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actriz y cantante de tango argentina De Wikipedia, la enciclopedia libre
Rosa Herminia Gómez, conocida como Sabina Olmos (Buenos Aires, 4 de febrero de 1913-Buenos Aires, 14 de enero de 1999),[1] fue una actriz y cantante de tango argentina.
Sabina Olmos | ||
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Sabina Olmos en Mujeres que trabajan (1938). | ||
Información personal | ||
Nacimiento |
4 de febrero de 1913 Buenos Aires (Argentina) | |
Fallecimiento |
14 de enero de 1999 Buenos Aires (Argentina) | (85 años)|
Sepultura | Panteón de la Asociación Argentina de Actores | |
Nacionalidad | Argentina | |
Familia | ||
Padres |
Rafael Gómez Rafaela Ramos | |
Pareja |
Charlo (entre 1952-1969) | |
Información profesional | ||
Ocupación | Actriz y cantante | |
Años activa | 1934-1992 | |
Género | Tango | |
Instrumento | Voz | |
Premios artísticos | ||
Premios Cóndor de Plata | 1949: Mejor Actriz por Tierra del Fuego | |
Inició su carrera en la radio como cancionista de folclore y tango.[2] Poco después, desarrolló una larga carrera cinematográfica con los estudios Lumiton, donde realizó una serie de películas dirigidas por Manuel Romero y Francisco Mugica como La rubia del camino, Mujeres que trabajan y La vida es un tango. Su rol de Felicia en Así es la vida (1939) la hizo conocida en América Latina. Se le atribuyó el apelativo de «la sufrida del cine argentino» ya que todos sus personajes tenían en común el hecho de que sufrían en forma superlativa y lloraban en igual proporción.[3] En la década de 1940, compuso papeles dramáticos de mayor nivel[4] y se destacó particularmente en Historia de una noche, La gata, Albéniz y Tierra del Fuego, por las cuales fue premiada en los rubros de Mejor Actriz de Reparto y Actriz Principal.[3]
Luego de ser prohibida tras la Revolución Libertadora, Olmos y su esposo, el cantante Charlo, realizaron giras por América y España ante la imposibilidad de actuar en el país. A su regreso en la década de 1960, protagonizó Pesadilla, que fue un fracaso rotundo.[3][4] A partir de entonces debió secundar a figuras de menor trayectoria en cine y televisión. Afectada por problemas económicos luego de su divorcio, se desempeñó como asesora artística de Canal 11 y ocupó funciones administrativas. En 1992 fue convocada por Rodolfo Graziano para actuar en el Teatro de la Ribera junto a otras figuras de su época y recibió una propuesta para interpretar un breve papel en cine. Sus cuadros depresivos y la falta de trabajo la llevaron al suicidio en 1999, semanas antes de su 86.º cumpleaños.[2]
Sabina Olmos nació bajo el nombre de Rosa Herminia Gómez en 1913 como la hija de los españoles Rafael Gómez y Rafaela Ramos en el barrio porteño de Balvanera,[5] cerca de la estación ferroviaria «Once de Septiembre».[2] Desde pequeña se sintió atraída por el canto y participó de diversos actos y festivales escolares.[4]
A los 21 años, consiguió su primer trabajo como empleada en el comercio de moda Casa San Juan, de la ciudad de Buenos Aires. En una entrevista a Jorge Abel Martín para el libro Una cierta mirada, Olmos comentó: «¡Yo era una chiquilina y le llevaba los sombreros a Gloria Guzmán, que para mí era una estrella intocable! Mi carrera fue un gran esfuerzo pero también tuve mucha suerte».[6]
La actriz Amanda Ledesma le consiguió una oportunidad para trabajar en Radio Buenos Aires, donde debió interpretar un tema folclórico acompañada por el dúo calchaquí Acosta-Villafañe ante la cantidad sobrante de cantantes de tangos.[2] Si bien su intención era cantar tangos como las demás cancionistas de su época, en 1934 fue contratada como intérprete folclórica para LR4 Radio Splendid, donde interpretó la vidalita «Sol y lluvia» de Adolfo Avilés. Ahí estableció su seudónimo —Sabina Olmos— e incorporó nuevos temas musicales a su repertorio.[2] Se destacó por su particular estilo de canto en Radio El Mundo, una de las emisoras más importantes de la época, además de realizar presentaciones en Radio Argentina, Radio Municipal y Radio Carve.[6] En su libro Las cantantes, Estela Dos Santos comentó que «se la recuerda más como actriz que como cancionista. Aunque cuando se habla de la historia de la mujer en el tango, Sabina ocupa un lugar destacado».[6]
