signo clínico caracterizado por un aumento de la temperatura corporal De Wikiquote, el compendio de citas libre
La fiebre es, normalmente, un «fenómeno patológico que se manifiesta por elevación de la temperatura normal del cuerpo y mayor frecuencia del pulso y la respiración».[1]
NOTA: Salvo en los casos que cuentan con referencia en español, la traducción de las citas incluidas en esta sección es propia del usuario que las aporta.
«El amor es un verdadero acceso de fiebre, con la diferencia que ésta comienza con frío y termina con ardor, mientras que el amor sigue el camino inverso».[2]
«Llegó Navidad, llegaron esos días de niebla y regocijo en que Madrid parece un manicomio suelto. Los hombres son atacados de una fiebre que se manifiesta en tres modos distintos: el delirio de la gula, la calentura de la lotería y el tétanos de las propinas. Todo lo que es espiritual, moral y delicado, todo lo que es del alma, huye o se eclipsa. La conmemoración más grande del mundo cristiano se celebra con el desencadenamiento de todos los apetitos. Hasta el arte se encanalla. Los teatros dan mamarracho, o la caricatura del Gran Misterio en nacimiento sacrílegos. Los cómicos hacen su agosto; la gente de mal vivir, hembras inclusive, alardea de su desvergüenza; los borrachos se multiplican. Tabernas, lupanares y garitos revientan de gente, y con las palabras obscenas y chabacanas que se pronuncian estos días habría bastante ponzoña para inficionar una generación entera. No hay más que un pensamiento: la orgía. No se puede andar por las calles, porque se triplica en ellas el tránsito de la gente afanada, que va y viene aprisa. Los hombres, cargados de regalos, nos atropellan, y a lo mejor se siente uno abofeteado por una cabeza de capón o pavo que a nuestro lado pasa».
«Realmente no sé a qué se me había destinado, sólo recuerdo que una tarde oí ejecutar una sinfonía de Beethoven, que a continuación me dio fiebre, enfermé, y cuando recobré la salud era músico».[4]
«Si él [Thomas Edison] hubiese tenido que encontrar una aguja en un pajar, no se hubiese detenido a razonar dónde era más probable que estuviera, sino que hubiese procedido de inmediato con la diligencia febril de una abeja, a examinar paja tras paja hasta que encontrara el objeto de su búsqueda».[5]
«Todos los niños sufríamos, entonces, y teníamos unas pesadillas horribles. El sentimiento de culpa durante el franquismo era horroroso. Hubiéramos podido ser tan felices sin él, nos robaron una infancia feliz. La religión y las costumbres ancestrales marcaban el único camino que seguir y, fuera de él, sólo quedaba el infierno. A los miedos infantiles naturales, a la oscuridad o al abandono, añadíamos el miedo al infierno, terrorífico. Recuerdo con horror el descubrimiento de unas postales eróticas y lo que llegó a atormentarme, tuve hasta fiebre, creía que me saldría una joroba como condena».[6]
«En nuestros locos intentos, renunciamos a lo que somos por lo que esperamos ser, y esta torpe, ambiciosa fiebre de poseerlo todo, nos atormenta tanto con la deficiencia de lo que tenemos, que no nos cuidamos de lo poseido, y solo por falta de razón, reducimos a nada lo que queremos aumentar». [Se respeta ortografía de la época][9]
Fuente: Lucrecia
«La omisión de un deber indispensable sella la firma en blanco del peligro, y el peligro, al igual de una fiebre contagiosa, nos atrapa sin sentir en el preciso instante en que nos sentamos descuidadamente al sol».[10]
«La religión mal entendida es una fiebre que puede terminar en delirio».[13]
↑ Real Academia Española. «Fiebre.»Diccionario de la lengua española (edición del Tricentenario, actualización 2020). Consultado el 4 de julio de 2021.
Ortega, Arturo (2013). El gran libro de las frases célebres. Penguin Random House Grupo Editorial, México. ISBN 9786073116312. En Google Libros.
Shakespeare, William; Edmond Malone (ed. inglés); traducción de Matías de Velasco y Rojas (1879). Pensamientos, máximas, aforismos y definiciones: entresacados de todos los poemas, sonetos, comedias, historias y tragedias de William Shakspeare. Con adicion de los trozos más selectos contenidos en sus diversas obras. Madrid: M. Minuesa.
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