«Al emprender una lectura debemos proponernos no hacerlo más que una vez, esto es, con una atención tal que una sola lectura baste para recordarla, lo mismo que si el libro hubiera de ser destruido después».[3]
«Ante ciertos libros uno se pregunta: ¿quién los leerá? Y ante ciertas personas uno se pregunta: ¿Qué leerán? Y al fin los libros y las personas se encuentran».[5]
«El lector volvería gustoso a las librerías siempre y cuando no hallara sólo mostradores con los últimos best-sellers internacionales (porque de los penúltimos nadie se acuerda)».[13]
«En un pueblo de Escocia venden libros con una página en blanco perdida en algún lugar del volumen. Si un lector desemboca en esa página al dar las tres de la tarde, muere».[20]
«Los libros largos, cuando se leen, son normalmente sobrevalorados, porque el lector quiere convencer a los demás y a sí mismo de que no ha perdido el tiempo».[30]
«Los que leen muchos libros son como los masticadores de hachís. Viven en un sueño. El veneno sutil que penetra en su cerebro les hace insensibles al mundo real. Llegará un día en que todos acabaremos por ser bibliotecarios y todo habrá terminado para nosotros».[34]
«Para que un libro guste, el lector tiene que creérselo. Conseguir la verosimilitud es un desafío para el autor porque, al margen del argumento, la credibilidad es engendrada por la palabra poética. El cine juega con la imagen viva, un mecanismo de convicción del que carece el novelista que ha de recurrir, y ahí está su arte, a la imagen sugerida».[40]
«Quien no lea, nunca llegará a vivir con intensidad la aventura de existir en otros tiempos, de poseer tantas personalidades, de sufrir y gozar, de andar por la vida como sobre una nube: la de la imaginación ajena».[41]
«Si el libro que leemos no nos despierta de un puñetazo en el cráneo, ¿para qué leerlo? Un libro tiene que ser el hacha que rompa nuestra mar congelada».[42]
«Un lector nato siempre lee dos libros a la vez: el que tiene en sus manos y el que reescribe interiormente con su propia verdad al tiempo que lee. Un solo libro ambos, pero diferentes entre sí».[47]
«La sola lectura no nos salvará ni nos hará sabios, pero sin ella nos hundiremos en la muerte en vida de esta versión simplificada de la realidad que Estados Unidos, como tantas otras cosas, impone al mundo».[48]
«Sin duda hay otras muchas maneras de leer, pero a mí la que más me gusta es la manera de Emerson, que es volver a lo que es propiamente tuyo, allí donde lo encuentres».[48]
«Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído».[49][8]
«Un libro es una cosa entre las cosas, un volumen perdido entre los volúmenes que pueblan el indiferente universo; hasta que da con su lector, con el hombre destinado a sus símbolos».[17]
«La lectura de un libro es un diálogo incesante, en el que el libro habla y el alma contesta».[53]
«Un lector apasionado debe tener una biblioteca limitada, y releer cada año los mismos libros».[2]
«Lo que hacen los libros es desgraciarlo al hombre, créalo. No conozco un solo hombre feliz que lea. Y tengo amigos de todas las edades. Todos los individuos de existencia más o menos complicada que he conocido habían leído. Leído, desgraciadamente, mucho».[54]
↑ "Torrente Ballester describe en su última novela un robot que muere clamando al cielo". Tomàs Delclós en El País del 23.03.1984. Durante el acto de presentación en Barcelona de su libro Quizá nos lleve el viento al infinito (Plaza y Janés, 1984).
↑ Marco, J. El crítico peregrino. Leer y escribir sobre literatura española (1965-2003); citado por Anna María Iglesia, en "Crónica Global" del 2 de julio de 2020.El Español.