Primera guerra civil de la República romana
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La primera guerra civil de la República romana fue el primero de los grandes conflictos militares políticos de la República romana acaecidos durante el siglo I a. C. que la llevarían a la desestabilización, propiciando su final y la instauración del Imperio romano, con Augusto como primer emperador romano.
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Primera guerra civil de la República romana | ||||
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Parte de Guerras Civiles de la República de Roma | ||||
Maqueta del Campo de Marte | ||||
Fecha | 88 a C.-81 a. C. | |||
Lugar | Italia, Sicilia y Túnez | |||
Casus belli | Derrocamiento de Publio Sulpicio Rufo por Sila | |||
Resultado | Victoria optimate | |||
Beligerantes | ||||
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Comandantes | ||||
100 000 muertos en combate según Diodoro Sículo; 150 000 muertos en combate hasta el 82 a. C. según Paulo Orosio y Flavio Eutropio (no se incluyen las «incontables» víctimas civiles del conflicto); 300 000 muertos según Veleyo Patérculo.[1] | ||||
La guerra tuvo lugar cuando los líderes de las dos facciones enfrentadas en el senado los optimates y populares, Sila y Cayo Mario respectivamente, compitieron por los honores de liderar la guerra contra Mitrídates VI rey del Ponto, quien había invadido la provincia romana de Asia y asesinado a miles de romanos. Inicialmente Sila obtuvo el respaldo del Senado para liderar la guerra, pero los populares anularon esta decisión recurriendo directamente a la decisión de la asamblea popular, otorgando el mando a Mario.[2] Sila marchó sobre Roma con sus legiones, haciendo huir a Mario y reotorgándose el mando. Ya en Roma el senado romano declaró enemigo de la República a Mario, y Sila embarcó hacia Grecia sin contratiempos. Lucio Cornelio Cinna un cónsul electo popular, ante la ausencia de Sila propició el retorno de Mario desde su exilio, y juntos marcharon sobre Roma, se hicieron nombrar cónsules y establecieron una sangrienta represión contra los optimates, pero tras unos pocos días en su cargo Mario murió. Sila tras terminar la guerra en oriente con el tratado de Dárdanos, regresó a Italia donde derrotó a los populares y se estableció como dictador, reformó la Constitución republicana cediendo más poder al Senado, recortó el de los tribunos de la plebe y el de las asambleas populares. Finalmente Sila renunció al poder absoluto y se retiró de la vida política.[3]