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raza humanoide y malvada del legendarium de J. R. R. Tolkien De Wikipedia, la enciclopedia libre
Los orcos o trasgos (orcs o goblins en las publicaciones originales en inglés) del legendarium de J. R. R. Tolkien son una raza fantástica de criaturas usadas como soldados y secuaces por los grandes villanos de El Silmarillion y El Señor de los Anillos: Melkor, Sauron y Saruman, aunque en ocasiones también actúan de forma independiente, como parecen hacerlo en El hobbit. Tolkien los retrata como seres escasamente inteligentes, pero muy astutos cuando es necesario, miserables y deformes, aunque a veces al público esas características les resultan cómicas en algunos sentidos. Odian todo lo existente, incluso a ellos mismos y a sus amos, a quienes sirven por temor. Aunque no hacen nada hermoso ni artístico, tienen una cierta tecnología que emplean principalmente para la destrucción y matanza de hombres y elfos. Aborrecen la luz del Sol y no soportan estar bajo ella.[1]
Orcos/Trasgos | ||
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Raza de legendarium de J. R. R. Tolkien | ||
Creada por | J. R. R. Tolkien | |
Hábitat | Tierra Media | |
Subrazas | Orcos comunes, Uruk-hai y Semiorcos | |
Si bien en parte de sus escritos tempranos, inéditos en su momento, Tolkien parece distinguir entre orcos (orcs, posteriormente escrito orks) y trasgos (goblins), en la época de sus trabajos publicados ambos términos se habían convertido en sinónimos: en El hobbit generalmente empleó el término «trasgo», mientras que en El Señor de los Anillos prefirió «orco». Así, a los oponentes de los enanos en la «guerra entre los enanos y los trasgos» de El hobbit, como Azog o Bolgo, los llama «orcos» (en el «Apéndice A» de El Señor de los Anillos). No hace distinción alguna por tamaño o por tipo, ya que los grandes seres como los uruk-hai son tan trasgos como los orcos comunes.[1]
Tolkien nunca hizo una descripción detallada de los orcos.[1] Aunque en una de sus cartas se refiere a ellos como seres de aspecto «mongoloide» desagradable para los «estándares europeos».[1]
De sus escritos se extrae que los orcos son humanoides de apariencia terrible y bestial, de estatura variando entre la humana y un poco más baja, o incluso de tamaño ligeramente superior al de los hobbits. Su aspecto físico general era deforme y basto, poseyendo rostros brutales y feroces, piel de tonos fluctuantes entre verde oscuro y pardo, orejas puntiguadas y afilados colmillos en sus mandíbulas. Sus brazos eran fuertes y anormalmente largos, y sus piernas, aunque arqueadas, les permitían correr a gran velocidad por cualquier tipo de terreno. Los orcos contaban con una complexión física notablemente fuerte y robusta, aunque con una espalda jorobada que les hacía andar encorvados; su musculatura era poderosa, y podían desarrollar gran fuerza a la hora de luchar.[1] Poseían cierta uniformidad de aspecto, aunque las deformidades eran frecuentes en sus cuerpos en muy diferentes grados, y esto les concedía características físicas individuales que en ocasiones podían rayar en lo grotesco.[1] Según se dice, no soportaban la luz del sol, que les producía severos mareos. Su sangre era espesa y negra, y la esperanza de vida de los miembros de esta raza era casi totalmente desconocida.
Los orcos son universalmente descritos como criaturas atrapadas en un odio constante hacia todo lo vivo, empezando por sí mismos, y siendo esclavos del miedo profesado hacia sus crueles amos. La violencia era uno de sus impulsos naturales, y la ejercían en todo momento, produciendo ocasionales reyertas y enfrentamientos incluso entre sus propias filas; a pesar de ello, estos atributos les hacían soldados eficaces y sanguinarios, haciéndoles lanzarse a la batalla sin temor para disfrutar con la consecuente carnicería. La inteligencia variaba entre ellos, pero incluso los menos dotados tenían nociones claras sobre su papel y cómo ejecutarlo.[1]
No poseían una tecnología muy avanzada, aunque tenían rudimentos en la mayoría de las artes, y podían desenvolverse bien en tareas de habilidad hasta cierto punto. Sus armas habituales eran espadas curvas o cimitarras, utilizando también mazas, hachas, porras, martillos y otros tipos de armas de manejo simple y golpe sólido. Usaban escudos redondos para cubrirse, y sabían manejar arcos con cierta destreza. El entrenamiento entre ellos era mayormente innecesario, ya que la mayor parte de sus técnicas de combate se reducían a lo instintivo, y se ejercitaban continuamente en ellas en sus numerosas guerras.[1]
La versión fílmica de los orcos en las películas ha variado de adaptación en adaptación. Así en la película del animador Ralph Bakshi los orcos tienen ropajes similares a vikingos, ojos rojos, narices porcinas y bocas con afilados colmillos, en la trilogía del cineasta Peter Jackson se añaden una serie de características como son orejas puntiagudas, dentaduras filosas y rasgos faciales deformes.
En la obra de J. R. R. Tolkien hay varias versiones de la historia sobre el origen de estas criaturas.
