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arqueólogo e historiador del arte español De Wikipedia, la enciclopedia libre
Manuel Gómez-Moreno Martínez (Granada, 21 de febrero de 1870-Madrid, 7 de junio de 1970) fue un arqueólogo, historiador del arte e historiador español.[1][2][3]
Manuel Gómez-Moreno | ||
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Manuel Gómez-Moreno, c. 1915. | ||
Información personal | ||
Nombre de nacimiento | Manuel Gómez-Moreno Martínez | |
Nacimiento |
21 de febrero de 1870 Granada (España) | |
Fallecimiento |
7 de junio de 1970 Madrid (España) | (100 años)|
Sepultura | Cementerio de San Justo | |
Nacionalidad | Española | |
Familia | ||
Padre | Manuel Gómez-Moreno González | |
Hijos | María Elena Gómez Moreno | |
Educación | ||
Educado en | Universidad de Granada | |
Información profesional | ||
Ocupación | Arqueólogo, prehistoriador, historiador del arte, profesor universitario, escritor e historiador | |
Área | Arqueología, epigrafía y estudio de la historia del arte | |
Empleador | Universidad Complutense de Madrid | |
Estudiantes | Antonio Tovar, Antonio García y Bellido, Cayetano de Mergelina y Luna, Juan de Mata Carriazo y Arroquia y José María de Azcárate Ristori | |
Miembro de | ||
Distinciones |
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Nació en el seno de una familia de artistas e impresores. Su padre, Manuel Gómez-Moreno González era un cultivado pintor, bien relacionado con la élite cultural granadina y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, con quien realizaría diversas exploraciones arqueológicas de la provincia de Granada y de la propia ciudad, llegando a colaborar en la Guía de Granada, de 1892.
Una estancia en Roma de su padre, pensionado por la Diputación de Granada entre 1878 y 1880, y las enseñanzas del mismo durante sus excursiones a distintos lugares, vinculadas al Centro Artístico y Literario y a la Comisión Provincial de Monumentos de Granada, sirvieron de base para una sólida formación práctica en el dibujo, la epigrafía y la documentación que, en suma, le aportaron una enorme capacidad de observación.
En 1886 inició sus estudios de licenciatura, colaboró con Hübner en su Corpus Inscriptionum Latinarum, y fue formado por Simonet en lengua árabe. Sus primeras publicaciones estuvieron relacionadas con temas locales granadinos y con arqueología romana y visigótica. Fue profesor de Historia y Arqueología Sagrada en el Colegio-Seminario del Sacro-Monte entre 1890 y 1905.
En 1898 marcha a Madrid con la intención de presentarse a la Cátedra de Historia del Arte en la Escuela Central de Artes y Oficios, firmada, entre otros por José Ramón Mélida. Sostuvo una amplia lucha administrativa para, finalmente, desestimarla. Aquí iniciaría un periodo en cierta forma errático hasta consolidarse profesionalmente, integrándose, en un primer momento, en el entorno social de Juan F. Riaño, gracias a las gestiones del pintor granadino Alejandro Ferrant. Su conocimiento del árabe permite que el propio Riaño le encargue la ordenación del epistolario de Pascual de Gayangos, padre de su esposa.
Esta relación marcará un punto de inflexión en su vida, cuando en 1900, Alejandro Pidal y Mon, marqués de Pidal, ministro de Fomento, aprobaría el proyecto de realización de los Catálogos Monumentales y Artísticos de España, proyecto para el cual contaba con el apoyo de Juan Facundo Riaño, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En 1901 comenzó la ejecución del Catálogo Monumental de Ávila, concluido en mayo de ese año,[4] al que seguirían el de Salamanca en 1903, Zamora en 1904 y León entre 1906 y 1908. Gracias a esos desplazamientos, pudo conocer de primera mano y con todo detalle todos los monumentos de las provincias catalogadas, además del establecimiento de toda una serie de relaciones sociales fundamentales para su vida.
El abandono de los Catálogos Monumentales no le dejó fuera del proyecto reformador emprendido en la primera década del siglo XX por los políticos próximos a la Institución Libre de Enseñanza. En estos años se desarrolla una amplia política de creación de distintas instituciones destinadas a la investigación científica, cultural y pedagógica, como la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (1907), en el seno de la cual aparecería el Centro de Estudios Históricos, de cuya sección de arqueología se haría cargo entre 1910 y 1936.
