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actriz y cantante argentina De Wikipedia, la enciclopedia libre
Libertad Lamarque (Rosario, Santa Fe, 24 de noviembre de 1908-Ciudad de México, México, 12 de diciembre de 2000) fue una actriz y cantante argentina.
Libertad Lamarque | ||
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Libertad Lamarque, c. 1940. | ||
Información personal | ||
Nombre de nacimiento | Libertad Lamarque Bouza | |
Apodo | La novia de América | |
Nacimiento |
24 de noviembre de 1908 Rosario, Santa Fe, Argentina | |
Fallecimiento |
12 de diciembre de 2000 (92 años) Ciudad de México, México | |
Causa de muerte | Neumonía | |
Nacionalidad | Argentina y mexicana | |
Familia | ||
Cónyuge |
Emilio Romero (1926-1935) Alfredo Malerba (1945-1994) | |
Hijos | 1 | |
Información profesional | ||
Ocupación | Actriz, cantante | |
Años activa | 1924-2000 | |
Género | Tango | |
Instrumento | Soprano ligera | |
Discográfica | RCA Victor | |
Premios artísticos | ||
Premios Ariel |
Ariel de Oro 2000 Por trayectoria | |
Sus inicios en la actuación ocurrieron a la edad de siete años en obras vinculadas a la militancia anarquista de su padre. En 1924, instalada en Buenos Aires, fue contratada para actuar en el Teatro El Nacional y grabar discos con la compañía RCA Víctor, convirtiéndose en una de las primeras cantantes de tango surgidas en la década de 1920 que crearon la modalidad vocal femenina en el rubro. Su debut en cine ocurrió en 1930 cuando protagonizó un filme mudo, Adiós, Argentina, de Mario Parpagnoli, mientras que en 1933 intervino en la primera película sonora argentina, ¡Tango!, junto a Tita Merello.[1][2] Calificada como «la reina del tango», al año siguiente fue elegida «Miss Radio» por votación popular en la revista Sintonía. Su consagración como actriz melodramática ocurrió luego de que protagonizara El alma del bandoneón (1935), tras la cual fue contratada por José A. Ferreyra para encabezar Ayúdame a vivir (1936) —donde también fue argumentista—, La ley que olvidaron (1937) y Besos brujos (1938), que le dieron popularidad en Argentina y el resto de América Latina. Su labor en Puerta cerrada (1939) le mereció el premio a la mejor actriz extranjera en Croacia.
Un nuevo contrato con los Estudios San Miguel significó su traspaso a la comedia y fue así como filmó Eclipse de sol (1942) y Romance musical (1946).[1] Tras un altercado con la actriz Eva Duarte —posteriormente primera dama— durante el rodaje de La cabalgata del circo (1945), debió exiliarse en México, donde vivió hasta su muerte y desarrolló una amplia trayectoria cinematográfica, en casi cincuenta películas como Otra primavera (1949), Ansiedad (1952), Escuela de música (1955) y El pecado de una madre (1960).[3][4] Durante la década de 1960, protagonizó un filme en España, Bello recuerdo (1961), y encabezó un espectáculo teatral en Argentina, Hello Dolly!, que tuvo una amplia repercusión. Sus variadas presentaciones en gran parte del continente americano le valieron el apelativo de «la novia de América».[1]
Considerada como la actriz argentina con mayor trayectoria en el ámbito internacional, Lamarque filmó La sonrisa de mamá (1972) y se retiró del cine en 1978. El resto de su carrera estuvo ligado al tango y al medio televisivo, en el que participó de varias telenovelas, como Mamá, Soledad o Amada. Hacia el final de su vida, obtuvo importantes premios y reconocimientos en diversos países.[5] Fue designada «Ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires» en 1990 y «Personalidad Emérita de la Cultura Argentina» en 1995. A la edad de 90 años, incursionó en La usurpadora (1998) y dos años después recibió el premio Ariel de Oro por su trayectoria. Al momento de su muerte, en el 2000, se encontraba grabando la telenovela infantil Carita de ángel (2000).[6]
Su padre, Gaudencio Lamarque (1874-1947), era uruguayo descendiente de franceses y se asentó en Rosario, Santa Fe.[7] A los 32 años, contrajo matrimonio con Josefa «Pepa» Bouza (1863-1932), una viuda española de origen coruñés que contaba con siete hijos a su cargo —Eduvigis, Gonzalo, Elena, Josefa, Amelia, Pedro y Aurora—.[8][9] Ambos tuvieron tres hijos más, dos de los cuales fallecieron de pequeños.[10] La tercera de ellos, Libertad, nació en Rosario el 24 de noviembre de 1908 en la calle Independencia 1959 —actualmente renombrada a Julio A. Roca—.[8] Amamantada por su hermana mayor Eduvigis, creció muy cerca de la severa disciplina de su abuela paterna.[11] Su padre era un militante gremial anarquista y se desempeñaba como hojalatero y artesano de flores de papel, labores que realizaba para sostener económicamente a la numerosa familia. A lo largo de su niñez, la familia de Libertad atravesó numerosas penurias económicas y no logró consolidarse en la clase media. Realizó sus estudios primarios en la Escuela Bernardino Rivadavia y posteriormente, en el Colegio Arcelia Delgado de Arias.[12]
Desde pequeña, se sintió atraída por la actuación y a la edad de siete años, realizó sus primeras presentaciones en funciones a beneficio para los presos regionales. Fue así como interpretó pequeños papeles en obras como Las víboras, de Rodolfo González Pacheco, Los muertos, de Florencio Sánchez, y Madre Tierra, de Alejandro Berruti.[13] Libertad continúo presentándose en carnavales locales y desfiles llevados a cabo en plazas públicas. En 1920, se integró a un grupo de actuación llamado «Los libres», con el que participaba en festivales del ámbito sindical en el que se desenvolvía su padre.[14] Entre sus logros destacan haber ganado un premio en un carnaval de disfraces por su traje de sirena y una medalla de oro en el concurso infantil del Eden Park, además de obtener un reconocimiento como la «reina del corso» en su ciudad natal.[7][15]
Juana Rouco Buela, figura del anarcosindicalismo argentino, describió los inicios artísticos de Lamarque en su libro autobiográfico Historia de un ideal vivido por una mujer (1964):
«Me instalé con un pequeño negocio de librería en la calle Alvear y allí se formó a los pocos días de mi llegada una agrupación cultural que la componíamos varios compañeros. La formaban Luis Difilipo, Juan Lazarte, que entonces eran jóvenes estudiantes, Pedro Lamarque y el viejo Lamarque como lo llamábamos, o sea el padre y hermano de Libertad Lamarque y Juan Ferrer. Esta agrupación realizó varios actos culturales en locales cerrados y plazas públicas... Recuerdo uno que se realizó en el local de un cine donde era tanto el público que no tenía cabida, que se tuvo que abrir la puerta para que pudieran apreciar el acto. En esa función fue donde por primera vez se presentó para cantar Libertad Lamarque, hija del compañero Lamarque, que formaba parte de la agrupación. Libertad era una niña de más o menos 12 años y me tocó a mí ensayarla y lo hizo muy bien. ¡Quién podría pensar que sería esa la iniciación de una carrera artística tan brillante como lleva realizada Libertad Lamarque!, la que nunca se separó totalmente de nuestro ambiente... ».[16]
