Purgas en Turquía de 2016
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En julio de 2016, el Gobierno turco inició una purga masiva contra civiles y militares en reacción a un fallido golpe de Estado, que se produjo el 15 de julio del 2016.
La purga se centró principalmente en funcionarios públicos y soldados, de los que se sospecha que pertenecen al Movimiento Gülen. Según el gobierno este movimiento es el responsable del fallido golpe de Estado. Decenas de miles de funcionarios y soldados fueron purgados durante la primera semana después, por ejemplo, el 16 de julio de 2016, justo un día después de haber sido frustrado el golpe de Estado, 2745 jueces fueron destituidos y detenidos. Esto fue seguido por el despido, la detención o suspensión de cerca de 50 000 funcionarios.[1] El gobierno declaró un estado de emergencia y suspendió temporalmente su cumplimiento a la Convención Europea de Derechos Humanos, un tratado internacional ratificado por Turquía, que protege los derechos humanos y de las libertades fundamentales.[2] Como respuesta a estos hechos, la Amnistía Internacional pidió al Comité Europeo para la Prevención de la Tortura hacer una visita de emergencia a Turquía para ver cuales son las condiciones en las que los detenidos son recluidos. Los grupos de Derechos Humanos criticaron el tratamiento de los reclusos, que incluye la negación de los alimentos, el agua, el tratamiento médico, y el contacto con familiares y abogados, así como la violación y la tortura. Un acontecimiento notable fue la paliza de 300 soldados detenidos en Ankara. Los soldados fueron golpeados y se les provocaron cicatrices, algunos resultaron con huesos rotos, otros apenas podían caminar o mantenerse en pie.[3]
Las purgas fueron criticadas por comentaristas tanto nacionales como internacionales. Can Dündar, editor en jefe del diario turco Cumhuriyet, por ejemplo, describió el evento como «la mayor caza de brujas para la historia de Turquía», tanto el presidente estadounidense, Barack Obama, y la Alta representante de la Unión Europea, Federica Mogherini, dijeron que la purga y la tortura representan un revés para los derechos humanos en Turquía.[4][5][6]