Mezquita-catedral de Córdoba
edificio religioso, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad De Wikipedia, la enciclopedia libre
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La Mezquita-Catedral de Córdoba,[1][2][3] conocida eclesiásticamente como Catedral de Nuestra Señora de la Asunción[4] y de forma popular como la Mezquita, es la catedral de la diócesis de Córdoba ubicada en la ciudad española de Córdoba, Andalucía.[5]
Mezquita-Catedral de Córdoba | ||
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bien de interés cultural Monumento y Patrimonio de la Humanidad | ||
Localización | ||
País | España | |
Comunidad | Andalucía | |
Localidad | Córdoba | |
Coordenadas | 37°52′44″N 4°46′46″O | |
Información religiosa | ||
Culto | Iglesia católica | |
Diócesis | Córdoba | |
Orden | Clero secular | |
Advocación | Santa María | |
Patrono | Virgen María | |
Historia del edificio | ||
Fundación | 786 | |
Construcción | Años 780-siglo XVI | |
Arquitecto | Hernán Ruiz, Juan de Ochoa y Ahmad Ben Baso | |
Datos arquitectónicos | ||
Tipo | Mezquita-catedral | |
Estilo | Hispanomusulmán, gótico, renacentista y barroco | |
Longitud | 178 metros | |
Anchura | 125 metros | |
Bien de interés cultural Patrimonio histórico de España | ||
Categoría | Monumento | |
Código | RI-51-0000034 | |
Declaración | 21 de noviembre de 1882 | |
Patrimonio de la Humanidad de la Unesco | ||
Tipo | Cultural | |
Criterios | I, II, III, IV | |
Identificación | 313 | |
Región | Europa y América del Norte | |
Inscripción | 1985 (IX sesión) | |
Extensión | 1994 | |
Planta del edificio | ||
Vista aérea | ||
Sitio web oficial | ||
Según las fuentes islámicas, antes de la conquista musulmana de la península ibérica, en este lugar se encontraba la basílica de San Vicente,[6][7]aunque las últimas excavaciones indican que se trataría más bien de un complejo episcopal.[8][9] Los musulmanes habrían reutilizado parte de este templo cristiano[10]hasta la llegada de Abderramán I, quien fundó el Emirato de Córdoba, y construyó la mezquita aljama al final de su vida, en 786. La mezquita fue objeto de ampliaciones durante el Emirato y especialmente durante el Califato de Córdoba: el primer califa, Abderramán III, añadió un nuevo minarete en 958, mientras que su hijo al-Hakam II realizó la parte más suntuosa, el nuevo mihrab y la macsura, realizados en 971. Llegó a cubrir un área de 23 400 metros cuadrados, con lo cual quedó como la segunda mezquita más grande del mundo en superficie, sólo por detrás de la mezquita de La Meca, y sólo superada en el siglo XVI por la Mezquita Azul (1588). El muro de la quibla no fue orientado hacia La Meca, sino 51.º grados hacia el sur, práctica habitual en las mezquitas de al-Ándalus.
En 1236, tras la conquista cristiana de la ciudad por Fernando III de Castilla, se llevó a cabo su consagración como catedral de la diócesis con la ordenación episcopal de su primer obispo, Lope de Fitero.[11] Sin embargo, no se produjeron grandes cambios arquitectónicos hasta la construcción de la capilla mayor cruciforme, realizada entre 1523 y 1607 bajo la dirección de los arquitectos Hernán Ruiz I, Hernán Ruiz II y Juan de Ochoa.[12]
Actualmente el conjunto constituye el monumento más importante de Córdoba y del arte hispanomusulmán, concretamente el arte emiral y califal. Declarada como Bien de interés cultural[3] y Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 1984, desde 1994 integrado dentro del centro histórico de la ciudad,[13] se incluyó por el público entre los 12 Tesoros de España en 2007[14] y fue premiada como el mejor sitio de interés turístico de Europa y sexto del mundo según un concurso de TripAdvisor.[15] En 2019 superó los dos millones de visitantes, convirtiéndolo en uno de los monumentos más visitados de España.[16]
Aunque el edificio funciona exclusivamente como templo cristiano, el nombre usado por el cabildo catedralicio y por el ayuntamiento de la ciudad es «Mezquita-Catedral de Córdoba».[1][17] Esta anteposición de la palabra mezquita se debe a que es con mucho, el nombre más conocido del edificio, que suele ser mencionado como «Mezquita de Córdoba» o, especialmente para los cordobeses, sencillamente «La Mezquita». Además en otros idiomas también es conocida por la palabra española «Mezquita» sin traducir.[18]
A nivel más técnico, está inscrita en el registro de la propiedad como «Santa Iglesia Catedral de Córdoba».[19] Debido a que en época islámica era la mezquita más grande de la ciudad (y la segunda del mundo) también es conocida como «Mezquita Aljama de Córdoba» o «Gran Mezquita de Córdoba»,[20] en la que la expresión mezquita aljama se refiere a la función de mezquita principal que servía como punto de reunión de la ciudad andalusí.
