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deporte ecuestre De Wikipedia, la enciclopedia libre
El coleo de toros o toros coleados es un deporte ecuestre de Venezuela, y de los llanos orientales colombianos, el cual consiste en derribar a un toro agarrándolo por la cola —dentro de una manga de coleo— la mayor cantidad de veces durante una duración de 4 minutos.
Toros coleados | ||
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Autoridad deportiva | Federación Venezolana de Coleo - FEVECO | |
Características | ||
Categoría | Deporte ecuestre | |
Accesorios | Casco, chaleco de color, botas. | |
Lugar del encuentro |
Manga de coleo (200 x 15 metros con una talanquera de 2 metros como mínimo) | |
Duración del encuentro | 4 minutos | |
El deporte del coleo de toros deriva del coleo, la faena ganadera que consiste en derribar un toro o res, a caballo o a pie, jalandolo de la cola. La faena surgió en la época colonial para derribar una res en dado caso que algún otro método, como el derribo con la garrocha, y tiempo después el lazo, fallaran. Esta técnica/disciplina es practicada por todo el continente, principalmente en México, Panamá, Venezuela, Colombia y Brasil con variación de estilos y normas.[1]
En México, se practica en la Charrería, otro derivado de la faena del coleo conocido como colas en el lienzo o coleadero pero con otras reglas y normas. Este evento forma parte de una de las nueve faenas de la Charrería, tradición ecuestre nacional mexicana.
En España, en lo que se sería la suerte del acoso y derribo, se encuentra el registro más antiguo del antecedente de la técnica de coleo, Luisiana Rotceh Peña Font, escribe:[2]
“La suerte española llamada “suerte del derribo”, también conocida como “suerte del acoso” o “suerte del rejón campero”. Esta tradición similar consistía en la persecución a caballo del toro y su derribo en plena carrera con una vara; apoyándola en el cuadril de la bestia con la fuerza suficiente para tumbarle al lado contrario”
En lo que sería el Virreinato de la Nueva España, actual México, se encuentran la mayoría de registros sobre esta disciplina. Uno de los registros más antiguos sobre el coleo nos la da el administrador e historiador Jesuita, Miguel Venegas, en 1739. En respuesta ante las quejas de los soldados —en lo que hoy es Baja California Sur— que supuestamente se veían obligados también a ejercer el oficio de Vaquero, Venegas arremete, diciendo:[3]
“¿Qué diremos del herradero? Aquí tienen menos razón de quejarse. Porque, cuando hay algunas cabezas que herrar, es verdad que asiste el soldado, ¿pero a qué? A ver, y mandar. Si él es aficionado, se divierte. Porque a los hombres de campo les sirve de mucha diversión este ejercicio. Y vemos, que en todas las haciendas de ganado, sin ser llamados, acuden los campistas de todos los contornos, y de su voluntad se ofrecen a ayudar a los herradores, sin más interés, que el gusto que reciben con la diversión de este ejercicio. Pero si el soldado no es aficionado, va allí al principio por mera curiosidad; colea tres, o cuatro becerros para hacer ejercicio. Y en cansándose, se vuelve a la casa, dejando a los indios con el trabajo. Y esto es, lo que llaman, ser “vaqueros” en las misiones.”
Otra referencia antigua sobre el coleo a caballo en América fue escrita en 1765 por Pedro Tamarón Romeral, obispo de Durango, el cual criticó y prohibió la práctica del coleo y toreo por los sacerdotes:[4]
“Las plazas o parajes donde se lidian toros a sortearlos con pública ignominia y ajamiento se sus personas y con esta perversa inclinación se ejercitan también en colear el ganado vacuno, cuyos entretenimientos son disonantes a los referidos eclesiásticos, de notorio riesgo y peligro de sus vidas, les mandamos a todos los ordenados, en sacris, que con ningún pretexto usen de dichos ejercicios de torear, colear y correr los referidos animales, so la pena de excomunión mayor.”
