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KGB
agencia de inteligencia de la URSS De Wikipedia, la enciclopedia libre
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El Comité de Seguridad del Estado,[1] mayormente conocido por sus siglas KGB (en ruso: ⓘ, Komitet gosudárstvennoy bezopásnosti), fue la principal agencia de inteligencia y policía secreta de la Unión Soviética entre el 13 de marzo de 1954 y el 3 de diciembre de 1991. En su apogeo, su influencia fue global, comparable al de la CIA de Estados Unidos. Popularmente se lo conocía como el Centro.[2]
Su función principal era obtener, analizar y gestionar toda la información de inteligencia de la nación. El KGB se disolvió semanas antes de la disolución de la Unión Soviética. A partir de su desaparición surgió el SVR, encargado del espionaje internacional y de conservar toda la documentación histórica del KGB.
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Historia
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La historia del KGB se remonta a los primeros años del poder bolchevique, cuando se fundó la Checa en 1917 bajo la dirección de Félix Dzerzhinski. Este fue el primer aparato de inteligencia del Estado soviético, orientado al control político interno y a la represión de opositores.

A lo largo del tiempo, la Checa se transformó en varias agencias sucesoras, incluyendo el GPU, el OGPU, el NKVD y el MGB, hasta desembocar finalmente en la creación del KGB en 1954. Sus siglas corresponden a Komitet gosudárstvennoy bezopásnosti (Comité para la Seguridad del Estado), fue establecida oficialmente durante el liderazgo de Nikita Jruschov, tras el debilitamiento de Lavrenti Beria y el proceso de desestalinización. Desde entonces, se convirtió en el organismo central de inteligencia, contrainteligencia y seguridad del Estado soviético. Su rol fue tan extenso como diverso: desde operaciones de espionaje en el extranjero hasta la vigilancia y represión interna de disidentes, intelectuales, religiosos y cualquier actividad considerada «antisoviética».[3] Durante la Guerra Fría, tuvo un papel central en la estrategia geopolítica soviética, involucrándose en operaciones de influencia y desinformación global, incluyendo la infiltración de gobiernos, movimientos insurgentes y redes de inteligencia en todo el mundo occidental.[4] Fue una de las principales fuerzas de control ideológico y censura interna. Supervisaba las actividades culturales, religiosas y académicas. En su fase más aguda, fue responsable de miles de detenciones, destierros, internamientos psiquiátricos y ejecuciones. Tras la caída del Muro de Berlín y el debilitamiento progresivo de la URSS, fue reestructurada. Durante el fallido golpe de Estado contra Gorbachov en 1991, sectores del KGB estuvieron implicados. Ese mismo año, tras la disolución formal de la Unión Soviética, la agencia fue desmantelada. Sus funciones se dividieron en:
- FSB (Servicio Federal de Seguridad): contrainteligencia y seguridad interna.
- SVR (Servicio de Inteligencia Exterior): inteligencia internacional.[5]

La cultura del KGB sobrevive en los servicios de inteligencia rusos. Vladímir Putin, por ejemplo, fue agente de la Primera Dirección Principal del KGB en la República Democrática Alemana, y ha influido en la restauración del poder político de las agencias de seguridad dentro del Estado ruso contemporáneo.[6]
El KGB en los países del bloque socialista
De la misma manera (y con los mismos procedimientos) que la Ojrana durante el régimen zarista, de la que en cierta manera es sucesora, la tarea del KGB en la Unión Soviética y los países socialistas durante la Guerra Fría era supervisar exhaustivamente la opinión pública, la subversión interna y los posibles complots desestabilizadores en el bloque soviético. El KGB acudió en apoyo de los gobiernos comunistas e intervino en el aplastamiento de la Revolución húngara de 1956 y en la invasión de Checoslovaquia por el Pacto de Varsovia en 1968 que acabó con la llamada Primavera de Praga.
