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pintor español De Wikipedia, la enciclopedia libre
Rafael Romero Barros (Moguer, 30 de mayo de 1832-Córdoba, 2 de diciembre de 1895)[1][2] fue un pintor español. Su obra es costumbrista y romántica.[3] Fue padre y profesor del también pintor Julio Romero de Torres.
Rafael Romero Barros | ||
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Información personal | ||
Nacimiento |
30 de mayo de 1832 Moguer (España) | |
Fallecimiento |
2 de diciembre de 1895 Córdoba (España) | (63 años)|
Sepultura | Cementerio de San Rafael (Córdoba) | |
Nacionalidad | Española | |
Familia | ||
Hijos | ||
Información profesional | ||
Ocupación | Pintor | |
Años activo | 1862-1883 | |
Movimiento | Orientalismo | |
Nació el 30 de mayo de 1832 en la casa paterna de la calle Jilascura de Moguer.[1] Su padre fue Rafael Romero, nacido en Pozoblanco, y su madre Antonia Barros, nacida en Córdoba.[4] Se asentaron en Moguer por motivos laborales de su padre.[5] Eran una familia humilde.[1] El 31 de mayo fue bautizado en la iglesia de Nuestra Señora de la Granada[6] como Rafael Fernando Antonio de la Santísima Trinidad.[6] Con tan solo tres meses, sus padres se trasladaron a Sevilla por razones laborales.[4]
A los doce años cursó sus estudios en la Universidad Literaria de Sevilla, sita en la calle Laraña, estudiando Latinidad y Filosofía entre los años 1844 y 1847.[4] Las clases de Retórica y Poética le fueron impartidas por Francisco Rodríguez Zapata, que también fue profesor de Gustavo Adolfo Bécquer.[7] Las clases de Historia Natural le fueron impartidas por el médico y catedrático Antonio Machado Núñez, abuelo de los poetas Manuel y Antonio Machado.[7] Fernando Sánchez de Castro fue su profesor de Física y Química.[7]
Por aquel entonces empezó a estudiar la técnica de la pintura en el estudio del conocido paisajista Manuel Barrón y Carrillo y en la Academia de Bellas Artes de Sevilla. En las clases de pintura fue compañero de Valeriano Domínguez Bécquer.[7] En esta época era habitual la pintura costumbrista.[7] Durante su aprendizaje copió a muchos artistas barrocos y contemporáneos.[7]
En 1856 contrajo matrimonio con María del Rosario Torres Delgado en la iglesia del Sagrario de la catedral.[7][5] Fruto de este matrimonio tuvo sus ocho hijos: Eduardo (1859-1905), empleado en un banco; Rafael (1865-1898), pintor y dibujante; Carlos (1867-¿1891?), escultor que emigró en 1889 a Buenos Aires; Rosario, Enrique (1872-1956), pintor y académico del arte; Fernando (1873-1941), dedicado al mundo de las finanzas; Julio (1874-1930), pintor modernista; y Ángela (1880-1975), que continuó la labor de su hermano Enrique.[8]
El 30 de mayo de 1862, a la edad de treinta años, el secretario general del ministerio de Instrucción Pública, Pedro Sabau Larroya, lo nombró conservador del Museo Provincial de Pinturas de Córdoba (actual Museo de Bellas Artes de Córdoba). Este museo, en realidad, tenía piezas arqueológicas, escultóricas y cuadros. Muchas de estas obras eran de arte sacro, conseguidas tras la desamortización de Mendizábal entre 1836 y 1838. Este museo comenzó a funcionar en 1854 bajo la dirección de Diego Monroy Aguilera.[9] Como conservador, Romero Barros restauró y limpió obras de muchos autores.[10]
En 1865 Rafael J. de Lara y Pineda, vicepresidente de la Diputación Provincial, fundó la Escuela de Bellas Artes de Córdoba.[10] Romero Barros impartía clases de Dibujo y Figura.[10] En 1867 el Estado creó por Real Decreto el Museo Arqueológico de Córdoba, que fue configurado por Romero Barros siguiendo el modelo del Museo Arqueológico Nacional de Madrid. En 1870 Romero Barros fue nombrado director de la Escuela de Bellas Artes.[10] En 1871 fue nombrado conservador interino del Museo Arqueológico y en 1881 fue nombrado conservador del mismo.[11]
