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Guerra de Independencia de Cuba | |||||
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Fecha | 24 de febrero de 1895-24 de febrero de 1899 | ||||
Lugar | Cuba | ||||
Casus belli |
Grito de independencia en Baire Voladura del acorazado USS Maine | ||||
Resultado | Tratado de París | ||||
Consecuencias |
Independencia formal de Cuba. Fin del Imperio español | ||||
Cambios territoriales | Independencia de Cuba | ||||
Beligerantes | |||||
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Comandantes | |||||
La Guerra de Independencia de Cuba (o la Guerra de 1895) es el nombre con el que se conoce a la última guerra por la independencia de los cubanos contra el dominio español y se trata de una de las últimas guerras americanas contra el Reino de España. La guerra se inició el 24 de febrero de 1895 en un levantamiento simultáneo de 35 localidades cubanas, conocido como el Grito de Baire y terminó en 1898 con la rendición del ejército colonial español ante el avance militar conjunto de cubanos y estadounidenses, en la conocida generalmente como Guerra hispano-cubano-norteamericana. El resultado general de la guerra fue la intervención militar norteamericana y la independencia formal, aunque no de hecho, de Cuba. Poco después sería fundada, en 1902, la República de Cuba, bajo una constitución marcada por una Enmienda básica, la Enmienda Platt, que permitía la intervención militar estadounidense en cualquier circunstancia en que el gobierno de los Estados Unidos considerara amenazados a sus ciudadanos o sus intereses, así como la instalación de bases militares en territorio cubano. El resultado global fue una independencia solamente formal mediatizada por una nueva metrópoli, los Estados Unidos, y el establecimiento de la Base Naval de Guantánamo, aún enclavada en territorio cubano, a pesar de la derogación de la Enmienda desde la Constitución de Cuba de 1940.
La historia de los movimientos independentistas en Cuba se remonta a la época de las guerras de independencia hispanoamericanas continentales. Desde la segunda década del siglo XIX, cuando aún se libraban las últimas batallas por la Independencia de la América Latina continental, grupos de patriotas y abolicionistas criollos contra la esclavitud intentaron organizar movimientos separatistas y rebeliones contra el dominio español. La mayor parte fueron abortados, con fuerte represión, como el de la nunca probada "Conspiración de la Escalera", que significó varios cientos de personas muertas bajo tortura o fusiladas. Otro de los movimientos abortados fue el de los Soles y Rayos de Bolívar, en 1823, también fracasado, aunque reprimido con menos severidad.
Hacia la mitad del siglo XIX tomó cierta fuerza la tendencia anexionista, que mezclaba el separatismo con la anexión a los Estados Unidos, fundamentalmente a los estados sureños, donde se conservaba la esclavitud. Este movimiento, por su carácter contradictorio, a un tiempo separatista y pro-esclavista, tuvo apoyo muy escaso dentro de la población humilde de Cuba y sólo recibió algún apoyo financiero de esclavistas sureños norteamericanos y la adhesión de muchos elementos aventureros y mercenarios. Su representante más notable fue el general venezolano radicado en Cuba Narciso López, quien condujo dos expediciones para liberar a Cuba del dominio español. Ambas expediciones fracasaron en el intento de levantar masivamente a la población contra España, y en el segundo intento, López y la mayor parte de sus partidarios fueron apresados por las tropas españolas, juzgados y ejecutados.
En 1867, luego de varios fallidos intentos por aplicar en Cuba las leyes más liberales que se aplicaban en la Metrópoli, la intelectualidad liberal criolla, devenida en cubana por evolución cultural y social, se convenció de la inutilidad de los métodos pacíficos para evitar la expoliación de los funcionarios españoles sobre la economía cubana, así como para la abolición de la esclavitud sobre la población negra del país, muy numerosa. La esclavitud, además, era un freno al desarrollo de una economía moderna, y muchos de estos intelectuales soñaban con desarrollar una economía industrializada, bajo relaciones de producción capitalistas, en contraste con los fuertes elementos feudales que la dominación española imponía a la Isla.
En 1862 fue fundada la asociación masónica e independentista cubana conocida como Gran Oriente de Cuba y las Antillas (GOCA). Su dirigente más notable fue un médico e investigador de Fisiología, el espirituano Vicente Fernández de Castro y Bermúdez[1]. Esta red de nuevas logias masónicas marcaba una fuerte divergencia con la Gran Logia de Colón, que entonces incluía a numerosos intelectuales de origen español o criollos favorables a la continuidad del dominio español en Cuba. El GOCA, por el contrario, se demarcaba por un juramento de luchar por la independencia y se acogía básicamente al tríptico ideológico de la Revolución Francesa: Libertad, Igualdad, Fraternidad.
