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forma autocrática de gobierno ejercido por una sola persona De Wikipedia, la enciclopedia libre
Una dictadura representa un sistema de gobierno autocrático, en el que el poder se concentra en manos de un único líder o de un grupo selecto de individuos, que actúan con restricciones mínimas o nulas, y con escasa tolerancia hacia el pluralismo político o la libertad de prensa. Esta forma de gobierno se caracteriza por la centralización de la autoridad política en torno a un dictador, que dirige los asuntos del Estado a través de un grupo muy unido de élites, que incluye asesores, generales militares y otros altos cargos. El dictador se aferra al poder gestionando estratégicamente las relaciones dentro de este círculo íntimo y reprimiendo al mismo tiempo cualquier forma de disidencia u oposición. Esta oposición puede manifestarse en forma de facciones políticas rivales, insurgencias armadas o incluso disidencia en las filas de los propios partidarios del dictador.
Las dictaduras surgen por diversos medios, incluidos los golpes de Estado que desmantelan por la fuerza los gobiernos existentes o mediante autogolpes, en los que líderes elegidos democráticamente manipulan el panorama político para consolidar su gobierno indefinidamente. La naturaleza de la dictadura puede ser autoritaria o totalitaria,[1] con clasificaciones que abarcan dictaduras militares, sistemas de partido único, dictaduras personalistas y monarquías absolutas.[2] El propio término «dictadura» tiene sus raíces en la República romana, y denota una asignación temporal de poder absoluto para hacer frente a situaciones de emergencia.[3] Históricamente, el concepto evolucionó, apareciendo los primeros casos de dictaduras militares en el Japón de la era posclásica —el sogunato—, y en Inglaterra bajo el gobierno de Oliver Cromwell.
La evolución de las dictaduras modernas comenzó en el siglo XIX, marcada por la aparición del bonapartismo en Europa y el auge de los caudillos en América Latina. El siglo XX fue testigo de la proliferación de dictaduras fascistas y comunistas en toda Europa. El fascismo fue erradicado tras la Segunda Guerra Mundial en 1945, mientras que el comunismo se expandió por todo el mundo, manteniendo su influencia hasta la conclusión de la Guerra Fría en 1991. Esta época también vio el advenimiento de dictaduras personalistas en África y dictaduras militares en América Latina, especialmente durante las décadas de 1960 y 1970. En la era posterior a la Guerra Fría se produjo inicialmente un auge de la gobernanza democrática en todo el mundo, aunque persistieron varias dictaduras, especialmente en África y Asia.
A principios del siglo XXI, los Estados democráticos superaron en número a los regímenes autoritarios. Sin embargo, las consecuencias de la crisis financiera mundial de 2008 catalizaron un «retroceso democrático» que redujo el atractivo del modelo democrático occidental en todo el mundo. En 2019, los gobiernos autoritarios habían vuelto a superar a las democracias.[3] A pesar de los esfuerzos de las dictaduras por imitar los procesos democráticos, como la celebración de elecciones para fingir legitimidad o incentivar a los miembros del partido gobernante, estas elecciones carecen de auténtica competitividad. La estabilidad de una dictadura depende de la coerción y la represión política, restringiendo el acceso a la información, vigilando a la oposición y empleando la violencia. Sin una represión eficaz de la oposición, las dictaduras corren el riesgo de derrumbarse mediante golpes de Estado o revoluciones.
La palabra «dictador» proviene de la palabra clásica latina dictātor, sustantivo agente de dictare (dictāt- pasado participio de dictāre dictate v.+ -or -or sufijo).[4] Durante la República romana, un dictador era un magistrado temporalmente investido con poder absoluto, para atender emergencias militares o tareas excepcionales. A diferencia de los dictadores modernos, y de las acepciones más conocidas, tenía importantes limitaciones a su poder. Este cargo fue suprimido formalmente tras la muerte de Julio César.
