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Rey de Portugal (1889-1908) De Wikipedia, la enciclopedia libre
Carlos I de Portugal (Lisboa, 28 de septiembre de 1863-id, 1 de febrero de 1908) fue el penúltimo rey de Portugal. Era hijo del rey Luis I de Portugal y la princesa María Pía de Saboya, hija de Víctor Manuel II, rey de Italia.[1] Su asesinato y el de su heredero supuso, dos años más tarde, la caída de la monarquía y la proclamación de la república.
Carlos I de Portugal | ||
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Rey de Portugal y Algarves | ||
Rey de Portugal | ||
19 de octubre de 1889-1 de febrero de 1908 (18 años y 105 días) | ||
Predecesor | Luis I | |
Sucesor | Manuel II | |
Información personal | ||
Nombre completo | Carlos Fernando Luis María Víctor Miguel Rafael Gabriel Gonzaga Javier Francisco de Asís José Simón[1] | |
Tratamiento | Su Majestad Fidelísima | |
Nacimiento |
28 de septiembre de 1863 Palacio Nacional de Ajuda, Lisboa, Reino de Portugal | |
Fallecimiento |
1 de febrero de 1908 (44 años) Praça do Comércio, Lisboa, Estremadura, Portugal | |
Sepultura | Panteón de los Braganza en la Iglesia de San Vicente de Fora | |
Familia | ||
Casa real | Braganza Sajonia-Coburgo y Gotha | |
Padre | Luis I de Portugal | |
Madre | María Pía de Saboya | |
Consorte | Amelia de Orleans | |
Hijos |
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Firma | ||
Subió al trono el 19 de octubre de 1889,[1] con 26 años de edad. Fue apodado el Diplomático (debido a las múltiples visitas que hizo a Madrid, París y Londres, contestadas con las visitas a Lisboa de los reyes Alfonso XIII, Eduardo VII, del káiser Guillermo II y el presidente de la República Francesa Émile Loubet), también fue llamado el Martirizado, o el Mártir (al haber muerto asesinado), y el Oceanógrafo (por su pasión por la oceanografía, compartida con su padre y el príncipe Alberto I de Mónaco, amigo personal del rey).
Hombre inteligente pero también propenso a la extravagancia según sus contemporáneos, las políticas erráticas, despilfarros, y amoríos extramaritales de Carlos sellaron el destino de la monarquía portuguesa, a la vez que el grave debilitamiento de la posición política de Portugal en Europa también reducía la popularidad de la institución. Los tratados coloniales con el Reino Unido como resultado del "conflicto del mapa rosado" (uno firmado en agosto de 1890 que definió sus fronteras africanas a lo largo de los ríos Zambeze y Congo[1] y otros firmados el 14 de octubre de 1899 que confirmaban los tratados coloniales del siglo XVII) estabilizaron la situación política de los imperios coloniales europeos en África, aunque generaron un amargo resentimiento en Portugal por las grandes concesiones reconocidas al Reino Unido y el nulo apoyo recibido de otras potencias europeas (como Alemania) para contrarrestar las presiones británicas.
Domésticamente, Portugal fue declarado en bancarrota dos veces debido a que el tamaño de la deuda pública superaba las riquezas nacionales - el 14 de junio de 1892, y nuevamente el 10 de mayo de 1902 - causando disturbios industriales, antagonismo con socialistas y republicanos y la crítica de la prensa contra la monarquía. El sistema electoral portugués, a semejanza del practicado en España, otorgaba preeminencia a dos partidos políticos: regeneradores y progresistas, que se turnaban en el poder mientras el derecho a voto era reducido a varones alfabetizados y con cierta renta mínima, lo cual generaba conflictos con dos nuevos grupos políticos: republicanos y socialistas.
