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pintor español (1632-1697) De Wikipedia, la enciclopedia libre
Vicente Berdusán y Osorio (Ejea de los Caballeros, Aragón, 22 de enero de 1632[1] - Tudela, Navarra, 30 de enero de 1697) fue un pintor barroco español que realizó numerosas obras principalmente por todo Aragón, La Rioja y Navarra, aunque también en otros lugares como Madrid, Cataluña y País Vasco. Pertenece a la generación de maestros de la escuela de Madrid.[2][3]
Vicente Berdusán | ||
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Conversión del duque Guillermo de Aquitania (1673). Óleo sobre lienzo, 293 x 442 cm, Museo de Zaragoza, procedente del Monasterio de Veruela. | ||
Información personal | ||
Nacimiento |
22 de enero de 1632 Ejea de los Caballeros (España) | |
Fallecimiento |
30 de enero de 1697 Tudela (España) | (65 años)|
Información profesional | ||
Ocupación | Pintor | |
Firma | ||
Nació el 22 de enero de 1632, siendo bautizado al día siguiente en la parroquia de Santa María en Ejea de los Caballeros (Zaragoza) en donde transcurrió su infancia. Era hijo de Bernardo Berdusán, sastre, y Catalina Osorio, único varón, y el más pequeño, de ocho hermanos. En 1636 aún consta residiendo en Ejea, gracias al registro de la confirmación recibida el 23 de abril de ese año de manos del arzobispo Pedro de Apaolaza.[4][5]
En 1640 queda huérfano de padres y también fallece la hermana mayor, Isabel Berdusán. Entre 1642-1644 consta su residencia en Tudela (Navarra) donde es acogido por su tío, el arquitecto y escultor Juan de Gurrea, natural de Ejea también, que asumió su tutela. Juan de Gurrea estaba especializado en la realización de retablos por lo que no debe descartarse un primer aprendizaje de Berdusán en su taller,[4][5] al menos, hasta 1644 año en que fallece Gurrea.[6]
El período 1644-1653 en la vida de este artista está vacío de noticias documentalmente ciertas sobre su vida, período que coincide con su etapa de aprendizaje y formación artística. Para el investigador Juan Carlos Lozano López, doctorado con una tesis sobre este artista, la posibilidad de que realizara un primer aprendizaje, con algún autor local, en Zaragoza, seguido de una estancia posterior en Madrid, dada «la fuerte impronta de la pintura madrileña que su arte evidencia» sin descartar tampoco que artistas locales de Tudela pudieran, igualmente, haber contribuido parcialmente a este proceso.[7]
Así pues, su formación pudo tener lugar en diferentes lugares, incluida Tudela. Con su tío, el pintor Fernando de los Mozos, residente en Zaragoza, es muy probable que también estuviera de aprendiz durante bastante tiempo. Con él estaría unos cuatro años de 1645-1648 trasladándose luego, quizá, a Madrid, al taller de Juan Carreño de Miranda, pues falta de Tudela hasta 1653. Allí aprende el lenguaje de los venecianos y flamencos que se estaba gestando en la escuela madrileña posterior a Velázquez.
Toma de Francisco Rizi las escenografías y los paisajes arquitectónicos como de teatro, y de Carreño el color veneciano y la técnica de manchas aprendida de Tiziano. También se aprecia que conoce el tenebrismo, la pintura veneciana y la composición flamenca. Por eso, unas veces se acerca a Tiziano, otras a Rubens y su obra es un receptáculo de distintas influencias barrocas internacionales.
