Terremoto de México de 1985
movimiento sísmico violento y mortífero, de 8.1 Mw, en la costa oeste de México el 19 de septiembre de 1985 / De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia
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El terremoto de México de 1985 tuvo lugar el jueves 19 de septiembre de dicho año. Inició a las 07:17:49, hora local (UTC–6), y alcanzó una magnitud Mw = 8.1[1] El epicentro se localizó en el océano Pacífico, frente a la costa del estado de Michoacán, muy cerca del puerto de Lázaro Cárdenas,[4] cerca de la desembocadura del río Balsas, límite natural entre los estados de Michoacán y Guerrero, con una magnitud de 8.1 Mw y una duración de 2 minutos.[1][5]
Terremoto de México de 1985 | ||
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8.1[1] en potencia de Magnitud de Momento (MW) | ||
Mapa de Intensidades del sismo, con base a la Intensidad Mercalli Modificada; generado por el Servicio Geológico de los Estados Unidos. | ||
Parámetros | ||
Fecha y hora |
19 de septiembre de 1985 (38 años). 7:17:49 a. m. Tiempo del Centro (13:17:49 UTC).[2] | |
Tipo | Subducción | |
Profundidad | 15.0 km[2] | |
Duración | 1:30 min aprox | |
Coordenadas del epicentro | 18°11′N 102°32′O | |
Consecuencias | ||
Zonas afectadas | Centrosur, suroeste y occidente de México. | |
Mercalli | IX (Violento)[3] | |
Víctimas |
+40 000 (Ver abajo) | |
El sismo afectó las zonas centro, sur y occidente de México, en particular a la Ciudad de México, donde se percibió a las 07:19 debido al arribo de la onda sísmica (onda S) del sismo, hora local. Ha sido el más significativo y dañino en la historia escrita de los movimientos telúricos de dicho país y de su capital,[6] y superó en intensidad y en daños al registrado en 1957, que hasta entonces había sido el más notable en la ciudad.[1] La réplica acontecida un día después, la noche del 20 de septiembre, también tuvo gran repercusión para la capital al colapsar estructuras reblandecidas un día antes.
Ante la carencia generalizada en el país de una cultura de protección civil, de protocolos de acción y de recursos de toda índole para las grandes catástrofes —el Sistema Nacional de Protección Civil no se creó sino hasta el año siguiente, 1986, y el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), diez años después, en 1996—,[7] y debido también a lo generalizado de la inacción y a la minimización de las consecuencias por parte del Gobierno, encabezado a nivel federal por el entonces presidente, Miguel de la Madrid Hurtado,[8][9][10] la situación vivida en las cuarenta y ocho horas siguientes al sismo fue de un caos generalizado,[8][11] que se palió considerablemente cuando la propia sociedad civil comenzó a auto-organizarse en las acciones de rescate y asistencia de las víctimas y los damnificados.[12]
El número preciso de muertos, heridos y daños materiales nunca se conoció con precisión. En cuanto a las personas fallecidas, solo existen estimaciones: 3192 fue la cifra oficial,[13] mientras que 20 000 fue el dato resultante de los cálculos de algunas organizaciones.[14] En cuanto a otros tipos de pérdidas, se ha calculado que económicamente fueron de unos ocho mil millones de dólares, que unas doscientas cincuenta mil personas quedaron sin casa y que aproximadamente novecientas mil se vieron obligadas a abandonar sus hogares.[13] Las tareas de rescate de víctimas se prolongaron hasta el mes de octubre,[15] y la de remoción de escombros, incluso hasta diez años después (1995).[cita requerida] Al 2017, aún existían campamentos derivados de estos dos sismos.[16]
Las consecuencias directas e indirectas del terremoto fueron de diversa índole, y abarcaron un sinnúmero de aspectos tanto de la Ciudad de México como del propio país: el alto número de víctimas y de heridos; la remoción de escombros y los esfuerzos de toda índole por lograr lo que en ese entonces se denominó vuelta a la normalidad;[8] el cambio en el entorno urbano de diversas zonas de la ciudad por la creación de nuevos inmuebles que reemplazaron a otros o que ampliaron los existentes; la creación de nuevos espacios públicos, como parques, plazas y complejos de edificios en los espacios que dejaron las construcciones derrumbadas; la mayor participación política de la ciudadanía; el surgimiento de grupos políticos y de organizaciones no gubernamentales;[8] el cambio político, que generó una mayor democratización de la capital del país en 1993, con la creación de la Asamblea de Representantes del Distrito Federal, y la posibilidad de elegir a sus gobernantes en 1997;[8] la modificación a nivel nacional de las legislaciones de construcción ya existentes, ajustadas a la realidad sísmica del país, y la creación de otras nuevas, tendentes a la cultura de prevención y de protección civil y de respuesta ante las grandes emergencias,[13] además del desarrollo de la investigación en la prevención y estudio de la naturaleza sísmica mexicana.[17]