Después de la revuelta húngara, el presidente del KGB Iván Serov supervisó personalmente la «normalización» del país tras la intervención soviética. En consecuencia, el KGB tenía seguimiento por satélite de las poblaciones del Estado para evitar que se produjeran «actitudes nocivas» y «actos hostiles». Sofocar la Primavera de Praga, derrocando a un gobierno comunista con tendencias liberadoras, fue su mayor «logro».
La línea dura del KGB preparó a miembros del Partido Comunista de Checoslovaquia, como Alois Indra y Vasiľ Biľak, para asumir el poder tras la invasión de Checoslovaquia por el Pacto de Varsovia. La invasión tuvo consecuencias para el KGB. El KGB, que actuaba respaldado por los servicios secretos afines, recibió en esta ocasión gran respaldo de la Stasi para controlar la situación posterior a la intervención.
El KGB había pronosticado la inestabilidad política, como consecuencia de la ascensión al poder del papa Juan Pablo II, primer Obispo de Roma polaco, a causa de sus sermones independentistas y anticomunistas contra el gobierno del Partido Obrero Unificado Polaco. Sobre este tema se ha especulado que el KGB estuvo involucrado en el atentado sufrido por Juan Pablo II,[7] hipótesis que exagentes del KGB como Mijaíl Lyubímov han desmentido siempre,[8] a pesar de que según algunas agencias existen supuestas pruebas.
El Służba Bezpieczeństwa y el KGB infiltraron con éxito espías en el recién nacido sindicato Solidaridad, y la Iglesia católica y en la operación X.[9] En coordinación con el general Jaruzelski y el Partido Obrero Unificado Polaco, declararon la ley marcial en Polonia. Sin embargo, la maniobra resultó infructuosa dado el enfoque independentista y anticomunista de Solidaridad, hecho que debilitó fatalmente al gobierno comunista de Polonia en 1989.[10]
Agentes femeninas como armas de seducción
Como parte de las sofisticadas operaciones de inteligencia del KGB, algunas misiones contemplaban el reclutamiento de mujeres para obtener información mediante relaciones personales o afectivas con personas influyentes, diplomáticos o funcionarios de Estados extranjeros. Este tipo de operación se conoce como honey trap (trampa de miel), que consiste en seducir a una persona para obtener información o comprometerla políticamente mediante chantaje o manipulación. El uso de este método en espionaje tiene antecedentes documentados durante la Guerra Fría, y se sabe que servicios de inteligencia, incluido el soviético, lo aplicaron para obtener ventajas informativas o poner en situaciones vulnerables a objetivos estratégicos. Un ejemplo citado es el uso por parte del KGB de agentes femeninas denominadas «chicas Mozhno» (en ruso: можно) o «Mozhnos», cuyo objetivo era seducir a funcionarios extranjeros y aprovechar la confianza generada para extraer inteligencia o material comprometedor.[11]
La literatura especializada y los informes históricos indican que estas técnicas no solo buscaban la obtención de secretos, sino también generar material que pudiera ser utilizado para chantajear o influir políticamente sobre los objetivos. El concepto de honey trap ha sido estudiado como parte de las estrategias de inteligencia que combinan relaciones personales, vulnerabilidades emocionales o sexuales y objetivos políticos o de seguridad.[12]
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Supresión de la disidencia interna
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Durante la Guerra Fría, el KGB desempeñó un papel central en la supresión de la disidencia interna en la Unión Soviética, en el marco de la lucha contra lo que las autoridades definían como «subversión ideológica». Este concepto abarcaba un amplio espectro de manifestaciones políticas, culturales, religiosas y nacionales consideradas incompatibles con el sistema socialista, incluyendo el anticomunismo, el nacionalismo no ruso, la actividad religiosa independiente y las expresiones críticas del orden político vigente. La disidencia fue tratada de manera sistemática como una amenaza a la seguridad del Estado y, en muchos casos, como resultado de la influencia de potencias extranjeras hostiles.
