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escritor, pensador y político cubano De Wikipedia, la enciclopedia libre
José Julián Martí Pérez (La Habana, 28 de enero de 1853-Dos Ríos, 19 de mayo de 1895) fue un político, diplomático, poeta, ensayista, periodista y filósofo cubano, fundador del Partido Revolucionario Cubano y organizador de la Guerra de Independencia de Cuba, durante la que murió en combate. Se le ha considerado el iniciador del modernismo literario en Hispanoamérica.
José Martí | ||
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Información personal | ||
Nombre completo | José Julián Martí Pérez | |
Otros nombres | «El apóstol de la Independencia de Cuba», «El Maestro» | |
Nacimiento |
28 de enero de 1853 La Habana, Capitanía General de Cuba | |
Fallecimiento |
19 de mayo de 1895 (42 años) Dos Ríos, Jiguaní, Capitanía General de Cuba | |
Causa de muerte | Herida por arma de fuego | |
Sepultura | Cementerio de Santa Ifigenia, Distrito José Martí, Santiago de Cuba | |
Nacionalidad | Cubana y Española | |
Religión | Deísmo | |
Lengua materna | Español | |
Familia | ||
Padres |
Leonor Pérez Cabrera Mariano Martí Navarro | |
Cónyuge | Carmen Zayas Bazán | |
Hijos | José Francisco Martí Zayas-Bazán "Ismaelillo" | |
Educación | ||
Educación |
Licenciado en Filosofía y Letras Licenciado en Derecho Civil y Canónico | |
Educado en | Universidad de Zaragoza | |
Información profesional | ||
Ocupación | Político, poeta, escritor, docente, intelectual, periodista, escritor, traductor, diplomático, militar | |
Cargos ocupados | Cónsul general, delegado del Partido Revolucionario Cubano | |
Empleador | La Nación | |
Seudónimo | Anáhuac | |
Géneros | Poesía, teatro y ensayo | |
Obras notables |
La Edad de Oro Ismaelillo Versos Sencillos Versos Libres | |
Rango militar | Mayor general | |
Partido político | Partido Revolucionario Cubano | |
Sitio web | ||
Firma | ||
José Julián Martí Pérez nació en La Habana el 28 de enero de 1853. Su padre era Mariano Martí, natural de la ciudad española de Valencia, y la madre Leonor Pérez Cabrera, de Santa Cruz de Tenerife, en las Islas Canarias. Pasó una breve parte de su infancia en Valencia (de los 4 a los 6 años) antes de que la familia regresara a Cuba.
En 1866 se matriculó en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana. Ingresó también en la clase de Dibujo Elemental en la Escuela Profesional de Pintura y Escultura de La Habana.
El 4 de octubre de 1869, durante la primera guerra de independencia cubana (1868-1878), al pasar una escuadra del Primer Batallón de Voluntarios por la calle Industrias n.º 122, donde residían los Valdés Domínguez, de la vivienda se oyen risas y los voluntarios toman esto como una provocación. Regresan en la noche y someten la casa a un minucioso registro. Entre la correspondencia encuentran una carta dirigida a Carlos de Castro y Castro, compañero del colegio al que, por haberse alistado como voluntario en el ejército español para combatir a los independentistas, calificaban de apóstata.
Por tal razón, el 21 de octubre de 1869 Martí ingresa en la Cárcel Nacional acusado de traición por escribir esa carta, junto a su amigo Fermín Valdés Domínguez. El 4 de marzo de 1870, Martí fue condenado a seis años de prisión, pena posteriormente conmutada por el destierro a la Isla de Pinos (actual Isla de la Juventud), al suroeste de la principal isla cubana. Llega allí el 13 de octubre. El 18 de diciembre sale hacia La Habana y el 15 de enero de 1871, por gestiones realizadas por sus padres, logró ser deportado a España. Allá comienza a cursar estudios en las universidades de Madrid y Zaragoza, donde se gradúa de licenciado en Derecho Civil y en Filosofía y Letras.