La red de logias del GOCA se extendió por toda la geografía cubana, aunque su mayor fuerza radicaba en las provincias de Camagüey y Oriente, con varias logias en las ciudades de Puerto Príncipe (actual Camagüey), Guáimaro, Florida, Las Tunas, Bayamo, Manzanillo, Santiago de Cuba, Holguín y Guantánamo. Hubo logias del GOCA también en las ciudades de La Habana, Matanzas, Trinidad y Sancti Spíritus, pero no tuvieron el arraigo, el número de miembros ni el nivel de organización y acción de las camagüeyanas y las orientales. La mayor parte de los líderes independentistas más notables de la gesta de 1868, se inició en estas logias y recibió una fuerte formación ideológica independentista en sus reuniones. Serían masones iniciados, o incluso maestros masónicos, próceres como Carlos Manuel de Céspedes, Francisco Vicente Aguilera, Salvador Cisneros Betancourt, Ignacio Agramonte, el dominicano Máximo Gómez y Antonio Maceo.
El 10 de Octubre de 1868 estalló la primera guerra de independencia cubana, conocida como la Guerra Grande, o Guerra de los Diez Años. Esta cruenta contienda, con muchos altibajos, se extendió hasta el primer tercio de 1878, culminando con la conocida como Paz del Zanjón, liderada por el brillante general español Arsenio Martínez Campos, quien sería conocido a partir de entonces como El Pacificador. Las causas principales de su languidecimmiento fueron el regionalismo de las provincias centrales y el divisionismo sembrado por algunos de sus jefes, quienes sabotearon la acción del gobierno cubano en armas. También la legislación aprobada en la primera asamblea legislativa cubana restaba independencia de acción al mando militar, necesitado de una centralización fuerte para liberar una difícil guerra en condiciones de notable inferioridad técnica y aún numérica frente al poderoso y moderno ejército colonialista español. Todo esto sería tomado en cuenta por los dirigentes de la futura guerra de liberación.
La paz de 1878 no trajo para Cuba ninguna de las dos principales reivindicaciones que reclamaban los independentistas: abolición de la esclavitud de los negros e independencia política. Los principales dirigentes y oficiales del Ejército Libertador que no habían caído en combate, pasaron al exilio, fundamentalmente a los Estados Unidos o a países de Centroamérica o el Caribe. Es en esta época que comienza a ganar alcance la actividad conspirativa y organizativa del joven poeta, periodista, ensayista y patriota cubano José Martí, quien sería el principal líder, ideólogo y organizador de la Guerra de Independencia de 1895.
José Martí había sido condenado desde su adolescencia por su posición independentista, siendo estudiante de enseñanza media. Su condena a trabajos forzados fue conmutada por el destierro, gracias a la mediación de amigos de la familia, en 1871. De allí retornaría a Cuba luego de la amnistía general declarada por el general Martínez Campos. Ya en la Habana, comenzó a participar en reuniones de carácter patriótico, en las que su brillante oratoria lo hicieron notorio rápidamente. Sufrió por esta razón una segunda deportación a España, de donde logró moverse para los Estados Unidos, donde había una amplia comunidad de emigrados. En los Estados Unidos, mientras subvenía a sus necesidades personales escribiendo artículos en idioma inglés para periódicos, se dedicó a organizar la emigración patriota, intentando reunir los hombres y recusos necesarios para impulsar la futura Revolución. Residió en nueva York, Chicago, Tampa, y una parte importante de su estancia en territorio norteamericano, la pasó viajando en tren para reunirse personalmente con los patriotas cubanos y lograr de ellos las contribuciones económicas y la adhesión a la nueva Revolución.
El 10 de Abril de 1892, Martí fundó en Nueva York, junto a varios patriotas emigrados, el Partido Revolucionario Cubano, del que fue elegido Delegado por unanimidad, rechazándose las denominaciones de Presidente u otras para la máxima dirigencia, por el carácter organizativo para la liberación que tenía en aquel momento. Con la participación entusiasta de puertorriqueños también emigrados a los Estados Unidos, se fundó la sección de Puerto Rico del PRC, para la que fue aprobada la bandera que aún identifica a ese territorio colonial de los Estados Unidos, con inversión de los colores rojo y azul en sus campos heráldicos. En esa reunión se asentó el propósito de asistir a Puerto Rico en su independencia de España, una vez que hubiese sido Cuba liberada.