En 1865 fue nombrado miembro de la Sociedad Económica de Córdoba y en 1868 fue elegido como correspondiente de la Real Academia de San Fernando.[12]
Alfonso XII adquirió una obra suya de la huerta de Morales.[12] En 1875 fue a Madrid para pintar un retrato del monarca.[12] En 1877 intervino en la realización de una exposición de paisajes y cuadros costumbristas organizada por la Sociedad Económica cordobesa a la que asistió el rey Alfonso. Este quedó satisfecho por el museo y por la exposición y nombró a Romero pintor honorario de cámara.[13]
En 1870 fue nombrado secretario de la Comisión Local de Monumentos de Córdoba.[14] Centró su atención en la restauración y conservación de la Mezquita-Catedral (declarada Monumento Nacional en 1882) y de la Sinagoga (declarada Monumento Nacional en 1885).[14]
En 1874 el pintor belga Carlos de Haes visitó Córdoba. Es posible que se encontrase con Romero,[12] ya que la influencia de Haes en la obra de Romero parece darse en algunos cuadros de paisajes posteriores.[15]
Fue maestro de arte de sus hijos Rafael, Enrique y Julio. También fue maestro de Mateo Inurria, Hidalgo de Caviedes, Manuel Villegas Brieva, Tomás Muñoz Lucena, Juan Montis y José Serrano Pérez.[11]
Tras su muerte el Ayuntamiento de Córdoba rotuló con su nombre la calle Sillería[16] y, en 1906, el Ayuntamiento de Moguer hizo lo mismo con la calle Jilascura.[6] Su cuerpo descansa en el cementerio de San Rafael de Córdoba.
Escribió relatos de ficción de ambiente histórico como: Un recuerdo del siglo XVII (1879) publicado por el Diario de Córdoba y por la revista La Integridad de la Patria; o Zaida, leyenda árabe (1890) publicado por el Diario de Córdoba.[13]
Francisco María Tubino, propietario del diario sevillano La Andalucía, y los dos Amador de los Ríos (padre e hijo) fomentaron el interés de Romero por la crítica de arte y la arqueología.[13] El 4 de febrero de 1872 pronunció en la Academia de Córdoba un discurso titulado Consideraciones generales sobre el objeto e importancia de la arqueología, que fue publicado por el Diario de Córdoba el 2 de marzo.[13] El 10 de mayo de 1875 leyó en la Academia de Córdoba un discurso titulado Consideraciones generales sobre el arte: Velázquez y Murillo. En 1878 escribió, también sobre pintura, el artículo Consideraciones generales sobre la Belleza.[13] Sobre arqueología escribió artículos sobre la lápida aparecida en Santaella,[13] sobre dos pavimentos de mosaico encontrados en Bovadilla,[14] las lápidas cordobesas de La Albayda y la calle de Los Manueles, la epigrafía de los capiteles árabes de la casa del Barón de San Calixto, sus planteamientos acerca de la Munda romana, etc.[14]
Sus obras de la etapa sevillana muestran una gran adaptación a diferentes estilos y tendencias artísticas. En esta etapa también está muy influenciado por las enseñanzas artísticas y académicas de su maestro Balbino Marrón. Esta destreza le permitió adquirir un estilo personal en Córdoba.[17]
También pintó el cuadro La Cruz del Campo, en fecha desconocida, y que se encuentra desaparecido.[37]
En 1862 se trasladó a Córdoba. Empezó a adquirir un estilo propio a finales de la década de 1860. Empieza a pintar con gran realismo y descriptivismo, dejando de lado los paisajes idealizados y románticos de campos y ciudades. Sus primeras pinturas cordobesas dan testimonio de esa transición hacia este nuevo modo de trabajar.[38] Se han señalado ciertos paralelismos con el pintor catalán Ramón Tusquets.[39]
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