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Onda de presión provocada por la expansión de las arterias como consecuencia de la circulación de sangre De Wikipedia, la enciclopedia libre
En medicina, el pulso representa la palpación táctil arterial del ciclo cardíaco (latido del corazón) mediante las yemas de los dedos. El pulso de una persona es una onda de presión provocada por la expansión de las arterias como consecuencia de la circulación de sangre bombeada por el corazón.[1]
El pulso puede palparse en cualquier lugar que permita comprimir una arteria cerca de la superficie del cuerpo, como en el cuello (arteria carótida), muñeca (arteria radial o arteria cubital), en la ingle (arteria femoral), detrás de la rodilla (arteria poplítea), cerca de la articulación del tobillo (arteria tibial posterior) y en el pie (arteria dorsal del pie). El pulso radial se suele medir con tres dedos.[1] Esto tiene una razón: el dedo más cercano al corazón se utiliza para ocluir la presión del pulso, el dedo corazón se utiliza para obtener una estimación aproximada de la presión sanguínea, y el dedo más distal al corazón (normalmente el anular) se utiliza para anular el efecto de la pulso cubital, ya que las dos arterias están conectadas a través de los arcos palmares (superficial y profundo). El estudio del pulso se conoce como esfigmología.
Galeno fue quizás el primer fisiólogo que describió el pulso.[2] El pulso es un método táctil expeditivo para determinar la presión arterial sistólica para un observador entrenado. La presión arterial diastólica no es palpable y no se puede observar mediante métodos táctiles, ya que se produce entre los latidos del corazón.
Las ondas de presión generadas por el corazón en sístole mueven las paredes arteriales. El avance de la sangre se produce cuando los límites son flexibles y complacientes. Estas propiedades se forman lo suficiente como para crear una onda de presión palpable.
La frecuencia cardiaca puede ser mayor o menor que la frecuencia del pulso en función de la demanda fisiológica. En este caso, la frecuencia cardiaca se determina por auscultación o sonidos audibles en el ápex cardiaco, en cuyo caso no es el pulso. El déficit de pulso (diferencia entre los latidos del corazón y las pulsaciones en la periferia) se determina por palpación simultánea en la arteria radial y auscultación en el PMI, cerca del ápex cardíaco. Puede estar presente en caso de Extrasístole ventricular o fibrilación auricular.
La velocidad del pulso, los déficits de pulso y muchos más datos fisiológicos se visualizan de forma fácil y sencilla mediante el uso de uno o varios catéteres arteriales conectados a un transductor y un osciloscopio. Esta técnica invasiva se utiliza habitualmente en cuidados intensivos desde la década de 1970.
La frecuencia del pulso se observa y mide por medios táctiles o visuales en el exterior de una arteria y se registra como pulsaciones por minuto o PPM.
El pulso puede observarse además indirectamente bajo absorciones luminosas de longitudes de onda variables con relaciones matemáticas asignadas y reproducidas de forma económica. La captación aplicada de las variaciones de la señal luminosa del componente sanguíneo hemoglobina en condiciones de oxigenación frente a las de desoxigenación permite la tecnología de la pulsioximetría.
El pulso se cuantifica manualmente con los dedos índice y medio. Cuando se palpa la arteria carótida, la femoral o la braquial se tiene que ser muy cuidadoso, ya que no hay una superficie sólida como tal para poder detectarlo. La técnica consiste en situar los dedos cerca de una arteria y presionar suavemente contra una estructura interna firme, normalmente un hueso, para poder sentir el pulso. Se deben usar los 2 dedos, el índice para ocluir el pasaje de la sangre desde proximal, el medio para ocluirlo del lado distal poniendo en evidencia con el medio que no haya una conexión anómala cúbito radial. Y además, no se debe aplicar mucha fuerza al tomarlo, ya que puede causar problemas circulatorios, cardíacos, y en algunos casos cerebrales. Sin embargo, esto también depende de que arteria se esté palpando.
Aunque el pulso puede sentirse en múltiples lugares de la cabeza, normalmente las personas no deberían oír los latidos de su corazón dentro de la cabeza. Esto se denomina tinnitus pulsátil, y puede indicar varios trastornos médicos.
El pulso no se debe cuantificar con el dedo pulgar. Las arterias que vienen del antebrazo (radial y cubital) se unen y forman el arco palmar; de este arco salen las ramas que van a irrigar las falanges (dedos de la mano). Cada falange tiene una arteria a cada lado pero el dedo pulgar solo tiene una arteria llamada "arteria principal del pulgar", la cual le pasa por su línea media. Si tomas el pulso con el pulgar, se puede confundir con el propio pulso de esta falange.