Conocedor de las razones del fracaso de la Guerra de los Diez Años, Martí preparó las condiciones para que las mismas no se repitieran, dándole a la fuerza militar un poder absoluto en cuanto a estrategia y táctica, y dejando al poder civil solamente la tarea de sustentar diplomática, financiera y legalmente la guerra, así como del gobierno civil en los territorios liberados. Con el objetivo de sumar a todos los que pudieran aportar su concurso a la guerra, Martí buscó el acercamiento a los próceres sobrevivientes de la Guerra Grande, detentadores de un enorme prestigio entre los cubanos. Para ello viajó a Costa Rica, en donde residía Antonio Maceo, para convencerlo de la necesidad de su aporte a la gesta de independencia. Lo mismo hizo con Máximo Gómez, quien había retornado a su natal República Dominicana, pero seguía siendo considerado como el mayor estratega militar y el jefe por excelencia del futuro Ejército Libertador. Luego de viajar por gran parte de la geografía de los Estados Unidos, Centroamérica y el Caribe, Martí logró no sólo la participación directiva de los más importantes próceres de la Guerra Grande, sino la incorporación de un gran número de jóvenes, entusiasmados por la independencia de la Isla.
Martí consideró, evaluando justamente la evolución política de los cubanos emigrados, que era necesario aglutinarlos con una organización política que reflejara las aspiraciones de las grandes mayorías de la población cubana, y que diera una plataforma programática a la próxima guerra de liberación. Para ello fundó el que puede considerarse el primer partido político de Cuba: el Partido Revolucionario Cubano, en el que militaron desde el inicio, además de él, patriotas como Carlos Baliño, Juan Gualberto Gómez y Benjamín Guerra. La Carta Constitutiva del PRC expresaba la necesidad de una guerra liberadora "rápida y eficaz" y buscaba el consenso de todas las fuerzas económicas y sociales de Cuba para la construcción de una sociedad basada en un gobeirno de tipo republicano y que buscara la justicia social y la dignidad plena del hombre. El Partido funcionaría como el órgano representativo de la Cuba en Armas mientras durara la lucha insurreccional, para sus relaciones diplomáticas y de toda clase con las naciones del mundo. El PRC quedó fundado el 10 de Mayo de 1892, con José Martí elegido unánimemente para el máximo cargo de Delegado del Partido, rechazándose las denominaciones de Presidente, que sería la magistratura máxima de la República a constituirse luego de lograda la independencia.
La membresía del PRC jugó para la Guerra Necesaria un papel similar al de las logias que constituían el GOCA en la década de 1860, si bien éstas no dejaron de funcionar tanto en la emigración como dentro de Cuba, estas últimas de manera clandestina. En 1894, el PRC había organizado un conjunto de tres expediciones armadas, que debían trasladar a los principales jefes militares, provistos de armas y parque para varios cientos de hombres. Las expediciones debían desembarcar en tres puntos de Cuba: Las Villas, Camagüey y Oriente. En esta última región se centraba el desembarco más numeroso, correspondiente al vapor Fernandina, que daba nombre al plan. El "Plan Fernandina" fue descubierto, gracias a la indiscreción del ex coronel cubano López de Queralta, por las autoridades norteamericanas, que confiscaron las tres embarcaciones, al tiempo que informaron detalladamente al Consulado Español en Nueva York. El cargamento de uno de los tres barcos fue confiscado, otro fue arrojado al mar y los independentistas lograron recuperar y esconder el cargamento del tercero, el más voluminoso. La acción de las autoridades obedecía a la geopolítica norteamericana, que no estaba interesada en apoyar una verdadera independencia de Cuba, sino en adquirirla lo más directamente posible de España, según la doctrina de la "fruta madura"[2], que caería por "gravitación natural en el regazo de la Unión Americana", o sea, de los Estados Unidos. Las pérdidas en cuanto a número de armas y parque fueron enormes, principalmente por el esfuerzo de recaudación de fondos durante muchos meses, incluso años, que se había perdido. También se había arruinado el vital factor sorpresa para el estallido de la nueva insurrección. No obstante, en alrededor de tres meses Martí, Juan Gualberto Gómez y Flor Crombet organizaron una expedición armada, que no tenía ni el número de embarcaciones ni el cargamento de armas de la anterior, y que estuvo al mando de este último. Ante la pérdida del factor sorpresa, se imponía la urgencia de comenzar lo antes posible la guerra, para evitar el apresamiento de cientos de patriotas que laboraban intensamente en la Isla para desencadenar la contienda, así como la masiva concentración de tropas españolas que serían reclutadas con urgencia en la península para conjurar el peligro separatista. Aunque el mando de la expedición estaba inicialmente asignado a Antonio Maceo (Martí y Gómez se unirían más tarde, por razones políticas), Martí decidió poner al frente a Crombet, quien aceptó la formación de una expedición con solamente dos mil pesos, habiéndose negado Maceo a conducir una expedición por un valor inferior a los seis mil. Esta decisión de conceder a Crombet el mando organizativo expedicionario generó graves fricciones entre Martí y Maceo, que tendrían su punto álgido en tierras cubanas, durante la entrevista de La Mejorana. Una vez coordinada la expedición armada, se estableció la fecha del 23 de Febrero de 1895 para el alzamiento.