Tras el discurso secreto de Nikita Jruschov en 1956, titulado Sobre el culto a la personalidad y sus consecuencias, se produjo una relativa liberalización del control ideológico y una reducción temporal de la represión política directa. En este contexto emergió una nueva etapa de crítica cultural y literaria, reflejada en la publicación de obras como Un día en la vida de Iván Denísovich (1962), de Aleksandr Solzhenitsyn. Durante este período, el KGB mantuvo la vigilancia sobre figuras intelectuales prominentes, asignando a Solzhenitsyn el nombre en clave «PAUK» («araña»), aunque con un margen de tolerancia mayor que en etapas anteriores.
Tras la destitución de Jruschov en 1964, la llegada al poder de Leonid Brézhnev supuso una reactivación progresiva de las políticas represivas. El KGB intensificó las prácticas de vigilancia, los registros domiciliarios, la incautación de manuscritos y la recopilación sistemática de información sobre círculos intelectuales y culturales. En 1965, una operación de registro permitió la confiscación de escritos considerados «calumniosos» de Solzhenitsyn, y se inició el proceso judicial contra los escritores Andréi Siniavski y Yuli Daniel, acusados de propaganda antisoviética tras la publicación de sus obras en el extranjero bajo seudónimos.[13]
Un punto de inflexión en la institucionalización de la represión ideológica se produjo en 1967 con el nombramiento de Yuri Andrópov como presidente del KGB. Bajo su dirección se creó la 5.ª Dirección del KGB, encargada específicamente de la vigilancia, infiltración y neutralización de la disidencia política e ideológica. Esta estructura centró su atención en intelectuales, científicos, activistas de derechos humanos y movimientos nacionales, considerando especialmente peligrosas las figuras con proyección internacional, como Aleksandr Solzhenitsyn y Andréi Sájarov, a quien Andrópov calificó como uno de los principales adversarios ideológicos del Estado soviético.[14]
El KGB recurrió a un amplio abanico de métodos represivos, que incluyeron la infiltración de grupos disidentes mediante agentes encubiertos y provocadores, campañas de descrédito, detenciones selectivas, juicios ejemplarizantes y el uso de la psiquiatría con fines políticos, mediante internamientos forzados en hospitales psiquiátricos especiales. Una vez detenidos, los disidentes eran sometidos a prolongados interrogatorios y, en ocasiones, a presión psicológica ejercida tanto por oficiales del KGB como por informantes ubicados deliberadamente entre la población carcelaria.
En 1974, el KGB logró finalmente la expulsión de Solzhenitsyn del territorio soviético, mientras que en 1980 Andréi Sájarov fue sometido a exilio interno en la ciudad de Gorki, donde permaneció bajo estricta vigilancia. Aunque el KGB no pudo impedir que Sájarov recibiera el Premio Nobel de la Paz en 1975, sí logró obstaculizar la presencia internacional de otros disidentes, como Yuri Orlov, a quien se impidió recoger el galardón concedido en 1978.[15]
La llegada de Mijaíl Gorbachov al poder a mediados de la década de 1980 y la implementación de las políticas de glásnost y perestroika condujeron a una reducción progresiva de la persecución de la disidencia. Estas reformas supusieron la liberación de numerosos presos políticos y el debilitamiento del aparato represivo ideológico del KGB, aunque la estructura formal de control no fue desmantelada hasta la disolución de la Unión Soviética en 1991.