Según la tradición, en el solar de la actual Mezquita-catedral de Córdoba estuvo originalmente una iglesia cristiana dedicada a San Vicente Mártir,[21] que fue dividida y compartida entre cristianos y musulmanes tras la conquista islámica de la península ibérica.[22] Con el aumento de la población islámica, el emir Abderramán I decidió en 785 comprar la estructura al completo y demolerla[23] para construir la nueva mezquita;[24] a cambio, permitió a los cristianos reconstruir otras iglesias en ruinas, incluidas las de los mártires San Fausto, Januario y Marcial, que gozaban de gran devoción en la época.[25]
La historicidad de estos eventos ha sido discutida,[23] debido a que las evidencias arqueológicas son escasas y no se ha podido comprobar con hechos posteriores a la llegada de Abderramán a la península. El relato de la iglesia siendo reconvertida en mezquita, que es desarrollado por el historiador del siglo X Al-Razi, alberga muchas similitudes con la conquista musulmana de Siria, en particular con la construcción de la Mezquita de los Omeyas en Damasco. Para los historiadores medievales, estos paralelos servían para enaltecer la conquista omeya de la península y la apropiación de la Córdoba visigoda.[22][26] Otra fuente del siglo X menciona una iglesia que se levantó en el centro de la mezquita, sin dar muchos más detalles.[26] Una exposición arqueológica actual en la Mezquita-catedral muestra fragmentos de un edificio tardoantiguo o visigodo excavado por el arquitecto Félix Hernández en 1930, enfatizando el carácter cristiano del monumento.[6][27][28] Según Susana Calvo Padilla, especialista en la historia de la Mezquita-catedral, aunque se han encontrado los restos de estructuras similares a iglesias, no existen evidencias arqueológicas suficientes de que se haya encontrado la iglesia de San Vicente. Parece que los restos tendrían más relación con un complejo episcopal que con una iglesia.[29] Pedro Marfil, arqueólogo de la Universidad de Córdoba, ha interpretado también los restos encontrados como un complejo episcopal que quizás albergara una basílica,[30][31][7] lo que parecen validar excavaciones recientes.[9][8] Sin embargo, esta teoría fue cuestionada por el arqueólogo Fernando Arce-Sainz, que declara que ninguno de los restos analizados alberga una iconografía cristiana, ni siquiera de un cementerio, que apoyara que existiera una iglesia.[32] La historiadora del arte Rose Walker ha criticado que Pedro Marfil se basa en interpretaciones personales.[33]Recientemente, los arqueólogos Alberto León y Raimundo Ortiz Urbano han confirmado la hipótesis de un gran complejo episcopal analizando tanto los restos arqueológicos antiguos como los nuevos,[34]mientras que María de los Ángeles Utrero Agudo y Alejandro Villa del Castro argumentan que no es suficiente para afirmar que existen restos eclesiásticos en la zona.[35]
A pesar de las dudas del tipo de estructura que se encuentra en el substrato, es casi seguro que Abderramán destruyó el antiguo edificio para edificar la nueva mezquita, la cual no tuvo relación con la construcción previa.[23][36]
En el siglo XX, el escritor Ignacio Olagüe Videla en su controvertido libro La Revolución islámica en Occidente (1974), supuso que Abderramán I no habría construido esta mezquita y que el templo primitivo ya contaba con el famoso bosque de columnas. Añadió, además, que originalmente habría sido concebido para el culto arriano. Sin embargo esta postura, recogida en textos de divulgación,[37] es rechazada por la investigación académica por carecer de pruebas y manipular los textos.[38] Los estudios arqueológicos demuestran sin lugar a dudas el origen omeya del edificio.[39]
La mezquita fundacional fue mandada construir por Abderramán I, uno de los últimos miembros de la dinastía omeya que había conseguido escapar de Damasco tras la masacre de su familia durante la Revolución abasí y había derrotado al gobernador abasí Yusuf ibn Abd al-Rahman al-Fihri en Córdoba, instaurando el nuevo Emirato independiente en el 756.[41]
La construcción de la mezquita comenzó en 785 y terminó en menos de dos años.[42][43][44] Este periodo de tiempo tan reducido puede deberse a la reutilización de piezas (material de acarreo) romanas y visigodas, sobre todo columnas y capiteles.[43] Se desconoce el arquitecto, aunque se han observado influencias romanas, visigodas y omeyas en el diseño del edificio. Entre los constructores probablemente se encontraban artesanos locales y otros de origen sirio. Según la tradición y algunas fuentes escritas, Abderramán se encargó personalmente del proyecto, aunque se ha debatido hasta qué punto influyó en el diseño.[36][43]
La mezquita original era de forma casi cuadrada, en un área de 74 x 79 metros cuadrados, dividida entre el patio de abluciones (sahn) al norte y la sala de oración (haram) al sur.[36][43] Debido a que fue construida en pendiente, se tuvo que recurrir a una gran cantidad de relleno para crear el nivel necesario. La innovación arquitectónica más característica, repetida en edificios islámicos posteriores, fue la utilización de la doble arcada. Aunque se ha especulado que tal característica evoca los palmerales de Siria, hogar de Abderramán, no hay pruebas al respecto y es posible que el motivo técnico fuese que las columnas reutilizadas no eran lo suficientemente altas; por lo tanto, para dar estabilidad a este alzado, se recurrió a los arcos dobles, de los cuales el inferior, de herradura, hace funciones de entibo, mientras que el superior, de medio punto, es el que soporta la cubierta.[42][44][43] Este sistema, además de la alternancia cromática y material de las dovelas, rojas de ladrillo, amarillentas las de caliza, parece estar inspirado en el acueducto romano de Los Milagros (Mérida).[42][43] La mezquita fundacional tenía cuatro entradas: una en el centro del muro norte en el patio, dos en los muros oriental y occidental respectivamente y la cuarta en medio del muro occidental, dentro de la sala de oración. Esta última fue conocida como Bab al-Wuzara' (la puerta de los Visires, hoy conocida como puerta de San Esteban) y es probable que fuera la entrada usada por el emir y los oficiales estatales, que trabajaban en el Alcázar andalusí contiguo. Los muros exteriores se reforzaron con contrafuertes todavía visibles.[43]
Este primer edificio constaba de once naves longitudinales orientadas hacia el río Guadalquivir, cuya anchura es idéntica, a excepción de la central, que conducía al mihrab, ligeramente más amplia y las dos de los extremos, más estrechas, diferencias solo son apreciables en un plano. Estas naves constaban de doce intercolumnios que corrían en dirección al muro de la quibla.
El mihrab original de la mezquita no se conserva aunque es probable que sus restos fuesen encontrados en las excavaciones entre 1932 y 1936; estos restos muestran que la parte superior del mihrab tenía forma de concha, similar al posterior.[36]
El emir Hisham I terminó los trabajos inacabados tras el fallecimiento de Abderramán I, terminando el patio o sahn y erigió el primer alminar.[36][43] Este primitivo alminar, de planta cuadrada, fue más tarde derribado por Abderramán III quien construyó otro, luego parcialmente desmochado, y cuyos restos se cree que se encuentran actualmente embutidos en el campanario cristiano de la catedral. La cimentación del alminar de Hisham I fue hallada en el Patio de los Naranjos por el arqueólogo Félix Hernández en el siglo XX, quién dejó marcada su ubicación en el pavimento y es hoy día visible.
Etapas constructivas |
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Según la historiografía clásica, el crecimiento de la ciudad habría determinado la necesidad de un oratorio (haram) con un aforo mayor para poder albergar más fieles durante la celebración de los viernes, por lo que Abderramán II decidió la primera ampliación de la mezquita. Las obras comenzaron en 836 (aunque también se citan los años 833 y 848), acabándose en el 852, bajo mandato ya del hijo de Abderramán II, Muhammad I (r. 852-886).[36][42][43] Para llevarla a cabo se derribó el primitivo muro de la quibla, cuyos restos son actualmente visibles en forma de grandes pilares, y se prolongaron las arquerías en ocho tramos o crujías más, con una longitud total de 24 metros. Los elementos arquitectónicos son idénticos a los de la fase inicial: alternancia de dovelas en los arcos (amarillas de caliza y rojas de ladrillo) y utilización de materiales de acarreo, aunque como novedad se utilizaron algunos materiales labrados a propósito para esta ampliación, como los ocho capiteles novedosos denominados «de pencas». El mihrab, cuyos cimientos fueron encontrados en el subsuelo de la capilla de Villaviciosa, estaba concebido monumentalmente con un arco de entrada sostenido por cuatro columnas y sobresalía al exterior del muro de la qibla. También este emir llevó a cabo una intervención en el patio, cerrándolo con saqqifas en los laterales que faltaban.