Después del final de la Segunda Guerra Mundial, con un clima político y social más relajado, se han llevado a cabo varios estudios sobre la clasificación de las diversas formas de gobierno. Entre estos, ha sido intensamente discutido por historiadores y politólogos la conceptualización y definición de la dictadura como forma de gobierno. Finalmente, se ha concluido que la dictadura es una forma de gobierno en la cual el poder absoluto se concentra en las manos de un líder (comúnmente identificado como un dictador) o una "pequeña camarilla" u "organización gubernamental", y apunta a la abolición del pluralismo político y la movilización civil.[6] Por otro lado, la democracia, que generalmente se compara con el concepto de dictadura, se define como una forma de gobierno donde la supremacía pertenece a la población y los gobernantes son elegidos mediante elecciones competitivas.[7][8]
Una nueva forma de gobierno que en el siglo XX ha marcado el comienzo de una nueva era política y que comúnmente se vincula con el concepto de dictadura, es el totalitarismo. Esta forma de gobierno se caracteriza por la presencia de un solo partido político y, más específicamente, por un líder poderoso que impone su prominencia personal y política. Los dos aspectos fundamentales que contribuyen al mantenimiento del poder son: una colaboración constante entre el gobierno y la fuerza policial, y una ideología altamente desarrollada. Aquí, el gobierno tiene "control total de las comunicaciones de masas y las organizaciones sociales y económicas".[9] Según Hannah Arendt, el totalitarismo es una nueva y extrema forma de dictadura compuesta de "individuos aislados y atomizados".[10] Además, afirmó que la ideología juega un papel principal en la definición de cómo se debe organizar toda la sociedad. Según el politólogo Juan Linz, la distinción entre un régimen autoritario y uno totalitario es que mientras un régimen autoritario busca sofocar la política y la movilización política, el totalitarismo busca controlar la política y la movilización política.[11]
Sin embargo, una de las clasificaciones de dictaduras más recientes, formulada por Barbara Geddes, no identifica al totalitarismo como una forma de dictadura necesariamente. Su estudio se centró en cómo las relaciones de las élites y los líderes de élite influyen en la política autoritaria. La tipología de Geddes identifica las instituciones clave que estructuran la política de élite en las dictaduras (es decir, partidos y ejércitos). El estudio se basa y se relaciona directamente con factores como: la simplicidad de las categorizaciones, la aplicabilidad transnacional, el énfasis en élites y líderes, y la incorporación de instituciones (partidos y ejércitos) como elementos centrales para moldear la política. Según Barbara Geddes, un gobierno dictatorial puede clasificarse en cinco tipologías: dictadura militar, dictadura de partido único, dictadura personalista, dictaduras monárquicas, dictadura híbrida.[10]
Las dictaduras militares son regímenes en los que un grupo de oficiales detenta el poder, determina quién dirigirá el país y ejerce influencia sobre la política. Las élites de alto nivel y un líder son los miembros de la dictadura militar. Las dictaduras militares se caracterizan por el gobierno militar profesionalizado como una institución. En los regímenes militares, las elites son referidas como miembros de la junta; por lo general son altos mandos (y a menudo otros oficiales de alto nivel) en el ejército.[10][12]
Este tipo de dictadura se impuso durante el siglo XX en países como España por Francisco Franco , Chile por Augusto Pinochet, Argentina por Jorge Rafael Videla y otros líderes, Uruguay por Juan María Bordaberry, Paraguay por Alfredo Stroessner, Bolivia por Hugo Banzer, Brasil por Humberto de Alencar Castelo Branco, Panamá por Omar Torrijos y Manuel Antonio Noriega.[13]