Los servicios de seguridad soviéticos desarrollaron desde sus primeras etapas una amplia gama de métodos de contrainteligencia y operaciones encubiertas, continuadas posteriormente por el KGB. Entre los precedentes más relevantes se encuentra la Operación Trust (1921-1926), mediante la cual el OGPU logró engañar a dirigentes contrarrevolucionarios, miembros del Movimiento Blanco y organizaciones de la derecha rusa en el exilio, induciéndolos a regresar a la URSS, donde fueron detenidos y juzgados. Durante la década de 1930 y comienzos de la de 1940, el NKVD llevó a cabo la infiltración y desarticulación de redes opositoras, incluidos grupos trotskistas en el exterior. En este contexto se produjo el asesinato de León Trotski en 1940 en la Ciudad de México, ejecutado por el agente español Ramón Mercader, en una operación atribuida a los servicios soviéticos. Una de las herramientas centrales empleadas por el KGB fue la desinformación, utilizada para desacreditar a adversarios políticos y confundir a los servicios de inteligencia extranjeros. Estas prácticas incluyeron la fabricación de documentos, la difusión de rumores y la manipulación de percepciones en medios internacionales, como parte de las denominadas medidas activas. En la década de 1960, las revelaciones del desertor del KGB Anatoli Golitsyn influyeron de manera significativa en la contrainteligencia estadounidense. El entonces jefe del contraespionaje de la CIA, James Jesus Angleton, sostuvo la hipótesis de una infiltración profunda del KGB en organismos clave, incluyendo el propio departamento de contrainteligencia de la CIA y el área homóloga del FBI. Según esta interpretación, dichas infiltraciones permitirían al KGB anticipar operaciones occidentales y proteger a sus agentes encubiertos. Posteriormente, las autoridades estadounidenses identificaron y detuvieron a varios agentes soviéticos infiltrados, entre ellos Aldrich Ames y Robert Hanssen. En determinados casos, el KGB recurrió a la eliminación física de opositores de la Unión Soviética, principalmente desertores del bloque socialista, ya sea de forma directa o en cooperación con servicios de inteligencia de otros Estados comunistas. Entre los episodios en los que se ha señalado una posible implicación soviética figura el accidente aéreo en el que falleció el entonces secretario general de las Naciones Unidas, Dag Hammarskjöld, en 1961.[16] Uno de los casos más conocidos de este tipo de operaciones fue el asesinato del disidente búlgaro Gueorgui Márkov en 1978, en Londres. Márkov murió tras ser herido con un proyectil que contenía ricina, introducido mediante un dispositivo oculto en un paraguas. Diversas investigaciones han señalado la posible participación del KGB en el diseño del arma y en la asistencia técnica a los servicios de seguridad búlgaros.[17]
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Operaciones notables
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Durante la Guerra Fría, el KGB desarrolló una amplia gama de operaciones de inteligencia y contrainteligencia orientadas a la influencia política, la recopilación de información estratégica y la proyección del poder soviético a escala global.[18] Estas actividades incluyeron operaciones de desinformación, vigilancia sistemática de actores clave de la OTAN y acciones encubiertas en diversas regiones, entre ellas Oriente Medio.[18]
Operación Tucán

En la década de 1970, el KGB alcanzó un elevado grado de capacidad operativa en el ámbito de la guerra informativa y la influencia mediática internacional. En este contexto se desarrolló la denominada Operación Tucán, iniciada en 1976, una acción conjunta entre los servicios de inteligencia de la Unión Soviética y Cuba destinada a desacreditar internacionalmente al régimen del general Augusto Pinochet en Chile, considerado un aliado estratégico de Estados Unidos en el marco del conflicto Este-Oeste.[18] La operación consistió en la difusión sistemática de informaciones críticas sobre violaciones de derechos humanos cometidas por el régimen chileno en medios de comunicación occidentales.[18] Durante ese período, el diario estadounidense The New York Times publicó un número significativamente elevado de artículos sobre la situación en Chile, en contraste con una cobertura considerablemente menor dedicada a denuncias similares en países alineados con el bloque socialista, como Cuba o Camboya.[19] Como parte de la operación, el KGB habría fabricado documentación falsa, incluida una supuesta correspondencia entre Pinochet y Manuel Contreras, entonces director de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA).[18] Dichos documentos describían presuntos planes para eliminar opositores políticos en el exilio y fueron reproducidos por diversos medios internacionales, contribuyendo al deterioro de la imagen externa del régimen chileno.[20][18]