Otras intervenciones posteriores fueron las realizadas por Muhammad I, con la creación de la macsura, la restauración de la puerta de los Visires, actual puerta de San Esteban; su sucesor Al-Múndir (r. 886-888), quien dispuso un tesoro en la mezquita; mientras que el emir Abdalá (r. 888-912) construyó el primer sabat, un pasadizo elevado, que conectaba la macsura de la mezquita con el Alcázar andalusí al otro extremo de la calle.[42]
En 929 Abderramán III instauró el nuevo Califato de Córdoba y consolidó el nuevo poder andalusí en la región. Como parte de sus variados proyectos constructivos, agrandó el patio de la Gran Mezquita y derribó el primer alminar y erigió uno nuevo comenzando entre 951-952.[36][43] El minarete o alminar tenía 47 metros de altura y una base cuadrada de 8,5 metros por lado.[36] El erudito Jonathan Bloom ha sugerido que la construcción del minarete por Abderramán fue visto como un símbolo de la creciente autoridad del califa y un intento de rivalizar con el Califato fatimí al este.[45] Abderramán también reforzó el muro norte del patio añadiendo otra fachada frente a la antigua.[43] Fuentes históricas difieren sobre si el patio estaba porticado;[46] algunos historiadores modernos afirman que el patio se porticó en esta época y se diseñó alternando pilares y columnas, tal y como puede verse actualmente. Las nuevas intervenciones, incluyendo el minarete, fueron completadas en 958, tal y como se evidencia en una placa de mármol que incluye el nombre de Abderramán III como maestro y supervisor de las obras.[36][42][43]
Este alminar se conserva actualmente desmochado y embutido en el campanario cristiano, aunque se conoce su alzado gracias a los dibujos conservados. El único testimonio gráfico que nos ha llegado es un relieve que se encuentra en una de las enjutas de la Puerta de Santa Catalina.
Coincidiendo con el esplendor del califato, Alhakén II (r. 961-976), que participó en los proyectos arquitectónicos de su padre, comenzó durante su reinado en 961 la ampliación más innovadora. Derribó el antiguo mihrab de Abderramán II, del que también quedan restos visibles en la actualidad, y amplió la sala de oración 45 metros hacia el sur añadiendo doce crujías con el diseño original de doble arcada.[36][42][43] La nave central de la mezquita se ennobleció con la construcción de una cúpula nervada, ahora parte de la capilla de Villaviciosa. Asimismo, se creó una macsura rectangular y rematada con tres cúpulas nervadas alrededor del nuevo mihrab, presidida con arcos únicos polilobulados y entrecruzados, y en las columnas se alternan fustes rosas, de jaspe rojo de Cabra, y azules oscuros de la Sierra Morena cordobesa. Los materiales ya no son de acarreo, sino labrados ex profeso, con presencia de capiteles de pencas.[47]
Las cúpulas y el nuevo mihrab fueron concluidos en 965 y una inscripción muestra los nombres de cuatro artesanos que también colaboraron en el Salón Rico de Medina Azahara. Poco después de esta fecha, tanto la cúpula central de la macsura como los muros del mihrab se decoraron con ricos mosaicos dorados bizantinos. Según algunas fuentes tradicionales como Ibn Idari, Alhakén II escribió al emperador bizantino Nicéforo II de Constantinopla requiriéndole expertos en mosaicos para la tarea. El emperador aceptó y envió un maestro de obras con alrededor de 1600 kilos de teselas musivarias como presente. Los mosaiquistas instruyeron a algunos artesanos del propio califa, quienes adquirieron la habilidad para realizar el mismo trabajo, que fue finalizado a finales de 970 o principios de 971.[36][43] Otras novedades son el doble muro de la qibla, que facilita la conexión con el sabat y que permite que el mihrab no se limite a un simple nicho, sino que se abra como una pequeña habitación octogonal cubierta con una cúpula con forma de concha.
Puertas y cúpulas de la maqsura |
Alhakén II también subvencionó la construcción de un nuevo mimbar (púlpito) en 965, cuyas obras se demoraron cinco o siete años. Desafortunadamente, los detalles de esta estructura y su cronología se contradicen con las fuentes históricas. Ibn Idari, por ejemplo, indica que Alhakén tenía dos mimbares en esta época, y quizás uno de ellos fuese destruido o reemplazado. No obstante, el mimbar que se asoció con la mezquita fue destacado por varios escritores por su gran artesanía. Realizado en maderas preciosas como el ébano, el boj y maderas «perfumadas», tuvo incrustaciones de marfil y otras maderas coloridas como sándalo rojo y amarillo. Historiadores modernos creen que el mimbar tenía ruedas que permitían su desplazamiento para entrar y salir de su sala.[48][49]
Dado el gran continuo crecimiento demográfico de Córdoba, el hayib del califa Hisham II, Almanzor, decidió llevar a cabo la tercera y última de las ampliaciones de la mezquita entre 987-988.[36][42] Su ampliación fue la más extensa de las acometidas, afectando tanto a patio como a sala de oración, aunque no se hizo hacia el sur como las anteriores, debido a la cercanía del río Guadalquivir, sino hacia el este 47,76 metros, añadiendo ocho naves a la mezquita que dejan descentrado el mihrab. Una vez más, se repitió el mismo diseño de doble arcada en la nueva construcción, aunque la alternancia de dovelas es solo cromática y no de materiales puesto que todas son de piedra caliza, aunque pintadas de almagra las rojas. Se produjeron cientos de capiteles para las nuevas columnas, sin embargo, eran más simples y menos ornamentadas debido a la rapidez de su realización. La nueva ampliación de Almanzor albergaba una superficie de 8.600 metros cuadrados e hizo que la mezquita se convirtiera en la más grande del mundo fuera del Irak abasí. El nuevo muro oriental del templo se decoró con diez nuevos portales exteriores ricamente decorados y similares a los del muro occidental, aunque fueron en gran medida restaurados durante el siglo XX. Almanzor también fue célebre por haber sustraído las campanas de la catedral de Santiago de Compostela y haberlas traído a la mezquita. Aunque se dice que las fundió para realizar lámparas de techo[36], las campanas fueron recuperadas por Fernando III en 1238 y regresadas a Santiago.[50]
Tras el colapso del Califato cordobés a comienzos del siglo XI, no se realizaron más ampliaciones en la mezquita. La ausencia de autoridad tuvo consecuencias negativas en el templo, como el saqueo y daño durante la fitna de al-Ándalus.[51] Córdoba también sufrió un declive, aunque se mantuvo como un centro cultural relevante. Bajo los almorávides, los talleres artesanales cordobeses fueron contratados para crear mimbares ricamente decorados para importantes mezquitas de Marruecos, siendo el más célebre el mimbar de Ali Ibn Yusuf en 1137, que fue inspirado por el mimbar de Alhakén II de la Gran Mezquita.[49]