A pesar de que su primera incursión en la cinematografía en Canillita (1936) fue intrascendente, dos años después formó parte del elenco de El casamiento de Chichilo dirigida por Isidoro Navarro, donde cantó una milonga junto a Héctor Palacios.[2] Ese mismo año participó en otras tres películas; en La rubia del camino, una comedia protagonizada por Paulina Singerman, Olmos no sólo actuó sino que interpretó «Muchachita del campo».[2] Si bien no contaba con estudios escénicos que sostuviesen su vocación, logró imponerse en el mundo del cine por su carácter caprichoso y enérgico,[4] sus condiciones vocales y atractivo simple.
El director Manuel Romero, a quien consideró un determinante en su trayectoria,[4] fue primordial durante los inicios de su carrera al incorporarla al elenco de Mujeres que trabajan con Niní Marshall y Los apuros de Claudina (ambas de 1938), donde entonó una canción. Fernando Borel, con quien Olmos inició un noviazgo, participó del primer filme.[2] De acuerdo a El Mundo, Los apuros de Claudina «descarrila hacia el dramón, tipo folletín radiotelefónico. Finalmente se transforma en una comedia musical... Un poco de todo y nada de importancia. Débilmente expuesto, tomando vacilante forma cinematográfica... Trivial, ingenua y excesivamente dialogada».[7]
La década de 1930 significó la apertura de muchas aspirantes jóvenes a actrices a la industria cinematográfica.[4] Su consagración se produjo en 1939 cuando fue incluida en el nuevo proyecto de Romero para los estudios Lumiton, La vida es un tango, donde protagonizó junto a Hugo del Carril y Florencio Parravicini. Durante la película interpretó «Mi noche triste», «Milonguita», «La morocha», «Pero hay una melena», y a dúo «La payanca», «No me vengas con paradas» y «Aquel tapado de armiño».[6] La producción tuvo críticas positivas y significó el primer éxito de Olmos. De acuerdo a Domingo Di Núbila, «tuvo tanto éxito o más que Tres anclados en París por la superación de las actuaciones de los tres protagonistas».[8]
Su rol de Felicia Salazar en Así es la vida (1939), dirigida por Francisco Mugica, le otorgó popularidad en toda América Latina.[3] El papel de Olmos era el de una joven cuyo novio —recreado por Arturo García Buhr— no es aceptado por la familia burguesa de su prometida a causa de sus ideas socialistas, lo que la lleva a quedar soltera de por vida. Su labor ahí le valió el premio a la Mejor Actriz Dramática de Reparto otorgado por la Municipalidad de Buenos Aires.[2]
En Carnaval de antaño (1940), donde la actriz interpretó «Zorro gris»,[6] conoció al cantante Charlo —seudónimo de Carlos Pérez—, con quien inició un romance.[2] El desenlace del filme, uno de los más recordados de la historia del cine argentino, concluye con las estrofas del tango «Margot» pronunciadas por Olmos: «Ya no soy tu Margarita, ahora me llaman Margot».[9][6] La Nación definió a la película como una «superficial y amable evocación musical y popular, de fuertes esencias sentimentales sobre el ánimo del espectador en gravitación sobre sus recuerdos».[10]
En 1939, el cine argentino experimentó un crecimiento notable gracias a un plan de inversiones de 20 millones de pesos. Durante el año anterior se habían producido 51 filmes y se había lanzado a la fama a muchas figuras jóvenes, hechos que sustentaban gran parte de las publicaciones en revistas de espectáculos.[11]
Divorcio en Montevideo fue la segunda de las cuatro películas que Olmos realizó junto a Niní Marshall. Sintonía presentó al filme como «Impacto demasiado fácil» mientras que La Nación la definió como de «episodios y tipos convencionales [que] se arman con medios directos y fáciles».[12] La proyección, dirigida por Romero, fue un éxito y al año siguiente dio lugar a una secuela, Casamiento en Buenos Aires, la cual fue filmada rápidamente en los estudios de Munro entre septiembre y octubre de 1939. Según Sintonía, «otras figuras consagradas, como Sabina Olmos, han tenido que hacer coro al desopilante monólogo de Catita —personaje de Marshall—».[13]
