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Trampa de la renta media
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La trampa de la renta media (TRM), también conocida como trampa del ingreso medio (en inglés: middle-income trap) es una situación tanto teórica como empírica sobre desarrollo económico que postula que un país que alcanza un cierto nivel de ingresos gracias a las ventajas adquiridas por su situación previa se queda estancado en un nivel de renta media.[1] El Banco Mundial define como países de ingresos medios a aquellos que tienen un PIB per cápita de entre 1000 y 12.000 dólares estadounidenses (USD) a precios constantes de 2011.[1] Se trata pues de un problema de falta de convergencia de países en desarrollo respecto a los países desarrollados.[2]
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Según esta idea, un país que ha caído en la trampa del ingreso medio es aquel que ha perdido su ventaja competitiva en la exportación de productos manufacturados debido al aumento de los salarios aparejado al desarrollo económico vivido. Sin embargo, al mismo tiempo no tiene la capacidad para equiparase con las economías más desarrolladas en el mercado de alto valor agregado. Como resultado, economías recientemente industrializadas, como Sudáfrica y Brasil, llevan décadas estancadas en el rango de ingresos medios que fija el Banco Mundial. Como consecuencia, estos países pueden sufrir inversiones decrecientes, un lento crecimiento del sector industrial, una limitada diversificación de este y unas malas condiciones de trabajo.[3] Las razones que explican por qué un país acaba en esta situación son numerosas y no existe un consenso entre los estudiosos, que defienden puntos de vista contradictorios entre sí.[2] Sin embargo, en la literatura especializada se tienden a señalar «factores estructurales, problemas macroeconómicos particulares, reconcentración de ingresos, problemas tecnológicos e institucionales y síndromes como la enfermedad holandesa», aunque dependería de la situación particular de cada país analizado.[2]
Evitar la trampa de la renta media implica identificar y luego aplicar distintas estrategias para introducir nuevos procesos y encontrar nuevos mercados que permitan mantener el crecimiento de las exportaciones. También es importante aumentar la demanda interna, pues la clase media en expansión puede usar su creciente poder adquisitivo para la compra de productos innovadores o de alta calidad que acerque el crecimiento real al crecimiento potencial del país.[4] El mayor desafío es pasar de un crecimiento sostenido por una mano de obra barata —gracias a la cual se obtienen ventajas competitivas en el mercado internacional en un primer momento— a uno basado en la alta productividad y la innovación. Esto requiere de fuertes inversiones en educación e infraestructura y en definitiva de un sistema educativo de alta calidad que fomente la creatividad y apoye los avances científicos y tecnológicos que redunden en un beneficio para la economía.[5]