En 1146 el ejército cristiano de Alfonso VII de León y Castilla ocupó brevemente Córdoba. El arzobispo de Toledo, Raimundo de Sauvetat, acompañó al monarca y realizó una misa dentro de la mezquita para «consagrar» el edificio.[52] Según las fuentes islámicas, antes de que los cristianos abandonaran la ciudad saquearon la mezquita, llevándose sus lámparas de techo, el yamur de oro y plata del minarete y partes ricas del mimbar. Como resultado de este pillaje y el anterior durante la fitna, la mezquita perdió todo su mobiliario valioso.[51]
En 1162, tras un periodo de declive y continuos asedios, el califa almohade Abd al-Mumin ordenó que Córdoba se instaurara de nuevo capital de al-Ándalus. Para preparar dicho evento, sus dos hijos y gobernadores, Abu Yaacub Yúsuf y Abu Sa'id, mandaron que la ciudad y sus monumentos se restaurasen. El arquitecto Ahmad Ben Baso, quien fue posteriormente conocido por su trabajo en la Gran Mezquita de Sevilla, fue responsable de este programa restaurador.[53][51] Se desconoce que edificios recuperó, aunque es casi seguro que la mezquita se encontrara entre ellos. También es posible que se restaurase el mimbar, ya que se conservó hasta el siglo XVI.[51]
Tras la conquista castellana de Córdoba en 1236, Fernando III de Castilla convirtió la mezquita en catedral y la dedicó a la Virgen María,[54] lo cual dio origen a diversas alteraciones arquitectónicas. La primera misa se celebró el 29 de junio de ese año.[52]
Según el obispo Rodrigo Jiménez de Rada, Fernando III también tomó las antiguas campanas de la catedral de Santiago de Compostela, sustraídas por Almanzor, y las devolvió al santuario jacobeo.[51][55]
A pesar de la conversión, esta primera etapa como catedral apenas vio modificada su arquitectura, con la creación de pequeñas capillas y mobiliario cristiano, además de la apertura de tumbas en ella.[42][51] Incluso el mimbar de la mezquita fue preservado en su sala original, aunque se desconoce si fue utilizado (la última evidencia es de Ambrosio de Morales en el siglo XVI).[51] El primer altar y capilla mayor fueron situados bajo uno de los lucernarios de Alhakén II, actualmente en la denominada capilla de Villaviciosa, sin alteraciones en la estructura anterior.[56] El área de la macsura y el mihrab fue convertida en la capilla de San Pedro y en ella se colocó el Sagrario para las hostias consagradas.[51] La actual capilla de la Concepción del siglo XVII, cerca del muro occidental del patio,[57] fue en sus orígenes un baptisterio del siglo XIII. Estas zonas parecen haber constituido los principales focos de actividad cristiana en la temprana catedral.[51] El minarete de la mezquita se convirtió en un campanario para la catedral, con pequeñas alteraciones como una cruz en la cima.[51][58] Progresivamente se fueron creando otras capillas en el periferia interior del edificio, muchas de ellas funerarias de patronazgo privado. La primera en el muro occidental fue la de San Felipe y Santiago, del año 1258, mientras que la de San Clemente se creó en la parte meridional de la mezquita antes de 1262. Asimismo, se crearon algunos altares secundarios, uno de ellos dedicado a San Blas (1252) y otro a San Miguel (1255), los cuales desaparecieron en los siglos posteriores.[51]
Al comienzo de este período temprano del edificio, el mantenimiento de la estructura estuvo a cargo de trabajadores mudéjares. Algunos de ellos eran miembros de la fábrica, y en cuanto tales personal dependiente y pagado por la iglesia diocesana, mientras que otros trabajaban para cumplimentar un «impuesto laboral» sobre los artesanos musulmanes (posteriormente ejercido sobre todos los gremios de ese origen), que los obligaba a trabajar dos días al año en la catedral. Este impuesto fue fijado por la Corona y solo se aplicó en la ciudad de Córdoba; probablemente para hacer uso de expertos mudéjares y aliviar la relativa pobreza del cabildo catedralicio, al cual le estaba asignado el mantenimiento y reparación de un edificio tan monumental. En aquel tiempo, los artistas mudéjares eran muy cotizados e incluso tenían el monopolio de su arte en algunas ciudades castellanas como Burgos.[51]
El primer añadido más relevante bajo el dominio cristiano fue la Capilla Real, ubicaba justo detrás del muro occidental de la capilla de Villaviciosa. Se desconoce cuándo se comenzó a construir, a veces se adjudica a Alfonso X, aunque la experta en arte islámico Heather Ecker ha señalado que no existe evidencia documental de que fuera edificada antes del siglo XIV, cuando Constanza de Portugal, esposa de Fernando IV, realizó una donación a la capilla.[51] Se sabe que fue terminada en 1371 por Enrique II, quien trasladó a la misma los restos de su padre Alfonso XI y de su abuelo Fernando IV[59][51][60] (más tarde, los huesos de ambos monarcas fueron trasladados a la iglesia de San Hipólito de Córdoba en 1736, donde reposan en la actualidad).[60] La capilla fue realizada en estilo mudéjar con una cúpula nervada similar a la de la capilla de Villaviciosa y cubierta con decoración de estuco típica de la arquitectura nazarí en la época.[59] El uso prominente del estilo mudéjar en una capilla funeraria real, junto con otros ejemplos como el Alcázar de Sevilla, se ha interpretado como un deseo de los monarcas castellanos de apropiarse el prestigio de la arquitectura andalusí.[42][59]
A finales del siglo XV se produjo una mayor dignificación en la Capilla Mayor, realizándose en 1489 una nueva nave donde estaba la antigua capilla del siglo XIII. Esta nueva capilla catedralicia fue impulsada por el obispo Íñigo Manrique (1486-1496), quien promovió la construcción de una nave con formulación arquitectónica gótica la cual albergaba una serie de frescos de estilo italiano realizados por Alonso Martínez que representaban santos y reyes, aunque únicamente se ha conservado uno que se exhibe en el Museo de Bellas Artes de Córdoba.[42][56][59]
La mayor ruptura estilística del edificio islámico se produjo durante el siglo XVI, cuando en el centro de la antigua mezquita se levantó una gran nave cristiana, conformando la nueva capilla mayor, bajo los auspicios artísticos y arquitectónicos del Renacimiento; esto supuso un quiebre total de los postulados espaciales islámicos.