Las dictaduras de partido único son regímenes en los que un partido domina la política. En las dictaduras de un solo partido, un solo partido tiene acceso a cargos políticos y control sobre la política. Otros partidos pueden existir legalmente, competir en elecciones e incluso ocupar escaños legislativos, pero el verdadero poder político recae en el partido dominante. En las dictaduras de partido único, las élites del partido son típicamente miembros del cuerpo gobernante del partido, a veces llamado el "comité central" o "politburó". Este grupo de individuos controla la selección de los funcionarios del partido y "organiza la distribución de beneficios a los simpatizantes y moviliza a los ciudadanos para votar y mostrar su apoyo a los líderes del partido".[10]
Durante la Guerra Fría, las dictaduras de partido único se volvieron predominantes en Asia y Europa Oriental con la instalación de gobiernos comunistas en varios países.[14] En algunos países de África también se desarrolló el unipartidismo durante la descolonización en los años 60 y 70, muchos de los cuales derivaron a regímenes autoritarios.[15]
Las dictaduras personalistas son regímenes en los que todo el poder está en manos de un solo individuo. Las dictaduras personalistas difieren de otras formas de dictaduras en su acceso a posiciones políticas clave, otros frutos de cargos, y dependen mucho más de la discreción del dictador personalista. Los dictadores personalistas pueden ser miembros de las fuerzas armadas o líderes de un partido político. Sin embargo, ni el ejército ni el partido ejercen un poder independiente del dictador. En las dictaduras personalistas, el cuerpo de élite generalmente está compuesto por amigos cercanos o familiares del dictador. Por lo general, estos individuos son seleccionados a dedo para cumplir sus puestos por parte del dictador.[10][16]
Como estos dictadores favorecen la lealtad sobre la competencia y, en general, desconfían de la intelectualidad, los miembros de la coalición ganadora no suelen tener una carrera política profesional y están mal equipados para gestionar las tareas del cargo que se les confiere. Sin el beneplácito del dictador nunca habrían adquirido una posición de poder. Una vez destituidos, las posibilidades de que mantengan su posición son escasas. El dictador lo sabe y, por tanto, utiliza estas tácticas de "divide y vencerás" para evitar que su círculo más cercano coordine acciones (como los golpes de Estado) contra él.
El resultado es que estos regímenes no tienen controles internos y, por lo tanto, no tienen restricciones a la hora de ejercer la represión sobre su pueblo, de realizar cambios radicales en la política exterior o incluso de iniciar guerras (con otros países).[17] Este proceso se conoce como selección negativa. Según un estudio de 2019, las dictaduras personalistas son más represivas que otras formas de dictadura.[18]
El cambio en la relación de poder entre el dictador y su círculo íntimo tiene graves consecuencias para el comportamiento de dichos regímenes en su conjunto. Muchos estudiosos han identificado formas en las que los regímenes personalistas difieren de otros regímenes en cuanto a su longevidad, métodos de desintegración, niveles de corrupción y propensión a los conflictos. La primera característica que puede identificarse es su relativa longevidad. Por ejemplo, Mobutu Sese Seko gobernó Zaire durante 32 años, Rafael Trujillo la República Dominicana durante 31 años y la familia Somoza se mantuvo en el poder en Nicaragua durante 42 años.[19] Incluso cuando se trata de ejemplos extremos, los regímenes personalistas, cuando se consolidan, tienden a durar más tiempo. Barbara Geddes, calculando la duración de los regímenes entre 1946 y 2000, encontró que mientras los regímenes militares permanecen en el poder una media de 8,5 años, los regímenes personalistas sobreviven casi el doble: una media de 15 años. Los regímenes de partido único, en cambio, solían tener una vida de casi 24 años.[20] Las monarquías no se incluyeron en esa investigación, pero un estudio similar establece su duración media en 25,4 años.[21] Esto puede parecer sorprendente, ya que normalmente los regímenes personalistas se consideran de los más frágiles porque no poseen instituciones eficaces ni una base de apoyo significativa en la sociedad. Los estudios sobre la probabilidad de su ruptura han encontrado resultados mixtos: En comparación con otros tipos de regímenes, son los más resistentes a la fragmentación interna, pero más vulnerables a los choques externos que los regímenes de partido único o militares. La segunda característica es que estos regímenes se comportan de forma diferente en cuanto a las tasas de crecimiento. Con un liderazgo equivocado, algunos regímenes dilapidan los recursos económicos de su país y hacen que el crecimiento se detenga prácticamente. Sin ningún tipo de control y equilibrio en su gobierno, estos dictadores no tienen oposición a nivel nacional cuando se trata de desatar la represión o incluso iniciar guerras.[22]
