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Fierabrás —del francés Fier-à-bras, «brazo bravo», es decir, «fanfarrón, bravucón»— es un personaje de ficción de prolongada existencia que figura en varios cantares de gesta franceses del ciclo carolingio, también conocido como Fierabrás de Alejandría. Se lo describe como un caballero sarraceno de gigantesca estatura, héroe pagano de grandísima fuerza y magnánimo corazón muy diestro en el manejo de las armas, emir de Alejandría y sultán de toda la provincia de Babilonia, hasta el mar Rojo y Jerusalén. Era hijo del poderoso emir Balán, hombre de muy grandes rentas, señor de muchas provincias y gobernador de al-Ándalus, y mantenía constante conflicto con Roldán y los doce pares, especialmente Oliveros, con el que rivalizaba en proezas, pero tras ser derrotado por este, se convierte al cristianismo y en su amigo, y lucha en las filas del ejército de Carlomagno.
El caballero aparece documentado por primera vez en la chanson Fierabras, poema épico y cantar de gesta anónimo francés de finales del siglo XII, en el que juega un papel fundamental el conflicto religioso entre moros y cristianos;[1] y, posteriormente, en otros idiomas y en diversas obras literarias, poemas épicos y novelas del Renacimiento, comedias caballerescas del Barroco, óperas del Romanticismo, literatura de cordel, novelas gráficas, folklore, películas y teatro de marionetas.
Durante los siglos XI y XII, los juglares y los trovadores, que cantan en occitano, son el vehículo de transmisión de los cantares de gesta, divulgados oralmente debido al analfabetismo de la sociedad de la época. Aunque su extensión oscila entre los 2.000 y los 20.000 versos, no suelen sobrepasar los 4.000. Tal cantidad de versos obliga a que el juglar que los recita en público tenga que fragmentar su relato en más de una jornada. Parece demostrado, por la existencia de determinados pasajes de entre 20 y 90 versos en los que se hace un resumen de lo anteriormente acontecido, probablemente para refrescar la memoria del auditorio o introducir en el relato a los nuevos espectadores. Los cantares se agrupan en tiradas variables de versos que se relacionan por tener la misma asonancia al final y por constituir una unidad de significado a menudo anunciado en la tirada anterior. Han llegado hasta nuestros días debido a que se realizan copias manuscritas de ellos bastante más tardías que las propias canciones recitadas por los trovadores y juglares.
Especialmente numerosos en Francia, los cantares de gesta posiblemente sean compuestos en su mayoría por clérigos instruidos, aunque algunos investigadores afirman que pueden ser obra de los propios trovadores o juglares que los cantan y recitan.
Se conservan muchos manuscritos de cantares de gesta franceses, entre los que destaca la Chanson de Roland, en castellano Cantar de Roldán, del que han sobrevivido nueve, uno de ellos (manuscrito de Oxford) anglo-normando, que describe la derrota del ejército de Carlomagno en el valle de Roncesvalles por parte del emir de Zaragoza, Marsilio, aliado con el traidor a Carlomagno, Ganelón. En esta batalla muere el héroe del cantar, Roldán, y su compañero Oliveros, por confiar demasiado en sus propias fuerzas para repeler la agresión. Cuando Roldán toca el olifante para pedir ayuda ya es demasiado tarde. La venganza del emperador Carlomagno ocupa el final de la historia.
Los cantares de gesta franceses están ordenados en ciclos; un ciclo es un conjunto de manuscritos que se reúnen formando una especie de novela de gran envergadura en la que cada cantar constituye un capítulo. La chanson de Fierabrás pertenece a la llamada gesta o ciclo del rey (donde la fuerte personalidad de Carlomagno, inevitablemente, domina todas las canciones en las que aparece), y es anterior cronológicamente a La chanson de Roland (entre ambas hay cuatro capítulos por medio), que también pertenece al ciclo del rey Carlomagno.
Sinopsis: (La acción se desarrolla tres años antes de la batalla de Roncesvalles) El emir Balán y su hijo, el gigante Fierabrás, regresan en barco a al-Ándalus después de haber participado de un saqueo en la ciudad de Roma, portando las reliquias de la pasión (la corona de espinas de Cristo, los clavos con los que fue crucificado, una inscripción de la cruz y el aceite utilizado para ungir su cuerpo muerto, entre otras reliquias). Las tropas de Carlomagno se dirigen a su encuentro para recuperarlas. Fierabrás desafía a todos los paladines; Oliveros, aunque herido, es el único que se compromete a enfrentarse al sarraceno, con el que mantiene un duelo que gana después de un combate largo y doloroso. Una vez derrotado, el gigante se convierte al cristianismo y se une al ejército franco.