La facilidad para palpar el pulso viene determinada por la presión sanguínea del paciente. Si su presión sistólica está por debajo de 90 mmHg el pulso radial no será palpable. Por debajo de 80; mmHg no lo será el braquial. Por debajo de 60 mmHg el pulso femoral no será palpable. Dado que la presión sistólica raramente cae tan bajo, la falta de pulso carótido suele indicar la muerte. Sin embargo, se conoce de casos de pacientes con ciertas heridas, enfermedades u otros problemas médicos en los cuales estaban conscientes y carecían de pulso palpable.
Podemos decir que el pulso se define como la onda de sangre creada por la contracción del ventrículo izquierdo del corazón y es útil para estimar la frecuencia cardíaca. La frecuencia cardíaca normal es:
Cuando la frecuencia cardíaca se encuentra fuera de los rangos normales tenemos:
Lo normal es que el tiempo entre pulso y pulso sea relativamente constante, si es irregular constituye una arritmia. La característica de la secuencia de las pulsaciones es denominada ritmicidad.
En un individuo el pulso puede variar durante el día, según las actividades que se encuentre realizando. Las pulsaciones aumentan cuando se produce una actividad física extenuante, esto es porque el cuerpo demanda un mayor consumo de energía, y la energía se produce sobre la base de los alimentos y el oxígeno, el corazón es el que transporta esto a través de las pulsaciones, y para transportarse a cada célula del cuerpo por la sangre, es necesario incrementar las pulsaciones; por el contrario, cuando la persona se encuentra en estado de reposo (durmiendo), la frecuencia puede disminuir considerablemente por debajo de los límites normales.
En el antiguo Egipto, el pulso era una herramienta diagnóstica importante en la medicina. El Papiro de Ebers, un texto médico egipcio antiguo que data aproximadamente del 1550 a. C., menciona el pulso como un factor clave para diagnosticar enfermedades. Los médicos egipcios evaluaban el pulso para determinar el estado de salud del paciente, aunque los detalles específicos de sus técnicas están menos documentados en comparación con las culturas posteriores.[3]
En la antigua India, la práctica del diagnóstico por pulso, o Nadi Vijnana, tiene una historia bien documentada en el Ayurveda, uno de los sistemas de medicina más antiguos. Textos ayurvédicos como el Charaka Samhita (alrededor del siglo II a. C.)[4] y el Sushruta Samhita (alrededor del siglo VI a. C.) describen métodos detallados para el diagnóstico por pulso. Los médicos indios identificaban tres pulsos principales correspondientes a los tres doshas (energías del cuerpo): Vata, Pitta y Kapha. Se pensaba que el desequilibrio de cada dosha se manifestaba en características distintas del pulso, como el ritmo y la fuerza.[5]
En la medicina tradicional china, el diagnóstico por pulso es un pilar que data del Huangdi Neijing (El Canon del Emperador Amarillo)[6], un texto fundamental escrito alrededor del siglo II a. C. Los practicantes chinos clasificaban el pulso en diferentes tipos y cualidades, como flotante, profundo, lento o rápido, para evaluar la salud de varios órganos y el equilibrio general del Qi (energía vital) en el cuerpo. Este sistema de diagnóstico por pulso es muy sofisticado y ha evolucionado a lo largo de los siglos.
En la antigua Grecia, la toma del pulso fue practicada por médicos como Hipócrates (alrededor del 460–377 a. C.)[7] y Galeno (alrededor del 129–c. 200 d. C.)[8]. Hipócrates reconoció la importancia del pulso en el diagnóstico de enfermedades y anotó diferentes tipos de pulso en sus escritos. Galeno desarrolló aún más la práctica, clasificando los pulsos en función de su ritmo, frecuencia y fuerza. Sus observaciones detalladas y categorizaciones sentaron una base importante para el estudio del diagnóstico por pulso en la medicina occidental.
La medicina romana heredó y amplió las prácticas griegas. Galeno, que era romano, hizo contribuciones significativas al diagnóstico por pulso, y su trabajo influyó en los practicantes médicos romanos. Los romanos continuaron la tradición griega de usar la información del pulso para guiar las decisiones de tratamiento.
La frecuencia del pulso fue medida por primera vez por médicos y científicos de la antigua Grecia. La primera persona que midió los latidos del corazón fue Herófilo de Alejandría, Egipto (c. 335-280 a. C.), que diseñó un reloj de agua para medir el pulso.[9] Rumi ha mencionado en un poema que "El médico sabio medía el pulso del paciente y se daba cuenta de su estado". Esto demuestra que esta práctica era habitual en la época de Rumi y su ámbito geográfico.[10] La primera persona que midió con precisión el pulso fue Santorio Santorii (1561-1636), que inventó el pulsilogium, una forma de péndulo que más tarde estudió Galileo Galilei.[11] Un siglo después, otro médico, François Boissier de Sauvages de Lacroix, utilizó el pulsilogium para comprobar la función cardiaca.
Existen varios patrones de pulso que pueden tener importancia clínica. Entre ellos se incluyen[1]:
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