El Padre fray Alonso Ponce en 1586 durante un viaje que hizo a la ciudad de Guadalajara nos da una descripción de un coleo a pie.[5]
A cabo de un poco, prosiguiendo el Padre Comisario su camino por aquella dehesa tan larga y tan poblada de ganado, dio el mozo tras otro toro, aún más fuerte que el pasado, y aunque le derribó del primer golpe de la garrocha, por presto que se apeó ya el toro estaba en pie, el cual se vino para él y el mozo le aguardó con la garrocha muchos golpes, haciéndoselos dar todos en el aire; pero viendo que se le iba, lo asió el de la cola y le derribo en tierra, más el toro se tornó a levantar y comenzó a irse con sus compañeros; el mozo subió en su yegua y fue tras él y no pudiéndolo derribar con la garrocha, como la otra vez, al fin lo asió de la cola y lo derribó, y sin ayuda de nadie, le capó como al otro; después ayudándole un indio le colgó los testículos en las orejas, y habiéndole cortado la cola le soltó, y luego el nuevo buey arremetió a él con una terrible furia por tres o cuatro veces, pero el mozo le aguardaba con la mesma cola, lo mismo hizo otras dos o tres veces que le aguardó con el pañizuelo, y viéndose el toro burlado se fue muy lejos a lugar apartado, sin querer juntarse con sus compañeros por entonces.”
En la obra —Rusticatio Mexicana (1782)— el sacerdote jesuita Rafael Landivar, describió en verso épico, la faena del coleo en los campos del México dieciochesco:[6]
Parte a los toros obliga a salir de los bosques umbríos, parte los llevan corriendo de la alta colina a los prados, y parte vigila a los ya reunidos en medio del campo, hasta así congregar un inmenso rebaño de toros. Y si alguno acelera la fuga, y se apresta a dejar la manada, al instante un vaquero, soltando las riendas, apremia al caballo agitando talones, y sigue al que vuela hasta que asido del rabo al cansado por larga carrera lo vire al contrario, y al toro derribe en el agro con ello, la pena severa lo lleva advertido hasta el hato.
En La Española, en lo que hoy es Haití y República Dominicana, también se llegó a practicar esta faena ganadera, aunque hoy en día ya no, esto según Antonio Sánchez Valverde al describir la ganadería en aquella isla en su libro “ Idea del valor de la isla Española” (1785):[7]
“Tras otras de las que pretenden escapar, siguen sin hacer uso del hierro [garrocha]. Ásenlas de la cola a la carrera: suspenden sus cuartos traseros, y á una vuelta de mano dan con ellas en tierra. Paran al caballo, desmontan en un instante, y se echan sobre el animal, antes que haya podido levantarse.”
En Venezuela, se practicaba —antes de la creación de reglas y normas— un tipo de coleo distinto al moderno, El general francés Henri Louis Villaume Ducoudray Holstein, quien formó parte del ejército de Simón Bolívar, describió en su libro “Memoirs of Simon Bolivar, President Liberator of the Republic of Colombia” (1829) una técnica de coleo practicada por José Antonio Páez.[8]
“Tiene una gran predilección por la caza de toros bravos, y en particular por el tipo de caza llamado “colear un toro”. Consiste en tomar un toro por la cola y tirarlo al suelo, y se hace, particularmente por los Llaneros de Venezuela, de la siguiente manera. Los cazadores van todos a caballo, cada uno llevando en la mano un trozo de tela roja. A la vista de este color, el toro se enfurece; y corre hacia alguien, quien hábilmente arroja su tela y la sujeta sobre los cuernos del toro, de tal manera que le venda los ojos. Mientras el toro ruge y se lanza para quitarse la tela, el cazador principal, designado de antemano, agarra la cola del animal y le ata un extremo de una cuerda fuerte. Luego amarra el otro extremo a un árbol, para que el toro no pueda escapar. Ahora gira la cola con una mano fuerte, y con tal dirección, que el movimiento rápido que el animal hace naturalmente al girar la cabeza hacia su captor, lo ayuda a arrojarlo de costado. En el momento en que se pone en esta posición, el cazador principal lo desjarreta con su sable, y los demás lo pican con sus garrochas. Luego, el cadáver se limpia y se prepara para cocinar.”
Se infiere que el coleo se convierte en una actividad característica de los llaneros a partir del año 1780, debido a que así lo documentan las quejas presentadas por los tenientes de justicia de la época, quienes censuraban la práctica de esa costumbre.[9]
Simón Bolívar el 28 de febrero de 1829 prohibiría “llevar garrochas y apearse para colear” en Venezuela.[10]
“Art.34: Tampoco les será permitido llevar garrochas, apearse para colear, ni otra cosa que espante a los animales, a menos que sea con permiso del dueño que hace el rodeo.”