Es erróneo pensar que los Orcos fueron la creación de Melkor, pues aun siendo el más poderoso de los Valar, carece de capacidad para crear, guiado por la envidia y el odio. Lo único que puede hacer Melkor es corromper lo ya creado o fabricar a partir de cosas ya creadas burlas de los seres que ya existen.
La versión del origen de los Orcos más difundida a través del libro El Silmarillion es la que apunta a que los Elfos creen que los orcos[2] se originaron por la corrupción que Melkor provocó en congéneres suyos, capturados en su temprana edad cuando los Elfos apenas habían despertado en Cuiviénen. Sin embargo, como se establece en este libro, es solo una creencia élfica (que en último término serían los autores de estas historias).
Otras versiones de escritos posteriores del autor, algunos de los cuales aparecen en diversos volúmenes de La Historia de la Tierra Media, apuntan a las posibles contradicciones del origen élfico. La más notoria es la que indica que, si los Elfos al morir en cuerpo van a Aman, ¿qué sucede entonces con los Orcos? Si estos fueran de origen élfico, y puesto que Melkor solo puede corromper pero no cambiar los destinos de ninguna raza, entonces deberían ir a Aman, y con la cantidad de Orcos que habría habido, las estancias de Mandos estarían llenas de estos seres, cosa que en ningún momento se indica.
Consciente de esto, Tolkien intentó escribir sobre un origen distinto para los Orcos. Dentro del marco de su obra, hay diversas teorías que hablan sobre su origen:
Aun así en el Quenta Silmarilion podemos rescatar la siguiente descripción:
"Pero de los desdichados que cayeron en la trampa de Melkor, poco se sabe con certidumbre. Porque ¿quién de entre los vivos ha descendido a los abismos de Utumno o ha explorado las tinieblas de los consejos de Melkor? Dicen los sabios de Eressëa que todos los Quendi que cayeron en manos de Melkor, antes de la caída de Utumno, fueron puestos en prisión, y por las lentas artes de la crueldad, corrompidos y esclavizados; y así crió Melkor la raza de los Orcos, por envidia y en mofa de los Elfos, de los que fueron después los más fieros enemigos. Porque los Orcos tenían vida y se multiplicaban de igual manera que los Hijos de Ilúvatar; y Melkor, desde que se rebelara en la Ainulindalë antes del Principio, nada podía hacer que tuviera vida propia ni apariencia de vida, así dicen los sabios. Y en lo profundo del oscuro corazón, los Orcos abominaban del Amo a quien servían con miedo, el hacedor que sólo les había dado desdicha. Quizá sea ésta la más vil de las acciones de Melkor, y la más detestada por Ilúvatar."[3]
Tolkien menciona varios tipos distintos de orcos:
Se desconoce la forma en que se reproducen los orcos, pues Tolkien nunca menciona la existencia de mujeres orco, así como tampoco de orcos infantes —en El hobbit se menciona un «pequeño trasgo» asesinado por Gollum, pero se puede considerar que se habla del tamaño del individuo y no de su edad. En El Señor de los Anillos: la Comunidad del Anillo se puede ver la creación de un uruk-hai saliendo del barro completamente adulto, pero no se ha escrito nada al respecto en las obras originales.
Existe, sin embargo, cierto indicio a favor del argumento de que la reproducción de los orcos tiene lugar de forma análoga a la del resto de las especies de la Tierra Media; la mención de que Bolgo, comandante de las tropas que combaten a la alianza improvisada de Hombres, Elfos y Enanos en la Batalla de los Cinco Ejércitos, es hijo de Azog, el caudillo de los Orcos de Moria abatido por Dain II.
Cada orco, pues, tendría un padre y una madre. La presencia de esta última sería meramente asuntiva, muy cerca de la vaga descripción que se hace del género femenino cuando se habla de la raza de los Enanos; al presentar a estos únicamente se hace mención a la ascendencia paterna, y la presencia de las mujeres enanas en las historias de Tolkien, si bien existe, queda perfectamente encajada en el terreno de lo anecdótico. Solo el nombre de Dís, madre de Fíli y Kíli y hermana de Thorin, es conocido, y circulan numerosas leyendas acerca del origen de los enanos, impulsadas por el aparente hecho de que las mujeres enanas existen en muy escaso número, llevan una vida reclusiva y su apariencia externa no difiere gran cosa de la de sus compañeros masculinos.
Parece razonable suponer, entonces -en consonancia con la atmósfera de la narrativa del autor- que la reproducción de los Orcos no es un asunto que revista especiales diferencias con la del resto de las especies que comparten con ellos el universo tolkienesco (incluso los Ents, una especie fisiológicamente poco afín al resto de las razas conscientes de la Tierra Media, tienen sus mujeres). Dada la organización social de la raza orca, cimentada principalmente en la violencia constante, no es demasiado arriesgado asumir que las mujeres tienen su papel limitado a la reproducción y a la servidumbre, y por tanto difícilmente gozarían de visibilidad en historia alguna.
Los orcos son muy comunes en la Tierra Media. Viven de forma salvaje en muchos lugares de la misma. Algunos de los lugares, situaciones o momentos en los que aparecen son:
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