La obra se comenzó en 1523 por iniciativa del obispo Alonso Manrique (1518-1523, hijo del gran comendador de la Orden de Santiago), quien trajo a Córdoba los principios planimétricos de las catedrales castellanas, pues había sido obispo de Badajoz y Salamanca. La propuesta del obispo fue polémica y se encontró con la oposición del concejo municipal de Córdoba.[42][52][59] Finalmente, el emperador Carlos V intercedió para que se realizara la obra, aunque más tarde se lamentara, como recogió Bernardo de Alderete, con la famosa frase: «habéis destruido lo que era único en el mundo, y habéis puesto en su lugar lo que se puede ver en todas partes».[61]
La nueva nave de la Catedral de Córdoba estuvo a cargo del arquitecto Hernán Ruiz, el Viejo, quien aunque desarrolló su trabajo bajo postulados góticos con ciertos arcaísmos, introdujo elementos claramente renacentistas.[52] Antes de su muerte en 1547[62] construyó las paredes del coro hasta los ventanales y las bóvedas góticas en la zona sur, así como trabajó en el área oriental del edificio, la correspondiente a la ampliación de Almanzor, añadiendo bóvedas góticas a las naves islámicas. Tras su fallecimiento, su hijo Hernán Ruiz el Joven tomó las riendas del proyecto y fue responsable de los muros del transepto y los contrafuertes que sujetan la estructura.[12] Tras él, el proyecto fue encomendado al arquitecto Juan de Ochoa quien, después de 84 años de obras, concluyó la nave de la catedral con el añadido de ciertos aspectos manieristas, como puede verse en la cúpula del crucero construida entre 1599 y 1607.[52][12]
En 1589 una gran tormenta (o terremoto)[58] causó daños en el antiguo minarete, entonces campanario, por lo que se decidió remodelarlo y reforzar la torre.[63] Se eligió un diseño de Hernán Ruiz III, hijo de Hernán Ruiz el Joven, que encajaba la estructura original del minarete dentro de una torre renacentista.[58][63] La construcción comenzó en 1593,[52] y algunas de las secciones septentrionales del minarete se demolieron durante el proceso; poco después los trabajos se interrumpieron, debido a los gastos ocasionados por la construcción del nuevo transepto de la catedral. Hernán Ruiz III murió en 1606, por lo que no pudo ver su obra concluida; las tareas prosiguieron, a cargo del arquitecto Juan Sequero de Matilla, quien añadió el cuerpo del reloj, en 1616 y se concluyeron un año después.[63] Sin embargo, la nueva torre tenía imperfecciones y se tuvieron que realizar reparaciones a mediados del siglo XVII por el arquitecto Gaspar de la Peña, quien reforzó la torre y modificó el diseño inicial de la puerta del Perdón, ubicada bajo la torre. En 1664, de la Peña añadió una nueva cúpula en la cima del campanario donde hizo colocar una estatua del arcángel Rafael realizada por los escultores Pedro de la Paz y Bernabé Gómez del Río.[58][63] En 1727 la torre se dañó debido a otra tormenta, también se dañaron algunas ornamentaciones durante el Terremoto de Lisboa de 1755. Baltasar Dreveton, un arquitecto francés, fue el encargado de restaurar y reparar la estructura durante más de ocho años.[63]
En la nueva capilla mayor, una vez fue completada por Juan de Ochoa, el obispo Diego de Mardones inició la construcción de un gran retablo para lo cual donó una gran suma de dinero. El mismo fue diseñado en estilo manierista por Alonso Matías y comenzó a realizarse en 1618. También intervinieron en su decoración Sebastián Vidal, Pedro Freile de Guevara y Antonio Palomino.[52][64]
En marzo de 1748 se inició la construcción del coro, cuyo diseño estuvo a manos de Pedro Duque Cornejo, y que fue sufragado con la ayuda del archidiácono José Díaz de Recalde unos años antes.[52][65] La sillería del coro finalizó en 1757, aunque Cornejo, quien había trabajado continuamente más de una década, falleció solo dos semanas antes de que fuese inaugurado.[66]
En 1816 se descubrió el mihrab original de la mezquita tras retirar el retablo de la antigua capilla de San Pedro. Patricio Furriel fue el responsable de restaurar sus mosaicos originales, incluyendo la reconstrucción de áreas que se habían perdido. Asimismo, entre 1879 y 1923, se realizaron reparaciones en la antigua estructura de la mezquita bajo la dirección de Ricardo Velázquez Bosco, quien, entre otras cosas, eliminó los elementos barrocos que habían sido añadidos a la capilla de Villaviciosa y descubrió las estructuras previas. Durante este periodo, en 1882, el templo fue declarado Monumento Nacional. Posteriormente, entre 1931 y 1936, se llevaron a cabo excavaciones arqueológicas en la sala de oración y en el patio de los Naranjos dirigidas por Félix Hérnandez.[52] Todas las restauraciones desde el siglo XIX se centraron en recuperar los elementos arquitectónicos islámicos,[51] debido a que en esa época la cultura española comenzó a estudiar y recuperar sus monumentos andalusíes.[67][68]
La Mezquita-catedral fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984, y en 1994 esta denominación se extendió a todo el centro histórico de Córdoba.[69] En 1991 comenzó un proyecto de restauración del campanario, el cual finalizó en 2014, que permite visitarlo, mientras que el transepto y el coro renacentistas también fueron restaurados entre 2006 y 2009.[52] Otras restauraciones han continuado con algunas capillas y puertas exteriores durante la segunda década del siglo XXI.[70]
El minarete fue construido por Abderramán III en el siglo X, aunque ha ido desapareciendo tras ser parcialmente demolido y encajonado en el campanario renacentista visible actualmente, diseñado por Hernán Ruiz III y construido entre 1593 y 1617.[71] La apariencia original del minarete, sin embargo, fue reconstruida por Félix Hernández Giménez, con la ayuda de evidencias arqueológicas, textos históricos y representaciones como la ubicada en la puerta de Santa Catalina, donde aparece la estructura antes de su reconstrucción.[72]