En 1941, intervino en la comedia musical Yo quiero ser bataclana, nuevamente dirigida por Romero y protagonizada por Niní Marshall. Olmos cantó ahí a dúo con Juan Carlos Thorry los tangos «Dime mi amor» y el vals «Tres recuerdos», los cuales grabó luego en formato disco.[2][6] Se estrenó en el cine Broadway y Antena la calificó como el «primer ensayo serio de lo que puede hacerse dentro del género comprendido por la comedia musical».[14] Chas de Cruz elogió su acierto comercial y su extensa permanencia con sostenido público en los cines barriales y del Gran Buenos Aires.[15]
Su primer papel importante en un drama ocurrió con Historia de una noche (1941) de Luis Saslavsky sobre la base de la obra teatral Mañana es feriado. La trama indicaba que un hombre regresa a su pueblo después de un largo tiempo y se encuentra con su expareja ahora casada en una situación económica desesperada.[16] El elenco fue completado por Pedro López Lagar, María Esther Buschiazzo, Sebastián Chiola, Santiago Arrieta y Felisa Mary.[16] El filme tuvo un rotundo éxito y el historiador Domingo Di Núbila destacó la actuación de Olmos, aunque particularmente la de López Lagar. El mismo año estrenó Boina blanca, basada en los acontecimientos de la Revolución del Parque que llevaron a la renuncia del presidente Miguel Juárez Celman. A su estreno asistieron personalidades políticas como el presidente Marcelo T. de Alvear y Honorio Pueyrredón.
Albéniz (1947) recreó la vida del célebre compositor Isaac Albéniz[17] y su labor ahí fue galardonada con el premio a la Mejor Actriz de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas.[3] Por su parte, el filme recibió el premio Cóndor de Plata a la Mejor Película[18] y su protagonista, López Lagar, obtuvo el premio al Mejor Actor de dos entidades. Olmos fue galardonada por la AACCA nuevamente como Mejor Actriz de Reparto por su participación en La gata,[3] con Zully Moreno y Alberto Closas, trabajo en el que según La Nación, «... se han suavizado algunos tonos pero, como es de suponer, no puede modificarse la esencia del tema, de escasa calidad».[19] La película fue presentada en 1951 en Portugal.[20]
Olmos ocupó el papel protagónico femenino de Tierra del Fuego en 1948, donde nuevamente volvió a actuar con Pedro López Lagar. La crónica de Noticias Gráficas manifestó que es un «drama de pasiones desatadas... sorprende por un derroche de elementos técnicos».[21] Tierra del Fuego significó una de sus últimas labores importantes en cine y de hecho, le valió su último premio a la Mejor Actriz Principal de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas.[3] En el mismo año intervino en la primera película dirigida por Hugo del Carril, Historia del 900, donde interpretó el vals «Rosa de abril»[2] y encaró el papel de María Cristina, una joven de buen pasar que mantiene un romance con Julián Acosta, el personaje interpretado por Del Carril.[22] Sus actuaciones costumbristas[23] recibieron buenas críticas a pesar de que no volvieron a generar un éxito similar como en sus películas anteriores.[9]
Como cancionista, Olmos realizó unas pocas grabaciones, escasas presentaciones radiales y algunas teatrales. A principios de la década de 1940 realizó sus primeras grabaciones en disco, entre las cuales se destacan «Dime mi amor» y el vals «Tres recuerdos» —temas principales de Yo quiero ser bataclana—.[2] El investigador Néstor Pinsón redactó que «fue una cantante interesante, pero que no llegó a la altura de las grandes voces femeninas de su época. Sólo despierta curiosidad entre los coleccionistas».[2]