Cuando contaba con 15 años, fue contratada por José Constanzó para realizar una gira por el sur de la Provincia de Buenos Aires con una pequeña compañía teatral. Inicialmente se presentaron en el Teatro Argentino de La Plata, donde conoció a Azucena Maizani, para luego proseguir por ciudades como Azul, Tandil, Bahía Blanca y Coronel Pringles. En una de sus actuaciones, el público se exaltó tanto con su interpretación del tango «El huérfano» que la ovacionaron para que saliera al escenario a cantarlo de nuevo. Su hermano Pedro también incursionó como actor en esa gira.[17]
En 1923, Lamarque le envió una carta a pedido de su padre al empresario teatral Pascual Carcavallo, propietario del Teatro El Nacional.[7] En la misma, se ofrecía como actriz y exigía 500 pesos de salario mensuales en caso de contrato. Años después, Carcavallo comentó que cuando leyó la carta pensó: «Esta chica está loca o es "alguien"». Decidió contratarla por un año bajo un contrato de 300 pesos.[18][19] En los últimos meses de 1924, Lamarque se trasladó con su madre desde Rosario a una vivienda de la calle Corrientes 1262[20] y realizó su debut en el Teatro El Nacional como extra y corista en la obra El dueño del pueblo, de Julio Sánchez Gardel.[21][22] El contrato se extendió a cuatro años y llegó a participar en cerca de quince obras representadas en El Nacional, entre ellas Tucumancito, El botonazo y El gaucho negro, en muchas de las cuales obtuvo el papel de «damita joven». Carcavallo le financió clases de teatro a ella y a varios integrantes del elenco y, tras oír su interpretación del tango «Tanita de la proa» vestida de marinero, le solicitó a Lamarque que cantara «Mocosita» por recomendación de Salvador Merico y Olinda Bozán, cuyo estreno en la obra La Porota recibió un rotundo éxito.[22] Al mismo tiempo, incorporó otros tangos a su repertorio como «Tatuaje», «Pato», «La cumparsita», «Langosta» y «El ciruja». En 1925, Lamarque fue seleccionada para intervenir en la obra Fruta picada con Florencio Parravicini, que se estrenó a modo de agasajo para el príncipe de Gales con ocasión de su visita a la Argentina.[23]
Dos meses después, debutó en Radio Prieto y fue contratada por la empresa RCA Victor para grabar un disco. El 2 de septiembre de 1926, grabó sus primeros temas musicales: la tonada «Chilenito», de Agustín Irusta, y «Gaucho sol», de Santiago Rocca y Atilio Supparo.[19][24][25] La compañía le pagó inicialmente 150 pesos por cada disco pero luego llegó a cobrar el doble por cada mes.[26] El autor Pedro Ochoa publicó que «será en la década de 1930 cuando su nombre se sume a la corriente principal del tango. Es la década de los cantantes. Y entre las mujeres, un selecto grupo de cancionistas ocupa el centro de la escena: Azucena Maizani, Mercedes Simone, Ada Falcón, la actriz Tita Merello y por supuesto Libertad Lamarque».[7] Las primeras grabaciones que realizó en los años de 1920 fueron eléctricas, conocidas como sistemas de grabación ortofónica, luego utilizó la grabación analógica y finalmente, el sistema digital.[27]
En 1929, Carcavallo la convocó para protagonizar el sainete El conventillo de la Paloma, de Alberto Vacarezza, donde recreó a la muchacha que llaman «Doce Pesos».[19] De acuerdo a Lamarque, «no fui feliz cuando me asignaron... me daba vergüenza hablar y comportarme en forma burda, arrabalera, pero a mi pesar, mi personaje dio que hablar y hasta hoy lo recuerdan algunos... ».[28] La presencia de Lamarque en la obra continuó hasta 1930, momento en que fue reemplazada por Tita Merello.[29] Al mismo tiempo, acompañó a Milagros de la Vega y Carlos Perelli en La sangre de las guitarras, donde interpretó algunas canciones.[28]
El escritor e historiador Horacio Salas, en su obra El tango (ed. Emecé, 1986), señaló que en la adhesión de una gran cantidad de admiradores no faltó tampoco un componente sociológico: «Libertad Lamarque ocupó desde del comienzo de su carrera un segmento que por entonces permanecería vacante: el del arquetipo femenino canónico para la segunda generación inmigratoria, la mujer que pretende imitar los modos de la clase alta [...] En el canto nacional, nada podía encarar mejor este arquetipo que una voz de soprano [...] Ocurría lo mismo con las vaporisidades del vestuario y con las líneas apenas insinuadas en el maquillaje, que sin embargo dejaban su marca de clase en algunos subrayados según las pautas de la moda». Luego agregó, por contraposición a otros arquetipos y sobre la base de algunos temas de su repertorio como «Andate» y «Volvé»: «La mujer que encarna Lamarque no es la cabaretera de los años 1920, imagen del pecado, falsa y licenciosa para quien el engaño, además de una característica del oficio, es una constante inherente a la condición femenina; muy al contrario, ella canta desde los sufrimientos de la mujer casada».[7]
En 1929, comenzó el rodaje del filme mudo Adiós, Argentina —donde Lamarque interpretó a una paisana—, el cual se estrenó el 12 de marzo de 1930 bajo la dirección de Mario Parpagnoli.[2] Tras esa producción, Luis César Amadori la contrató para actuar al lado de Florencio Parravicini en una compañía de espectáculos de revista en el Teatro Maipo, junto a un elenco de actores que incluía a Alberto Anchart y León Zárate.[8] Lamarque continuó trabajando en el Maipo hasta 1933, cuando voluntariamente suspendió su contrato.[30] En 1931, fue invitada por la Municipalidad de Buenos Aires para formar parte de un concurso benéfico en el Teatro Colón. Ahí, fue elegida «reina del tango» por votación popular entre muchas otras cancionistas de su época.[31][7]
En 1932, a manera de conmemoración de las mil presencias escénicas, realizó una gira por Paraguay y diversas provincias argentinas junto a músicos como Gregorio Rivero, Ángel Las Heras y Nicolás Ferrari.[19] A su regreso, fue convocada por Argentina Sono Film para comenzar a filmar ¡Tango! (1933), la primera película sonora argentina, bajo dirección de Luis José Moglia Barth.[32] El nombre de Lamarque, sobre la base de un acuerdo predeterminado, debía aparecer en los créditos por encima del de los demás integrantes del elenco. Durante el mes que duró la filmación, recibió 250 pesos por cada día de rodaje. La idea de la película estuvo a cargo de Ángel Mentasti, que buscaba reunir a artistas populares del teatro y la radio.[33]
En 1935, Lamarque se consolidó como actriz melodramática tras su actuación en El alma del bandoneón, junto a Santiago Arrieta, donde interpretó algunos tangos de Enrique Santos Discépolo.[34] Los autores Manrupe y Portela definieron el filme como la «ópera prima de Soffici al servicio de Lamarque».[35] Finalizado el rodaje, emprendió una gira por Argentina, Chile y Perú, y se destacó como cancionista junto al trío Rodio-Malerba-Artola en múltiples emisoras como Radio Stentor, París y Splendid.[36] Poco después resultó elegida «Miss Radio», según una encuesta realizada por la revista Sintonía de 1934, en la que obtuvo 57 483 votos.[7]
