«Sólo lo difícil es estimulante; sólo la resistencia que nos reta, es capaz de enarcar, suscitar y mantener nuestra potencia de conocimiento».[5]
«Cada día que pasa siento la nostalgia de la familia ¿cuántas veces no lo he repetido? Nunca podré ser un ser feliz, pues si tuviese la familia me faltaría la tierra, aunque realmente me conformo con muy poco, pero ya estoy convencido hasta colmar la copa que nunca podré ser feliz, pues soy de esa raza de los que siempre le falta la otra mitad. Toda mi vida he sentido un anhelo, un deseo, que ni yo mismo puedo precisar, pero que es tan poderoso que todavía basta para mantenerme en pie».[6]
«En los milenios, exigidos por una cultura, donde la imagen actúa sobre determinadas circunstancias históricas excepcionales, al convertirse el hecho en una viviente causalidad metafórica, es donde se sitúan esas eras imaginarias. La historia de la poesía no puede ser otra cosa que el estudio y la expresión de las eras imaginarias».[7]
Fuente: A partir de la poesía, 1988.
«Heidegger sostiene que el hombre es un ser para la muerte; todo poeta, sin embargo, crea la resurrección, entona ante la muerte un hurra victorioso. Y si alguno piensa que exagero, quedará preso de los desastres, del demonio y de los círculos infernales».
«Mi madre guardó siempre el culto del coronel Lezama: una tarde, cuando jugábamos con ella a los yaquis, advertimos, en el círculo que iban formando las piezas, una figura que se parecía al rostro de nuestro padre. Lloramos todos, pero aquella imagen patriarcal nos dio una unidad suprema e instaló en Mamá la idea de que mi destino era contar la historia de la familia».[9]
«Un día vi en el zoológico un oso tibetano, se siente siempre intranquilo, aunque nada a su alrededor tienda a irritarlo, gira, persigue un enemigo que no llega, enarca las orejas, escarba, mira con odio a una invisible fruta que descuelga. Exteriormente impasible, pero por dentro la inútil intranquilidad del oso tibetano. ¿Cuál será su sueño? ¿Cómo hacer que ocurran al mismo tiempo la amistad visible y la enemistad invisible?».[10]
Fuente: Paradiso, 1966.
«En apariencia inclinado hacia lo más remoto de un pasado universal, entre real y mítico, Lezama buscó incansablemente las raíces del presente cubano, del hombre cubano, y al hacerlo iluminó los subsuelos mentales, las capas profundas de toda América Latina».[11]
«Leo Paradisso [sic] poco a poco, con creciente asombro y deslumbramiento.[...] Una obra en la que Ud. cumple la promesa que le hicieron al español de América Sor Juana, Lugones y unos cuantos más».[12][13]
«Lezama fue escritor de una palabra golosa, henchida de barruntos sobre las más extraordinarias imaginerías. [...] La estética de Lezama es la estética de la intuición y de lo intuitivo: percepción primaria donde se encuentran todas las clarividencias».[14]
↑ Citado por Antonio Gamoneda, como introducción al Cecilia y otros poemas. 1ª ed. Madrid, Fondo de Cultura Económica de España, 2007, pág. 13; ISBN 8437505947.
↑ José Lezama Lima, "Mitos y cansancio clásico". mencionado, citando La expresión americana (1957), Fondo de Cultura Económica, México, 1993
↑ La carta secreta de Lezama Lima. Artículo de Roger Salas publicado en El País del 23 de diciembre de 2012, a propósito de la edición del facsímil de una misiva inédita del poeta cubano a su hermana Rosa, más una copia firmada del poema 'La madre'.
↑ Julio Cortázar,«Alto fanal presente», en Papeles inesperados, Alfaguara, Buenos Aires, 2009, p. 366
↑ Carta de Octavio Paz a José Lezama Lima, fechada el 3 de abril de 1967 en Delhi, citada por Susana Zaragoza Huerta en «José Lezama Lima o las "apologías eleáticas" mexicanas», incluido en Nueve Délficos, Ensayos sobre Lezama, Verbum, Madrid, 2014, pp. 49-50. Zaragoza Huerta señala que la carta fue publicada originalmente en la Serie Valoración Múltiple de la Casa de las Américas en 1970, y aparece citada parcialmente, con algunas modificaciones, en Cartas (1939 - 1976), editorial Orígenes, Madrid, 1979, volumen editado por Eloísa Lezama Lima que recoge la correspondencia de su hermano.