En Argentina, grabó doce títulos acompañada por una orquesta dirigida por Charlo, que también ejecutaba el acordeón. Ambos grabaron cinco dúos vocales y también realizaron presentaciones radiales y giras con temas musicales que no figuraban en su discografía: «Amor de mis amores», «Cuando cuentes la historia de tu vida», «Lluvia sobre el mar», «Pobre negra», «Patio mío», «La barranca», «Sin ella» y «Poema de la despedida».[2]
El investigador Ubaldo Rodríguez se refirió a su faceta como cantante: «Dueña de una voz agradable, suave, pero firme y potente, estuvo a la altura de las grandes intérpretes de su tiempo como Libertad Lamarque y Amanda Ledesma, siendo muy aceptada por el público por su personalidad y su particular estilo... Es necesario destacar que Sabina fue una mujer apasionada por el tango, por la actuación y por el amor. Tres recuerdos que viven en la memoria de la gente. Pasión que se refleja y perdura en la cálida armonía de su voz».[6]
La última película de Olmos antes de su exilio fue La barca sin pescador (1950), basada en la obra homónima de Alejandro Casona. La actriz era íntima amiga de Eva Perón y era afiliada al Partido Justicialista desde los años de 1940 al igual que su esposo Charlo.[24] Durante el gobierno de Juan Domingo Perón, la actividad cinematográfica había sido intensa pero la suma de favoritismo y censura para lo que escapara de la visión oficialista había afectado la calidad de las producciones.[24] Los problemas políticos con actores y la falta de celuloide habían comenzado durante su mandato y se acentuaron luego de su derrocamiento en 1955 cuando asumió el militar Pedro Eugenio Aramburu. Los artistas vinculados con el peronismo fueron incluidos en listas negras mientras que antiguos proscriptos del peronismo, como Niní Marshall, Libertad Lamarque o Arturo García Buhr, regresaban al país.[24] Se generó una grave crisis en el ambiente del cine y las comisiones investigadoras se dedicaron a detectar abusos en la concesión de créditos. Como las producciones resultaban demasiado costosas para desarrollarse sin algún tipo de ayuda oficial, muchos estudios de cine fueron cerrados y una gran cantidad de actores quedaron sin empleo y debieron exiliarse.[24]
Olmos y su esposo fueron prohibidos de trabajar en la Argentina luego del derrocamiento al presidente Perón, por lo que se vieron obligados a emprender una gira por América Latina, particularmente por Brasil, Colombia —donde grabó algunos discos— y Cuba. Durante su permanencia en Europa, residió en España y Portugal.[2][6] Su espectáculo Estampas de Hispanoamérica, presentado en el Casino de Estoril, tuvo un gran suceso en la televisión local.[25] Además, encabezó algunas presentaciones en Radio Carve de Montevideo y en 1961 grabó en España un disco con los temas «Morocha», «Azabache», «Rondando tu esquina» y «La abajeñita» bajo el sello Carillón.[6]
A principios de los años 1960, el matrimonio regresó a Buenos Aires e invirtió una gran suma de dinero para la producción de Pesadilla que, sin embargo, fue un rotundo fracaso.[4] La actriz relató que «a pesar de mi resistencia, porque siempre pensé que para ser productor de cine hay que conocer mucho del ambiente cinematográfico y mucho de distribución, acepté, aportando mi trabajo, sin saber que esa película, me iba a costar la ruina afectiva y económica».[6] Desde ese entonces Olmos perdió toda su fortuna y debió secundar a figuras del espectáculo de menor trayectoria en los siguientes trabajos en que participó.[3] La relación con su esposo comenzó a declinar al igual que su estado anímico y en 1969 se separaron formalmente.[9]
Sus siguientes participaciones en Bettina (1964) de Rubén W. Cavallotti, Los muchachos de antes no usaban gomina (1969) de Enrique Carreras, Hipólito y Evita (1973) con Raúl Taibo e Intimidades de una cualquiera (1974) del dúo Bó-Sarli fueron intrascendentes. Hacia el final de su carrera, Olmos frecuentó el medio televisivo en varias oportunidades aunque sin roles protagónicos. De ese modo intervino en Estación Retiro (1971),[9] Sinfonía pastoral (1970), Otra vuelta de tuerca y Simplemente María (1969) con Irma Roy.