Ante la negativa de los autores del momento a arriesgarse a escribir para el cine sonoro, Lamarque decidió ser la argumentista de su próxima película, Ayúdame a vivir (1936), de forma tal que el personaje a interpretar se adaptara a su personalidad. El director de la SIDE, Alfredo Murúa, estuvo de acuerdo con la idea y a pedido de la actriz, Atilio Supparo se encargó de idear el tango principal que da nombre al filme, con música de Alfredo Malerba y Héctor Artola.[37] El guion narra las desventuras románticas de una joven y recoge experiencias personales de la propia Lamarque. Según la historiadora Estela Dos Santos, con Ayúdame a vivir «fundaron algo así como la ópera tanguera cinematográfica». El director del filme, José A. Ferreyra, evocó luego que «ahí Libertad... operó el milagro de conquistar el Pacífico para la cinematografía argentina».[7] La película recibió críticas negativas por parte de la prensa pero tuvo un éxito rotundo en cuanto a público. De hecho, durante su estreno en el cine Monumental, el público que se había aglomerado a la salida comenzó a mover el automóvil en el que se trasladaba Lamarque.[7] En Cuba, el filme llegó a ser tan popular que era común que las personas en las confiterías o bares, en lugar de ordenar un café cortado, pidieran un «ayúdame a vivir».[2] Fue por esa época que Lamarque fue contratada por Jaime Yankelevich como figura principal de Radio Belgrano, emisora en la que permaneció diez años.[38]
«El hecho de haber escrito el argumento no me lo perdonó el periodismo "casi" en general, y nos cayeron despiadadamente, pero el público argentino dijo "sí" desde el primer momento, y el público es irrefutable, él no sabe de entretelones ni de intereses, es imparcial y aplaude lo que le gusta. Así vimos por toda América durante varias décadas Ayúdame a vivir, iluminando las pantallas cuando los dueños de los cines necesitaban fondos urgentes, para levantar algún pagaré».Libertad Lamarque[37]
En 1937, protagonizó el romance musical Besos brujos, donde tuvo como galán a Florén Delbene.[2] En una escena, la actriz presentó el tango homónimo que da origen al título del filme. De acuerdo a Domingo Di Núbila, el estreno del tema «Besos Brujos» interpretado por Lamarque tuvo «... ese magnetismo que imponía religioso silencio en los miles de templos cinematográficos donde se citaban su inmensa legión de fieles admiradores». Jorge Miguel Couselo, por su parte, se refirió a La ley que olvidaron, la siguiente película filmada por la actriz, como la «consolidación total en el estrellato y el paso decisivo a aspiraciones más rutilantes (aunque menos auténticas) y con mayores posibilidades de internacionalización».[39] Lamarque interpretó en ese filme a María, una sirvienta a la cual le expropian su hijo para salvar la reputación de su madre, una joven de alta posición social representada por Herminia Franco. Las tres películas de Lamarque con José Agustín Ferreyra —Ayúdame a vivir, Besos brujos y La ley que olvidaron— llegaron a consolidarse como íconos del melodrama y todas tuvieron la particularidad de que siempre figuraban cuadros musicales en su contenido.[1] Finalizado su contrato con la SIDE, Lamarque recibió una propuesta de los hermanos Mentasti para trabajar con Argentina Sono Film.[40]
Su primera labor para Argentina Sono Film ocurrió en Madreselva (1938), de Luis César Amadori. Claudio España, analizando su actuación, señaló que «nunca se había lucido tanto... y eso que Amadori, si bien la vistió y peinó con dedicación y belleza, no llegó a quitarle cierta expresión levemente arrabalera y un poco aplanada en su deliciosa dicción, propensa a los grititos histéricos y no precisamente durante las canciones, que interpretó siempre como los dioses». Ulyses Petit de Murat coincidió en el primer punto y manifestó que «jamás se lució tanto como en Madreselva». Ahí, Lamarque estrenó los tangos «Madreselva» y «Canción de amor».[41] Madreselva y Puerta cerrada —donde interpretó «La morocha»— fueron presentadas en Francia con notable éxito y elogiadas durante el Festival de Cine de Venecia.[42] De hecho, el periódico Mattino D'Italia, en su edición del 28 de septiembre de 1941, calificó a Lamarque como «una actriz que no admite comparación con muchas estereotipadas del cine norteamericano. Tiene cualidad de temperamento».[43] En 1940, recibió el premio a la mejor actriz extranjera en Yugoslavia por su labor en el filme.[5] Más tarde, publicaría en su autobiografía que Puerta cerrada y La casa del recuerdo fueron «dos alardes de arte».[42] A raíz de sus actuaciones en esos filmes, recibió una propuesta de Paramount Pictures para firmar un contrato de exclusividad por siete años para rodar en Hollywood, la cual rechazó debido al éxito que tenían en ese momentos sus producciones en Argentina.[44][5]
Caminito de gloria, dirigida también por Amadori, tuvo un arduo despliegue de producción pero no consiguió el mismo éxito que las anteriores.[45] Una nueva versión fue realizada en 1960 por el mismo director bajo el título de Mi último tango, junto a Sara Montiel. En su siguiente filme, La casa del recuerdo (1940), Lamarque fue elogiada por su calidad interpretativa.[46] Ahí, realizó un dúo con Alberto Vila y ambos interpretaron canciones de Homero Manzi y Andrés Chazarreta.[46] La película, basada en el argumento de María Luisa Bombal y Carlos Adén, tuvo un amplio éxito y es considerada uno de los mayores exponentes del género melodramático de la historia del cine argentino.[47]
Fue nuevamente dirigida por Mario Soffici en Cita en la frontera, donde interpretó los tangos «Un amor», «Lonjazos», «Cosas del amor» y «Riendo».[48] La trama indicaba que dos hermanos, representados por Florén Delbene y Orestes Caviglia, se enamoran de la misma mujer, el personaje actuado por Lamarque. De acuerdo a La Nación, la actriz se halló «cómoda y desenvuelta». Continuó su carrera en teatro de forma alternada en obras musicales como Tres valses, una adaptación de la opereta de Oscar Straus.[19] Luego de filmar Una vez en la vida, Yo conocí a esa mujer y Cita en la frontera, había desarrollado una fortuna equivalente al valor de 19 vehículos Ford.[49] Sin embargo, sus últimas producciones no tuvieron el éxito esperado y Atilio Mentasti llegó a decirle a Alfredo Malerba: «Libertad está acabada». De acuerdo a la actriz, «ninguna dejó pérdidas... pero no tuvieron el éxito deseado... me ofrecieron menos dinero para celebrar un nuevo contrato».[49] En lugar de aceptar la oferta de los hermanos Mentasti para continuar en Sono Film, Lamarque optó por trasladarse a los Estudios San Miguel en 1942 bajo una propuesta de Miguel Machinandiarena.[49]
