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río mitológico De Wikipedia, la enciclopedia libre
En la mitología griega, Lete[1] (en griego antiguo, Λήθη[2]; romanización, Lḗthē; pronunciación, clásica, lɛː́tʰɛː koiné, lˈeːtʰeː bizantina, lˈiθi; literalmente ‘olvido’), o también Leteo[3][4] (del latín Lethæus),[5] es uno de los ríos del Hades y a la vez la diosa y personificación del olvido. Los filósofos también lo denominan como el río Ameles (Amelēs potamos; río de la Desatención).[6] Beber de sus aguas provocaba la pérdida inmediata los recuerdos. Algunos griegos antiguos creían que se hacía beber de este río a las almas antes de reencarnarlas, de forma que no recordasen sus vidas pasadas. Su nombre latino es Oblivio[7][8] — sustantivo también femenino—. En cuanto a su filiación Lete es hija de Eris[9] pero otros la imaginan hermana de Tánatos e Hipnos.[10] Se dice que todos los ríos son hijos de Océano y Tetis,[11] y pudiera ser conjeturalmente el caso de Lete, pero ninguna fuente confirma esta filiación.
Ovidio nos habla de cierta Letea —si es que no se trata de una variación poética— , a propósito del viaje de Orfeo al inframundo, y cuyo destino fue la de ser metamorfoseada en piedra.[12]
También existe un río Leteo fuera del contexto mitológico. Es un río de la Jonia minorasiática tributario del Meandro y que dicurre por Aulas, una ciudad de los magnesios.[4]
En algunas fuentes, especialmente en las latinas, Lete es la diosa y personificación del olvido. En la Teogonía, por ejemplo, se nos dice que «por su parte la maldita Discordia (Eris) parió a la dolorosa Fatiga (Ponos), al Olvido (Lete), al Hambre (Limos) y a los Dolores (Algos), por los que se llora». La lista continúa citando a otras personificaciones similares pero en este contexto no se asocia al río del inframundo; la madre de Lete, Eris, alumbró a estos hijos sin intervención masculina.[9] Higino, por su parte dice que el Olvido (Oblivio) nació de la unión entre Éter y Tierra, al igual que otras muchas personificaciones.[7] En los Himnos órficos se nos dice que el Sueño (Hipnos) es «hermano del Olvido (Lete) y de la Muerte (Tánatos)», como remedio de los males que acaecen a los hombres mortales.[10] De la misma manera en la Tebaida, obra latina, se cuenta que «(en) los huecos recovecos de una cueva profunda y rocosa (están) establecidos los salones del perezoso Sueño (Somnus) y su morada imperturbable. El umbral está custodiado por la sombría Quietud (Quies) y el embotado Olvido (Oblivio) y la tórpida Pereza (Ignavia) con semblante siempre somnoliento. La Tranquilidad (Otia) y el Silencio (Silentia) con las alas plegadas, se sientan mudos en el atrio».[8]
Como sucede con los otros ríos del inframundo — como el Estigia, el Aqueronte, el Cocito o el Piriflegentonte— suelen ser citados a menudo en calidad de corrientes de agua y rara vez como personificaciones. En los textos propiamente griegos la corriente del Olvido suele ser citada dentro de contextos filosóficos u órficos.[13] Los poetas romanos fueron quienes más describieron al río Lete, alegando que el barquero Caronte viajaba por sus aguas[14][15] y que el perro guardián Cerbero podía bloquear la entrada a las corrientes del olvido.[16] De acuerdo a Estacio las aguas del olvido bordeaban las llanuran del Elíseo, que era el destino final de las almas virtuosas.[17]
Apolonio de Rodas dice que el héroe Etálides nunca bebió de las agua del olvido y por eso sigue reteniendo sus recuerdos.[18] Ovidio escribió que cerca de la tierra de los cimerios, en donde nunca brillan los rayos del sol, se encuentra una caverna profunda bajo una gran montaña, y que en sus profundidades se encuentra el templo y hogar del Sueño (Hipnos): una tierra en donde nacen las amapolas y otras hierbas narcóticas, y de donde fluyen las aguas de la corriente del olvido.[19] Virgilo opina que las agua del olvido recorren parajes tranquilos y que en sus riberas las almas de los fallecidos, que esperan a ser reencarnadas, beben de sus aguas para remedio de sus tribulaciones.[20]
El mito de Er al final de la República cuenta que los muertos, tras sortear a las tres Moiras, llegan a «la planicie del Olvido a través de un calor terrible y sofocante. En efecto, la planicie estaba desierta de árboles y de cuanto crece de la tierra. Llegada Ia tarde acamparon a la orilla del río de la Desatención —Ameles— , cuyas aguas ninguna vasija puede retenerlas. Todas las almas estaban obligadas a beber una medida de agua, pero a algunas no las preservaba su sabiduría de beber más allá de la medida, y así, tras beber, se olvidaban de todo».[6] Unos versos más adelante Platón lo denomina como «río del Olvido».[21]
Había dos ríos llamados Lete y Mnemósine en el altar de Trofonio en Beocia, de los que los adoradores bebían antes de hacer consultas oraculares con el dios.[22] Algunas religiones mistéricas privadas enseñaban igualmente la existencia de otro río, el Mnemósine, cuyas aguas al ser bebidas, al contrario de las aguas de Lete, hacían recordar todo y alcanzar la omnisciencia. A los iniciados se enseñaba que se les daría a elegir de qué río beber tras la muerte y que debían beber del Mnemósine en lugar del Lete. Estos dos ríos aparecen en varios versos inscritos en placas de oro del siglo IV a. C. en adelante, halladas en Turios al sur de Italia y por todo el mundo griego.