Oliveros y otros cuatro pares son capturados por Balán y encerrados en una torre hechizada de su fortaleza, a la que se accede a través del gran puente de Mantible, custodiado por el espantoso y descomunal gigante Galafré. Floripes, hermana de Fierabrás, enamorada de uno de los pares, el noble caballero Guy de Borgoña, visita a los prisioneros y les ayuda llevándoles comida. El rey Carlomagno envía a los otros siete pares, encabezados por su sobrino Roldán, a negociar la libertad de los prisioneros, pero el emir Balán los encierra como a los otros.
Floripes reúne a los nuevos prisioneros (entre los que se encuentra Guy de Borgoña), con los otros cinco y después de muchos incidentes consiguen enviar a uno de los pares, Ricardo de Normandía, a informar al rey de la situación en que se encuentran. Carlomagno se dirige a la fortaleza con su ejército (entre ellos está Fierabrás, que se enfrenta a Galafré) y logran derrotar a Balán, que es decapitado tras rechazar el bautismo.
El rey distribuye los feudos conquistados entre Fierabrás y la pareja formada por la bella Floripes (convertida en cristiana) y Guy de Borgoña, con el que se casa y traslada a Saint-Denis con las santas reliquias devueltas por el ejército sarraceno.
Según algunos eruditos, la leyenda se hace eco del saqueo de Roma por los sarracenos en el año 846 en el que Guido I de Spoleto (propuesto como una fuente de Guy de Borgoña) combatió,[2] pero esta hipótesis, se desmorona por anacrónica, si atendemos escrupulosamente a la cronología real en la que se basan los hechos que se narran, ya que se nos dice (aunque se trate de una ficción pseudohistórica), que estos suceden tres años antes de la batalla de Roncesvalles, y esta tiene lugar el 15 de agosto del año 778.
Otros eruditos, apoyándose en la teoría de Joseph Bédier sobre la relación entre los santuarios y las epopeyas, han sugerido que la composición del poema del siglo XII estaría estrechamente vinculada al culto de las reliquias en la Basílica de Saint-Denis.
Hay, ciñéndonos al ámbito medieval francés, tres versiones diferentes de Fierabras:[3]
De la versión occitana, deriva la escrita en italiano, El cantare di Fierabraccia et Ulivieri, de la segunda mitad del XIV.[2]
En inglés se escriben, Sir Ferumbras, y Firumbras (incompleta o fragmentada), de finales del siglo XIV y principios del XV.
El cantar de gesta es adaptado en prosa en tres ocasiones:
Las referencias "históricas" del texto de Bagnyon están sacadas principalmente de la Historia Caroli Magni o crónica Pseudo-Turpin, de la que muy probablemente tiene conocimiento a través del Speculum Historiale de Vincent de Beauvais.[4]
De esta novelilla corta de Bagnyon, que se podría encuadrar dentro del subgénero literario de los «relatos caballerescos breves», hermanos menores de los libros de caballerías,[6] se hace una traducción en castellano por un tal Nicolás de Piamonte[6] de gran éxito editorial, titulada Historia del emperador Carlomagno y de los doce pares de Francia. Sevilla, 1521, facturada por el impresor Jacobo Cromberger[6] (de la que deriva una traducción en portugués con el mismo título en el siglo XVIII escrita por Jerónimo Moreira de Carvalho, Lisboa, 1728). Existen también traducciones del texto de Bagnyon en alemán, en inglés, por William Caxton[2] y en irlandés, Stair Fortibrais.
