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Anexo:Reyes de Jerusalén

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Se conoce como reyes de Jerusalén[1] a los poseedores de este título a partir de la conquista cruzada de 1099 a 1291, así como a sus posteriores pretendientes.

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Reyes de Jerusalén, 1099-1291

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Moneda de plata: 10 Paoli Francisco I del Sacro Imperio Romano Germánico, 1747. En la cara de la moneda se lee: «FRANCISCVS·D·G·R·I·S·A·G·H·REX·LOT·BAR·M·D·ETR» (Francisco I, Emperador de los Romanos, por la gracia de Dios, siempre Agusto, Rey de Alemania y Jerusalén, Duque de Lorena y Barrois y Gran Duque de Toscana).

El Reino de Jerusalén tuvo su origen en la Primera Cruzada, cuando Godofredo de Bouillón tomó el título de Advocatus Sancti Sepulchri, "Protector del Santo Sepulcro",[2] en 1099 y fue coronado en la iglesia de la Natividad en Belén. El año siguiente, su hermano Balduino I de Jerusalén fue el primero en usar el título de "rey" y el primero en ser coronado en la iglesia del Santo Sepulcro en la propia Jerusalén.

La monarquía de Jerusalén era en parte electiva y en parte hereditaria. En el momento de máximo esplendor del reino, a mediados del siglo XII, había una familia real y una relativamente clara línea sucesoria. Aunque en realidad, el rey era elegido, o al menos ratificado, por la Haute Cour. En la Haute Cour, el rey era considerado un primus inter pares, y en su ausencia, era sustituido por el senescal.

El palacio real se encontraba en la ciudadela, en la Torre de David. El reino de Jerusalén introdujo el sistema feudal francés en Outremer: el rey era señor directo de varios feudos que formaban parte del dominio real, que variaban según el reinado. También era el responsable de llevar al reino a la guerra, aunque esta obligación podía transferirse al condestable. Mientras que varias monarquías europeas contemporáneas iban evolucionando hacia la centralización monárquica, el rey de Jerusalén fue perdiendo poder a favor de sus barones más poderosos: esto se debió en parte a la juventud de muchos reyes, así como a lo frecuente que era la presencia de regentes procedentes de la nobleza.

Tras la caída de Jerusalén en 1187, la capital del reino se transfirió a Acre, donde se mantuvo hasta 1291, aunque la coronación tenía siempre lugar en Tiro. En esta época, el poder real a menudo era simplemente un título en posesión de un príncipe europeo que nunca vivía en Acre. Cuando el joven Conradino de Hohenstaufen era el rey y vivía en Alemania meridional, el primo segundo de su padre, Hugo de Brienne, reivindicó la regencia del reino (e, indirectamente, también su lugar en la línea sucesoria) en 1264, en tanto que heredero por línea directa de Alicia de Jerusalén, segunda hija de la reina Isabel I, al ser el hijo de su hija mayor, pero su pretensión fue obviada por la Haute Cour a favor de su primo Hugo de Antioquía, el futuro Hugo III de Chipre y I de Jerusalén. Después de 1268, la monarquía recayó en la familia Lusignan, que eran a la vez reyes de Chipre. Pero Carlos de Anjou compró los derechos de uno de los herederos del reino en 1277. Ese año, envió a Roger de San Severino a Levante como su bailío. Roger tomó Acre y recibió el homenaje forzado de los barones. En 1282, Roger fue requerido a causa de las Vísperas sicilianas, y dejó a Odón de Poilechien en su representación; sus recursos y autoridad eran mínimos, y fue expulsado por Enrique II de Chipre cuando éste llegó de Chipre para su coronación como rey de Jerusalén. Acre fue tomada por los mamelucos en 1291, acabando así con la presencia cruzada en Oriente.