El concepto del olvido de vidas pasadas al beber las aguas de Lete, es equivalente a lo que podemos encontrar en la mitología china, en el rol que cumple el personaje de Meng Po.
Entre los autores antiguos se decía que el pequeño río Limia cerca de Ginzo de Limia (Orense) tenía las mismas propiedades de borrar la memoria que el legendario Lete. En 138 a. C., el general romano Décimo Junio Bruto Galaico intentó deshacer el mito, que dificultaba las campañas militares en la zona. Se dice que cruzó el Limia y entonces llamó a sus soldados desde el otro lado, uno a uno, por su nombre. Éstos, asombrados de que su general recordara sus nombres, cruzaron también el río sin temor, acabando así con su fama de peligroso.
En la Divina comedia de Dante Alighieri, la corriente del Lete fluye al centro de la tierra desde su superficie, pero su nacimiento está situado en el Paraíso Terrenal localizado en la cima de la montaña del Purgatorio.
Otra referencia en la literatura clásica, aparece en el Elogio a la locura de Erasmo de Róterdam, en el capítulo XIII del mismo libro.
En la obra de teatro Eurídice de Sarah Ruhl, todas las sombras deben beber del Lete y convertirse en algo parecido a piedras, hablando en su inaudible lenguaje y olvidando todo lo del mundo. Este río es un tema central de la obra.
Asimismo, en Hamlet de William Shakespeare, se hace mención al río Leteo.
En el ámbito hispánico, Juan de Mena hace varias referencias a Leta en su obra. En La coronación, por ejemplo:
Tú, que tan noche mareas
sobre las aguas leteas,
si amas a ti, castiga
en nuestra triste fatiga
que en ellas nunca te veas.
En la ópera Idaspe de Riccardo Broschi (1698-1756), el personaje Darío (interpretado originalmente por el hermano del compositor, el castrato Carlo Broschi / Farinelli), canta una aria cuyo texto dice:
Ombra fedele anch'io,
sul margine di Lete,
seguir vo' l'idol mio
che tanto adoro.Más literalmente: "Yo también sombra fiel,/sobre el margen del Lete,/seguir quiero al ídolo mío/que tanto adoro""También en forma de fiel espectro
deseo seguir por la orilla del Lete
a mi amado [lit:ídolo]
al que tanto adoro."
El río Lete también es mencionado en el poema de Allen Ginsberg A Supermarket in California.
Se hace referencia a las aguas del río Lete en el poema número LXXVII Spleen de Las flores del mal de Charles Baudelaire.
En el poema Segunda dedicatoria, de Poema sin héroe, obra de la poetisa rusa Anna Ajmátova, también aparece este río.
El inicio de la Oda a la Melancolía de John Keats también lo cita «No, no vayas hasta el Leteo, ni exprimas, de las fuertes raíces de la árnica, su venenoso vino;».
Borges lo menciona en su poema Al vino: «Que otros en tu Leteo beban un triste olvido; yo busco en ti las fiestas del fervor compartido». También en su poema El reloj de arena aparece el río Leteo: «En los minutos de la arena creo sentir el tiempo cósmico: la historia que encierra en sus espejos la memoria o que ha disuelto el mágico Leteo».
En la novela Hyperion de Dan Simmons, el capítulo que cuenta la historia del peregrino Sol Weintraub se titula «El Río Leteo sabe amargo».
En X-Men vol. 1 #34 tres miembros de los X-Men quedan amnésicos tras oler los vapores del río Lete en las profundidades de la Tierra.
La canción Lethe, perteneciente al álbum The Gallery de la banda sueca de death metal melódico Dark Tranquillity, trata de alguien que bebe de las aguas de este río voluntariamente y de forma constante, con el fin de olvidar su vida, la cual le es insoportable.
La cantante y compositora Bely Basarte hizo referencia al río Lete en la canción Flores y Vino dentro de su álbum El camino que no me llevó a Roma [23](2020).
En 2021, el productor de cine de animación Pedro Alonso Pablos se inspiró en el mito del río Lete para hacer su cuarto largometraje, El lago del olvido.[24]
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