El coleo tuvo una alta popularidad en la época caudillista, sobre todo en el gobierno de José Tadeo Monagas, en el cual el coleo formaba parte de las festividades de las grandes urbes. A. Moreno escribe:[11]
“Logro convertirse en un entretenimiento popular; saliendo de los llanos y haciendo presencia en las calles de las ciudades improvisadas, mangas durante las celebraciones de alguna efeméride (…) En Caracas, durante el gobierno de Jose Tadeo Monagas (1847-1858) se acostumbraba “colear” entre las esquinas de la Candelaria y Romualda, Carmen y Municipal, en la calle principal de San Juan y los pueblos cercanos”
Los toros coleados eran un solo una competencia caracterizada por el instinto y la violencia protagonizada por el hombre, su caballo y un toro. No existían reglamentos ni autoridad que legislase las “coleadas”. Con la supervivencia de esta costumbre, la popularidad obtenida, se creó la normativa, incluyendo esta las exigencias y sanciones. Los toros coleados se conceptúan como deporte gracias a que tienen categorías, campeonatos y sus respectivas eliminatorias, exigencia de facultades físicas, entrenamiento y desarrollo de destrezas propias de una actividad profesional y de recreación. Anteriormente, se les llamaba fiestas llaneras, hoy en día son torneos deportivos en los que su reglamento, más allá de indicar técnicas y condiciones, indica que la música llanera debe sonar durante el turno de coleo en forma obligatoria.[12]
El proceso de organizar y reglamentar el coleo en Venezuela como disciplina deportiva tuvo varios enfoques, unos veían que era un deporte y otros lo consideraban una faena de llano simplemente. La afición por esta disciplina crecía y algunas regiones y estados fueron creando las primeras asociaciones de coleadores como un anexo de las ganaderas. La primera asociación de coleo es fundada en 1941, en San Felipe, Yaracuy. Otra iniciativa ocurrió en Aragua en 1948, cuando se registró la Asociación de Coleadores del estado Aragua. No se menciona el coleo como deporte, se habla de coleadores. Su sede original fue en Villa de Cura e incluso se inauguró la primera manga de hierro del estado. Sucesivamente, se fueron creando y registrando otras asociaciones de coleadores en los diferentes estados de Venezuela: Carabobo, Lara, Barinas y Guárico. En esa época a los mejores coleadores se los premiaba en las ferias con copas o trofeos, tal como a los ganaderos en las exhibiciones y juzgamiento o evaluación del ganado.[13]
La planificación del desarrollo del país enmarcaba la realización de los Juegos Deportivos Nacionales y para tal fin las diferentes federaciones deportivas y el Instituto Nacional de Deportes regirían las actividades. Hubo especial interés en incluir el coleo como disciplina y eso significaba la creación de la Federación venezolana de Coleo, junto a otras, béisbol, tenis, fútbol, atletismo, lucha, boxeo, que ya existían. Simón Infante, médico de profesión y atleta, tiene el honor de presidir y fundar la Federación Venezolana de Coleo en 1959, dieciocho años después de legalizarse la primera entidad federal de coleadores. A finales de los años 50, un grupo de coleadores observó que era posible convertir el coleo en competencias federales con un nivel técnico alto, es decir, realizar de inmediato, competencias nacionales. Por iniciativa y asesoría del IND (Instituto Nacional del Deporte en Venezuela), se designaron comisiones regionales que mostraron receptividad en este proceso. Correspondió al Dr. Simón Infante esa labor de agrupar y unir las asociaciones estadales y formar la Federación Venezolana de Coleo (Feveco) en 1959.[13]
La elaboración del primer reglamento sobre el coleo fue ardua, era el comienzo de una disciplina, de un deporte, que mostraba competencia entre jinetes y caballos por tumbar el toro, pero esto requería que el toro diera las condiciones mínimas para ser coleado, es decir, primero que corriera y segundo que el caballo lo alcanzara y “ayudara” al jinete a dar un jalón con las manos solamente, lo derribara y que levantara las patas; así se definió lo que era una coleada efectiva, que valía un punto, y también la coleada nula. Esto originó la decisión de reglamentar el antes, el momento y el después de colear. Además, se lograron acuerdos en los estatutos y fines de esta federación; entre estos se promovían las actividades de la ganadería y la cría de caballos de competencia enfocadas en mejorar la raza criolla, además de buscar alianzas con asociaciones nacionales e internacionales en el fomento de la nueva disciplina del coleo de toros. En lo que respecta a la competencia, este primer reglamento se adaptó al coleo de esa época, al tipo de ganado y a la forma de comportarse en una competición. En la actualidad han sido bastantes los cambios en los reglamentos, porque el coleo va en franca evolución y mejoramiento, se ha ido adaptando y corrigiendo las fallas y vacíos que hay generalmente en cualquier disciplina.[13] Ya para 1981 el Congreso Nacional declara el coleo de toros como “deporte criollo y tradicional”.[14]
Actualmente, está reglamentado por diferentes federaciones, entre ellas, la Federación Venezolana de Coleo “FEVECO” y esta, a su vez, está integrada por las asociaciones de cada entidad federal y las asociaciones por Clubes y los clubes por los coleadores. De igual forma, en Colombia existe una Federación de Coleo con ligas a nivel departamental[15] y se celebran importantes torneos como el encuentro mundial de coleo, en el segundo fin de semana de octubre, y el confederado de coleo en la primera semana de diciembre.