Residió en Zaragoza desde mayo de 1873 hasta noviembre de 1874, periodo en el que realizó su último año para conseguir la titulación de Bachillerato en el Instituto Goya y obtuvo los títulos de licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras por la Universidad de Zaragoza. Aunque se licenció con sobresaliente, Martí no pudo recoger sus títulos porque no tenía dinero para que se los expidieran. La Universidad de Zaragoza corrigió esa situación a título póstumo en 1995.[1]
Durante su estancia en Zaragoza, José Martí colaboró en el Diario de Avisos de Zaragoza,[2] publicación de tendencia republicana dirigida por Calixto Ariño. Martí asistió en Zaragoza a una sociedad en plena ebullición política con constantes enfrentamientos entre monárquicos y republicanos, la aparición de un incipiente movimiento obrero organizado, la insurrección carlista y la revolución cantonalista.
De España se traslada a París por breve tiempo. Pasa por Nueva York y llega a Veracruz el 8 de febrero de 1875, donde se reúne con su familia. En México entabla relaciones con Manuel Mercado y conoce a Carmen Zayas Bazán, la cubana de Camagüey que posteriormente sería su esposa. Del 2 de enero al 24 de febrero de 1878 estuvo de incógnito en La Habana como Julián Pérez. Al llegar a Guatemala trabaja en la Escuela Normal Central como catedrático de Literatura y de Historia de la Filosofía. Retorna a México para contraer matrimonio con Carmen el 20 de diciembre de 1877. Regresa a Guatemala a inicios de 1878.
En 1878 vuelve a Cuba, el 31 de agosto, para radicarse en La Habana, y el 22 de noviembre nace José Francisco, su único hijo. Comenzó sus labores conspirativas figurando entre los fundadores del Club Central Revolucionario Cubano, del cual fue elegido vicepresidente el 18 de marzo de 1879. Posteriormente el Comité Revolucionario Cubano, radicado en Nueva York bajo la presidencia del mayor general Calixto García, lo nombró subdelegado en la isla.
En el bufete de su amigo Nicolás Azcárate conoce a Juan Gualberto Gómez. Entre el 24 y el 26 de agosto de 1879 se produce un nuevo levantamiento en las cercanías de Santiago de Cuba. El 17 de septiembre Martí es detenido y deportado nuevamente a España, el 25 de septiembre de 1879, por sus vínculos con la conocida como Guerra Chiquita, liderada por el citado general García. Al llegar a Nueva York, se establece en la casa de huéspedes de Manuel Mantilla y su esposa, Carmen Millares.
Martí logró llevarse consigo a su esposa e hijo el 3 de marzo de 1880. Permanecen juntos hasta el 21 de octubre, en que Carmen y José Francisco regresan a Cuba. Una semana después resultó elegido vocal del Comité Revolucionario Cubano, del cual asumió la presidencia al sustituir a García, quien había partido hacia Cuba para incorporarse a la fallida Guerra Chiquita.
Entre 1880 y 1890 Martí alcanzaría renombre en América a través de artículos y crónicas que enviaba desde Nueva York a importantes periódicos: La Opinión Nacional de Caracas, La Nación de Buenos Aires y El Partido Liberal de México. Posteriormente decide buscar mejor acomodo en Venezuela, a donde llega el 20 de enero de 1881. En Caracas fundó la Revista Venezolana, de la que pudo editar solo dos números. En el segundo número, Martí escribe un notable ensayo sobre el destacado intelectual Cecilio Acosta que disgusta al presidente Guzmán Blanco, motivo suficiente para ser expulsado del país. En Nueva York trabajó para la casa editorial Appleton como editor y traductor.[3]
A mediados de 1882 reinició la labor de reorganizar a los revolucionarios (los partidarios de la independencia total de Cuba de la metrópoli española), comunicándoselo mediante cartas a Máximo Gómez Báez y Antonio Maceo Grajales. El 2 de octubre de 1884 se reúne por primera vez con ambos líderes y comienza a colaborar en un plan insurreccional diseñado y dirigido por los generales Gómez y Maceo. Luego se separó del movimiento por estar en desacuerdo con los métodos de dirección empleados y las consecuencias que tendrían sobre la futura república cubana, según manifestó.
