«Siempre es bueno cuando se tienen amores ausentarse por algún tiempo. Así podemos cerciorarnos de si es cariño efectivo el que nos tienen o es capricho pasajero».[9]
«Mas, apenas hubo dejado su caballería Sancho por acudir a don Quijote, cuando el demonio bailador de las vejigas saltó sobre el rucio, y, sacudiéndole con ellas, el miedo y ruido, más que el dolor de los golpes, le hizo volar por la campaña hacia el lugar donde iban a hacer la fiesta. Miraba Sancho la carrera de su rucio y la caída de su amo, y no sabía a cuál de las dos necesidades acudiría primero; pero, en efecto, como buen escudero y como buen criado, pudo más con él el amor de su señor que el cariño de su jumento, puesto que cada vez que veía levantar las vejigas en el aire y caer sobre las ancas de su rucio eran para él tártagos y sustos de muerte, y antes quisiera que aquellos golpes se los dieran a él en las niñas de los ojos que en el más mínimo pelo de la cola de su asno. Con esta perpleja tribulación llegó donde estaba don Quijote, harto más maltrecho de lo que él quisiera, y, ayudándole a subir sobre Rocinante, le dijo: — “Señor, el Diablo se ha llevado al rucio”».
↑ Línea de diálogo en la película Los Hermanos Marx en el Oeste, pronunciada por Groucho. Recogida en Nos vamos al cine: la película como medio educativo, Juan Vaccaro; p. 67. Edicions Universitat Barcelona, 2011; ISBN 9788447535477. En Google Libros.