Mientras tanto, Martí se trasladó a República Dominicana, donde le esperaba Gómez, reuniéndose en el pequeño poblado de Montecristi, donde redactaron y firmaron el Manifiesto que lleva el nombre del lugar, el 25 de Marzo de 1895. El Manifiesto, cargado del lirismo y la poética de Martí, hacía incapié en la necesidad de una "revolución pensadora y magnánima", y declaraba separarse totalmente del supuesto peligro de una "guerra de razas", siempre esgrimido por las autoridades coloniales españolas. Insistía en ser una guerra insoslayable, para arrancar por la fuerza de las armas los derechos del pueblo cubano a las autoridades coloniales españolas, y nunca contra el español residente en Cuba.
"La guerra no es contra el español, que, en el seguro de sus hijos y en el acatamiento de la patria que se ganen podrá gozar respetado, y aun amado, de la libertad, que sólo arrollará a los que le salgan, imprevisores, al camino."
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"La revolución, con su carga de mártires, y de guerreros subordinados y generosos, desmiente indignada, como desmiente la larga prueba de la emigración, y de la tregua en la isla, la tacha de amenaza de la raza negra con que se quisiese inicuamente levantar por los beneficiarios del régimen de España, el miedo a la revolución."
Manifiesto de Montecristi, 25 de Marzo de 1895.Martí; Gómez (25 de marzo de 1895). Manifiesto de Montecristi http://www.ecured.cu/index.php/Manifiesto_de_Montecristi |url=
sin título (ayuda). Consultado el 14 de julio de 2015.</ref>
De Dominicana, Martí y Gómez se trasladaron por tierra a Haití, donde se embarcaron en una pequeña goleta hacia las costas de Cuba, desembarcando en Playitas de Cajobabo, costa sur de la actual provincia de Guantánamo, al frente de una exigua escolta.
El 24 de febrero de 1895, un día después de lo acordado en Santo Domingo, se produjo el alzamiento. Tan sólo en el Oriente de Cuba se alzaron 35 ciudades y poblados. La insurrección estaba planificada para producirse en todo el país, pero la no existencia de expediciones armadas a Occidente facilitó la captura de los patriotas destacados en La Habana. Fueron enjuiciados y rápidamente fusilados los generales de 1868 Julio Sanguily y José María Aguirre Valdés. El gobierno español, presidido entonces por el ultra conservador Antonio Cánovas del Castillo, envió a Cuba una fuerza inicial de 9'000 hombres para reforzar al ejército permanente de más de 30 mil que custodiaba la Isla. El Capitán General Emilio Calleja, suspendió por órdenes de Madrid las garantías constitucionales y aplicó una estricta censura previa a la prensa. Cánovas, conocedor de la actividad de los tres principales líderes cubanos y despreciando la voluntad popular cubana de independizarse, expresó poco después que "La guerra de Cuba se gana con tres balas: una para Martí, una para Gómez y otra para Maceo." También lanzaría su proclama de llevar la "Guerra de Cuba", como se la conoce en España, "hasta el último hombre y la última peseta", aferrándose así a las últimas posesiones coloniales del Imperio Español en tierras americanas: Cuba y Puerto Rico. El 21 de marzo Antonio Cánovas envió 7 000 hombres adicionales y nombró al célebre Pacificador Arsenio Martínez Campos, como Capitán General de Cuba, por segunda vez. El 5 de Mayo de 1895, ya con Maceo al mando de una numerosa tropa oriental, lograron reunirse él, Máximo Gómez y Martí en el batey del ingenio La Mejorana, cercano al pueblo de San Luis. En reunión previa con la tropa, Martí arengó por primera y única vez a los mambises en la manigua cubana, recibiendo una aclamación general, y el grado de Mayor General del Ejército Libertador de la República de Cuba en Armas, de manos de Máximo Gómez. Esa