A partir de 1973, los problemas económicos la obligaron a realizar actuaciones en locales nocturnos[6] y a ocupar el puesto de asesora artística en la galería de arte de Canal 11, en el que permaneció durante 17 años hasta que quedó cesante en febrero de 1990 y un funcionario político la hizo adquirir un pequeño departamento en Villa Lugano.[26] Sus últimos trabajos para televisión los cumplió en 1978 cuando compuso a Rossina en la serie televisiva Renato con Antonio Grimau y, tras un largo período de inactividad, en 1985 cuando fue convocada para interpretar a Rita en Rossé, un drama dirigido por Mario Bellocchio.
Durante la temporada de 1983 fue convocada por Rodolfo Graziano para actuar en la obra teatral Hoy ensayo hoy, que reunía a grandes figuras de la escena nacional en la sala Quinquela Martín del Teatro de la Ribera.[3] Ahí, obtuvo el reconocimiento que se le había negado durante años y la obra alcanzó más de 100 representaciones. El elenco se completaba con otras figuras de antaño como Irma Córdoba, Margarita Padín, Tania, Lydia Lamaison, Iris Marga, Elena Lucena, Osvaldo Miranda y Juan Carlos Thorry. En 1989 recibió el premio Cóndor de Plata a la Trayectoria sucesivamente con Amelia Bence.
En 1991 interpretó a la Gran Duquesa María Nicolaievna en la comedia musical La inhundible Molly Brown en el Teatro Lola Membrives junto a Susana Giménez, Juan Darthés, Ivo Cutzarida y Gogó Andreu.[6][9] En 1992, realizó su última intervención cinematográfica en Siempre es difícil volver a casa en el rol de una anciana ciega y paralítica bajo la dirección de Jorge Polaco. A pesar del entusiasmo que la envolvió por ser convocada de nuevo en cine, fue un rotundo fracaso.[2] También significó la última película de Rafael Carret.