El 30 de noviembre de 1887 fundó una Comisión Ejecutiva, de la cual fue elegido presidente, encargada de dirigir las actividades organizativas de los revolucionarios. En enero de 1892 redactó las Bases y los Estatutos del Partido Revolucionario Cubano. El 8 de abril de 1892 resultó elegido delegado de esa organización, cuya constitución fue proclamada dos días después, el 10 de abril de 1892. El 14 de ese mes fundó el periódico Patria, órgano oficial del Partido. Entre 1887 y 1892, Martí se desempeñó como cónsul de Uruguay en Nueva York.[4]
En los años 1893 y 1894 recorrió varios países de América y ciudades de Estados Unidos, uniendo a los principales jefes de la Guerra de los Diez Años entre sí y con los más jóvenes, y acopiando recursos para la nueva contienda. Desde mediados de 1894 aceleró los preparativos del Plan Fernandina, con el cual pretendía promover una guerra corta, sin grandes desgastes para los cubanos. El 8 de diciembre de 1894 redactó y firmó, conjuntamente con los coroneles Mayía Rodríguez (en representación de Máximo Gómez) y Enrique Collazo (en representación de los patriotas de la isla), el plan de alzamiento en Cuba. El Plan Fernandina fue descubierto e incautadas las naves con las cuales se iba a ejecutar. A pesar del gran revés que ello significó, Martí decidió seguir adelante con los planes de pronunciamientos armados en la Isla, siendo apoyado por todos los principales jefes de las guerras anteriores.
El 29 de enero de 1895, junto con Mayía y Collazo, firmó la orden de alzamiento y la envió a Juan Gualberto Gómez para su ejecución. Partió de inmediato de Nueva York a Montecristi, en República Dominicana, donde lo esperaba Máximo Gómez, con quien firmó el 25 de marzo de 1895 un documento conocido como Manifiesto de Montecristi, programa de la nueva guerra. Ambos líderes llegan a Cuba el 11 de abril de 1895, por Playitas de Cajobabo, Baracoa, al sureste de la antigua provincia de Oriente.
Tres días después del desembarco, hicieron contacto con las fuerzas del comandante Félix Ruenes. El 15 de abril de 1895 los jefes allí reunidos bajo la dirección de Gómez, acordaron conferir a Martí el grado de mayor general por sus méritos y servicios prestados.
El 28 de abril de 1895, en el campamento de Vuelta Corta, en Guantánamo (extremo este de la provincia de Oriente), junto con Gómez firmó la circular «Política de guerra». Envió mensajes a los jefes indicándoles que debían enviar un representante a una asamblea de delegados para elegir un gobierno en breve tiempo. El 5 de mayo de 1895 tuvo lugar la reunión de La Mejorana con Gómez y Maceo, donde se discutió la estrategia a seguir. El 14 de mayo de 1895 firmó la «Circular a los jefes y oficiales del Ejército Libertador», último de los documentos organizativos de la guerra, la que elaboró también con Máximo Gómez.
El día 18 de mayo, en el Campamento de Dos Ríos, Martí escribe su última carta a su amigo Manuel Mercado, ese documento se le conoce como su testamento político, en un fragmento de la carta Martí expresa:
... ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser, y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas...
El 19 de mayo de 1895 una columna española se desplegó en la zona de Dos Ríos, cerca de Palma Soriano, donde acampaban los cubanos. Martí marchaba entre Gómez y el mayor general Bartolomé Masó. Al llegar al lugar de la acción, Gómez le indicó detenerse y permanecer en el lugar acordado. No obstante, en el transcurso del combate, se separó de las fuerzas cubanas. Martí cabalgó, sin saberlo, hacia un grupo de españoles ocultos en la maleza y fue alcanzado por tres disparos que le provocaron heridas mortales. Su cadáver no pudo ser rescatado por los mambises (soldados cubanos). Tras varios entierros, fue finalmente sepultado el día 27, en el nicho número 134 de la galería sur del cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba.