tarde y noche tuvo lugar la reunión entre los tres dirigentes patriotas. El primer acuerdo fue la extensión inmediata de la guerra a toda la Isla, a través de una campaña militar, que más tarde sería conocida como la Invasión a Occidente. Esta campaña invasora era necesaria por la imposibilidad de expediciones simultáneas a la oriental en el centro y occidente de la Isla, frustradas por el fracaso del Plan Fernandina en 1894. En la reunión también se reafirmó la decisión de dar el mando supremo del Ejército Libertador a Máximo Gómez, así como establecer como su Lugarteniente General a Maceo, quien además sería jefe supremo de las fuerzas en la provincia oriental. El desarrollo posterior de la Invasión traería cambios a estos planes. Con respecto a las funciones de gobierno se produjo una fuerte fricción entre Maceo, quien era partidario de una total ausencia de gobierno civil, dejando todas las decisiones, incluidas las políticas, al mando militar, lo que rechazaba Martí, quien sostenía su teoría complementaria de "El Ejército, libre, y el país, como país, con toda su dignidad representado" que pretendía adjudicar al gobierno civil, representado por el PRC, la misión de administrar las finanzas, organizar las expediciones, y gobernar civilmente en los territorios liberados. La reunión terminó abruptamente y Maceo se marchó del lugar con sus tropas, cerrando una de las páginas más tristes de su brillante biografía.
El 18 de Mayo de 1895, Martí escribe a su amigo mexicano Mercado una carta, en la que consigna:
... ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser, y como indirectamente, porque hay cosas que para logradas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias pª alcanzar sobre ellas el fin.
Al día siguiente, la tropa dirigida por Gómez se encontró en Dos Ríos (confluencia del río Contramaestre con el Cauto) con una fuerte columna del ejército español, mandada por el Coronel José Ximénez de Sandoval, con la que se vio obligado a sostener un fuerte combate. A pesar de las órdenes estrictas de enviar a Martí a ña retaguardia para protegerle, Gómez no pudo impedir que éste ordenara, con la autoridad que su nuevo rango militar le daba, una carga contra un flanco de la columna, al parecer buscando levantar el ímpetu ofensivo cubano ante una tropa española que había tomado buenas posiciones defensivas. Según algunos historiadores, la carga fue iniciada con otros cuatro hombres y sobrepasó la primera línea defensiva, en un cayo de monte. Sin disminuir su galope, Martí, esta vez con la sola compañía del alférez Angel de la Guardia, continuó en carga veloz y expuesta, siendo alcanzado por una descarga cerrada de fusilería de la que dos proyectiles le hicieron blanco, uno en el torso y el otro en el rostro, que le privó de la vida. Caía así el organizador de la Guerra Necesaria, en el primer y último combate de su vida. El cadáver fue capturado por los españoles, y fue imposible su recuperación por las tropas mambisas, a pesar de las tres fuertes cargas de la infantería cubana al mando del brigadier general Quintín Bandera.
La invasión partió de Mangos de Baraguá, el mismo sitio donde tuviera lugar la célebre Protesta de Baraguá de Maceo en reunión con Martínez Campos, el 15 de Marzo de 1878. La columna mambisa invasora contaba inicialmente con unos 1'500 hombres, que harían una marcha combativa, sumando hombres y combatiendo de diversas maneras al muy numeroso ejército español. Al mando de las tropas orientales quedó José Maceo, hermano menor de Antonio, conocido también como el "León de Oriente" por su valentía temeraria en los combates. A él se uniría poco después el Mayor General Calixto García Íñiguez, quien tomaría el mando de las regiones de Holguín y Las Tunas.
