Prostitución
practicar relaciones sexuales a cambio de una contraprestación, generalmente económica / De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia
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La prostitución es la práctica o negocio de mantener actividades sexuales con otras personas a cambio de dinero u otros beneficios económicos (a veces llamado, no sin polémica, «trabajo sexual»).[1] La definición de «actividad sexual» varía, y es a menudo definida como una actividad que requiere contacto físico (p. ej., coito, sexo sin penetración, sexo oral, etc.) con el o la cliente.[2] El requisito de que haya contacto físico crea también el riesgo de transmisión de infecciones o enfermedades. La prostitución es a veces descrita con los nombres de servicios sexuales, sexo por negocio o sexo por dinero. A veces es llamado de manera eufemística (e incorrecta) «la profesión más antigua del mundo». La prostitución es ejercida mayoritariamente por mujeres (llamadas «prostitutas») y niñas (prostitución infantil), mientras que los clientes son mayoritariamente hombres.[3][4] También existe, en menor medida, la prostitución masculina, donde los clientes también son generalmente varones, aunque también hay mujeres.[3]
La prostitución ocurre de muchas formas diferentes, y constituye una rama de la industria del sexo, junto con la pornografía, el estriptis y el baile erótico. Tradicionalmente la prostitución se ha ejercido en sitios destinados a este fin, llamados «burdeles» o «prostíbulos». Estos han sido habitualmente casas regentadas por un proxeneta, en las que hay prostitutas y habitaciones privadas para practicar la prostitución. También se practica en aceras de calles urbanas y laterales de carreteras industriales, así como en bares y discotecas, hoteles y a domicilio.[5] Esto último suele ser típico de la prostitución que involucra a las llamadas «chicas de compañía» o «escorts».
Hay alrededor de 42 millones de personas en situación de prostitución en todo el mundo (si bien los datos son escasos en regiones como Asia Central, Medio Oriente y África en general, países estudiados en estas grandes regiones se encuentran entre los principales destinos de turismo sexual).[6] Se estima que la prostitución genera ingresos anuales de más de 100.000 millones de dólares a nivel mundial.[7]
La situación legal de la prostitución varía ampliamente de país a país (y en ocasiones de región a región dentro de un mismo país), desde ser considerada un delito grave o un delito menor, hasta ser considerada una profesión regulada o no regulada. Algunos ven a la prostitución como una forma de explotación o de violencia contra las mujeres[8] y los niños,[9] que ayuda a crear un suministro constante de víctimas para la trata de personas.[10][11] En algunos países, la prostitución y el funcionamiento de burdeles son legales y están regulados (p. ej., Países Bajos o Alemania). El grado de regulación varía mucho de un país a otro. La mayoría de estos países permiten los burdeles, al menos en teoría, ya que se consideran menos problemáticos que la prostitución callejera. En otros la prostitución no es ilegal pero sí lo es el proxenetismo. Algunos países nórdicos (Suecia, Noruega e Islandia) han adoptado un modelo donde pedir o pagar por prostitución es un delito (es decir, el cliente es quien comete el delito), pero vender sexo no lo es.
La figura de la prostituta está frecuentemente ligada a la del proxeneta, persona que induce a la prostitución obteniendo un beneficio económico de ello («rufián», en el español de tiempos de Cervantes).[12][13] Los proxenetas obtienen una parte de los beneficios de las prostitutas. Esta relación se puede dar de mutuo acuerdo a cambio de un servicio de mediación o protección, o bien se puede dar mediante extorsión,[14] violencia física o secuestro.[15] La prostitución forzada se engloba dentro del comercio ilegal de personas conocido como trata de personas.
Un estudio destacó que el 75% de las mujeres en la prostitución sufrieron abusos durante su infancia,[16] lo que las lleva a recurrir a esta práctica como medio de supervivencia y, frecuentemente, a desarrollar adicciones. La prostitución, lejos de ser considerada un empleo convencional, vulnera principios de dignidad y seguridad en el trabajo, exponiendo a las personas a riesgos graves para su salud y bienestar. La legalización y despenalización han sido criticadas por facilitar la explotación masiva, mientras que estudios revelan graves consecuencias psicológicas y de salud, como el TEPT, para quienes la abandonan.[17] Además, se asocia con un alto riesgo de transmisión de infecciones sexuales, incluido el VIH, y experiencias de violencia física y psicológica. [18]