Las dictaduras monárquicas son regímenes en los que «una persona de ascendencia real ha heredado el cargo de jefe de estado de acuerdo con la práctica o la constitución aceptada». Los regímenes no se consideran dictaduras si el papel del monarca es principalmente ceremonial. El monarca debe ejercer un poder político real para que los regímenes se clasifiquen como tales. Las élites en las monarquías son típicamente miembros de la familia real.[10]
Las dictaduras híbridas son regímenes que combinan cualidades de dictaduras personalistas, de partido único y militares. Cuando los regímenes comparten características de las tres formas de dictaduras, se les llama triple amenaza. Las formas más comunes de dictaduras híbridas son los híbridos personalistas/de partido único y los híbridos personalista/militar.[10]
Una de las tareas de la ciencia política es medir y clasificar los regímenes como dictaduras o democracias. Freedom House, Índice de democracia, Polity IV y Democracy-Dictatorship Index son cuatro de las series de datos más utilizadas por los politólogos.[23] En general, existen dos enfoques de investigación: el enfoque minimalista, que se centra en si un país tiene elecciones continuas que son competitivas, y el enfoque sustantivo, que amplía el concepto de democracia para incluir los derechos humanos, la libertad de prensa y el estado de derecho . El índice Democracia-Dictadura se ve como un ejemplo del enfoque minimalista, mientras que la serie de datos Polity usa el otro enfoque.[24][25][26][27]
Entre las dos guerras mundiales, se han descrito cuatro tipos de dictaduras: constitucional, comunista, contrarrevolucionaria y fascista. Desde la Segunda Guerra Mundial, se ha reconocido una gama más amplia de dictaduras, incluidas dictaduras del Tercer Mundo, dictaduras teocráticas o religiosas y dictaduras dinásticas o basadas en la familia.[28]
Durante la etapa republicana de la Antigua Roma, un dictador era un magistrado especial que tenía poderes bien definidos, normalmente durante seis meses, generalmente en combinación con un consulado. A los dictadores romanos se les asignó el poder absoluto durante tiempos de emergencia. En la ejecución, su poder originalmente no era arbitrario ni inexplicable, estaba sujeto a la ley y requería una justificación retrospectiva. No hubo estas dictaduras después del comienzo del siglo II a. C. y dictadores posteriores como Sila y los emperadores romanos ejercieron el poder mucho más personal y arbitrariamente. Como el emperador romano era un rey en todo menos en el nombre, un concepto que seguía siendo negativo para la sociedad romana tradicional, la institución no se mantuvo tras las instauración del Imperio romano.
Después de las guerras de independencia hispanoamericanas, varios dictadores llegaron al poder en muchos países liberados. A menudo liderando un ejército privado, estos caudillos o líderes políticos y militares autoproclamados atacaron a gobiernos nacionales débiles una vez que controlaron las potencias políticas y económicas de una región, con ejemplos como Antonio López de Santa Anna en México y Juan Manuel de Rosas en Argentina. Tales dictadores también han sido llamados "personalismos".
La ola de dictaduras militares en América del Sur en la segunda mitad del siglo XX dejó una marca particular en la cultura latinoamericana. En la literatura latinoamericana, la novela del dictador escrita para desafiar la dictadura y el caudillismo es un género significativo. También hay muchas películas que representan las dictaduras militares de América Latina.