La invasión atravesó los territorios cenagosos del valle del río Cauto y del río Birama, y se dirigió al Camagüey. Allí, mientras las tropas de Maceo y Quintín Bandera continuaban su avance, desarrolló Gómez la primera de sus brillantes campañas de esta guerra. Se dedicó a moverse en círculos alrededor de la ciudad del Camagüey, con movimientos constantes tanto en sentido levógiro como dextrógiro, cambiando continuamente de campamento y de dirección y apareciendo en plena forma bélica donde menos lo esperaba el mando español. Presentó combate sólo cuando las condiciones le permitían emboscadas o rápidos combates de encuentro y cargas al machete, pues la finalidad de la campaña era aumentar los efectivos de la columna invasora, no someterla a combates masivos que la diezmaran. Para ello envió numerosas cartas a los agentes independentistas en la ciudad de Camagüey, quienes se pusieron en movimiento para reclutar cientos de jóvenes entusiastas, conocedores de las proezas militares del viejo militar dominicano-cubano. La campaña sería conocida posteriormente como Campaña Circular. A pesar de haber aceptado combate unas pocas veces, las bajas hispanas fueron relativamente altas, mientras las mambisas fueron casi nulas.
Del 13 al 18 de Septiembre de 1895, luego de culminada la campaña circular de Gómez, se reunieron los principales oficiales y dirigentes independentistas en el poblado de Jimaguayú, tomado por las armas mambisas días antes. Para ese momento se habían conformado cuatro cuerpos de ejército mambí: dos en Oriente, uno en Camagüey y otro en Las Villas, sin estar coordinadas sus acciones desde un mando central. Allí se determinó que el Partido Revolucionario Cubano tendría las funciones de recaudar dinero, armas y parque en el exterior, que llegarían a suelo cubano en expediciones que también serían de su competencia. Se aprobó una constitución que era más adecuada que la anterior de Guáimaro para las necesidades de la guerra, aunando en un solo cuerpo las funciones ejecutivas y legislativas, y supuestamente dejando al ejército las manos libres para la conducción de la Guerra. El día 16 de Septiembre fue aprobada la segunda Constitución de la República de Cuba en Armas, conocida por los historiadores como la Constitución de Jimaguayú. El día 18, clausurándose la reunión, el Mayor General Máximo Gómez fue aclamado unánimemente como Generalísimo del Ejército Libertador, asignando a Antonio Maceo el grado y cargo de Lugarteniente General del Ejército, con independencia táctica y estratégica, supeditado solamente a Gómez.
Entre las victorias obtenidas por los soldados cubanos se destaca el cruce de Trocha de Júcaro a Morón en lo que actualmente es la provincia de Ciego de Ávila, casi al centro del país con el objetivo de impedir el cruce de las tropas libertadoras hacia el occidente.
La primera era una cadena de fuertes y tropas realistas que se extendía de El paso de dicha trocha representaba no sólo una necesidad para el cumplimiento de la Campaña de liberación del Occidente, sino además una victoria que demostraría el desarrollo militar de los insurgentes. Generalizada la rebelión en toda la isla, el gobierno central de Madrid destituyó al general Martínez Campos y decidió enviar a la isla al general Valeriano Weyler. Este último llevaría a cabo una guerra atroz en su afan de derrotar a los independentistas cubanos. Con un cuarto de millón de hombres, el general Weyler se propuso acabar la guerra en un periodo de 24 meses. Una de sus medidas sería colocar a los habitantes rurales en campos de concentración para de esta manera privar a los patriotas del apoyo del campesinado. Se calcula que murieron unos cien mil cubanos en dichos campos de concentración debido al hambre y las enfermedades, en su mayoría ancianos, mujeres y niños. Pero a pesar del incremento constante de tropas españolas, la política de reconcentración y la abrumadora superioridad de su ejército, Weyler fue incapaz de derrotar a los rebeldes cubanos. Estos, conocedores del terreno y movidos por el espíritu independentista llevaron a cabo una eficiente guerra de guerrillas consistente en operaciones ofensivo-defensivas que fueron desgastando al ejército español paulatinamente sin que este pudiera obtener resultados favorables, a pesar de contar con los mejores medios militares como líneas de fortificación, ferrocarriles, vigilancia de las costas y el armamento más moderno de la época. Para finales de 1897, el gobierno español se encontró con las arcas vacías y con un ejército agotado por las enfermedades tropicales y la resistencia de los rebeldes. El presidente Sagasta decidió finalmente destituir a Weyler en favor del general Ramón Blanco y Erenas, tanto por el costo político de su modo de hacer la guerra, como por su fracaso militar al no poder derrotar a los rebeldes.