En 1655 se casó en Tudela con Margarita Saviñán Royo. De este enlace nacieron siete hijos. Asentado en Tudela, donde vivió y trabajó hasta su fallecimiento el 30 de enero de 1697, Berdusán abrió un taller de pintura que abasteció de pintura religiosa a un extenso territorio que tuvo su centro en el valle medio del Ebro y abarcó Aragón, Navarra y La Rioja, con extensiones hacia País Vasco y Madrid.[8][9]
La década de 1660 supone su consolidación profesional y la definición del estilo, evolucionando desde planteamientos algo arcaicos a pintar de una forma más desenvuelta. Progresivamente prevalece el color y los efectos lumínicos. En línea con la pintura del pleno barroco, se muestra en perfecta sintonía con la forma de hacer de los artistas coetáneos de la escuela madrileña. Sin llegar todavía a su madurez artística, va desarrollando una personalidad propia dentro de este contexto.[10]
En opinión de sus biógrafos e historiógrafos, el año 1666 supone un hito importante en su trayectoria. Ese año, el convento de Trinitarios de Pamplona, según cuenta Antonio Palomino, recibe el gran cuadro de altar solicitado por los frailes a Rizi unos años antes y realizado por Carreño con el tema de La fundación de la Orden Trinitaria, un lienzo destinado al altar mayor de la iglesia del convento que posteriormente estuvo durante mucho tiempo perdido y actualmente se conserva en el Museo del Louvre.[11]
Muy estrecha parece haber sido la colaboración de Carreño con Rizi en este cuadro de considerables dimensiones (5,00x3,15 m.), por el que se pagaron 500 ducados de plata. Está firmado y fechado en solitario por Carreño en 1666, aunque existe un documento que da testimonio de su colocación en el templo en el que se indica que fue pintado por «Rizio y Carreño». La idea original, sin embargo, corresponde a una composición proporcionada por Rizi, de la que se conoce un detallado dibujo conservado en la Galleria degli Uffizi, dibujo pasado al lienzo por Carreño con muy ligeras variaciones.[11][12][13]
Es una de las obras más complejas y apreciadas en todo tiempo dentro de la producción de Carreño, con la que el barroco más internacional triunfaba definitivamente en Madrid. Pero es precisamente cuanto tenía de novedad la pintura lo que produjo el inicial rechazo de los frailes, especialmente en cuanto la pudieron ver de cerca, según cuenta Palomino, por lo que no la quisieron admitir y solo cambiaron de opinión ante la intervención de Vicente Berdusán, para los frailes, un pintor de crédito.[14] En el siglo XVII era frecuente la intervención de artistas en peritajes o informes artísticos.[15]
El estudio de esta obra maestra «debió de causar en Berdusán una honda impresión que actuó a modo de revelación artística»; aunque los estilos de ambos pintores mostraban ya gran afinidad, en la obra del avilesino relucía una madurez artística de veinte años de diferencia respecto al ejeano.[16]
Es a comienzos de los años setenta cuando Berdusán parece alcanzar la madurez logrando con su pintura cotas de gran calidad, nivel que se mantendrá en la década siguiente. Su producción aragonesa se incrementa notablemente; especial mención merece el conjunto pictórico realizado para el Real Monasterio de Santa María de Veruela.
La década de 1680 prosigue su fecunda labor en la producción aragonesa, tanto por el número de encargos como por su entidad y calidad. Realiza obras para Magallón y Daroca (Zaragoza), para Gea de Albarracín (Teruel), Maluenda y Villafranca de Ebro (Zaragoza). Se tratan en estos casos citados de pinturas para retablos, intercalando algunos encargos de cuadros de caballete, siempre de temática religiosa, para particulares.
Fue un pintor de motivos religiosos con sólo alguna excepción, marcado por la Contrarreforma, por su sensibilidad y devociones. No tuvo una gran biblioteca, pero empleó textos del Nuevo Testamento, la Leyenda áurea, las historias de los Santos, de las propias órdenes y también fuentes gráficas, como estampas grabadas, sobre todo flamencas, de Rubens.[17] Su espiritualidad barroca, le lleva como artista a pintar temas propios de la época: milagros, santos repartiendo limosna, éxtasis, apoteosis, predicaciones, vida de la Virgen y de Cristo, la Trinidad y los nuevos santos canonizados en 1622: Santa Teresa de Jesús, San Ignacio, San Francisco Javier, San Felipe Neri, San Carlos Borromeo, San Estanislao de Kostka, Ángeles en todas sus formas y también a la Inmaculada.[18]
Pintó ciclos monásticos como es común en los artistas de entonces, con historias de la orden correspondiente con el fin de decorar los conventos.
Entre su obra podemos destacar, además de la ya citada, fuera de Navarra, los cuadros del Museo de Zaragoza, de la catedral de Huesca, el retablo del convento de Santa Teresa de Lazcano (Guipúzcoa) y la iglesia de San Ildefonso de Madrid. En Navarra se encuentran muchos otros retablos de este autor.
Fue artista prolífico; hay documentadas más de trescientas obras firmadas y fechadas. Como afirmaba en 1993 Ismael Gutiérrez Pastor, «la importancia y la magnitud de la obra desarrollada por Berdusán en el valle medio del Ebro, en torno a la Ribera navarra, Tarazona, Zaragoza y Huesca, desborda con mucho» los catálogos berdusanescos inicialmente realizados.[19] Sin embargo, se desconocen documentos sobre obras de dorado y policromía de retablos, algo extraño en una región y en una ciudad que era «foco retablístico y escultórico de primer orden para la Ribera navarra y se ramifica a Aragón y La Rioja.»[20]
Además de esa abundancia de obras autógrafas, especialmente entre 1661 y 1696, existe abundante obra que si no puede ser atribuible a este autor o su taller. Este hecho pone de manifiesto la fuerte influencia de su estilo dando lugar a lo que se denomina el berdusanismo, concepto apuntado en la tesis de Lozano López como «un conjunto de autores y obras, surgidos tras la estela de Berdusán en los que se evidencia una voluntad de imitación de su pintura».[21]
Varias obras más en el Museo de Navarra y en el Museo de la Encarnación-Fundación Arrese de Corella.
En la Ribera Navarra los retablos mayores de Funes, Caparroso y Corella.
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