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Julián María Juderías y Loyot (Madrid, 16 de septiembre de 1877-Madrid, 19 de junio de 1918) fue un historiador, periodista, sociólogo, traductor e intérprete español, principal divulgador de la expresión y del concepto de «leyenda negra».
Julián Juderías | ||
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Información personal | ||
Nombre completo | Julián Juderías y Loyot | |
Nacimiento |
16 de septiembre de 1877 Madrid (España) | |
Fallecimiento |
19 de junio de 1918 Madrid (España) | |
Causa de muerte | Pandemia de gripe de 1918 | |
Sepultura | Cementerio de La Almudena | |
Nacionalidad | Española | |
Familia | ||
Padre | Mariano Juderías | |
Cónyuge | Florentina Delgado González | |
Información profesional | ||
Ocupación | Lingüista, periodista, historiador, sociólogo, escritor, traductor y crítico literario | |
Área | Historia | |
Miembro de | Real Academia de la Historia (1918) | |
Firma | ||
Nace en la casa familiar de la calle Goya de Madrid, en el seno de una familia ilustrada. Su padre, Mariano Juderías, era un conocido traductor y autor de ensayos históricos. Su madre fue la francesa Henriette Loyot (nacida en París en 1842) y de sus ocho bisabuelos, dos eran españoles, cinco franceses y uno alemán.
En agosto de 1894, a punto de cumplir los diecisiete años, siendo ya trilingüe (inglés y francés, además de la lengua propia), empieza a trabajar en el Ministerio de Estado, como joven de lenguas, puesto que mantendrá durante unos seis años en el ministerio en Madrid. Durante estos años conoce a la que será su mujer, Florinda Delgado, hija del oficial del ejército Cándido Delgado Llamas, natural de Santibáñez de Vidriales, en la provincia de Zamora, y que muere durante la guerra de Cuba, y de la madrileña Teresa González, con la que contrae matrimonio el 5 de abril de 1905 en la parroquia de San Marcos de Madrid, naciendo al año siguiente, en mayo de 1906 Clementina Juderías, su única hija.
En 1900, apenas cuatro días después de morir su padre, se le concede una plaza en la Escuela de Lenguas Orientales de París, con un sueldo anual de 3000 pesetas. Allí y en Leipzig estudió y perfeccionó sus conocimientos de ruso y de otras lenguas eslavas. En septiembre de 1901 lo nombran joven de lenguas en el consulado de España en Odesa. Permanece allí hasta diciembre de 1903, en que regresa a Madrid para "auxiliar en los trabajos de interpretación de lenguas". En febrero de 1904 gana la plaza de "intérprete de tercera clase", al haber acreditado sus dominios de las lenguas rusa y húngara.
El 16 de junio de 1914 fue distinguido con la Legión de Honor de la República Francesa. En febrero de 1918 es contratado por el periódico El Debate, en el que escribe artículos de política internacional y el 1 de marzo de ese mismo año se aprueba su ingreso en la Real Academia de la Historia. Contrae la conocida como gripe de 1918 y fallece en su casa de la calle Preciados el 19 de junio de ese mismo año de 1918: a su entierro acuden numerosas personalidades y pocos días después El Debate abre una suscripción nacional para evitar que su viuda y su hija queden desamparadas: el Senado aporta 2500 pesetas, el rey Alfonso XIII aporta 1000, lo mismo que la Real Academia de la Historia. Al finalizar la suscripción, se entregan a la familia casi 30 000 pesetas, el equivalente a unos cinco años de sueldo del muerto.[1]
Durante su estancia en Rusia empieza a colaborar en la revista La Lectura de la que sería, desde 1909 hasta su muerte, redactor jefe. Durante años llevó la sección «Revista de revistas» dando cuenta y traduciendo artículos de las dieciséis lenguas que conocía: alemán, checo, búlgaro, croata, danés, francés, neerlandés, húngaro, inglés, italiano, noruego, portugués, rumano, ruso, serbio y sueco.
Su primera obra fue un ensayo sociológico sobre la condición del obrero en Rusia y estuvo, desde 1904 hasta su muerte, vinculado al Instituto de Reformas Sociales, investigando y comparando el trato que se daba en distintos países a cuestiones como la delincuencia juvenil, los tribunales de menores, la mendicidad, la prostitución y la trata de blancas y el pequeño crédito urbano y rural, hoy llamado microcréditos.
Escribió gran cantidad de obras eruditas, pero se le recuerda sobre todo por haber divulgado en una de ellas la expresión «leyenda negra» para referirse al trato incierto, exagerado o manipulado de los hechos de la historia de España, en cuestiones como el imperio español centroeuropeo e italiano, la Inquisición española o la conquista y colonización de América. Hasta la publicación de la primera biografía de Juderías (2007) se creyó que era el inventor de la expresión y del concepto, pero ahora sabemos que tuvo predecesores, como Emilia Pardo Bazán, en 1899, y Vicente Blasco Ibáñez en el marco de sus respectivas conferencias de París (1899) y Buenos Aires (1909). También se tenía a Juderías por un reaccionario, pero su biógrafo demostró que lejos de serlo, fue un destacado regeneracionista, vinculado a tres de los hitos del regeneracionismo español, el Ateneo de Madrid, la revista La Lectura y el Instituto de Reformas Sociales. Sus viajes, y la universalidad que le daba su comprensión de las culturas aparejadas a las lenguas, tienen también mucho que ver con otra de las dimensiones de su obra: la sociología.
Quizá por las habilidades adquiridas al recopilar profesionalmente artículos, leyes y monografías sobre reformas sociales, dio en coleccionar también Historias de España en distintos idiomas y por tanto con distintos enfoques. Se dice que llegó a reunir veinticuatro, escritas en al menos cinco de las dieciséis lenguas que leía, más multitud de libros y artículos sobre temas de la historia de su nación, contados por escritores de otros países.
En 1913, Juderías ganó un concurso literario convocado por la revista La Ilustración Española y Americana con un trabajo sobre las supuestas manipulaciones, exageraciones o falsificaciones de los hechos históricos que han acabado, según algunos españoles, por asociarles individual y colectivamente, más que a otras naciones, atributos de fanatismo, crueldad, intolerancia, codicia, tiranía o gusto por los espectáculos bárbaros. La Inquisición, la Brevísima relación de la destrucción de las Indias, de fray Bartolomé de las Casas, la represión en los Países Bajos o la tauromaquia, son ejemplos en apoyo de esas atribuciones.
Tras la publicación en 1914 de «La leyenda negra y la verdad histórica» en La Ilustración Española y Americana, en cinco entregas repartidas en números de enero y febrero, lo reeditó ampliado («una ampliación, y si se quiere una ratificación», fue su propia presentación) en el mismo año, y publicó una segunda edición en 1917, añadiéndole un gran capítulo: «La obra de España». Esta segunda edición fue patrocinada por Juan Carlos Cebrián. Desde entonces han sido numerosas las reediciones de esa obra, siempre a partir de la segunda edición.
Las obras de Juderías, años después de su muerte, ejercerían una gran influencia sobre autores conservadores, como Ramiro de Maeztu y José María de Areilza. Este último trató de identificar las críticas al régimen de Franco con la leyenda negra y fue en gran parte responsable de que se reeditara de nuevo el clásico de Juderías.
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