El minarete original medía 47 metros y tenía una base cuadrangular de 8,5 metros por lado.[36] Como otros minaretes posteriores andalusíes y norafricanos, estaba compuesto por un cuerpo principal y una segunda torre o «linterna», también de planta cuadrada, que lo coronaba. Este segundo cuerpo estaba rematado por una cúpula y un yamur que albergaba dos esferas metálicas de oro y una de plata (a menudo denominadas «manzanas»), disminuyendo de tamaño hasta la cima. El cuerpo principal albergaba dos escaleras, construidas para ascender y descender por accesos diferentes. A la mitad del recorrido, las escaleras estaban iluminadas por tres ventanas en arcos de herradura, decorados con dovelas que se alternaban los colores y rodeadas por un alfiz rectangular, similar al de las puertas exteriores de la mezquita. Este triplete de ventanas se repetía en el nivel superior, y por encima de este, en la última planta del primer cuerpo, había una fila de nueve pequeños ventanales de igual forma y decoración. El borde del primer cuerpo estaba coronado con una balaustrada de almenas en forma de sierra, parecido a los encontrados habitualmente en Marruecos. La linterna estaba decorada por un arco de herradura en cada una de sus caras, de nuevo alternándose los colores de las dovelas enmarcadas por un alfiz.[36][43]
La construcción del nuevo campanario de la catedral que revistió al minarete comenzó en 1593[52] y, tras algunos retrasos, fue finalizada en 1617.[71] El diseño corrió a cargo del arquitecto Hernán Ruiz III, quien edificó la estructura hasta el nivel de las campanas, falleciendo antes de su terminación.[58][71] El proyecto fue continuado y finalizado por Juan Sequero de Matilla, alcanzando los 54 metros de altura, la estructura más alta de la ciudad.[58] El campanario alberga una sólida estructura cuadrangular hasta el nivel de las campanas, donde se abren serlianas en cada una de sus caras. Sobre esta estructura se encuentra una linterna, a su vez coronada por una cúpula y en cuya cúspide se instaló una escultura del arcángel Rafael, realizada por Pedro de la Paz y Bernabé Gómez del Río, e instalada por Gaspar de la Peña en 1664, quien fue contratado para solucionar problemas estructurales.[58][71] La base de la torre alberga la puerta del Perdón, una de las dos puertas septentrionales del edificio.[71]
El patio de los Naranjos está situado en la parte norte del templo. Tiene su origen en el patio de abluciones de la mezquita de Abderramán I, aunque también se utilizó para impartir enseñanza y realizar juicios. Fue posteriormente ampliado y reformado durante las siguientes etapas constructivas. El primer testimonio cristiano se ubica en 1263, cuando la familia Gómez de Alcázar solicitó albergar un sepulcro en «la claustra de Santa María». Fue bajo el mandato del obispo Martín Fernández de Angulo (1510-16) cuando Hernán Ruiz I remodeló las tres galerías realizadas por el emir Hisham I en el siglo VIII, que fueron divididas en tramos de tres arcos peraltados, mientras que los capiteles fueron reutilizados en su mayoría de los existentes islámicos.[73]
Las primeras referencias a la presencia de naranjos se remonta a 1512, aunque se desconoce el número y la distribución, mientras que en el siglo XVII se encuentran referencias de 80 naranjos, 12 cipreses, tres palmeras y un olivo.[73] El diseño actual de los jardines y la disposición en hileras de los árboles es el resultado de un trabajo llevado a cabo por el obispo Francisco de Reynoso entre 1597 y 1601.[74]
Se trata de un recinto cerrado de 130 metros de largo por 50 de ancho. Sus lados occidental, septentrional y oriental se hallan rodeados de galerías porticadas y cuentan con seis puertas que comunican al patio con el exterior: la puerta de los Deanes y el postigo de la Leche en su lado oeste; la puerta del Perdón y la del Caño Gordo al norte; y la puerta de la Grada Redonda y la de Santa Catalina al este. En estas galerías se hallan expuestas las vigas y tablones que conformaban el artesonado original del templo, procedentes de la restauración del siglo XIX. Su estado de conservación, relativamente bueno al ser todavía visibles los relieves que las decoraban y parte de la policromía original, motivaron su retirada para una mejor conservación y sirvieron de modelo para la realización de las que actualmente se ven.[75]
Su muro sur, que comunica al patio con el interior del templo, está formado por 17 arcos de herradura. Estos arcos se encontraban originariamente abiertos, haciendo de la sala de oración un espacio abierto. Hoy en día solo uno de ellos, la puerta de las Palmas, comunica con el patio. Todos los arcos al este de la puerta fueron tapiados tras la conquista cristiana para alojar en ellos múltiples capillas.[74] Por el contrario, los arcos al oeste de la puerta se hallan cerrados por celosías de estilo arábigo construidas en 1974 por el arquitecto Rafael de la Hoz Arderius y Víctor Ángel Caballero Ungría.[76]
Aunque hay constancia de este espacio desde hace siglos, unas excavaciones en 2001 por el arqueólogo Pedro Marfil permitieron investigar en el subsuelo de la parte oriental del patio un gran aljibe correspondiente a la ampliación de Almanzor en 987-88. El aljibe se halla a unos diez metros de profundidad y alberga una capacidad de 1.237 metros cúbicos de agua. Se conserva el estuco de los muros e incluso alguna pintura mural rojiza.[77] El espacio hidráulico está compuesto por nueve espacios abovedados de 5 x 5 metros cuadrados que recogía el agua de lluvia.[78]
El recinto está dividido en tres partes, cada una de ellas con un surtidor en el centro. En la parte central se encuentran además otras dos fuentes, conocidas como fuente de Santa María y fuente del Cinamomo.
