Fantasía sexual
representaciones mentales creadas por el inconsciente. / De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia
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Una fantasía sexual o fantasía erótica es un patrón de pensamiento o imagen mental autoerótica que provoca la sexualidad de una persona y puede crear o aumentar la excitación sexual, cualquier imagen mental que resulte sexualmente excitante o erótica para una persona.[1] Una fantasía sexual puede ser creada por la imaginación o la memoria de la persona, y puede desencadenarse de forma autónoma o por estimulación externa, como la literatura erótica o la pornografía, un objeto físico o por la atracción sexual hacia otra persona. Cualquier cosa que pueda dar lugar a sentir excitación sexual también puede producir una fantasía sexual, y la excitación sexual puede a su vez dar lugar a fantasías.
Las fantasías sexuales son casi universales[1] y se dan en muchas sociedades de todo el mundo. Encuestas han revelado que la mayoría de las personas afirman tener fantasías sexuales al menos de vez en cuando y que hacen uso de ellas por una amplia gama de razones, tales como mantener o aumentar la excitación sexual, satisfacer necesidades sexuales y emocionales insatisfechas, o reducir el estrés y el aburrimiento.[2] Las fantasías sexuales pueden ejercer de esta manera una influencia importante en el funcionamiento y satisfacción sexual de las personas,[3] y parecen también ser reveladoras de la relación general de una persona con su propia sexualidad.[4]Sin embargo, debido a la naturaleza de algunas fantasías, la puesta en práctica real de las mismas es mucho menos común, debido a restricciones culturales, sociales, morales y religiosas.[5] En algunos casos, incluso hablar sobre fantasías sexuales está sujeto a tabúes e inhibiciones sociales. Para algunas personas es conveniente llevar a la práctica sus fantasías a través de juegos de rol sexuales. Las personas pueden asimismo encontrar validación de una fantasía sexual personal viendo cómo la fantasía es representada o discutida en películas, normalmente de naturaleza pornográfica. Una fantasía puede ser una experiencia positiva o negativa, o incluso ambas a la vez. Puede ocurrir en respuesta a una experiencia pasada y puede influir en el comportamiento sexual futuro. Es posible que una persona no desee llevar a la práctica una fantasía sexual en la vida real y, puesto que el proceso es totalmente imaginario, no está limitado a fantasías aceptables o prácticas, lo que puede ofrecer información sobre los procesos psicológicos que subyacen al comportamiento sexual, incluyendo la comisión de delitos sexuales.[6][7]
Las fantasías sexuales se producen, pues, de forma voluntaria o involuntaria en nuestra mente. Si bien las fantasías sexuales son poco comentadas con otras personas, o no mencionadas en absoluto, son bastante comunes. Estas comienzan con la pubertad y suelen acompañar al ser humano durante toda su existencia. A pesar de la popular creencia de que el varón es el que tiene mayor actividad sexual y por consiguiente más fantasías sexuales, se ha probado que hombres y mujeres fantasean al mismo nivel, solo que en diferente forma.[8]
Al encontrarse en nuestra imaginación, las fantasías sexuales pueden perder el efecto estimulante que tienen en caso de llevarse a la práctica, pues la idealización que permite nuestra mente evita detalles que en la práctica harían de una fantasía algo muy difícil de concretar o quizás hasta imposible de realizar.
El hecho de que una persona emplee una fantasía sexual no presume necesariamente que desee llevarla a la práctica. En gran número de ocasiones las fantasías se oponen a la naturaleza del ser humano, a las creencias y a la escala de valores de quien las evoca pero como lo único que compromete es la imaginación, se las acepta.
Hay casos de personas que las han llevado a la práctica, pero ya en terrenos reales tales acciones han perdido mucho de la magia que poseían en la mente. Paradójicamente una fantasía puede convertirse en una mala experiencia si se hace realidad. En el mismo renglón se encuentra el compartirla o no con la pareja, pues al tornarla de los demás, pierde ese toque de exclusividad. La opción de hacer realidad o compartir las fantasías queda al libre albedrío. Lo más importante de todo esto es destacar a la fantasía como afrodisíaco y el único antídoto efectivo para contrarrestar la realidad.
Otro punto que vale la pena aclarar es que es muy común confundir a la fantasía con el deseo sexual, ya que ambos conceptos se circunscriben meramente al marco mental sobre el mismo contexto, la sexualidad, sin embargo mientras la primera se refiere a la evocación de una «situación ficticia», el deseo es el anticipo de una «situación real». Aunque también puede darse el caso de que el deseo tenga su origen en una fantasía, es importante dejar claro que no son lo mismo; ya que esto último puede ser indicio de la presencia de alguna «parafilia».