En la primera mitad del siglo XX, las dictaduras comunistas y fascistas aparecieron en una variedad de países europeos y extremo oriente, que son distintos de las dictaduras en América Latina y las dictaduras poscoloniales en África y Asia. Los principales ejemplos de dictadura totalitaria moderna incluyen:
Después de la Segunda Guerra Mundial, los dictadores se establecieron en varios nuevos estados de África y Asia, a menudo a expensas o en el fracaso de las constituciones heredadas de las potencias coloniales. Estas constituciones a menudo no funcionan sin una clase media fuerte o trabajan en contra de la regla autocrática preexistente. Algunos presidentes electos y primeros ministros tomaron el poder al reprimir a la oposición e instalar el gobierno de un solo partido y otros establecieron dictaduras militares a través de sus ejércitos. Cualquiera que sea su forma, estas dictaduras tuvieron un impacto adverso en el crecimiento económico y la calidad de las instituciones políticas. Los dictadores que permanecieron en el cargo por un largo período de tiempo encontraron cada vez más difícil llevar a cabo políticas económicas sanas.[29] La dictadura explotadora a menudo citada es el régimen de Mobutu Sese Seko, que gobernó Zaire desde 1965 hasta 1997, malversó más de $ 5 mil millones de su país.[30]
La dinámica global de la democratización ha sido una cuestión central para los científicos políticos.[31][32] El politólogo Samuel P. Huntington habla de la Tercera Ola Democracia que convertía algunas dictaduras en democracias.[31] La Tercera ola comenzó en 1974 (Revolución de los Claveles, Portugal) e incluyó las transiciones democráticas históricas en América Latina en la década de 1980, los países y regiones de Asia Pacífico (Filipinas, Corea del Sur y Taiwán) de 1986 a 1988, Europa del Este después del colapso de la Unión Soviética y África subsahariana a partir de 1989.[31]
Varios factores determinan la estabilidad de una dictadura y deben mantener algún grado de apoyo popular para evitar que crezcan los grupos de resistencia. Esto puede asegurarse a través de incentivos, como la distribución de recursos financieros o promesas de seguridad, o puede ser a través de la represión, en la que se castiga la falta de apoyo al régimen. La estabilidad puede debilitarse cuando los grupos de oposición crecen y se unifican o cuando las élites no son leales al régimen.[33] Las dictaduras unipartidistas son generalmente más estables y duran más que las dictaduras militares o personalistas.[34]
Una dictadura puede caer por un golpe militar, una intervención extranjera, una negociación o una revolución popular.Un golpe militar a menudo se lleva a cabo cuando un régimen amenaza la estabilidad del país o durante períodos de inestabilidad social. La intervención extranjera tiene lugar cuando otro país busca derrocar un régimen invadiendo el país o apoyando a la oposición. Un dictador puede negociar el fin de un régimen si éste ha perdido legitimidad o si parece probable una destitución violenta. La revolución tiene lugar cuando el grupo de oposición crece lo suficiente como para que las élites del régimen no puedan reprimirlo o decidan no hacerlo.[33] Las destituciones negociadas tienen más probabilidades de terminar en democracia, mientras que las destituciones por la fuerza tienen más probabilidades de resultar en un nuevo régimen dictatorial. Es más probable que un dictador que ha concentrado un poder significativo sea exiliado, encarcelado o asesinado después de su derrocamiento y en consecuencia, es más probable que se niegue a negociar y se aferre al poder.[35]
Las dictaduras suelen ser más agresivas que la democracia cuando están en conflicto con otras naciones, ya que los dictadores no tienen que temer los costos electorales de la guerra. Las dictaduras militares son más propensas al conflicto debido a la fuerza militar inherente asociada con dicho régimen y las dictaduras personalistas son más propensas al conflicto debido a las instituciones más débiles para controlar el poder del dictador.[33] En el siglo XXI, las dictaduras se han movido hacia una mayor integración con la comunidad global y cada vez más intentan presentarse como democráticas.[36] Las dictaduras suelen recibir ayuda exterior con la condición de que avancen hacia la democratización.[37] Un estudio encontró que las dictaduras que se dedican a la extracción de petróleo tienen más probabilidades de permanecer en el poder, con el 70,63 % de los dictadores que se dedican a la extracción de petróleo aún en el poder después de 5 años de dictadura, mientras que solo el 59,92 % de los dictadores que no producen petróleo sobrevivir los primeros 5 años.[38]