Casa de Boulogne (1099 a 1118)

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Casa de Rethel (1118 a 1153)

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Casa de Anjou (1153 a 1205)

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Casas de Aleramici y el Condado de Brienne (1205 a 1228)

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Casa de Hohenstaufen (1228 a 1268)

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Casa de Lusignan (1268 a 1291)

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Pretendientes al trono de Jerusalén

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Después de la pérdida del poder real en Jerusalén y la caída de Acre, el derecho al título se heredó a lo largo de los siglos. Debido o a pesar de la falta de cumplimiento de las reivindicaciones, el número de reyes titulares aumentó a cuatro: entre 1759 y 1860, los reyes de Cerdeña, Nápoles y España, así como los emperadores de la casa de Habsburgo-Lorena, ocuparon el título de rey de Jerusalén.

Línea chipriota

Tras el final del reino, Enrique II de Chipre (de la casa de Lusignan) siguió usando el título de rey de Jerusalén. Tras su muerte, el título fue pretendido por sus herederos directos, los reyes de Chipre en los siglos XIV y XV, hasta la extinción por línea masculina de la dinastía, con Jacobo III de Chipre (fallecido en 1474).

A partir de esta línea deriva la de Saboya (desde Carlos I de Saboya, 1482-1490, como sobrino de la reina Carlota de Chipre), que había recibo el título a través de uno de los primos de Jacobo III, Luis de Saboya, luego al hermano de este último, Felipe II sin Tierra, duque de Saboya, ambos hijos de Ana de Lusignan. Los duques de Saboya no hicieron uso del título hasta el siglo XVIII, cuando Víctor Amadeo II de Saboya fue brevemente rey de Sicilia (1713). Los duques de la casa de Saboya se convirtieron luego en príncipes del Piamonte, reyes de Cerdeña y luego reyes de Italia. El título lo ostenta actualmente Manuel Filiberto de Saboya.

Línea napolitana

Los capetos de Anjou-Sicilia con Carlos I (al comprar en 1277 el derecho al trono a María de Antioquía, nieta de Isabel I de Jerusalén y Emerico de Chipre, que había reclamado el título tras la muerte de Conradino en 1268) y su hijo Carlos II de Anjou; en 1277, tras la mediación de Clemente IV, fue cedido a Carlos I, quien luego se opuso como antirrey a Hugo III de Chipre y I de Jerusalén (que usaba el título desde 1269) y pudo hacer valer esta pretensión. Los sucesores de Carlos I, los reyes de Nápoles o Sicilia de la familia Anjou, poseyeron el título hasta Juana I. Adoptó a su primo el duque Luis I de Anjou, pero otro de sus primos, Carlos III de Durazzo, se apoderó del Reino de Nápoles (que luego pasó a los reyes de Aragón, que se convirtieron en soberanos de España en 1516; por otro lado, los aragoneses descendían de los reyes de Jerusalén Federico II Hohenstaufen y Carlos II de Anjou). Como Nápoles era un feudo papal, los papas solían conceder el título real de Jerusalén junto con el de Nápoles y la historia de esta línea de pretendientes siguió unida a la del reino napolitano. Luis I de Anjou transmitió el título a sus descendientes hasta Renato I de Anjou y su sobrino Carlos V de Anjou. A partir de esto, la sucesión se disputa entre los descendientes de:

Otros pretendientes

  • Hugo de Brienne y su línea sucesoria representan a la línea mayor de herederos al reino, aunque nunca hicieron muy presente su reivindicación tras el rechazo a Hugo por parte de la Haute Cour. Su actual sucesor es el príncipe de Ligne de la Trémoïlle.
  • Federico de Meissen, Landgrave de Turingia, utilizó brevemente el título tras la muerte de Conradino de Hohenstaufen en 1268, como nieto del emperador Federico II Hohenstaufen, que se había coronado a sí mismo como rey de Jerusalén por decisión propia. Este derecho nunca fue reconocido en Outremer ni en otro lugar.
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Referencias

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