Esta página contiene citas de una persona fallecida hace 35 años.
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Salvador Dalí (Figueras, Gerona, 11 de mayo de 1904 - ibid. 23 de enero de 1989) fue un pintor español representante del surrealismo.
«A los seis años quería ser cocinero y a los siete, Napoleón. Desde entonces, mi ambición ha ido en aumento sin parar».[1]
«Cada mañana, cuando me levanto, experimento una exquisita alegría, la alegría de ser Salvador Dalí, y me pregunto entusiasmado ‘¿qué cosas maravillosas logrará hoy este Salvador Dalí?».[2]
«Dalí es la droga, tómenme, porque soy alucinógeno».[2]
«El problema de la juventud de hoy es ya no forma uno parte de ella». [3]
«El que quiere interesar a los demás, tiene que provocarlos». [4] [«Feliz es el que provoca un escándalo».[2]]
«En mi opinión, las cosas exaltadas solo pueden exaltarse cuando uno las libera de toda emoción. La emoción es uno de los más banales, acaso uno de los más bajos, componentes de la vida diaria.»[5]
«La modestia no es mi especialidad. Dalí solo es bueno porque el resto de pintores son muy malos».[2]
«Yo nací doble, con un hermano de más, que tuve que matar para ocupar mi propio lugar, para obtener mi propio derecho a mi propia muerte. Todas las excentricidades que he cometido, todas las incoherentes exhibiciones proceden de la trágica obsesión de mi vida. Siempre quise probarme que yo existía y no era mi hermano muerto. Como el mito de Cástor y Pólux, matando a mi hermano, he ganado mi propia inmortalidad». [12]
«La muerte de mi madre me deseperó. Durante mucho tiempo no supe conformarme a (sic) su desaparición. Ella era la única que hubiera podido trasformar mi alma. Su pérdida la sentí como un desafío y resolví vengarme del destino esforzándome en ser inmortal». [13]
«Como (el propio Dalí) gustaba de repetir, Dalí no fue un surrealista: él era surrealista». [14]
«Dalí es un exhibicionista y un arribista, pero no es un fraude. Tiene cincuenta veces más talento que la mayoría de la gente que podría condenar su moral y mofarse de sus cuadros. [...] Dalí es una síntoma de la enfermedad] del mundo. Lo importante no es condenarlo por ser un sinvergüenza al que habría que idolatrar, ni defenderlo como un genio al que no habría que cuestionar...».[1]
«El Dalí pensador y escritor dejó desasistido al creador de imágenes, reduciéndolo a una caricatura y un superviviente de sí mismo, pura máscara y cáscara con gotero». [15]
↑ Testigo de la historia: los 100 mejores artículos, Planeta, 1986.Romero, Emílio. p. 20
↑ «Picasso i yo...» Mundo Hispánico, núm. 46, enero de 1952, año V, pp. 37-42. Julián Díaz Sánchez. p. 73.La oficialización de la vanguardia artística en la postguerra española, Univ. de Castilla La Mancha, 1998.