El traductor español en general se mantiene fiel a su fuente francesa, aunque cambiando varios episodios y procurando mejorar el tono pedestre de este relato que no sobrepasa los límites de la literatura popular; lo más interesante es la serie de cambios introducidos en uno de los principales motivos temáticos de la gesta, el de la conversión. De la índole de las modificaciones introducidas por el autor español respecto a este tema, se desprende que este lo afronta con una mentalidad ya moderna o en todo caso intelectualmente problematizada frente a la ingenuidad del tratamiento medieval anterior. Esta nueva actitud, sin duda uno de los aspectos que dotan de mayor interés a la modesta pieza, puede ser plausiblemente explicada por la adscripción de su autor a los círculos conversos. En cualquier caso, este cambio de visión comporta alteraciones en la caracterización tipológica tradicional de los personajes. De este modo, Fierabrás, convertido por la fuerza de las armas, no se limita a cambiar casi automáticamente de bando, sino que se debate desgarrado entre el amor filial a su padre y la fidelidad debida a su nueva fe; el emir Balán, por su parte, que en general responde al tipo del jefe sarraceno cruel y despiadado, se muestra al final como un hombre íntegro y fiel hasta la muerte a sus creencias, capaz de argumentar impecablemente que la conversión por la fuerza va en contra de la moral cristiana (capítulo 57); Floripes es, de los tres, el personaje que se mantiene de forma más clara en este sentido en los límites de su tipo tradicional de hembra sarracena ardiente e hiperactiva, traidora por amor a su fe y a su pueblo, pero también en su boca aparece en varios momentos la convicción de la índole interna del proceso de conversión (capítulos 39 y 57).Gumpert, Carlos - La historia del emperador Carlomagno como fuente de Cervantes
Piamonte dice en el prólogo que es "una traslación de la obra de lengua francesa en romance castellano, sin discrepar, añadir ni quitar cosa alguna de la francesa original", dividida en tres libros:
Estas tres partes se han condensado en un solo libro dividido en capítulos.
Aunque no es mencionada expresamente en el Quijote, es evidente que la Historia del emperador Carlomagno y de los doce pares de Francia fue sin duda leída por el caballero de la Mancha, ya que éste nombra varias veces a los doce pares de Francia, así como a gigantes, magos y encantamientos, se refiere a la obra del arzobispo Turpin, aunque dándole el disparatado título de Cosmografía, y dice conocer la receta del bálsamo maravilloso de Fierabrás, la poción mágica capaz de curar todas las dolencias del cuerpo humano que forma parte de las leyendas del ciclo carolingio.
Según la leyenda épica, cuando el emir Balán y su hijo Fierabrás conquistaron Roma, robaron dos barrilejos con los restos del aceite con el que fue embalsamado el cuerpo de Jesucristo, que tenía el poder de curar las heridas a quien lo bebía. Su fama se extendió más allá de las sagas carolingias y aparece como motivo en El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, parodia escrita por el español Miguel de Cervantes publicada a comienzos de 1605, que marca el nacimiento de la novela moderna y rompe con la tradición estética de la Europa feudal de la Edad Media.
En el capítulo X de la primera parte de la novela, don Quijote, después de una de sus innumerables palizas, menciona a Sancho Panza que él conoce la receta del bálsamo. En el capítulo XVII, don Quijote instruye a Sancho que los ingredientes son aceite, vino, sal y romero. El caballero los hierve y bendice con ochenta padrenuestros, ochenta avemarías, ochenta salves y ochenta credos. Al beberlo, don Quijote padece vómitos y sudores, y se siente curado después de dormir. Sin embargo, para Sancho tiene un efecto laxante, dejándolo cerca de la muerte, justificando esto don Quijote, por ser Sancho un escudero y no un caballero andante.
En el siglo XVII, el dramaturgo español Calderón de la Barca utiliza elementos de la historia en su comedia caballeresca La puente de Mantible, estrenada en 1630 y publicada en 1636, en un principio atribuida erróneamente a Lope de Vega, traducida al alemán por August Wilhelm von Schlegel como Die Brücke von Mantible. Berlín, 1809.[1]
Calderón, al igual que Cervantes, aborda la literatura caballeresca desde una perspectiva diferente, distanciándose de este género ya agotado en su época y se basa en varios cantares de gesta del ciclo carolingio y en diversos relatos de caballería que tienen como argumento las luchas entre francos y sarracenos, pero desentendiéndose de la problemática religiosa de su fuente[6] y centrándose principalmente en un enredo amoroso.[1]
En el siglo XIX, sobre la base de ciertos cuentos en torno a la conversión del caballero, el compositor austriaco Franz Schubert crea Fierrabras, una ópera en tres actos escrita en 1823, con libreto de Josef Kupelweiser, gerente del teatro Kärntnertor (teatro de Ópera de la corte de Viena).
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