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escritor, diplomático y docente universitario peruano De Wikipedia, la enciclopedia libre
Carlos Eduardo Zavaleta Rivera (Caraz, 7 de marzo de 1928 - Lima, 26 de abril de 2011[1][2]) fue un escritor, diplomático y docente universitario peruano. Formó parte de la Generación del 50[3][4] y es uno de los más celebrados y prolíficos cuentistas de su país. Influenciado por autores anglohablantes como Joyce y Faulkner, renovó la estructura y el estilo de la narrativa peruana, que por entonces se hallaba dominada por el indigenismo.[5] Fue también profesor principal en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, su alma mater.
Carlos Eduardo Zavaleta | ||
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Información personal | ||
Nacimiento |
7 de marzo de 1928 Caraz, Áncash, Perú | |
Fallecimiento |
26 de abril de 2011 Lima, Perú | |
Nacionalidad | Peruana | |
Familia | ||
Padres |
David Zavaleta Bernuy Rosalinda Rivera Gambini | |
Educación | ||
Educado en | Universidad Mayor de San Marcos | |
Información profesional | ||
Ocupación | Escritor, diplomático y docente universitario | |
Años activo | Contemporáneo | |
Movimiento | Generación del 50 | |
Géneros | Novela, cuento, ensayo | |
Obras notables |
Los Íngar (1955) El Cristo Villenas (1956) Pálido pero sereno (1997). | |
Distinciones |
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Nació en Caraz, siendo sus padres David Zavaleta Bernuy y Rosalinda Rivera Gambini. Su infancia y adolescencia transcurrieron en diversos pueblos de la sierra del departamento de Áncash, como Siguas, Yungay y Caraz, vivencias que le sirvieron de inspiración para gran parte de su creación literaria. Su educación primaria lo cursó en diversos colegios de Áncash (1934-1938); y la secundaria en el Colegio Nacional de Caraz, luego en el de Tarma, y finalmente en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe de Lima (1939-1943).[6][7][8]
En 1944, ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Marcos, pero tres años después optó por seguir Letras. Se graduó de bachiller en 1952 con su tesis «Algunos experimentos de William Faulkner en la novela». En 1953 fue becado para profundizar su estudio de la obra de Faulkner en los Estados Unidos. Ganó luego la beca Javier Prado, que le permitió viajar a Europa y recorrer España, Francia e Inglaterra (1953-1954). Con su tesis sobre «William Faulkner, novelista trágico», se doctoró en Literatura, el 20 de enero de 1958.[6][7]
Su labor literaria empezó en 1947, cuando, todavía estudiante universitario, ganó un premio en los Juegos Florales Universitarios, por su relato «El cínico».[6][7] Integró la Generación de 1950, junto con escritores como Julio Ramón Ribeyro, Enrique Congrains Martín, Luis Loayza y Eleodoro Vargas Vicuña, quienes iniciaron la renovación de las letras peruanas a través de la experimentación de novedosas técnicas de composición narrativa, labor que sería continuada por Mario Vargas Llosa y Alfredo Bryce Echenique.[9]
Leyó y estudió a diversos autores anglohablantes, como el irlandés James Joyce, y los estadounidenses William Faulkner, Tennessee Williams, John Dos Passos, y otros de la llamada «generación perdida», cuyas obras difundió, traduciendo algunas de ellas (por ejemplo, tradujo la poesía completa de Joyce).[5][8] Asimismo, asimiló las técnicas narrativas de dichos autores, especialmente de Faulkner, a cuya obra dedicó sus tesis de bachillerato y doctorado en Letras.[3][4] Al respecto, Mario Vargas Llosa (Premio Nobel 2010) ha mencionado que fue a través de Zavaleta que conoció la obra de Faulkner, la misma que influyó mucho en su técnica narrativa.[10]
También fue un destacado promotor de la cultura y colaborador en numerosas revistas. Fue uno de los fundadores de la revista Centauro (1950) y editor de la revista Letras Peruanas (1951-1964). Fue secretario de Raúl Porras Barrenechea, en dos ocasiones.[6][7]
En 1958 empezó a ejercer la docencia en la Universidad de San Marcos, como catedrático de Literatura Inglesa. En 1961 se le encomendó la cátedra de Literatura Española. Ascendió hasta la categoría de profesor principal, en la Facultad de Letras, que ejerció hasta poco antes de su muerte en 2011.[6][7]
En el mismo año de 1958, bajo el segundo gobierno de Manuel Prado Ugarteche, se incorporó a la Dirección de Relaciones Culturales de la Cancillería. Se desempeñó como agregado y consejero cultural en Bolivia (1964-1969) y México (1969-1973), así como ministro de asuntos culturales en Madrid (1973-1980) y Londres (1986-1992). Editó el Boletín Cultural Peruano, órgano de la Cancillería.[6][7]
Es autor de cuentos, novelas y ensayos:[6][7][11]
Mencionamos los principales:[6][7]
Entre los integrantes de la “generación del medio siglo” [1950] se le considera un pionero por su experimentación con el estilo y su peculiar composición y arquitectura de los textos; se percibe de hecho la influencia de escritores anglosajones contemporáneos, que el propio Zavaleta introdujo o difundió en el Perú. Su obra comprende desde la retórica lírica y emotiva hasta el contrapunto subjetivo-objetivo, llevando como trasfondo la injusticia humana y las dramáticas carencias de nuestra sociedad.
Zavaleta pertenece a la corriente de los narradores neoindigenistas. En su búsqueda de los intrincados repliegues anímicos de la gente andina, ha utilizado nuevas técnicas narrativas y un peculiar tono de oralidad que brinda un aire conversacional a sus relatos, de estrecha aproximación con el lector. Al mismo tiempo, y siguiendo el ejemplo de la novelística contemporánea en lengua inglesa, ha tomado el camino del realismo de las cosas inmediatas, con crudeza en las presentaciones exteriores y despojo de toda ornamentación innecesaria.Teodoro Hampe[7]
Principal animador de la narrativa de los cincuenta, introdujo nuevas técnicas de composición y eligió, en vez del tema indigenista dominante, el del mestizaje cultural, y amplió el espacio interior sicológico del personaje… Sus cuentos evolucionan desde la retórica lírica y emotiva hasta el contrapunto subjetivo-objetivo, teniendo como trasfondo las dramáticas carencias de la sociedad peruana, sobre todo la injusticia social. Ha incursionado también en la novela, utilizando asimismo nuevas técnicas sicológicas y objetivas.Carlos Milla Batres[8]
Es significativa la prosa de Carlos Eduardo Zavaleta, quien preconiza por darnos la imagen del medio indigenista establecido en la capital. Son relevantes sus novelas El cínico; Los íngar; y Los aprendices. Desde La batalla y otros cuentos; El cristo Villenas; Unas manos violentas; Vestido de luto, hasta El fuego y la rutina; Zavaleta maneja cierta técnica de Faulkner en algunas de sus obras mencionadas. Ocupa un honor de excepción en la narrativa peruana contemporánea por haber elaborado técnicas audaces y renovadoras en el arte de narrar.
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