Operación RYAN
La Operación RYAN (acrónimo de Raketno-Yadernoe Napadenie, «ataque nuclear con misiles») fue una de las operaciones de inteligencia más amplias y complejas llevadas a cabo por la Unión Soviética.[18] Iniciada en 1981, fue ejecutada de manera conjunta por el KGB y la GRU tras una directiva emitida por la dirigencia soviética.[21] El objetivo principal de la operación era detectar indicios tempranos de un eventual ataque nuclear preventivo por parte de Estados Unidos y sus aliados, así como definir respuestas estratégicas ante dicho escenario.[18] La iniciativa estuvo motivada por el aumento de las tensiones internacionales tras la llegada a la presidencia estadounidense de Ronald Reagan y el endurecimiento de la política exterior de Washington hacia la URSS.[18] En el marco de la Operación RYAN, se intensificaron las actividades de inteligencia soviética fuera del Pacto de Varsovia.[18] Se establecieron mecanismos de vigilancia sobre funcionarios con autoridad para autorizar un ataque nuclear, personal vinculado a sistemas de misiles balísticos y altos mandos de las fuerzas aéreas de países miembros de la OTAN.[18] Asimismo, se reforzó la red de agentes encubiertos o «durmientes», destinados a activarse en caso de un conflicto nuclear.[22][18] La operación permaneció activa hasta 1984 y fue cancelada tras la muerte de sus principales impulsores, Yuri Andrópov, secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, y Dmitri Ustínov, ministro de Defensa.[18]
El KGB y Hezbolá
El 30 de septiembre de 1985, miembros del grupo Hezbolá secuestraron a cuatro diplomáticos soviéticos en Beirut, frente a la embajada de la URSS en Líbano.[18] Dos de los secuestrados eran oficiales del KGB. Los captores exigieron que el presidente sirio Háfez al-Ásad cancelara un intercambio de prisioneros en el norte del país.[23][18]
Tras la ejecución de uno de los rehenes, el gobierno soviético ejerció presión diplomática sobre Siria, lo que derivó en la cancelación del intercambio. No obstante, los restantes diplomáticos no fueron liberados de inmediato y los secuestradores formularon nuevas exigencias.[18]
La dirección del KGB descartó una intervención militar directa por el riesgo de una escalada política y mediática. Posteriormente, la circulación de rumores sobre represalias encubiertas soviéticas contribuyó a generar presión psicológica sobre los responsables del secuestro.[18] En este contexto, Yuri Perfiliev, jefe de la estación del KGB en Líbano, mantuvo un encuentro con el líder religioso chií y figura central de Hezbolá, el ayatolá Mohamed Husein Fadlalá.[24]
Durante la reunión, Perfiliev habría empleado una estrategia de disuasión indirecta, insinuando posibles consecuencias graves para intereses religiosos chiíes en caso de no resolverse la crisis.[18] Pocos días después, los diplomáticos soviéticos restantes fueron liberados.[18] El episodio es citado como un ejemplo del uso de presión psicológica y negociación coercitiva por parte del KGB en escenarios de alta complejidad geopolítica.[25][18]
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Estructura
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Dirección general

La dirección del KGB constaba de un presidente, uno o dos primeros vicepresidentes, y cuatro a seis vicepresidentes. La dirección colegiada, formada por el presidente, los vicepresidentes, los jefes de directorio y uno o dos dirigentes de las organizaciones del KGB en cada república soviética, se reunía a la hora de tomar decisiones claves.
Las direcciones
El KGB estaba organizado en diversas direcciones, algunas con estatus de alta dirección debido a su importancia estratégica y operativa.
