La eflorescencia, cuando se refiere a la construcción, hace referencia a la migración de diversas sales a la superficie de materiales porosos (ladrillos, hormigón u otros materiales utilizados en la construcción), donde forma una capa, generalmente de aspecto blanquecino. El fenómeno se produce en la superficie exterior de los cerramientos donde se produce una recristalización de las sales contenidas internamente en el agua. El proceso esencial implica la disolución de las sales contenidas en los materiales utilizados, migrando hacia la superficie, donde al evaporarse el agua, dejan una capa de sal.[1][2]
En muchos casos, la eflorescencia en la construcción solo supone un problema externo cosmético, pero a veces puede indicar debilidad estructural interna (migración/degradación de los materiales componentes). La eflorescencia puede obstruir los poros de los materiales, lo que a la larga, genera la destrucción de esos materiales por la presión interna del agua.
Para que se produzcan las eflorescencias es necesaria la presencia de tres fenómenos:
1-Sales en disolución en alguno de los elementos que compongan el cerramiento. Principalmente serán los materiales porosos los susceptibles a contener sales solubles: obras de fábrica, pétreos, cerámicos…
2-Presencia de humedad. La más habitual suele ser la humedad infiltrada, pero también se puede generar como consecuencia de la humedad producida por condensación o por vertidos accidentales, así como la procedente del suelo, cuando asciende por capilaridad. Otro motivo es el exceso de humedad de la obra. En este caso, la eflorescencia se produce en las primeras semanas, mientras se lleva a cabo el secado de la construcción.
3-Transporte de las sales a través de los materiales hasta que se produce la recristalización. Esta recristalización puede suceder en la superficie o en el interior del material, dependiendo de la naturaleza de las sales, de la porosidad de los materiales y de las condiciones de evaporación. En caso de que la recristalización se produzca en alguna oquedad de los materiales se denomina fenómeno de criptoflorescencia.
Básicamente existen dos tipos de eflorescencias que se dan en la construcción:
Primaria: La eflorescencia primaria es la que se producirse durante el curado inicial de un producto cementicio. Es frecuente en construcciones de mampostería, en particular en ladrillos, así como en algunos morteros, cuando el agua utilizada en el amasado se desplaza a través de la estructura hasta alcanzar la superficie. A medida que el agua se evapora, deja atrás la sal, que forma un depósito blanco y esponjoso, que normalmente se puede quitar con un cepillo. Los depósitos blancos resultantes, además de "eflorescencia", también reciben el nombre de "salitre". Dado que la eflorescencia primaria hace aflorar sales que normalmente no forman parte de la piedra de cemento, no es una preocupación estructural, sino más bien estética. Para controlar la eflorescencia primaria, se han utilizado comúnmente formulaciones que contienen mezclas de ácidos grasos líquidos (por ejemplo, ácido oleico y ácido linoleico). [3]
Secundaria: La eflorescencia secundaria se denomina así porque no se produce como resultado del fraguado del cemento o de los productos de hidratación que la acompañan, sino que suele deberse a la influencia externa, como la presencia de cloruros en el entorno, en zonas muy húmedas o lluviosas. En general, tiene su origen en la porosidad de los materiales utilizados durante la construcción y en humedades permanentes, por lo que es más difícil de eliminar. Para controlar la eflorescencia secundaria, a menudo se añaden aditivos que contienen una dispersión de estearato de calcio (CSD) a base de agua en una etapa posterior del proceso de dosificación con el agua de mezcla.[3]