«A menudo, los labios más urgentes no tienen prisa dos besos después».[1]
«En este país, la gente te considera un colega, pero en cuanto subes un escalón pasas a ser un desertor; ya no un hermano de clase, sino un traidor».[2]
«La monarquía es un déficit democrático que sufrimos por herencia».[3]
«La muerte es solo la suerte, con una letra cambiada».[4]
«Los hombres engañan más que las mujeres; las mujeres, mejor».[5]
«No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió».[6]
Digresiones, opiniones, etc.
«El que no quiera ir a los toros, que no vaya. Y que se dejen de tocarnos los cojones, que hay cosas más importantes. Pero que no hablen de ecología ni de amor a los animales, porque no conozco a nadie que los ame más que los ganaderos y los toreros».[7]
«Yo creo que del mismo modo que les exigimos a los obispos, si alguna vez lo hacen, pedir perdón por su actitud con el nazismo o el franquismo, la izquierda de este país, a la que orgullosamente he pertenecido y creo pertenecer, debiera pedir perdón por su complacencia con ETA durante muchos años. Yo tuve en mi casa de Londres a etarras y era una gente encantadora que pegaban tiros en la nuca, algo que nos parecía una cosa muy graciosa en ese momento. Y hacíamos mal. Porque de aquellos polvos vinieron estos lodos. Así que creo que la gente como yo está muy obligada a estar muy en contra y a decirlo muy alto por cobardes que sean. Y yo lo soy como el que más».[8]
«Joaquín Sabina es un pez resbaladizo. Pertenece a la rara categoría de los entrevistados perfectos. En cuanto se enciende la luz roja, suelta un torrente de confesiones que ciega a cualquier periodista: como los galgos que persiguen a la liebre mecánica, el instinto anula todo propósito indagatorio». [9]
↑ Artículo de Elena Regoyos en periodistadigital.com. del 12.12.2006.
↑ Embustera, 2009. Benjamín Prado. Romper una canción: Así se escribió el disco Vinagre y rosas, de Joaquín Sabina. Penguin Random House Grupo Editorial España, 2011. ISBN 9788403131040.[falta página]