Loading AI tools
De Wikipedia, la enciclopedia libre
2 Timoteo 4 es el primer capítulo de la Segunda epístola a Timoteo,[1] y se suele abreviar como «2 Tim. 4».[2] que es uno de los veintisiete libros que conforman el Nuevo Testamento cristiano que forma un grupo homogéneo con la Primera epístola a Timoteo y la epístola a Tito. Así mismo, es una de las trece epístolas atribuidas, por la tradición, a Pablo de Tarso.
Su estilo y vocabulario son diferentes de los demás escritos paulinos por lo que la mayoría de los teólogos consideran que no fueron escritas por el apóstol Pablo o que no fue él mismo quien les dio su forma literaria, sino alguno de sus discípulos.[3] Es probable que se encuentre entre las primeras de las cartas de Pablo, escritas probablemente a finales del año 52 d. C.[4] Las catorce epístolas de Pablo de Tarso se dividen tradicionalmente en siete mayores y siete menores, en razón de su longitud e importancia.
.
El manuscrito original en griego koiné se ha perdido, y las texto de las copias supervivientes varían.
El primer escrito conocido de 1 Timoteo se ha encontrado en el Papiros de Oxirrinco 5259, designado P133, en 2017. Procede de una hoja de un códice datado en el siglo III (330-360).[5][6][7] Otros manuscritos antiguos que contienen parte o la totalidad del texto de este libro son:
El tono solemne de la exhortación se subraya con una fórmula de gran seriedad, similar a las usadas en los protocolos de sucesión del mundo grecorromano, que imponían a los herederos la obligación de cumplir estrictamente la voluntad del testador: Te advierto seriamente o te conjuro. Esta expresión resalta la importancia y el carácter ineludible de la misión encomendada. En este caso, la predicación del Evangelio (v. 2) se presenta como una responsabilidad fundamental para quien lidera una comunidad cristiana, ya que implica ser fiel al mensaje recibido y garantizar su transmisión íntegra y auténtica.[10]
Así lo pone de manifiesto el Concilio Vaticano II:
Entre los oficios principales de los Obispos se destaca la predicación del Evangelio. Porque los Obispos son los pregoneros de la fe que ganan nuevos discípulos para Cristo y son los maestros auténticos, es decir, herederos de la autoridad de Cristo, que predican al pueblo que les ha sido encomendado la fe que ha de creerse y ha de aplicarse a la vida, la ilustran con la luz del Espíritu Santo, extrayendo del tesoro de la Revelación las cosas nuevas y las cosas viejas (cfr Mt 13,52), la hacen fructificar y con vigilancia apartan de la grey los errores que la amenazan (cfr 2 Tm 4,1-4).[11]
Las palabras del Apóstol están llenas de prudencia y sabiduría, de ahí que en la tradición cristiana se hayan tomado como una referencia segura en la tarea de orientar a los demás. Así, por ejemplo, escribe San Benito:
En su gobierno debe el abad observar siempre aquella norma del Apóstol que dice: reprende, reprocha, exhorta; es decir, que combinando tiempos y circunstancias, y el rigor con la dulzura, muestre la severidad del maestro y el piadoso afecto del padre.[12]
Ante la cercanía de su muerte, Pablo expresa que esta debe entenderse como una ofrenda a Dios, comparándola con las libaciones derramadas sobre los sacrificios en el culto judío. Describe la vida cristiana como una especie de competición espiritual, donde Dios es tanto espectador como juez, destacando el esfuerzo y la perseverancia en la fe. Su esperanza en la vida eterna no es exclusiva para él, sino un horizonte prometido a todos los que permanecen fieles y anhelan con amor la venida de Cristo:[13]
Nosotros que conocemos los gozos eternos de la patria celestial, debemos darnos prisa para acercarnos a ella.[14]
La sección final de la carta refleja con cercanía y profundidad el estado de ánimo de Pablo, quien se encuentra a las puertas del martirio. Sus menciones a numerosos discípulos evidencian su grandeza de espíritu: trabajó con todos, aunque algunos lo decepcionaron, mientras que la mayoría permaneció fiel. De varios de ellos se tiene información gracias a los Hechos de los Apóstoles y otras epístolas; de otros, solo se conoce lo que aquí se menciona. En cualquier caso, todos estaban presentes en el corazón de Pablo, quien se dedicó plenamente a los demás, buscando su salvación: “Me hice todo para todos, para salvar a algunos a toda costa” (1 Co 9,22).
La frase “El Señor esté con tu espíritu” (v. 22), utilizada como despedida, pide la protección, ayuda y bendición divinas. Aunque esta expresión puede entenderse como equivalente a “El Señor esté contigo”, algunos Padres de la Iglesia sugirieron que, en este contexto, podría aludir a la gracia conferida en el sacramento del Orden. Así, Pablo encomienda a Timoteo al auxilio divino para fortalecer su misión pastoral.[17]
Seamless Wikipedia browsing. On steroids.
Every time you click a link to Wikipedia, Wiktionary or Wikiquote in your browser's search results, it will show the modern Wikiwand interface.
Wikiwand extension is a five stars, simple, with minimum permission required to keep your browsing private, safe and transparent.