Discurre a través de la calle Torrijos. De norte a sur:
Discurre a través de la calle del Magistrado González Francés. De norte a sur:
Discurre por la calle Cardenal Herrero. De oeste a este:
Discurre a través de la calle del Corregidor Luis de la Cerda. Este muro se corresponde con la quibla de la antigua Mezquita. La parte occidental, construida por Alhakén II, está construida a modo de muro doble. Por otro lado, la parte oriental, construida durante la ampliación de Almanzor, se trata de un muro sencillo. De oeste a este:
Originariamente todo el interior del edificio era una gran sala hipóstila, utilizada como sala de oración, con la única excepción de los habitáculos existentes en el doble muro de la quibla. Aparte de su uso religioso que incluía los cinco rezos diarios y el especial del viernes, la sala también se utilizó como centro educativo y de la sharia durante el gobierno de Abderramán I y de sus sucesores.[92]
La sala era grande y llana y estaba cubierta con techos de madera sostenidos por una doble arcada que descansaban en columnas.[93] Estos arcos dividían la mezquita fundacional en once naves de norte a sur, más tarde ampliada por Almanzor a diecinueve naves.[94][95] Aproximadamente las 850 columnas estaban realizadas en jaspe, ónice, mármol, granito y pórfido.[96] En la mezquita fundacional, todas las columnas y capiteles fueron reutilizados de edificios romanos y visigodos, aunque las subsecuentes ampliaciones, comenzando por Abderramán II, incorporaron nuevos capiteles islámicos que evolucionaban de los romanos.[42][43][94] La nave que dirigía al mihrab, que fue la central hasta que Almanzor terminó con su simetría, es un poco más ancha que el resto, demostrando una sutil jerarquía en el diseño de la mezquita.[36][43] La doble arcada fue una innovación que permitió una techumbre más alta; consisten en un arco de herradura en la parte inferior y un arco de medio punto en la superior. Las célebres dovelas rojas y blancas de los arcos estuvieron inspiradas en la Cúpula de la Roca[97] y también recuerdan a la catedral de Aquisgrán, que fueron construidas casi de manera coetánea. El arco de herradura ya era conocido en la península ibérica desde la época visigoda, por ejemplo fue utilizado en la iglesia de San Juan de Baños, y en menor medida en regiones bizantinas y omeyas de Oriente Medio; sin embargo, el arco de herradura islámico evolucionó con una versión propia, más característica y sofisticada.[42][43][44] El sistema arquitectónico de la mezquita de la doble arcada está considerado como una de las características más innovadoras y ha sido objeto de muchas opiniones.[94][95] La sala hipóstila ha sido descrita como un «bosque de columnas» y ha hecho un efecto similar a una «sala de los espejos».[43]
La techumbre original de la mezquita estaba realizada con tablas de madera y vigas talladas y pintadas con decoración.[98][99][44] Se han preservado fragmentos originales, algunos de los cuales se muestran en el patio de los Naranjos, que fueron descubiertos en el siglo XIX y han permitido a restauradores modernos reconstruir la techumbre en algunas secciones occidentales de la mezquita según su estilo original.[44][98] Por el contrario, las naves orientales, que pertenecen a la ampliación de Almanzor, actualmente están cubiertas con bóvedas encamonadas de medio punto realizadas en el siglo XVII, a excepción de la sección sur, que se cubre con bóvedas góticas realizadas por Hernán Ruiz I en el siglo XVI.[36][100] En el exterior se encuentran techos a dos aguas cubiertos de tejas.
La capilla Mayor, el coro y el trascoro, forman el núcleo de la Mezquita-Catedral. Saliendo del coro pueden verse las capillas que rodean a la nave; girando a la derecha se encuentra en primer lugar la lauda sepulcral de los Cinco Obispos, ejecutada en 1554 y realizada en mármol según el deseo del obispo Leopoldo de Austria. Le sigue la capilla del Dulce Nombre de Jesús, separada del resto del templo por una magnífica reja. A esta le siguen la capilla de San Pelagio, la capilla de Santo Tomás y la capilla de Jesús, María y José, llamada popularmente la «capilla del Niño Perdido». Pasado el crucero, se llega al transepto, cubierto por tracería gótica decorada en su parte izquierda con bustos de profetas, y en su parte derecha con figuras femeninas, que posiblemente representen a las virtudes.
El trasaltar tiene cinco arcos, cuatro destinados a capillas, constituyendo el quinto la portada de ingreso a la sacristía. Por encima de los arcos hay una cornisa con grutescos y tondos con bustos, y en los cinco tímpanos se ven relieves que representan el “Prendimiento”, el “Camino del Calvario”, la “Crucifixión”, el “Descendimiento” y la “Resurrección”, todos ellos obras anónimas de un taller local de comienzos del siglo XVI, influenciado fuertemente por los flamencos. Junto a la puerta de la sacristía se sitúa la capilla de San Bernabé, seguida por la capilla del Ángel de la Guarda, a la que sigue la capilla de la Presentación.
El retablo de la Capilla Mayor comenzó su construcción en 1618 y fue diseñado en estilo manierista por Alonso Matías.[52] En 1627 los trabajos arquitectónicos fueron continuados por Juan de Aranda Salazar, y el retablo fue finalizado en 1653.[101] La escultura fue ejecutada por los artistas Sebastián Vidal y Pedro Freile de Guevara. Las pinturas originales fueron realizadas por Cristóbal Vela y fueron reemplazadas en 1715 por las de Antonio Palomino. El retablo está dividido en tres cuerpos flanqueados por columnas compuestas. El cuerpo central alberga el tabernáculo en su base, ejecutado por Pedro Freile de Guevara, mientras que en la parte superior se encuentra un lienzo de la Asunción. Los cuerpos laterales albergan lienzos de los cuatro mártires: San Acisclo y Santa Victoria en la mitad inferior y San Pelayo y Santa Flora en la mitad superior. Los lienzos superiores están flanqueados por las esculturas de San Pedro y San Pablo y la parte central está rematada por un relieve de Dios Padre.[64][101]
La sillería del coro, localizada frente al retablo mayor, fue realizado por Pedro Duque Cornejo entre 1748 y 1757.[52][65][102] El conjunto fue tallado principalmente en madera de caoba y presenta una fila de 30 sillas en la zona superior y otra de 23 en la zona inferior, todas intrincadamente decoradas con relieves, incluyendo una serie de escenas iconográficas. Los relieves de la sillería alta muestran la vida de Jesucristo en su lado derecho y la vida de la Virgen María en su lado izquierdo, mientras que los medallones pequeños todos son escenas del Antiguo Testamento; asimismo, la sillería baja presenta escenas de los mártires cordobeses. En el centro del conjunto en la zona occidental se encuentra una gran trono episcopal, encargado en 1752, con un parecido al diseño de un altar.[65] La parte inferior del trono alberga tres sillas, aunque el elemento más impresionante es la representación de la Ascensión de Jesús que lo remata. La figura que corona todo el conjunto es la escultura del arcángel Rafael.[65][102]