El periódico La Correspondencia de España, en su edición del viernes 24 de mayo de 1895, narraba así su muerte:
"La columna de Sandoval que tuvo el encuentro con los insurrectos cerca del rio Contramaestre, la formaban unos 500 hombres, con fuerzas del segundo y novenos batallones peninsulares y un escuadrón de caballería de Hernán Cortés. Fuerzas de caballería del regimiento de Hernán Cortés, aprehendió a un espía que llevaba cartas para Martí y Máximo Gómez de Maceo. Súpose por el espía que varias partidas reunidas, formando un total de 800 jinetes, estaban en el poblado de Dos Ríos. Salió de seguida para aquel punto la columna mandada por el coronel Sandoval, la cual caminó tan velozmente y tomando tantas precauciones para no ser divisada, que cayó sobre los insurrectos sin darles tiempo más que para aceptar atropelladamente el combate. El combate duró dos horas. Martí, que viendo a los suyos vacilar les arengaba revólver en mano, cayó herido por dos balazos, uno en el cuello y otro en el pecho, que le disparó con admirable puntería el práctico Oliva. El cadáver de Martí será embalsamado y conducido a Santiago, a fin de convencer a la gente de la certeza de haber sido muerto tan renombrado jefe insurrecto."
Copia literal
"... «En el cementerio general de la ciudad de Santiago de Cuba, a los 27 días del mes de Mayo de 1895, constituidos en el mismo a las ocho de la mañana, el señor coronel D. José Ximénez de Sandoval, jefe de la columna que dió la acción de Dos Ríos el 19 del corriente mes, comandante de Infantería del primer batallón del regimiento de Cuba número 65 D. Manuel Tejerizo Cabrero, el comandante capitán de caballería ayudante del Excmo. Señor general D. Jorge Garrich, D. Enrique Ubieta Mauri, el capitán de infantería D. Enrique Satué y Carbonell, a las órdenes del citado coronel Ximénez de Sandoval, y el doctor en medicina y cirugía D. Pablo A. de Valencia Fons, se procedió, según orden del Excmo. Señor general gobernador de esta plaza, a la identificación y enterramiento del cadáver del titulado presidente de la Cámara insurrecta, D. José Martí.
Los señores presentes, que en su mayor parte conocieron en vida al difunto Martí, por haberlo tratado unos recientemente y otros con anterioridad, declararon unánimemente ser el cadáver expuesto ante su vista el del que en vida fue D. José Martí.
Y cumpliendo lo ordenado por S.E., firmamos esta acta para los efectos que procedan y constancia en lo porvenir.- Manuel Tejerizo.- Enrique Ubieta Mauri.- Enrique Satué.- Pablo A. de Valencia.- José X. de Sandoval.»..."
En tal virtud, y verificada la identificación, dispuso el señor coronel antes citado se procediera a darle cristiana sepultura, como así se verificó a presencia de los dichos señores y numeroso grupo de vecinos de esta ciudad, en el núm. 134 de la galería Sur.
Antes, el coronel Sandoval había dicho:
Señores: ante la muerte, cuando pelean hombres de hidalga condición como nosotros, desaparecen los odios y rencores. Nadie que se sienta inspirado de nobles sentimientos debe ver en estos yertos despojos un enemigo, sino un cadáver. Los militares españoles luchan hasta morir, pero tienen consideración para el vencido y honores para el muerto.
Seguidamente anunció que “se costearía por los españoles una lápida para el nicho que ocupan los restos de Martí.”