Realizó su primera película para ese sello en 1942 con En el viejo Buenos Aires, de Antonio Momplet, donde estrenó la tonada «Pito Juan».[50] El filme se basaba en la epidemia de fiebre amarilla de 1871 y recibió buenas críticas por parte de la prensa.[51] De acuerdo a Lamarque, «fue una gran producción que me dio la oportunidad de mostrarme actuando y cantando diferente».[52] Su contrato con los Estudios San Miguel marcó también su paso al género de la comedia.[1] Fue así como en 1943 protagonizó Eclipse de sol, dirigida por Luis Saslavsky, para la cual debió cambiar la tonalidad de su cabello a rubio platinado.[52]
Su tercera película para San Miguel fue El fin de la noche (1944), donde compuso el personaje de Lola Morel. Su presentación generó polémica ya que sus escenas realistas sobre la Segunda Guerra Mundial en Francia habían sido cuestionadas por la embajada alemana, motivo por el cual sus proyecciones en cine fueron suspendidas una semana después de su estreno.[52] El Heraldo del Cinematografista destacó que Lamarque realizó una buena labor a pesar de no haber sido favorecida por la fotografía ni el vestuario.[53]
Lamarque y Juan Domingo Perón se conocieron circunstancialmente en 1944 cuando un terremoto produjo severos daños en la provincia de San Juan y hubo cerca de 10 000 víctimas. Como otros militares nacionalistas del Grupo de Oficiales Unidos, Perón pertenecía al gabinete del presidente de facto Pedro Pablo Ramírez, donde ejercía como Secretario de Trabajo y Previsión y Secretario de Guerra. Luego de la tragedia, Perón encabezó una convocatoria dirigida a figuras notorias del espectáculo, entre las cuales se hallaba Lamarque, que colaboró aportando dinero —3900 pesos exactamente— al igual que otras actrices.[54]
En su autobiografía, Lamarque expresó que a partir de la asunción de Perón a la presidencia de Argentina en 1946, no recibió más contratos para trabajar en el país, lo cual atribuyó a su relación conflictiva con la actriz Eva Duarte —posteriormente primera dama, esposa de Perón—. También afirmó que había hecho todo lo posible para modificar su situación e incluso se entrevistó con la propia Duarte, pero todos los funcionarios y colegas negaban que existiera una prohibición respecto a su persona.[55][56][57] La autora Marisa Navarro, en su libro Evita, sostuvo que la verdadera razón del exilio de Lamarque fueron las dificultades de la industria cinematográfica vinculadas a la escasez de celuloide. Durante el gobierno de Juan Domingo Perón, la actividad cinematográfica había sido intensa pero la suma de favoritismo y censura para lo que escapara de la visión oficialista había afectado la calidad de las producciones.
Los problemas políticos con actores y la falta de celuloide habían comenzado durante su mandato y se acentuaron con el correr del mismo como así también luego de su derrocamiento en 1955.[58]
Lamarque explicó que nunca tuvo un vínculo cercano con Eva Duarte pero padeció algunos inconvenientes con ella durante la filmación de La cabalgata del circo en 1945, de la que ambas formaron parte. Debido al desabastecimiento de combustible, Lamarque debía trasladarse en tren hasta los estudios cinematográficos al igual que otros integrantes. A los pocos días de haber comenzado el rodaje, la actriz se molestó por la impuntualidad de su colega Duarte que, además, llegaba a los sets en automóvil con el chófer de la intendencia.[55] De acuerdo al historiador Felipe Pigna, la excesiva tolerancia hacia Evita se debía al interés de Miguel Machinandiarena, productor de la película, por retener la concesión del Casino de Mar del Plata que, suponía, podía conservar consintiendo a la concubina del coronel Perón.[59] En sus memorias, Lamarque relató que en una ocasión:
«... la vimos llegar [a Eva]. Saludó cordial y jovialmente a los presentes... Inmediatamente después, y mientras la preparaban para maquillarla, empezó a hablar animadamente... "Llegué tarde y eso que me traje el auto de la Intendencia. ¡Qué largo es el camino hasta aquí... qué lejos queda este estudio! ¿A qué hora terminaremos de filmar? A las cuatro regresará el chófer a buscarme..." Mis compañeros siguieron trabajando en silencio; solo yo, lentamente, en tono bajo y firme, le dije, mientras seriamente miraba en mi pequeño espejo de mano: "Tiene usted muy buen corazón, así que cuando le sobre gasolina, tráiganos un poco al estudio por favor, aunque sea en la boca, en un buche"».[55]
Cuando los directivos de Estudios San Miguel le sugirieron a Lamarque que aceptara la amistad de Eva Duarte, respondió: «Yo jamás me arrimé al sol que más calienta».[55] El director del filme, Mario Soffici, señaló más tarde que existió un «roce que no pasó a mayores».[59] Sin embargo, comenzaron a surgir rumores acerca de una supuesta bofetada que Lamarque le habría propinado a Evita.[55] Si bien se encargó de desmentirlo públicamente por el resto de su vida, el rumor se propagó y adquirió repercusión a nivel nacional a tal punto que se convirtió en una leyenda urbana:
«No quiero que la gente siga preguntando si le pegué una cachetada o no a Evita. Todo fue muy distinto... Ella no cumplía con su trabajo. Y eso a mí me molestaba. Por su retraso en la filmación de La cabalgata del circo yo debía esperar horas y horas. Eva, mientras todo el grupo de trabajo estaba ya en el set, se quedaba almorzando con el director de la película o el productor. Siempre estaba rodeada de hombres del ambiente. Estaba todo listo para rodar la escena y ella no aparecía. Llegó un momento en que nos agotamos. Hugo del Carril prefirió quedarse de pie, pero yo me fui a sentar, allí mismo, sin moverme de mi sitio. De pronto alguien dijo "ahí viene Eva" y se alborotó el avispero. Por primera vez le dirigí la palabra. Haciendo una enorme reverencia, doblándome en dos todo lo que pude, lo que me permitía el corsé que lucía durante el rodaje, le dije: "Buenas tardes..." Lo dije así, con furia, desde el alma. Ella se frotó las manos y, un poco nerviosa, miró a un lado y al otro y dijo "Bueno, vamos..."»Libertad Lamarque[26]
En su vejez, su relación con Evita se convirtió en un tema recurrente en los reportajes y Lamarque solía decir que «de alguna manera, gracias a mi pelea con Evita, conquisté América. De no haber sido así, mi nombre hubiera quedado en el anonimato».[26]
Antes de partir en gira al exterior, había dejado finalizada su última producción cinematográfica, Romance musical, que se estrenó en 1947. De su participación en el filme, Lamarque recordó la relación tensa con los Estudios San Miguel producto del incumplimiento de su contrato y la buena predisposición de su director, Ernesto Arancibia.[60] En esas circunstancias, la actriz emprendió una gira por varios países de Latinoamérica el 2 de enero de 1946, contratada por la RHC-Cadena Azul.[61][62]
En Cuba, fue recibida por una multitud de personas y se presentó en el Teatro América, donde fue popular su interpretación de «El tumbaíto», cuya letra hacía referencia en ese momento a la escasez de jabón para lavar ropa en La Habana.[63] Luego de una breve estadía, Lamarque se presentó en República Dominicana, donde tuvo una recepción similar a la del país anterior. Previo a sus presentaciones, la actriz mantenía charlas de asesoramiento con Casandra Damirón, que le proporcionaba información acerca de los modismos, costumbres y frases típicas del lugar. Sus actuaciones costumbristas tuvieron aceptación en el público y le valieron el apelativo de «la novia de América» por parte de la prensa pública cubana.[21] En Puerto Rico, se presentó en La Voz del Yuna, un ciclo radial en la que interpretaba seis tangos en compañía de su orquesta,[64] y fue condecorada por el alcalde Antonio Ávila como «hija adoptiva» de Vieques.[65]