La mayoría de las dictaduras celebran elecciones para mantener la legitimidad y la estabilidad, pero estas elecciones suelen ser poco competitivas y no se permite que gane la oposición. Las elecciones permiten que una dictadura ejerza cierto control sobre la oposición al establecer los términos bajo los cuales la oposición desafía al régimen. Las elecciones también se utilizan para controlar a las élites dentro de la dictadura, exigiéndoles que compitan entre sí e incentivándolas a ganarse el apoyo de la población, lo que permite que las élites más populares y competentes sean promovidas en el régimen. Las elecciones también respaldan la legitimidad de una dictadura al presentar la imagen de una democracia, estableciendo una negación plausible de su condición de dictadura tanto para la población como para los gobiernos extranjeros. Si fracasa una dictadura, las elecciones también permiten a los dictadores y las élites aceptar la derrota sin temer un recurso violento. Las dictaduras pueden influir en los resultados de una elección a través del fraude electoral, la intimidación o el soborno de candidatos y votantes, el uso de recursos estatales como el control de los medios, la manipulación de las leyes electorales, la restricción de quién puede postularse como candidato o la privación de derechos demográficos que pueden oponerse a la dictadura.[33]
En el siglo XX, la mayoría de las dictaduras celebraron elecciones en las que los votantes solo podían optar por apoyar a la dictadura y solo una cuarta parte de las dictaduras partidistas permitían la participación de candidatos de la oposición. Desde el final de la Guerra Fría, más dictaduras han establecido elecciones "semi-competitivas" en las que la oposición puede participar en las elecciones pero no ganar, con aproximadamente dos tercios de las dictaduras permitiendo candidatos de la oposición en 2018. Los partidos de oposición en las dictaduras pueden ser restringidas impidiéndoles hacer campaña, prohibiendo los partidos de oposición más populares, impidiendo que los miembros de la oposición formen un partido o exigiendo que los candidatos sean miembros del partido gobernante. Las dictaduras pueden celebrar elecciones semicompetitivas para calificar como extranjeras, para demostrar el control de un dictador sobre el gobierno o para incentivar al partido a expandir su capacidad de recopilación de información, particularmente a nivel local. Las elecciones semicompetitivas también tienen el efecto de incentivar a los miembros del partido gobernante a brindar un mejor trato a los ciudadanos para que sean elegidos como candidatos del partido debido a su popularidad.[35]
En una dictadura, la violencia se usa para coaccionar o reprimir toda oposición al gobierno del dictador y la fuerza de una dictadura depende de su uso de la violencia. Esta violencia se ejerce con frecuencia a través de instituciones como las fuerzas armadas o policiales. El uso de la violencia por parte de un dictador suele ser más grave durante los primeros años de una dictadura, porque el régimen aún no ha consolidado su gobierno y aún no se dispone de información más detallada sobre la coerción dirigida. A medida que la dictadura se afianza, se aleja de la violencia recurriendo al uso de otras medidas coercitivas, como restringir el acceso de las personas a la información y rastrear a la oposición política. Se incentiva a los dictadores a evitar el uso de la violencia una vez que se establece una reputación de violencia, ya que daña las otras instituciones de la dictadura y representa una amenaza para el gobierno del dictador si las fuerzas gubernamentales se vuelven desleales.[35]
Las instituciones que coaccionan a la oposición mediante el uso de la violencia pueden cumplir diferentes funciones o pueden utilizarse para contrarrestarse entre sí a fin de evitar que una institución se vuelva demasiado poderosa. La policía secreta se utiliza para recopilar información sobre opositores políticos específicos y llevar a cabo actos de violencia dirigidos contra ellos, las fuerzas paramilitares defienden al régimen de los golpes de Estado y los militares formales defienden la dictadura durante las invasiones extranjeras y los principales conflictos civiles.[35]
El terrorismo es menos común en las dictaduras. Permitir que la oposición tenga representación en el régimen, por ejemplo, a través de una legislatura, reduce aún más la probabilidad de ataques terroristas en una dictadura.[39] Las dictaduras militares y de un solo partido tienen más probabilidades de experimentar terrorismo que las dictaduras personalistas, ya que estos regímenes están bajo más presión para experimentar cambios institucionales en respuesta al terrorismo.[40]
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