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El volteo o bandeo humano de campanas es una tradición festivo-religiosa que tiene lugar en el Campanario de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles de Castielfabib, Valencia (Comunidad Valenciana, España).
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Se realiza varias veces al año, siendo las principales, en la onomástica de San Guillermo, patrón de la Villa, el 10 de febrero; en la mañana de Pascua de Resurrección, durante la «Procesión del Encuentro» entre la Virgen María y Cristo Resucitado; y en la festividad de la Virgen de Tejeda, patrona de la Villa, el 8 de septiembre; además, también se realiza en ciertos momentos de especial celebración, como la llegada de una personalidad a la Villa o con motivo de alguna despedida de solteros.
A pesar de que la tradición oral dice que el volteo humano tiene un origen inmemorial, remontándose a la época medieval, no hay registros documentales que lo prueben.
Hasta ahora no se han encontrado noticias escritas del volteo humano en la abundante documentación medieval relativa a la Villa (desde la reconquista cristiana en el 1210, hasta el siglo XV), ni en la documentación moderna (siglos XVI, XVII y XVIII). Tampoco aparecen referencias en las Relaciones ad limina de los obispos de Segorbe (del siglo XVI al XIX).[1]
Asimismo, no existen menciones en las crónicas de los prestigiosos autores que trataron de Castielfabib en el siglo XVI (Beuter, 1554; Viciana, 1564), en el XVII (Escolano, 1610-11), en el XVIII (Espinalt y García, 1778-95; Cavanilles, 1795-97) y en el XIX (Villanueva, 1804; Miñano y Bedoya, 1826-29; Boix, 1845-47; Madoz, 1846; Aguilar y Serrat, 1890), en ninguno de sus escritos los autores mencionados aluden a la tradición castielera del volteo humano de campanas.[1]
Las primeras noticias escritas del volteo humano proceden de la segunda mitad del siglo XX, por mano del escritor y periodista valenciano Luis B. Lluch Garín (1966 y 1980):
Recogen también el acontecimiento Miguel Garcían Lisón y Arturo Zaragozá (1983):
Asimismo, lo recoge la periodista y escritora valenciana, María Ángeles Arazo y el fotógrafo Francesc Jarque (1998):
Y el cronista de la Mancomunidad de Municipios Rincón de Ademuz (2007), quien hace una interpretación antropológica de tan arriesgada tradición.[5]
En la onomástica de San Guillermo (10 de febrero) tiene lugar una misa mayor con procesión, llevando la imagen del santo sobre sus andas por las calles de la villa, mientras tiene lugar un bandeo de campanas. Asimismo, para celebrar el “encuentro”, el domingo de Resurrección, la imagen de la Virgen sale de la vecina Ermita de la Virgen de Gracia, precedida del mayoral y mayoralesas, con sus sayaleros, jubones y mantos bordados, mientras las niñas echan flores al paso del anda. Al mismo tiempo, la imagen del Niño, cubierta con manto de oro, sale de la parroquial. Durante ambas procesiones –San Guillermo y Pascua- es cuando tradicionalmente los mozos de Castielfabib “cabalgan” la campana Guillermina, bronce vaciado en 1673, ubicado en la hornacina de la fachada septentrional del campanario, a cuyos pies se halla la puerta de entrada al pasadizo de El Carrerón, también llamada puerta de La Reja, que constituía la entrada principal al castillo que coronaba la villa medieval.[6]-</ref> La distancia entre la campana y la calle es de unos cincuenta metros. Existen dos formas de volteo humano, lo que se llama «montar» o cabalgar la campana, y «dar vueltas» o voltear:
Se desconoce el origen de tan insólita tradición, aunque se sabe por testimonios que a principios del siglo XX los niños de entonces ya se ejercitaban en el ejercicio del volteo, sujetando el badajo para que no sonara y montando la campana.[8]
Hipotéticamente, su origen pudo estar en la fanfarronada de algún mozo de la Villa, en una promesa, una apuesta u otra idea similar. Desde un punto de vista antropológico, el volteo humano de campanas en Castielfabib podría interpretarse como un rito de iniciación, mediante el que se pasa de la vida adolescente a la adulta, merced a la consumación de un ejercicio sumamente arriesgado, cual es montar o voltear la campana, cuya ejecución requiere pericia y valor.
El volteo humano de campanas tuvo su momento álgido en los años cuarenta y años cincuenta del siglo XX, hallándose íntimamente vinculado a las concurridas celebraciones religiosas de la Villa: San Guillermo (10 de febrero), Pascua de Resurrección, Virgen de Tejeda (8 de septiembre).
En las últimas décadas, la práctica de esta tradición por efecto de la despoblación de la zona, ha perdido parte de la pasión que antaño levantaba entre los de la Villa, tal vez porque tampoco hay niños que aprendan de sus mayores la técnica de tan temerario ejercicio. Hoy se realiza de forma esporádica, a veces fuera del ámbito religioso en que tradicionalmente tenía lugar, como las despedidas de soltero y con ocasión de la llegada a la Villa de alguna personalidad a la que se desea agasajar.
Con ser un ejercicio arriesgado, no hay constancia de que nadie haya padecido nunca un accidente mortal, no obstante haberse conseguido récords de volteos, hasta el centenar.[9]
El futuro de esta tradición se halla comprometido por efecto de la despoblación, ya que cada día quedan menos vecinos en Castielfabib que hayan cabalgado y/o volteado alguna vez la campana Guillermina, ello impide que los escasos niños y jóvenes puedan heredar de sus mayores el entusiasmo y la técnica que requiere la práctica del volteo humano.
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