La gira continuó en Venezuela donde, de acuerdo a Lamarque, sus actuaciones no tuvieron el éxito esperado debido a que los empresarios teatrales habían aumentado el costo de las entradas en función del éxito que habían tenido en los otros países latinoamericanos.[66] Al final de la gira, recaló en México y se presentó en el local «El Patio», uno de los cabarés más prestigiosos del país. Su contrato de dos semanas se extendió a tres meses y, finalizado el mismo, emprendió una gira enmarcada por el interior de México para luego continuar por Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá.[67]
El crítico Robert Sylvester publicó una nota titulada «Cómo hacer dinero en el negocio del espectáculo», en la que citó el caso de Lamarque, que en ese momento se hallaba trabajando en el Teatro Puerto Rico en una de las peores zonas de Nueva York. El teatro recaudó 40 000 USD correspondientes a ingresos brutos en su primera semana completa y la actriz obtuvo un porcentaje equivalente a 17 000 USD para el final de la misma, es decir, 2000 más de los que recibía la publicitada Kay Thompson en The Roxy. Los ingresos del Teatro Puerto Rico fueron superados en Broadway solo por algunas obras para adultos y motivaron al contrato de Lamarque por una segunda semana.[64]
A su retorno a la Argentina, su amigo Pascual Carcavallo, aunque desconociendo la procedencia de la orden, le informó que había sido prohibida y no podía continuar trabajando en el país. Como consecuencia, Lamarque se vio impedida de estrenar en Buenos Aires sus dos películas mexicanas, Gran Casino junto a Jorge Negrete y Soledad con Marga López —ambas de 1947—. En su autobiografía, Lamarque señaló que comenzaron a emitirse panfletos humorísticos en su contra y que la revista ¿Qué? fue clausurada luego de que una foto suya saliera en una de sus portadas. En otra ocasión, la entrada de su casa apareció marcada con una cruz blanca, símbolo que la señalaba como «oligarca disidente».[68]
Todo ello hizo que Lamarque abandonara Argentina y radicara en México junto a su esposo. Vivieron de forma temporal en la Casa Latinoamericana, un hotel de Ciudad de México donde se hospedaban múltiples figuras argentinas en similares condiciones y donde entablaron amistad con muchas de ellas,[54] entre las que destacan la actriz Niní Marshall. Al poco tiempo, consiguió trabajo en el local «El Patio» y realizó una gran cantidad de películas, con las que llegó a formar parte de la denominada Época de Oro del cine mexicano.[69]
En 1947 había protagonizado sus dos primeras películas mexicanas, Gran Casino y Soledad. La primera fue dirigida por Luis Buñuel y Lamarque actuó junto a la estrella de cine Jorge Negrete. En ella, la actriz interpretó a Mercedes Yrigoyen, una mujer argentina que llegaba a la ciudad de Tampico en busca de su hermano dedicado a la explotación de pozos petroleros.[69] El filme fue un fracaso comercial. El director Luis Buñuel contó que «pese a las dos grandes figuras, la película solo obtuvo un modesto éxito. Entonces, se me 'castigó'. Permanecí dos años y medio sin trabajar... Vivíamos del dinero que nos mandaba mi madre».[7] Lamarque había convocado a México al argentino Enrique Santos Discépolo para que dirigiera un tango en esa película; fue titulado «El choclo» y tuvo una amplia repercusión. Posteriormente, Discépolo señaló que «... accedí a lo que me pedía Libertad, asegurándome que solo era para un pasaje de la película. Y ahora... me he tenido que resignar a que lo cante todo el mundo».[70] La otra película, Soledad, por su parte, se consolidó como una de las obras cumbre del melodrama sentimental y fue dirigida por Miguel Zacarías.[71]
Al poco tiempo, Lamarque empezó a obtener grandes éxitos.[72] De acuerdo a las autoras Moguillansky y Molfetta, «la extranjería... potenciaba la posibilidad de tener roles levemente desestabilizadores, donde el eje de conflicto se ubica en la maternidad traumática». Fue así como la actriz fue convocada principalmente para roles de madres solteras, mujeres pobres separadas de sus hijos o casadas con hombres inescrupulosos en circunstancias desfavorables.[69] Diana Paladino señaló que «a diferencia de la caracterización que tuvo a lo largo de toda su filmografía, la caracterización de la madre solo alcanzó un desarrollo acabado en sus filmes rodados en México».[69]
Una de sus primeras producciones más exitosas fue La loca (1951), donde Lamarque compuso a Elena, una mujer que enloquece tras la muerte de su marido.[69] Fue nominada al premio Ariel por su desempeño —volvería a ser nuevamente candidata por su papel en Cuando me vaya (1953) de Tito Davison— y la película fue estrenada en Argentina recién en 1956 con críticas mixtas. El Heraldo del Cinematografista publicó que «una trama melodramática e ingenua conduce a este film por caminos trillados con el solo objetivo de utilizar todos los recursos posibles para conmover al sector femenino de la platea».[73] Una película posterior, Ansiedad (1952), nuevamente dirigida por Zacarías, se consolidó como un exponente del melodrama musical. Ahí, Lamarque desarrolló once cuadros musicales con su coestrella, Pedro Infante, incluidas cinco canciones de Agustín Irusta y dos tangos de Carlos Gardel. El dúo musical fue exitoso pero jamás trabajaron juntos en un registro discográfico. Muchas de las melodías llevadas a cabo, como «Mujer» y «Amor de mis amores», poseen letras basadas en el romance y el sufrimiento en analogía a la vida del personaje recreado por la actriz.[74]
Lamarque apareció en Cuando me vaya (1953) recreando la vida de María Grever, de quien incluso debía interpretar sus temas musicales.[75] Nora Mazziotti sostuvo que el rápido éxito que tuvo Lamarque en un país que le era ajeno como México se debió a su «ternura casi maternal para ejercer roles de madre».[76] En 1955, interpretó a una directora de orquesta y compartió cartel nuevamente con Pedro Infante en Escuela de música, donde interpretó melodías como «Lamento Jarocho» de Agustín Lara. Otras de sus actuaciones ocurrieron en Huellas del pasado, Otra primavera —por la que fue nominada al premio Ariel— y La mujer X.[77] Lamarque se desafió cuando aceptó encarar roles de comedia en Mis padres se divorcian (1957) y La cigüeña dijo sí (1958), donde compartió cartel con Arturo de Córdova, su galán en el cine por excelencia y uno de las preferidos por el público.[78] Por expreso pedido del fray José Mojica, Lamarque interpretó a su madre en Yo, pecador (1959), que retrata su vida.[77] La actriz no estaba segura de llevar adelante el personaje debido al escaso parecido pero Mojica se encargó de convencerla para el mismo.[79] Una de sus últimas películas, Rosas blancas para mi hermana negra (1969), intercalaba el tema racial con el entonces novedoso trasplante de corazón.[77]