La salud de José Martí no era estable. Estudios recientes realizados han mostrado que padecía sarcoidosis, diagnosticada en España a los dieciocho años. Probablemente a partir de esta enfermedad padeció afectaciones oculares, del sistema nervioso, problemas cardíacos y fiebre. También se ha investigado que padecía un sarcocele (tumor de testículo, de tipo quístico), con abundancia de líquido alrededor del tumor. Para aliviar sus dolores los médicos puncionaban el tumor con periodicidad. Finalmente fue operado por el doctor Francisco Montes de Oca, que le realizó una exéresis total del testículo, extirpando el tumor.
En 1876 Martí se casó con Carmen Zayas Bazán, con quien tuvo un solo hijo: José Francisco Martí Zayas-Bazán, apodado Ismaelillo (1878-1945). José Francisco se alistó en el Ejército Cubano durante la guerra de 1895, a los diecisiete años tan pronto como averiguó que su padre había muerto. En ese momento estudiaba en el Rensselaer Institute of Technology, en Troy, Nueva York. Se unió a las fuerzas del general Calixto García y con gran modestia declinó usar a Baconao, el caballo blanco de su padre, el cual le había sido enviado por Salvador Cisneros Betancourt. Calixto García Íñiguez lo promovió a capitán por su valor en la batalla de Las Tunas. Fue asistente de William Taft antes de que este fuera presidente de Estados Unidos. Durante la república, alcanzó el rango de general y fue Secretario de Defensa y de la Marina, bajo el mando de su amigo íntimo Mario García Menocal, en 1921.
Fue el iniciador del modernismo, movimiento que integraron José Asunción Silva (Colombia), Rubén Darío (Nicaragua), Francisco Gavidia (El Salvador), Julián del Casal (Cuba), Manuel Gutiérrez Nájera (México), Manuel de Jesús Galván (República Dominicana), Enrique Gómez Carrillo (Guatemala), José Santos Chocano (Perú), Manuel González Prada (Perú) y Rufino Blanco Fombona (Venezuela), entre otros.
Cabe también destacar su obra epistolar, por lo general bien apreciada literaria y conceptualmente. Se incluye entre sus obras La Edad de Oro. Publicación Mensual de Recreo e Instrucción Dedicada a los Niños de América, de la cual fue redactor (julio de 1889).
El 10 de mayo de 1878 murió la guatemalteca María García Granados y Saborío, lo que daría lugar a una triste leyenda inspirada por los amores frustrados entre Martí y María.[Nota 2] Martí dejó su tristeza plasmada en el poema IX de sus Versos Sencillos.[Nota 3]
Además de los versos de Martí de 1891, existen documentos que han contribuido a esclarecer parcialmente el episodio:
Sobre María, Martí escribió:
Guatemala, 1877
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Tomado de: Martínez, M.B. Viejos datos reverdecen la leyenda: Martí y la Niña.[5]
La historia se inicia cuando Martí, con solo veinticuatro años, llegó a Guatemala procedente de México. En el país azteca había tenido éxito profesional como periodista y escritor y se había reencontrado con su familia tras su deportación política a España (1871-1875). En Guatemala conoce a la actriz dramática Eloísa Agüero y, finalmente, se compromete en matrimonio con su futura esposa, Carmen. En realidad, arribaba a tierra centroamericana tras su decepción política frente al gobierno autoritario de Porfirio Díaz, aunque luego terminaría decepcionándole también el gobierno de Justo Rufino Barrios. Al llegar a Guatemala no deja de manifestar una visión crítica respecto a la inferiorización de que ha sido objeto la mujer en ese país: en un artículo denominado «Los códigos nuevos», publicado en El Progreso, el 22 de abril de 1877 realiza una reflexión a pedido de Joaquín Macal, ministro de Relaciones Exteriores de Guatemala: «¿Cuál es el primero de los lastres coloniales de la legislación depuesta que menciona? El poder omnímodo del señor bestial sobre la esposa venerable. Da la patria potestad a la mujer, la capacita para atestiguar y, obligándola a la observancia de la ley, completa su persona jurídica. ¿La que nos enseña la ley del cielo, no es capaz de conocer la de la tierra?».[6]
Así pues, centró su atención en las damas guatemaltecas de «andar indolente, de miradas castas, vestidas como las mujeres del pueblo, con las trenzas tendidas sobre el manto, que ellas llaman pañolón; la mano ociosa contando a las puntas flotantes del manto los goces infantiles o las primeras penas de su dueña»;[7] y cuando encontró a María García Granados, una dama semejante, pero más cosmopolita e ilustrada, quedó inmediatamente prendado de ella. He aquí algunas descripciones de la señorita García Granados:
José María Izaguirre, cubano que quien vivía en Guatemala en ese tiempo y era director del entonces prestigioso Instituto Nacional Central para Varones, nombró a Martí profesor de Literatura y de Ejercicios de Composición. Izaguirre, además de ocuparse de las labores docentes, organizaba veladas artísticas y literarias a las que Martí asistía con frecuencia. Allí fue donde conoció a María el 21 de abril de 1877: una hermosa adolescente, siete años menor que él. El padre de ella, el general Miguel García Granados había sido presidente unos cuantos años antes y gozaba de mucho prestigio en la sociedad guatemalteca del gobierno de Barrios; pronto se hizo amigo del emigrado cubano y lo invitaba a su residencia a jugar al ajedrez con frecuencia, oportunidades en que Martí se encontraba con María.[5]
A fines de 1877, Martí se fue a México y regresó hasta inicios del siguiente año, ya casado con Carmen. Lo que sucedió después de su matrimonio, ha sido comentado con posterioridad también por quienes presenciaron los hechos[Nota 4] José María Izaguirre, por ejemplo, se propuso fortalecer el mito de muerte por amor: «Cuando Martí regresó con Carmen no fue más a casa del general, pero el sentimiento se había arraigado profundamente en el alma de María, y no era ella del temple de las que olvidan. Su pasión se encerraba en este dilema: verse satisfecha, o morir. No pudiendo verificarse lo primero, le quedaba el otro recurso. En efecto, su naturaleza se resintió del golpe, fue decayendo paulatinamente, un suspiro continuo la consumía y, a pesar de los cuidados de la familia y los esfuerzos de la ciencia, después de estar algunos días en cama sin exhalar una queja, su vida se extinguió como el perfume de un lirio».[9]
Cuando Martí consiguió publicar los Versos Sencillos, en 1891, Carmen y su hijo habían ido a visitarlo a Nueva York[Nota 5] Poco después, Carmen embarcó hacia La Habana a escondidas, para lo cual solicitó colaboración a las autoridades españolas, produciéndose así la separación irreversible del matrimonio y el alejamiento definitivo de su hijo. Martí entonces le escribió a un amigo: «Y pensar que sacrifiqué a la pobrecita, a María, por Carmen, que ha subido las escaleras del consulado español para pedir protección de mí».[10]
Martí dejó entrever en su poema IX incluso más que una muerte por tristeza: insinúa, alegóricamente, el suicidio de la amante rechazada:
Poema IX
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Tomado de:
Poemas de José Martí
Aunque persiste la leyenda creada como consecuencia de una interpretación demasiado recta del poema, no existen evidencias documentales de suficiente peso capaces de acreditar que María García Granados atentara contra su vida o, incluso, falleciera producto de un estado psicológico depresivo. Una entrevista con un descendiente de los García Granados,[Nota 6] da luz sobre la versión familiar, transmitida por tradición oral: se dice que María, aunque acatarrada, aceptó ir a nadar con su prima, lo que era actividad habitual para ellas, quizá para distraerse de la tristeza en que se hallaba sumida tras el regreso de Martí, ya casado con Carmen. Después del paseo, María empeoró y murió a causa de una enfermedad de las vías respiratorias que, según aseguraba la familia del informante, ya padecía.[5]
No debe dejarse de señalar que todo parece indicar que María no respondía al patrón de muchacha tímida y vulnerable; publicaciones guatemaltecas de la época hablan de su participación relativamente activa como música y cantante fuera del hogar, en actividades artísticas públicas, organizadas por sociedades e instituciones —coincide incluso con la presencia de Martí, quien interviene en una de ellas como orador. Al parecer, se trataba de una joven popular dentro de la sociedad capitalina de la época; María seguía así los pasos de su tía y abuela María Josefa García Granados, quien había muerto en 1848 y que había sido además de poetisa y periodista, muy influyente en los gobiernos de Guatemala. Tras el fallecimiento de María, aparecieron en la prensa guatemalteca varios poemas en calidad de homenaje póstumo, donde los autores confesaban la admiración que en ellos había despertado.