Para comienzos de 1898 el gobierno de los Estados Unidos reclamaba que la guerra afectaba sus intereses y le exigió a España reformas para lograr la paz. El gobierno colonial le otorgó a Cuba la autonomía, e inició una serie de reformas políticas y declaro un armisticio, pero los patriotas cubanos declararon que ya era demasiado tarde para un arreglo pacífico y aseguraron que solo se detendrían hasta lograr la independencia. El acorazado estadounidense Maine, que estaba de visita en la Bahía de la Habana, explotó. Ante esta situación Estados Unidos acusó a España de agresión y anunció una guerra inminente. Ante la amenaza, el Capitán General de Cuba, Ramón Blanco, le propuso al General Máximo Gómez, líder de los rebeldes, una alianza para enfrentar a los norteamericanos[cita requerida]. El general Gómez se negó rotundamente y recibió órdenes del gobierno rebelde de apoyar al ejército estadounidense para lograr finalmente la expulsión de los españoles de Cuba.
La explosión del acorazado estadounidense Maine significó el ingreso de los Estados Unidos en la contienda. La declaración de guerra a España no se dejó esperar y los combates que antes se centraron en tierra, se trasladaron al mar: Las flotas realistas no pudieron responder a los modernos acorazados estadounidenses. La toma de Santiago de Cuba y la superioridad militar de las tropas norteamericanas,apoyadas en todo momento por las fuerzas cubanas al mando del General Calixto García (jefe cubano del departamento oriental) obligaron a los españoles, que ya estaban virtualmente acabados a rendirse en 1898. El suceso abrió paso a la ocupación estadounidense de Cuba hasta 1902.
Por el Tratado de París, España renunciaba a su soberanía sobre Cuba, Puerto Rico y Filipinas, lo que realmente significó dejar el campo expedito a su intervención y ocupación por los Estados Unidos. La exclusión de los representantes de las tres colonias en mención, evidenció el ánimo colonialista de los Estados Unidos, aunque las fuerzas independentistas de esos países llevaran el mayor peso de las guerras. El 24 de febrero de 1899, justo cuatro años después del inicio de la guerra, hacia su entrada triunfal a La Habana el Generalisimo Máximo Gómez al frente de su ejército. El viejo general Dominicano había guiado a los patriotas cubanos a la victoria en su guerra de emancipación contra el ejército español con la ayuda norteamericana.[3] Miles de personas salieron a recibir al ejército libertador y Gómez sorprendido le dijo a uno de sus hombres: "Si toda esta gente hubiese peleado con nosotros habríamos derrotado a España hace muchísimo tiempo".
El descontento de los libertadores al ver cambiar su tierra de amo, no se dejó esperar. Si bien Puerto Rico y Filipinas continuaron por más décadas como colonias, ya no de España sino de Estados Unidos, las presiones cubanas por constituir su propio país hicieron que bien pronto Estados Unidos preparara su retirada. Ese descontento propició las condiciones necesarias para ello, aunque dejando abierta la posibilidad de una nueva intervención como garantía de independencia (redacción de una constitución conforme a la llamada Enmienda Platt aprobada por la Asamblea Constituyente cubana el 12 de junio de 1901): el 20 de mayo de 1902 nacería la República de Cuba con la toma de posesión de su primer presidente, don Tomás Estrada Palma. Sin embargo, no será hasta 1909 con la presidencia de José Miguel Gómez (del partido liberal) que termine el Gobierno de Intervención norteamericano y no sin antes (2 de julio de 1903) firmar el arrendamiento de la base de Guantánamo aún hoy poseída por los EE. UU.
La independencia no mejoró la situación de los más desfavorecidos, produciéndose después de la secesión colonial levantamientos del sustrato poblacional negro, que en 1912 propició otra intervención estadounidense.
La pérdida de las colonias, y muy especialmente de Cuba, provocó una profunda crisis identitaria, social, política y cultural en España, dando paso a una época en la que manifestaciones culturales, como la Generación del 98 o el Regeneracionismo, se vieron marcados por la crisis y el contexto histórico, tratando entre otros temas la "Pérdida de personalidad histórica" de España.
La independencia de Cuba constituyó un factor clave de la aparición de nacionalismos contemporáneos en España como el vasco, el catalán y el español.[4]
La burguesía catalana asociada al textil comenzó a apoyar el sentimiento antiespañol derivado de culpar a España de la perdida de su ventajoso monopolio textil.
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