En 1960, Lamarque retornó brevemente a Argentina para filmar Creo en ti, una coproducción argentino-mexicana con Jorge Mistral que significó otro fracaso comercial. El personaje de Lamarque era el de una joven rica que se casa con un hombre que la defrauda económica y sentimentalmente. Manrupe y Portela manifestaron que fue un «melodrama ingenuo con Lamarque haciendo de joven y sobre la cual se abaten todos los males conocidos».[80] Al año siguiente, protagonizó su única película española, Bello recuerdo, también conocida como Así era mi madre, junto a la joven estrella Joselito y Sara García. Lamarque, que en esa ocasión fue dirigida por Antonio del Amo, señaló acerca del rodaje que «en verdad es un bello recuerdo».[81]
Ya de regreso en Argentina, a fines de los años de 1960 intervino con mayor frecuencia en el programa de televisión Sábados Circulares de Nicolás Mancera.[82] Lamarque adquirió una renovada popularidad en Buenos Aires con el estreno de la comedia musical Hello, Dolly!, una adaptación de la obra La casamentera de Thornton Wilder. Fue representada en el Teatro El Nacional en 1967 y dirigida por Daniel Tinayre, que decidió llevar la producción por el resto de América y España.[21] El productor Alejandro Romay decidió convocarla para protagonizar el espectáculo Aplausos en 1972 durante una temporada en el Teatro Cómico, aunque recibió un éxito modesto.[83][84]
Con el transcurso de los años debió adecuarse a roles más acordes a su edad y siempre afirmó que no le molestaba «el paso del tiempo» y continuó recibiendo papeles importantes en cine y televisión. A partir de la década de 1970, comenzó a incursionar activamente en el género de la telenovela. En 1972 protagonizó en Venezuela Esmeralda y, posteriormente, Mama en el mismo país, que tuvo una alta aceptación pública. Sin embargo, su mayor éxito televisivo fue Soledad,[7] una telenovela producida en 1980 por la cadena mexicana Televisa donde Lamarque compuso a un ama de llaves que después de cuidar a tres hijos ajenos, es despreciada por ellos cuando decide casarse con su respectivo padre.[85] En 1981, la telenovela se transmitió también en Argentina por Canal 11. El productor Goar Mestre le propuso producir otra telenovela en Argentina, titulada Amada, que se estrenó en octubre de 1983 con guiones de Celia Alcántara sobre la base de algunas propuestas de Lamarque. Trataba de que una pareja decide repartir la herencia entre sus dos hijos biológicos y los de crianza, lo que desata un conflicto entre ellos. Actuaron también Ariel Keller, Diego Varzi, Ivonne Fournery, Patricia Palmer y Silvia Kutika.[85]
En 1972 y 1978, Lamarque realizó sus últimas dos apariciones cinematográficas argentinas en La sonrisa de mamá con Palito Ortega y La mamá de la novia con Mercedes Carreras.[7] Ambas fueron dirigidas por Enrique Carreras y en la primera, una comedia de tono familiar, Lamarque estrenó la melodía «Se parece a mi mamá» en compañía de Ortega, cuya interpretación en el Día de la Madre se volvió ampliamente popular desde entonces. También rindió homenaje a Azucena Maizani —fallecida en 1970— durante una de las escenas cuando, vestida de gaucho, apareció cantando «La canción de Buenos Aires» frente a un retrato de ella.[86] Daniel López en La Opinión señaló luego de su actuación de 1978: «¡Qué decir de Libertad Lamarque, siempre tan tierna y humana!: tanto cuando canta «Rosario de Santa Fe» con el Monumento a la Bandera de fondo, como cuando se desgarra, sufriente y dolida en un mar de lágrimas, que sobrepasa el límite de lo sublime».[87]
Hacia el final de su carrera, Lamarque fue objeto de múltiples reconocimientos por su vasta trayectoria. En 1978 recibió una condecoración del presidente venezolano Carlos Andrés Pérez y en 1980, de nuevo en México, compartió el premio de la Asociación de Críticos de Nueva York con la actriz María Félix.[21][7] Ese año, el Museo del Cine le entregó la Cámara Pathé sucesivamente con Tita Merello, Delia Garcés, Niní Marshall y Mecha Ortiz «en reconocimiento a las primeras figuras del cine nacional».[88] En 1985, recibió en Argentina el premio Konex de Platino a la Mejor Cantante de Tango.[89]
En 1982, protagonizó la revista musical Libertad Lamarque, ¿es una mujer de suerte? en el Teatro Lola Membrives,[90] con guiones de la propia actriz y la adaptación de Nicolás Carreras, mientras que la dirección musical perteneció a Oscar Cardozo Ocampo. Entre los músicos que formaron su orquesta, se encontraban Osvaldo Berlingeri, Arturo Schneider, Raúl Luzzi y Omar Murtagh. Sus memorias fueron publicadas bajo la editorial Vergara en 1986,[21] experiencia de la que señaló en una conferencia: «La escribí a mano, porque a máquina no me puedo inspirar... He puesto, incluso, aquellas cosas de las que hubiera preferido no acordarme nunca en la vida, pero quise que no quedaran dudas sobre mi verdad».[91] En 1988, hizo una temporada de teatro por tres meses —enero, febrero y marzo— en el Teatro Ópera de Mar del Plata con un espectáculo musical llamado A todo tango II, bajo la dirección de José Colángelo.[92] Paralelamente, dejó plasmadas las huellas de sus manos en la Vereda de la Fama del Hotel Hermitage.[93]
En 1989, fue homenajeada en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián en España,[32] donde se proyectó parte de su obra y conoció a la actriz Bette Davis. También recibió el Caesar Awards otorgado por la Asociación de Teatro Americano a los artistas latinoamericanos en la ciudad de Los Ángeles y se colocó una baldosa con su nombre en la vereda del Latinstar en Miami. En 1990, fue designada «Ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires» y el 15 de noviembre de 1991, pocos días antes de su 83.º cumpleaños, el Concejo Municipal rosarino la distinguió como «Ciudadana ilustre de Rosario».[94][95]
Lamarque realizó un espectáculo titulado Tangos y Nostalgias, presentado en la inauguración de Expo-Sevilla en 1992, con el que recorrió más de quince ciudades de Latinoamérica.[5] En 1993, viajó a Buenos Aires para recibir el premio Podestá a la Trayectoria de manos de la actriz Graciela Borges. El 1 de diciembre de 1995, se le concedió un homenaje en el Teatro Nacional Cervantes donde fue distinguida con el honor de «Personalidad Emérita de la Cultura Argentina»[96] «por su trayectoria artística y su aporte a la cultura nacional». La ceremonia se realizó en conmemoración al octogésimo aniversario del inicio de la carrera artística de Lamarque e invitada por el secretario de Cultura Pacho O'Donnell. Entre los colegas que participaron del homenaje, destacan Alberto Castillo, Niní Marshall, Raúl Lavié, María Marta Serra Lima, Horacio Salgán, Eva Franco, Irma Córdoba y Eduardo Bergara Leumann.