Martí fue liberal clásico y fue afianzando esta posición a lo largo de su vida, desde sus primeros escritos de naturaleza política.[11][12] También estuvo muy influido por el pensamiento krausista, al que consideraba una extensión filosófica de sus ideas políticas.[13] En Cuba, a partir de 1959 se intentó trazar paralelismos entre el pensamiento de Martí y el marxismo, ideología oficial del partido único que gobierna dicho país.[14] Sin embargo, en vida Martí publicó artículos críticos a Marx y, desde el punto de vista liberal, profundizó en los potenciales abusos de poder que podría traer consigo el socialismo.[15]
En términos generales, la obra política y de propaganda muestra estas tres prioridades: la unidad de todos los cubanos como nación en el proyecto cívico republicano de posguerra; la terminación del dominio colonial español; y evitar expansiones estadounidenses y españolas. Es casi unánime la información sobre su gran capacidad de trabajo y frugalidad, lo que, siendo evidente, junto a su palabra persuasiva, le valió reconocimiento por la mayoría de sus compatriotas. Junto a ello, cabe reseñar su elevada estatura moral, presente por caso en un poema en redondillas de su libro Versos sencillos que se hizo célebre en todo el mundo hispánico:[16]
Cultivo una rosa blanca / en junio como en enero / para el amigo sincero / que me da su mano franca. / Y para el cruel que me arranca / el corazón con que vivo, / cardo ni ortiga cultivo; / cultivo una rosa blanca.
José Martí no asume una posición antirreligiosa, sino que hace críticas a las religiones establecidas, por sus desviaciones, por el abandono en un momento de su desarrollo histórico de los principios que la originaron y de los fundamentos de la religiosidad.
Un pueblo irreligioso morirá, porque nada en él alimenta la virtud. Las injusticias humanas disgustan de ella; es necesario que la justicia celeste la garantice.
Habiendo recibido Martí una educación religiosa fue capaz de darse cuenta y profundizar en las diferencias estimadas por las distintas religiones, logró demostrar a través de su propia experiencia lo necesario de la conciencia, la razón y la voluntad, elementos que relaciona con claridad en la actuación del hombre en la vida, la que siempre concebía relacionada con la honradez, la justicia y los sentimientos humanos. Las convicciones religiosas las veía con agrado cuando estaban en defensa de los aspectos expresados anteriormente, todo lo que fomentara su limitación y desarrollo constituían un elemento de freno al pensamiento sano y creador del hombre.
Martí expuso que patria es comunidad de intereses, unidad de tradiciones...
Su influencia en los cubanos es grande. En general es considerado por sus compatriotas como el principal modelador de la nacionalidad cubana tal como la conocemos hoy. Su prestigio se refleja en los títulos que popularmente se le conceden. «El apóstol de la independencia», «el maestro», «héroe nacional», son los más usados.
José Martí es considerado además el precursor del modernismo en Latinoamérica, un movimiento literario que explotaría en la región con Rubén Darío. Esto se observa especialmente en el prólogo que escribe en sus Versos libres, donde defiende el valor de la originalidad de la poesía nacida de las entrañas ("Éstos son mis versos. Son como son. A nadie los pedí prestados.") frente al metodismo de los poetas anteriores.
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