Su aprecio hacia los animales, particularmente por los gatos, la llevó a cofundar el Movimiento Argentino de Protección Animal (MAPA) en 1974 junto a Luis Sandrini, Gloria Ugarte, Tita Merello, Cátulo Castillo y José Marrone.[26] La organización se encarga de atenuar la problemática social y sanitaria de animales abandonados, accidentados y maltratados. En la actualidad, alberga cerca de 350 perros sin recibir ninguna clase de subsidio especial.[27]
Los últimos años de su vida los transcurrió en una relativa soledad y con algunas carencias económicas.[2] Recibía un pequeño subsidio de 150 pesos argentinos otorgado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, que le era dado también a la actriz Tita Merello. Sin embargo, cuando Julio Mahárbiz dejó de estar al frente de la institución, se suprimió el beneficio.[28]
La muerte de Charlo en 1990 acrecentó sus cuadros depresivos y confesó en reiteradas ocasiones el deseo de acabar con su vida.[26][17] Uno de sus vecinos expresó que al momento de su muerte que «Sabina tenía el pelo blanco porque ya no se quería teñir más y apenas salía de su departamento para darle comida a los gatos». Durante sus últimos años, era usualmente acompañada por Delma, su amiga más cercana.[26] Con más de ochenta años, demostró que no había perdido su carácter y sentido del humor cuando invitó a comer a su casa al presidente Carlos Menem. Ante las repetidas postergaciones del mandatario, Olmos le preguntó si no le agradaba el menú que tenía planeado, el cual consistía en un guiso de lentejas.[26]
El 14 de enero de 1999, alrededor de las 6 UTC-3, Olmos se suicidó arrojándose por la ventana de la cocina del noveno piso de su departamento de Villa Lugano,[17] tres semanas antes de su 86° cumpleaños. Los oficiales de policía hallaron una carta en la que pedía «disculpas por mi decisión y por las molestias ocasionadas».[26] Su anillo de casamiento, obsequio de su amiga Eva Perón, estaba en uno de sus dedos y luego desapareció.[26] Sus restos fueron velados en el Teatro Nacional Cervantes e inhumados en el Panteón de la Asociación Argentina de Actores en el cementerio de la Chacarita.[17] El escritor Andrés Insaurralde señaló que «a lo largo de su vida, Sabina fue perseguida por el destino de sus personajes y acabó como cualquiera de ellos».[29]
La muerte de Sabina Olmos me inmoviliza porque me pongo a pensar cuánto debe haber sufrido esta mujer para tomar semejante decisión... Toda muerte es dolorosa, pero lo es mucho más si se trata de un suicidio de uno de nuestros compañeros. La falta de trabajo es uno de los grandes males de fin de siglo... Eso es desesperante... detrás de todo eso hay seres humanos que sufren, necesitan y padecen. Hay una cuota de olvido para la gente mayor y en los artistas se nota más porque alguna vez se ha hablado de ellos.Rubén Stella, secretario general de la Asociación Argentina de Actores[26]
Olmos contrajo matrimonio por primera y única vez en 1952 vía Uruguay con el cantante Charlo, luego de doce años de noviazgo. Los anillos nupciales fueron obsequio de la primera dama Eva Perón, íntima amiga de la actriz.[30] Se separaron en 1969[9] y Olmos jamás volvió a casarse. Si bien nunca tuvo hijos, hacia el final de su vida contaba con dos sobrinas, María Cristina y María del Carmen.
Sabina Olmos integró la denominada «época de oro del cine argentino», período en el cual protagonizó una gran cantidad de filmes notables como La vida es un tango, Así es la vida, Divorcio en Montevideo, Carnaval de antaño, Historia de una noche, Albéniz y La gata.[9] Fue un ícono del cine musicalizado y del melodrama a tal punto que fue apodada «la sufrida del cine argentino» por sus personajes sollozantes y pesarozos. A pesar de la carencia de estudios escénicos, los directores solían elogiar su naturalidad al momento de actuar.[6] Su obituario de Clarín publicó que «aunque no alcanzó la fama de Zully Moreno o Mirtha Legrand, consideradas divas en aquellos tiempos, Sabina Olmos se ganó merecidamente un espacio propio en el cine de fines de los años 1930 y los años 1940. Sus interpretaciones se caracterizaban por un toque de envolvente ternura, que la convertían un poco en la muchacha buena de la mayoría de sus historias. El teatro y la televisión no le fueron ajenos, pero su lugar en el mundo fue el cine».[17]
Por otro lado, Olmos ocupa un lugar destacado en la historia de la mujer en el tango y se destacó por su estilo personal al momento de interpretar canciones de este género.[6] Fue una de las cantantes surgidas en la década de 1930 que, junto con Libertad Lamarque, Ada Falcón, Mercedes Simone, Tita Merello y Nelly Omar, crearon la modalidad vocal femenina en el rubro. Según Néstor Pinsón, «fue una cantante interesante, pero que no llegó a la altura de las grandes voces femeninas de su época. Sólo despierta curiosidad entre los coleccionistas».[2]
Un centro de jubilados y pensionados en Villa Lugano lleva su nombre.[31]
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