Inteligencia exterior
- Primera Dirección Principal (operaciones en el extranjero): responsable de la inteligencia internacional y de la contrainteligencia fuera de la URSS. Contaba con subdirectorios asignados a regiones específicas del mundo.[26]
Contrainteligencia y control político
- Segunda Dirección Principal: contrainteligencia y supervisión política dentro de la Unión Soviética.
- Tercera Dirección Principal (Fuerzas Armadas): control político y contrainteligencia en las Fuerzas Armadas.
- Quinta Dirección Principal: inicialmente combate a la disidencia política; luego asumió funciones de control religioso, censura y vigilancia de intelectuales. Renombrada como «Directorio Z» en 1989.[27]
Seguridad y protección
- Cuarta Dirección Principal: seguridad en transportes.
- Novena Dirección Principal (Servicio de Protección): escolta y seguridad de dirigentes del PCUS y de instalaciones estratégicas, incluyendo armas nucleares. Supervisaba el Metro-2 de Moscú y el sistema telefónico del gobierno.[28]
- Décima Quinta Dirección Principal: seguridad de instalaciones gubernamentales.
- Directorio de Guardias Fronterizos: 245 000 hombres desplegados en fronteras terrestres, aéreas y navales.
Tecnología y comunicaciones
- Séptima Dirección Principal: provisión de equipos y desarrollo de métodos de vigilancia y escuchas.
- Octava Dirección Principal: vigilancia de comunicaciones extranjeras, criptografía y transmisión a estaciones en el exterior.
- Décima Sexta Dirección Principal: interceptación de comunicaciones telefónicas y telegráficas de interés para el KGB.
- Directorio de Operaciones y Tecnología: gestión de laboratorios científicos del KGB, producción de material de espionaje, venenos y psicotrópicos.
Los departamentos
El KGB también contaba con diversos departamentos y destacamentos independientes que complementaban sus direcciones principales:
Departamentos administrativos y de soporte
- Departamento de Personal: gestión de recursos humanos y formación de agentes.
- Departamento de Finanzas: administración presupuestaria limitada.
- Departamento de Administración: logística y coordinación interna.
- Secretariado: manejo de correspondencia y documentación oficial.
- Dirección de Apoyo Técnico: soporte técnico a operaciones de inteligencia.
- Archivos: conservación y organización de información clasificada.
- Comité del PCUS: supervisión política interna y alineamiento ideológico.
Departamentos de seguridad
- Fuerza de Guardias del Kremlin: subordinada a la Novena Dirección Principal, encargada de la protección del Presidium del Sóviet Supremo de la URSS.
Destacamentos de operaciones especiales (OSNAZ)
- Grupos como Grupo Alfa, Grupo Beta, Delfín y Výmpel operaban como unidades de elite para misiones especiales. Su estructura exacta y operaciones continúan siendo parcialmente desconocidas.[29]
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Directores generales

Desde su creación en 1954 hasta su disolución en 1991, el KGB ha sido dirigido por diez personas.
| Fondo beige | Indica que fue director interino. |
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Inteligencia exterior
En los servicios especiales soviéticos, la inteligencia exterior se estableció (formalmente) en 1920.
Desde 1952 hasta 1991, la inteligencia exterior estuvo a cargo de la Primera Dirección Principal del KGB, con excepción de un período de un año, de marzo de 1953 a marzo de 1954, cuando llevó el confuso nombre de Segunda Dirección Principal.
Jefes de inteligencia exterior
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Insignias conmemorativas y de premios
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Véase también
- Checa
- OGPU
- NKVD
- Servicio Federal de Seguridad (FSB)
- Directorio Principal de Inteligencia (GRU)
- Servicio de Inteligencia Exterior (SVR)
- Servicio Federal de Protección (Rusia) (FSO)
- Policía secreta
- Servicio de inteligencia
- Primer Departamento (Unión Soviética)
- Spetsnaz
- Cronología de las policías secretas soviéticas
Referencias
Bibliografía adicional
Enlaces externos
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