La fuerte humillación resultante del ultimátum británico de 1890 y el descontento con el régimen político auspiciado por la monarquía causaron turbulencia política en Portugal durante los primeros años del siglo XX.[1] El rey Carlos respondió al nombrar a João Franco como primer ministro y subsecuentemente al aceptar la disolución del Parlamento, con lo que el régimen se transformaba en una virtual dictadura apoyada por el rey, cosa que sólo aumentó el rechazo de los republicanos.
Este apoyo a una dictadura no era bien visto ni siquiera por las personas más próximas al rey, como la reina madre María Pía, la reina Amalia, el príncipe heredero Luis Felipe de Braganza, y el infante Alfonso, hermano menor del rey. No obstante, Franco era defendido por el secretario particular del rey. La inquietud política hacía que la animosidad personal contra la Casa de Braganza Sajonia-Coburgo y Gotha creciera masivamente.
A pesar de la controversia, existía un objetivo preciso que el mismo rey afirma en una misiva a su amigo Alberto I de Mónaco en febrero de 1907:
Considerando que las cosas aquí no iban bien, y viendo los ejemplos de toda la Europa, donde tampoco van mejor, decidí hacer una revolución completa en todos los procedimentos del gobierno de aquí, una revolución desde arriba, creando un gobierno de libertad y de honestidad, con ideas modernas, para que no me hagan una revolución desde abajo, lo que supondría la ruina a mi país.[2]
En esa misma carta, el rey habla de sus miedos, que se harían realidad tras su muerte:
Hasta ahora, he tenido éxito, y todo va bien, incluso mejor de lo que creía posible. Pero para eso, necesito estar constantemente en guardia y no puedo abandonar el mando ni un minuto, porque conozco mi mundo y si la idea de continuidad se perdiera por falta de dirección, todo volvería inmediatamente para atrás, y entonces sería peor que al principio.[2]
El 1 de febrero de 1908, la familia real regresaba del palacio de Vila Viçosa a Lisboa. Viajaban en coche hacia Almada y a continuación tomaron un barco para cruzar el río Tajo y desembarcaron en Cais do Sodré, en el centro de Lisboa. En su camino hacia el palacio real, el carruaje con Carlos I y su familia pasó por la avenida del Terreiro do Paço. Mientras cruzaban la plaza, fueron disparados varios tiros desde la multitud por al menos dos hombres: Alfredo Costa y Manuel Buiça. El rey murió inmediatamente, su heredero Luis Felipe fue mortalmente herido, y el príncipe Manuel fue alcanzado en un brazo. Los asesinos fueron muertos a tiros en el lugar por guardaespaldas y posteriormente reconocidos como miembros del Partido Republicano. Aproximadamente veinte minutos después, el príncipe Luis Felipe murió y días más tarde su hermano menor, Manuel fue proclamado rey de Portugal, el último de la dinastía y del país.
Carlos se casó con la princesa Amelia de Orleans en 1886. Ella era hija de Felipe, conde de París y de María Isabel de Orleans.[1] Sus hijos fueron:
Imagen | Nombre | Fecha de Nacimiento | Fecha de Fallecimiento |
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Luis Felipe de Braganza | 21 de marzo de 1887 | 1 de febrero de 1908 | |
María Ana de Braganza | 1887 | 1887 | |
Manuel María de Braganza | 19 de marzo de 1889 | 2 de julio de 1932 |
Presuntamente, el rey Carlos I tuvo varias relaciones extramatrimoniales, de las que nacieron algunos bastardos. Tenía una hija de una americana.[3] De Grimaneza Viana de Lima, viuda peruana de un diplomático brasileño que encabezó la legación de Brasil en Lisboa, habría tenido una hija llamada María Pía, nacida antes de 1902. Grimaneza habría sido su última gran pasión.[4] Presuntamente, también tuvo, de la brasileña María Amélia Laredó e Murça, otra hija bastarda, nacida en 1907 y también llamada María Pía.[5] Durante su vida, el rey nunca reconoció oficialmente la paternidad de ningún hijo bastardo, a pesar de que él mismo fue el responsable de alimentar las sospechas sobre su descendencia ilegítima.[6]
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