En 1996, estrenó en el Teatro Gran Rex un espectáculo musical, Entre nosotros,[97] donde cantó tangos y boleros a dúo con María Marta Serra Lima, de quien fue íntima amiga,[98] y con la participación especial del mariachi Los Torales. En noviembre de ese año, fue reconocida en la decimosegunda edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata ante la presencia de 17 000 espectadores.[99] A la edad de 89 años, Lamarque realizó su último registro discográfico en colaboración con Enrique Chía, de la que destaca su interpretación de «El día que me quieras», a lo que le siguió una presentación en el Miami-Dade County Auditorium con la Orquesta Filarmónica de Florida.[5]
El 27 de noviembre de 1998, en su nonagésimo cumpleaños, fue designada como «Asesora ad Honorem» por la Secretaría de Cultura[61] de acuerdo con una resolución firmada por la titular Beatriz Gutiérrez Walker. El homenaje se efectuó en la La Botica del Ángel y fue reconocida por la jerarquía de los aportes realizados en favor del desarrollo y la difusión de la música ciudadana y del arte dramático, además de promover el tango en Argentina y en el exterior. El presidente Carlos Menem se comunicó vía telefónica para expresarle su «orgullo y felicitación».[96] Durante su breve estadía en Argentina, también fue galardonada por el Sindicato de Distribuidores de Diarios y Revistas.[100] Lamarque alternaba su vida entre México, Buenos Aires y Miami[54] —donde estaba radicada desde 1982— y mantenía una vitalidad asombrosa para su edad a la que ella comentaba que «el secreto era borrar los malos recuerdos de la mente y no ser soberbia».[101][102] Hasta su muerte, practicaba regularmente gimnasia, clases de canto, ciclismo, natación y yoga.[102][101]
En 1998, a la edad de 90 años, interpretó a Piedad Bracho, una anciana alcohólica, en La usurpadora, una telenovela mexicana dirigida por Beatriz Sheridan y protagonizada por Fernando Colunga y Gabriela Spanic[101] que llegó alcanzar más de 45 puntos de audiencia. Fue emitida en varios países como Colombia, Brasil, Croacia, Estados Unidos, Ecuador, Grecia, Argentina, Paraguay, Perú y Chile en repetidas ocasiones. Lamarque se mostró entusiasmada con el éxito de la telenovela y manifestó que «todavía estoy en carrera. No me gusta autoelogiarme, pero lo que me llega del público son cosas muy hermosas. Y mis compañeros me respetan».[101] El 24 de julio de 2000, obtuvo el premio Ariel de Oro Honorífico durante una ceremonia en el Palacio de las Bellas Artes, que significó su último reconocimiento en vida.[103][104]
Lamarque comenzó a salir en 1926 con un apuntador del Teatro Smart, Emilio Romero, con quien se casó rápidamente a pesar de la oposición familiar.[105] Ambos tuvieron una hija, Libertad Mirtha (1927-2014), que también incursionó como cantante en dos oportunidades.[106] Romero era alcohólico y ludópata, y mantuvo episodios de violencia para con Lamarque en reiteradas ocasiones. Se separaron formalmente en 1935 luego de que la actriz, inmersa en una crisis personal y afectiva, intentara suicidarse arrojándose por la ventana del balcón de un hotel chileno durante una gira teatral.[107] Tras el episodio, Romero se llevó consigo a la hija de ambos a Montevideo y Lamarque logró recuperarla tiempo después luego de un operativo ideado por su abogado.[108] Se inició un largo procedimiento legal con el fin de divorciarse pero quedó inconcluso debido al fallecimiento de Romero en 1945.[109] Lamarque se refirió posteriormente a ese matrimonio como un «error de juventud» y un «infierno».[21]
El 24 de diciembre de 1945, Lamarque contrajo matrimonio en segundas nupcias con el músico Alfredo Malerba,[110] que había acompañado a la actriz durante sus giras como parte del trío musical con Antonio Rodio y Héctor María Artola. Al poco tiempo, se radicaron definitivamente en México y la actriz se refirió a él como «el hombre de mi vida» y la persona que respaldó su carrera a lo largo de más de cuarenta años.[21] El matrimonio nunca tuvo hijos y se disolvió a fines de los años de 1980[106] luego de que Malerba manifestara su deseo de retirarse de la vida artística. Falleció en 1994 tras una larga enfermedad. Hacia el final de su vida, Lamarque manifestó públicamente su arrepentimiento por haber formado esas relaciones y su deseo de haberse «mantenido soltera».[106] Al momento de su muerte, Lamarque contaba con una hija, cinco nietos y doce bisnietos.[21] Una de sus nietas, Alexandra Deluca, está casada con Litto Nebbia, uno de los mayores exponentes del rock argentino.[111]
Su media hermana Amelia intervino en nueve películas argentinas entre 1938 y 1951, y contrajo matrimonio con el poeta y escritor Serviliano Molina, creador del poema gauchesco Santos Vega.[112] La hija de ambos, Morenita Rey (1928-1966), fue una actriz y cantante de tango y bolero, reconocida particularmente en Venezuela en los años de 1950. Su éxito creciente quedó truncado con su prematura muerte a causa de un accidente cerebrovascular.[113]
Al cumplir noventa años, Lamarque señaló acerca de la muerte: «Jamás pienso en ella; es más, no le tengo temor... Tal vez sea porque, como dije antes, me siento muy bien. A esta altura de mi vida, todas las cosas feas ya las borré de mi mente... Yo nací artista y artista me voy a morir, de eso estoy segura».[114] En 2000, la actriz se encontraba grabando la telenovela infantil Carita de ángel, donde cumplía el papel de la madre superiora Piedad de la Luz,[115] cuando comenzó a sufrir fuertes dolores en su espalda y debió ser internada de urgencia en el Hospital Santa Elena de Ciudad de México. Su diagnóstico inicial de neumonía se agravó con el correr de las semanas y falleció a las 5 UTC-8 del 12 de diciembre de 2000 a la edad de 92 años.[21][116]
Sus restos fueron incinerados y arrojados al mar en la Bahía Vizcaína frente a su vivienda de Miami de acuerdo a su última petición. Su hija, Mirtha Romero,[117] señaló en esa oportunidad que «a ella no le gustaba estar encerrada. Como su nombre bien lo dice, la libertad siempre fue muy importante para mi madre. Cumpliremos su voluntad. Ella decía que después de algunos años de que alguien fallece nadie lo visita en el panteón. En cambio, al mar toda la gente acude».[118] En Carita de ángel, fue reemplazada por la actriz Silvia Pinal y el 130.º capítulo fue dedicado a su memoria.[119][120]
Lamarque es considerada la actriz argentina con mayor carrera internacional[1] y a menudo es citada como una figura cultural importante en América Latina. Sus actuaciones de mujeres que se desenvuelven en ambientes poco favorables[69] le valieron el calificativo de «la reina del melodrama» y sus múltiples presentaciones musicales a lo largo de Sudamérica con vestuarios acordes al país que visitaba el de «la novia de América»,[1] similar al que recibió Mary Pickford. Sus cerca de 800 registros discográficos constituyen una cifra no superada por ninguna cantante argentina hasta la actualidad.[19] Lamarque, junto a Tita Merello, Azucena Maizani, Rosita Quiroga, Tania, Ada Falcón y Mercedes Simone, constituyeron una categoría de cancionistas que en la década de 1920 y 1930 introdujeron la modalidad vocal femenina en el rubro del tango tras un período de cantantes de la Guardia Vieja que no tuvieron demasiada difusión y se dedicaron al tango «gauchesco», como Lola Membrives, Flora Gobbi y Linda Thelma.[121]
