alantoína, la cual se expulsa por la orina. Sin embargo tanto los humanos como el resto de primates carecen de esta enzima, por estar inactivado el gen que la produce, probablemente como consecuencia de una mutación que se cree tuvo lugar en el mioceno, hace entre 8 y 20 millones de años.[38] Se ha propuesto que esta mutación, aparte de sus inconvenientes, puede tener algunos efectos favorables que han favorecido su selección en el proceso evolutivo de los primates.[39]
Una excepción entre los mamíferos la constituyen algunos perros, sobre todo los de raza dálmata y bulldog inglés, que son muy propensos a presentar cálculos urinarios de ácido úrico por un defecto bioquímico que impide la acción de la uricasa. [40]
Las aves y los reptiles terrestres carecen de uricasa, por lo que son susceptibles de padecer gota, en el caso de las aves la enfermedad puede adoptar dos formas, la visceral y la articular. En la forma visceral se producen depósitos de ácido úrico en órganos internos, como el pericardio, pleura y peritoneo. En la forma articular se afectan diferentes articulaciones y sus proximidades, principalmente las metatarsofalángicas e interfalángicas, también aparecen tofos cerca de la piel de los que puede extraerse una muestra para su análisis.[41] Los reptiles terrestres incluyendo iguanas, ofidios y tortugas terrestres sufren también la afección, siendo característica la aparición de tofos en áreas próximas a la boca, la enfermedad se ve favorecida en los animales en cautividad por una alimentación inadecuada rica en derivados cárnicos a especies que en su medio natural son vegetarianas. En las tortugas la afectación articular puede ser grave ocasionando dificultad importante para la marcha.[42]
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