Se llama plaza a la población cercada de murallas, parapetos, baluartes o cualquier otra obras de fortificación dispuesta de modo que puedan hacer una resistencia más o menos larga, según la situación, objeto estratégico y militar del punto.
Las plazas pueden ser regulares o irregulares: unas y otras pueden ser de 1.ª, 2.ª y 3.ª línea.
También se llamaba plaza a una demarcación territorial de un ejército de tierra, teniendo como jurisdicción un municipio.[1]
Alta. Obra de fortificación superior al terraplén y viene a ser lo mismo que el caballero, con la diferencia de que aquella se levanta en la semigola y paralela al flanco y es más baja que el caballero, porque conviene que este la domine.
Baja. Plano retirado de una fortificación que sirve para defender el foso.
Contraminada. La que además de las cortinas, baluartes y otras fortificaciones, tiene obras subterráneas, ya sea al lado del revestimiento, debajo del glacis ya avanzadas en la campaña que rodea la plaza.
De armas. La ciudad fortificada o fortaleza que se erige en el país teatro de la guerra para establecer en ella las armas, municiones, pertrechos y demás efectos de reserva durante el tiempo señalado para la duración de la campaña.
De armas paralela. En los ataques formados contra una plaza, cualquiera de las tres líneas o partes de trinchera que circunvalan el frente atacado; la primera a 700 varas del camino cubierto; la segunda a 250: la tercera al pie del glacis.
De guerra. La población murada, fortaleza o castillo que está armada y provista de gente, armas y municiones para hacer una defensa más o menos larga.
De primera línea. Aquella cuyo polígono es un cuadrado, un pentágono o un hexágono.