La sala de oración también alberga un mihrab (nicho que indica la dirección del rezo) muy decorado que se encuentra rodeado por la macsura (zona reservada para el emir o el califa durante la oración) que fueron construidos durante la ampliación del califa al-Hakam II después del año 965. La macsura se encuentra rodeada y dividida por tres columnatas de arcos polilobulados entrecruzados. Mientras que el mihrab se abre en el centro de la macsura, existen dos puertas laterales: en el muro occidental se encuentra la Bab bayt al-Mal, la «puerta del tesoro», que daba acceso al tesoro califal, actualmente ocupado parcialmente por el tesoro catedralicio; mientras que en el muro oriental se encuentra la Bab al-Sabat, «puerta del Sabat», una especie de pasadizo de uso exclusivo del califa que se conectaba a través de un puente hasta el Alcázar andalusí frente a la Mezquita.[103]
El mihrab alberga un arco de herradura que da acceso a un pequeño habitáculo de planta octogonal con una cúpula con forma de concha que sujeta una serie de arcos polilobulados ciegos. Se trata del primer mihrab que da paso a un pequeño habitáculo en vez de albergar un nicho en la pared. Bajo el arco de herradura se encuentran dos pares de pequeñas columnas de mármol que parecen proceder del mihrab de la ampliación de Abderramán II realizada un siglo antes. El mihrab está rodeado por un alfiz con decoraciones muy parecidas a los primeros diseños de la mezquita como los visibles en la Bab al-Wuzara, conocida actualmente como puerta de San Esteban; asimismo, sobre el alfiz, se encuentran más arcos polilobulados ciegos.[104]
Los investigadores afirman que el estilo de los mosaicos del mihrab se vio fuertemente influenciada por los mosaicos bizantinos, evento corroborado por las fuentes históricas que describen cómo el califa al-Hakam II requirió expertos mosaiquistas al emperador bizantino Nicéforo II (r. 963-969), quien aceptó enviar algunos artesanos a Córdoba. Algunos expertos han argumentado que el uso de mosaicos bizantinos pudo ser un anhelo, consciente o no, de los omeyas cordobeses de evocar conexiones con el primer Califato omeya de Damasco, en particular con la Mezquita de los Omeyas en Damasco, donde los mosaicos bizantinos formaban un elemento prominente de la decoración.[105]
Las inscripciones en árabe de los mosaicos del mihrab son el primer ejemplo de una serie de inscripciones político-religiosas insertadas en la arquitectura emiral y califal.[106] La inscripción más extensa del alfiz, en caracteres cúficos dorados sobre un fondo oscuro, comienza con dos extractos del Corán y continúa con alabanzas a la obra del califa:[107]
Él es Quien conoce lo oculto y lo manifiesto. Él es el Poderoso, el Misericordioso. (Sura 32:6). Él es el Viviente; no hay ninguna divinidad verdadera excepto Él. Adoradlo a Él. ¡Alabado sea Alá, Señor de todos los mundos! (Sura 40:65). Quien ayuda al imán al-Mustansir bi-llah, siervo de Alá, al-Hakam, príncipe de los creyentes, ¡Dios le beneficie!, para esta construcción venerable y Quien le asiste en su perenne intención de favorecer largamente a sus súbditos, esperando gran recompensa ultraterrena de Alá.
Dentro de esta inscripción rectangular se halla otra inscripción en una banda horizontal sobre el mihrab, en letras oscuras sobre fondo dorado, se trata de la Sura 59:23.[107][108]
Es Alá, no hay más dios que él, el Soberano, el Santísimo, quien otorga paz, quien da seguridad, el Custodio, el Poderoso, el Fuerte, el Sumo. Gloria a Dios. Está por encima de lo que le asocian.
Además, en las impostas podemos encontrar incluso nombres de personalidades que ayudaron a la construcción como el hayib o primer ministro Yafar al-Siqlabi.[107][108]
Mandó el imán, al-Muntansir bi-llah, siervo de Alá, al-Hakam, príncipe de los creyentes, a su liberto y hayib, Yafar ibn Abd al-Rahman, Alá se apiade de él, la erección de esta construcción. Y fue terminada, con el auxilio de Alá, bajo inspección de Muhammad ibn Tamlij, Ahmad ibn Nasr y Jald ibn Hasim, jefes de surta, y Mutarrif Ibn Abd al-Rahman, el katib, sus siervos.
Los muros de qibla de las mezquitas deben estar orientados hacia La Meca; sin embargo, la Mezquita de Córdoba está orientada hacia al sur, mientras que la ciudad santa del islam se encuentra al sureste.[109][110] Esta orientación se debe a la controversia histórica sobre la qibla, puesto que en al-Ándalus y Marruecos, se prefería la orientación sur, con base en un hadith tradicional: «Abu Hurairah (dijo) que el Mensajero de Allah dijo: “Lo que esté entre el este y el oeste es Qiblah"».[111] Dicho que legitimaba la alineación hacia el sur.[112][113][53] Esta práctica también emulaba la orientación de los muros de la Kaaba, en la Gran Mezquita de La Meca, basada en una tradición que consideraba que los muros de la Kaaba se asociaban con diversas partes del mundo; según ella, la cara norte de la Kaaba se asociaba a al-Ándalus y, por lo tanto, la Gran Mezquita de Córdoba se orientaba al sur como si mirara a la cara norte del santuario mequí.[109][110] A pesar de que mezquitas posteriores en al-Ándalus estuvieron orientadas hacia La Meca, por ejemplo, la mezquita de Medina Azahara del siglo X, las expansiones posteriores de la mezquita cordobesa no modificaron su orientación original.[113] El arqueólogo Pedro Marfil indicó que también es posible que las estructuras originales se debieron adaptar a los límites urbanísticos de la ciudad tardoantigua.[114]
Está compuesto por la capilla de Villaviciosa; la capilla Real, contigua a la capilla de Villaviciosa; y la capilla de la Conversión de San Pablo, situada a espaldas de la capilla Real. Todas estas construcciones se hallan encastradas en las naves islámicas a lo largo de casi todo el lado norte de lo que fue la ampliación de Alhakén II.
De norte a sur:
De oeste a este:
De norte a sur:
De oeste a este:
En el museo de San Vicente se exponen algunos de los restos arqueológicos recuperados de un edificio cristiano prexistente, que se suele identificar con la antigua Basílica de San Vicente.
En el museo de San Clemente se exponen una gran variedad de objetos relacionados con el monumento, tales como portadas de antiguas capillas, campanas, la antigua maquinaria del reloj, azulejos, capiteles, fragmentos de las vigas originales o inscripciones arábigas.
El tesoro de la catedral se encuentra en la capilla de Santa Teresa y estancias adjuntas. Como uno de sus tesoros principales, guarda la catedral la Custodia de Arfe, labrada por Enrique de Arfe. Mide 2,63 metros de altura y pesa más de 200 kilos. Representa una catedral gótica de planta dodecagonal, se compone de dos cuerpos que alojan en un interior al viril y una imagen de la Virgen de la Asunción. Sufrió una restauración en el año 1735, cuando Bernabé García de los Reyes le añadió un basamento y elementos decorativos barrocos, y en el año 1966 el viril fue aureolado con brillantes.[115]
Hay una colección de portapaces, cálices y copones de oro y plata así como grandes cruces de materiales preciosos, una de ellas donada a la catedral por el obispo Diego de Mardones en el año 1620. Posee el tesoro unos magníficos crucifijos de marfil, siendo el que más sobresale uno del siglo XVII realizado por Alonso Cano.
A lo largo de los siglos, varios miembros de la realeza fueron sepultados en distintas partes del templo:
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