En las competencias participan los siguientes[16]
En los toros coleados el juez central se ubica en la tribuna principal, vigila todo lo que sucede en la manga, impone el orden, hace cumplir el reglamento y además, mediante un altavoz, narra la competencia en el momento en que se está desarrollando. Las frases de giros y el léxico empleados en la descripción que hace el juez-narrador son propios de esta actividad; el ritmo de la acción y el estilo son propios de cada juez.
Momentos antes de empezar las acciones, el juez hace un llamado de advertencia a los competidores para que se preparen. Al dar la orden ingresan a la manga los cuatro coleadores del turno correspondiente en la forma en que el juez los llame, luego autoriza al juez de coso para que deje salir al toro. Al grito de “cacho en la manga” indica que el toro está en la pista, se inicia la competencia. Los coleadores se lanzan en persecución del animal; cuando uno de ellos toma el rabo del toro, el resto de los participantes deben retirarse tres metros para esperar que el coleador ejecute la coleada, cada turno dura 5 minutos en los cuales los coleadores deben tratar de tumbar al toro la mayor cantidad de veces posibles.
Al caer el toro, si este levanta las cuatro patas, la coleada es efectiva; si no cae, o no levanta las patas, es nula. La coleada más celebrada es la denominada filo de lomo, sucede cuando el animal da la vuelta por el lomo y levanta derechas las patas. Finalizando la acción, el coleador se aparta inmediatamente, y se reinicia la disputa por la cola del toro. La competencia tiene una duración de cinco minutos y se suele acompañar con un conjunto de joropo llanero, que alegran el ánimo de los asistentes, y constituyen, junto a la poesía y la vestimenta que caracterizan al espectáculo, una respuesta artística de esta manifestación deportiva.
Las diferentes formas de colear son las siguientes:[16]
De acuerdo a la forma como caiga el toro, el coleador se hace merecedor a un puntaje que se va sumando a medida que él va haciendo su participación; este puntaje está determinado de acuerdo al reglamento de la federación de coleo por la cual se rigen los clubes, según FEVECO[17] y el congreso de la República de Colombia[18] estos serían:
Campanilla: El toro debe caer de costado (pegando la paleta en el suelo) girar sobre su lomo y quedar sobre el otro costado, y volver a girar sobre su lomo para finalizar sobre el otro costado. Equivale a 25 puntos en la primera zona y 15 puntos en la segunda zona. Es equivalente a dos campanas.
Campana: El toro debe caer de costado (pegando la paleta en el suelo) y girar sobre su lomo y quedar sobre el otro costado. Equivale a 20 puntos en la primera zona y 10 puntos en la segunda zona.
Costado: El toro debe caer de costado. Equivale a 10 puntos en la primera zona y 5 puntos en la segunda zona.
Cuartos traseros: El toro cae pegando únicamente los cuartos traseros en el suelo. Equivale a 5 puntos en la primera zona y 3 puntos en la segunda zona.
Remolino: Es equivalente a tres campanas y es con la que se obtiene el mayor puntaje: 30 puntos en primera zona y 25 puntos en la segunda zona.
Existen varias categorías y la variable principal para su clasificación es la edad del coleador. Entre las categorías (como se les denomina en Venezuela porque en países como Colombia y Brasil tienen diferentes denominaciones).
Recopilación de ganadores de coleos nacionales en Venezuela en la categoría A[19]
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