Desde allí realizaría distintas excursiones que, junto a su conocimiento previo adquirido con los catálogos, acabarían conformando el corpus de datos para su tesis doctoral sobre arqueología mozárabe, campo de investigación impulsado por los propios ejes estratégicos del Centro.
En el Centro desarrolló su actividad educativa. En la Sección de Arqueología los escasos alumnos del momento disfrutaban de un método de enseñanza directo, basado en el apoyo de los contenidos teóricos con clases prácticas de observación de fotografías, diapositivas o materiales, cuando no de excursiones a los sitios objeto de estudio. Allí formó discípulos como Cabré, Carriazo, Camps, Mergelina, Navascués, Mateu, Beltrán o Camón.
Participó en el proceso de institucionalización de la arqueología en España en la redacción de la Ley de Excavaciones de 1911. Además fue vocal de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades. En 1913 obtuvo la Cátedra de Arqueología Árabe en la Universidad Central. Una posición institucional y académica privilegiada y un programa ideológico bien definido son las bases desde las que, a partir de década de los veinte, definiría su concepción de la prehistoria española. De hecho, sus primeros trabajos de síntesis sobre el tema son el Ensayo de prehistoria española de 1922 y la Síntesis de prehistoria española de 1925, ambas inéditas hasta su publicación en las Misceláneas de 1949.
También en la década de los años veinte comenzaron a aparecer sus estudios sobre epigrafía que supusieron un hito en el conocimiento de la escritura ibérica, ampliados en su discurso de ingreso a la Real Academia Española, en 1942, con el título Las lenguas hispánicas (1942).
Junto a la actividad científica de esta etapa desarrolló una amplia actividad institucional, política y educativa. Promovió, con Elías Tormo, la creación de la revista Archivo Español de Arte y Arqueología (1925), sin duda, un referente historiográfico en España.
Fue designado comisario de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929 y en 1930 fue nombrado director general de Bellas Artes por Elías Tormo, cuando este fue Ministro de Instrucción Pública (fue su consejero desde 1923).
En 1933 llevaría a cabo uno de los mayores logros de la acción cultural de la Segunda República, el crucero por el Mediterráneo en el buque Bahía de Cádiz. Este viaje ponía en práctica las premisas educativas y pedagógicas de la Institución Libre de Enseñanza.
En 1934 dejó su cátedra aunque continuó sus actividades como director del Instituto Valencia de Don Juan entre 1925 y 1950, en el Patronato de la Alhambra (fue su secretario desde 1913) o en las academias de la Historia y Bellas Artes. En junio de 1936 fue nombrado presidente de la Junta Superior del Tesoro Artístico, encargada de la catalogación y conservación del patrimonio artístico,[5] y durante la Guerra Civil fue asesor de la Junta Delegada de Incautación, Protección y Salvamento del Tesoro Artístico de Madrid.
Tras ella, con cerca de setenta años, todavía desarrolló una ingente actividad científica, apareciendo trabajos tan significativos como el citado sobre Las lenguas hispánicas (1942) o las Misceláneas (1949), además de otros sobre epigrafía como El plomo de Líria (1953) o La escritura bástulo-turdetana (1961).
Su actividad profesional y política durante la Segunda República no supusieron contratiempo alguno para que, tras la victoria franquista en 1939, recibiera reconocimiento a su labor científica.
En 1942 le fue impuesta la gran cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio, entre 1944 y 1950 obtuvo la dirección honoraria del instituto Diego Velázquez del recién creado Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Más adelante recibió asimismo reconocimientos por su labor investigadora, como el de Historia de la Fundación Juan March en 1956, gracias a la publicación de su obra Adán y la Prehistoria.
Es importante valorar el apoyo de muchos de sus alumnos en otras etapas, algunos incorporados al sistema universitario, como Tovar, Mergelina, Nieto o Gallego Burín.
Entre otros honores y distinciones cabría señalar la distinción como doctor honoris causa por las universidades de Montevideo, de Oxford en 1941, de Glasgow en 1951 y de Granada en 1970.
Académico de número de la Real Academia de la Historia (1917), de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1931) y de la Real Academia Española (1943).
Miembro de la Society of Antiquaries de Londres y de la Hispanic Society de Nueva York, además de integrante de los Patronatos del Metropolitan Museum de Nueva York, del Museo del Prado, del de Artes Decorativas, del Arqueológico Nacional o del Museo de La Alhambra; director del Instituto Valencia de Don Juan.
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