Pequeña de estatura, aunque de físico robusto y figura atrayente, delicada sonrisa y expresividad en la mirada.Timbre de voz agudo, incluso para su registro de soprano, quizás no apropiado para el tango, supera esa aparente dificultad con un enorme caudal de su voz, el fuerte temperamento que le imprimía y una emotividad permanente sumado a una perfecta afinación para decir la letra y acompañar la melodía.Néstor Pinsón, 2000.[19]
En cuanto a su legado cinematográfico, el historiador Domingo Di Núbila sostiene que las primeras películas de Lamarque con José A. Ferreyra fundaron la «ópera tanguera», modelo que define como «forma particular de folletín donde cada momento de exaltación emocional y temperamental es acentuado por un tango».[122] La costumbre de interrumpir las escenas con tangos interpretados por Lamarque se volvió una marca clásica en sus producciones.[1] Por su parte, Oscar Del Priore manifestó que sus películas «se vieron en todas las pantallas de habla hispana y su carrera fue deslumbrante y exitosa», además de destacar su «voz formidable, estilo, afinación y repertorio».[123]
El crítico Ernesto Schoo señaló que «nunca será olvidada, como intérprete magnífica del tango, como actriz versátil, como ejemplo de tesón, de conducta inalterablemente recta y de fidelidad a un destino».[124] Su colega Eladia Blázquez reconoció que era «fuera de serie» y que «nació para trascender y no irse nunca».[125] Su supuesto enfrentamiento con Eva Duarte se convirtió en una leyenda popular que, a pesar de la desmentida en su autobiografía, forma parte del folclore nacional; el episodio adquirió tal grado de notoriedad que es citado en documentales y representaciones acerca de la vida de la primera dama.[126] Una calle en Zamora de Hidalgo y tres pasajes en Tijuana y Durango fueron designados con su nombre.[127]
Recibió múltiples reconocimientos a lo largo de su vida y de manera póstuma. En 1996, por iniciativa de Ben Molar, se colocó una placa con su nombre en la avenida Corrientes al 1200. La actriz y cantante Cecilia Milone rindió homenaje a Lamarque en algunos de sus espectáculos como Besos Brujos, entre tangos y boleros (1999-2000) y Morocha y pasional (2007). Milone definió a la actriz como una importante referente del tango[128] y expresó: «Creo que cuando el humor está dado por alguien que ama al género tiene lo que puede tener una imitación, por ejemplo, de Libertad Lamarque: está hecha con tanta admiración que aunque le pongas un toque de humor termina siendo un homenaje».[129] El 24 de noviembre de 2008, en conmemoración al centenario de su nacimiento, se realizaron varios homenajes en el Centro Cultural San Martín y el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken realizó un recordatorio en el Colegio Público de Abogados,[130] donde proyectó varios musicales y filmes protagonizados por Lamarque. El Complejo Teatral de Buenos Aires y la Fundación Cinemateca Argentina, al igual que el Complejo Tita Merello, emitieron una gran cantidad de sus películas.[131]
Desde 2009 a 2012, la cantante y bailarina Victoriángeles realizó una comedia musical titulada Tributo a Libertad Lamarque, basada en su autobiografía, con escenas de canto, baile, actuación, veinte cambios de vestuario, material de archivo y ballet. El espectáculo estuvo auspiciado por el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires y la Academia Nacional del Tango.[132] En febrero de 2011, el espectáculo Homenaje a Libertad Lamarque, producido por Juan Montero en el Teatro Manuel Artime de Miami, obtuvo una distinción durante la entrega de los premios Miami Life Awards.[133]
Fue mencionada en algunos programas mexicanos como La familia P. Luche de Eugenio Derbez y Cero en conducta de Jorge Ortiz de Pinedo, cuando se hacía mención de la cultura argentina.
En 2019, Lamarque es interpretada por la actriz mexicana Sharis Cid en la serie Silvia Pinal, frente a ti, basada en la vida de la actriz mexicana Silvia Pinal y producida por la cadena Televisa.[134]
Durante sus 76 años de carrera profesional, Lamarque apareció en 65 películas —43 en México (más tres participaciones especiales en documentales), 21 en Argentina y una en España— y seis telenovelas. Intervino en una multiplicidad de géneros como el musical, el melodrama y la comedia. Su filmografía está comprendida entre 1930 y 1978, período en el que desarrolló la mayor parte de su carrera en cine y teatro.[135]
Películas principales:
Lamarque era una soprano ligera de agudos sostenidos[136] con un rango vocal aproximado desde media C (C4) a una alta A (A5). A lo largo de los más de 400 registros discográficos que plasmó, Lamarque intercaló géneros como el bolero, la milonga, la ranchera, la rumba, el tango, el vals y la zamba.[6] Sus múltiples registros discográficos constituyen una cifra no alcanzada por ninguna otra cancionista argentina.[19]
Su primer registro discográfico fue con RCA Victor el 2 de septiembre de 1926 y contuvo la tonada «Chilenito» y la canción «Gaucho sol».[19][24][25] Lamarque permaneció trabajando con esta compañía por setenta años hasta 1997, cuando produjo su última grabación en compañía de Enrique Chía.
El historiador Oscar Del Priore señaló que si bien los primeros tangos interpretados por Lamarque fueron de tono «festivo», pronto halló un lugar propio en el tango melodramático y sentimental. De acuerdo a su publicación, su «voz formidable, afinación, estilo y repertorio, le sirvieron para lograr una merecida notoriedad. Es considerada por muchos la máxima intérprete femenina del tango».[123]
Desde 1926 hasta 1937, fue secundada por un trío de guitarristas integrado por Cerdá, Ferrari y Rivero. A mediados de los años 1930, cantaba acompañada por un trío conformado por su marido, el bandoneonista Héctor María Artola y el violinista Antonio Rodio.[26] En 1938, tuvo el acompañamiento especial de las orquestas de Alfredo Malerba y Mario Maurano, con la que permaneció hasta 1945 cuando volvió a cantar solamente con la orquesta de su esposo.[19] A lo largo de su vida, también se presentó junto a los músicos Héctor Stamponi, Víctor Buchino, Juan D'Arienzo —en dos temas—, Lucio Milena y Tito Ribero. Entre los temas musicales más notables de su repertorio, destacan «Besos brujos», «Cita en la frontera», «Tristezas de la calle Corrientes», «Uno», «Volver» y «Malena».[19] En México, se presentó junto a músicos como Ruiz Armengol, Chucho Zarzosa, Raúl Lavista y Chucho Ferrer, además de encabezar dúos con Pedro Vargas, Miguel Aceves Mejía y en una oportunidad con su hija Mirtha.[19]
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