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evangelio canónico del Nuevo Testamento De Wikipedia, la enciclopedia libre
El Evangelio de Juan, también llamado Evangelio según san Juan o Evangelio según Juan (en abreviatura: Jn) es el cuarto de los evangelios canónicos constitutivos del Nuevo Testamento cristiano. Se caracteriza por las marcadas diferencias estilísticas y temáticas, así como por las divergencias en su esquema cronológico y topográfico respecto de los otros tres, llamados evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas).
Evangelio de Juan | ||
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de Juan el Apóstol | ||
Género | Evangelio | |
Nuevo Testamento | ||
Evangelio de Juan | ||
El Evangelio de Juan no solo contiene muchos pasajes sin equivalente en los otros evangelios canónicos, sino que aun los pasajes con cierta similitud son presentados de forma totalmente diversa en cuanto al contenido, al lenguaje, a las expresiones y giros con que predica Jesús de Nazaret y a los lugares de su ministerio. La tradición apostólica atribuye la autoría de este evangelio a Juan el apóstol y evangelista aunque, dada la falta de unidad en su redacción final, el estilo y la fecha supuesta de redacción (en torno al año 90 d. C.), entre otros puntos, se cuestiona tanto la autoría en sí como sus alcances (redactor, comunidad responsable). Existe la posibilidad de que el Evangelio de Juan fuera fruto de la comunidad fundada alrededor de uno de los discípulos de Jesús, presentado en el evangelio con el título de «discípulo a quien Jesús amaba», quizás la de Éfeso.
Entre las características del Evangelio de Juan, se acepta ampliamente la de ser un escrito para la meditación en el que sobresalen los discursos como forma de reflexión en torno a la figura de Jesús de Nazaret, a quien se presenta desde el prólogo como el Logos, la Palabra eterna de Dios. Es un evangelio sumamente simbólico y litúrgico, que enmarca el ministerio público de Jesús en la sucesión de festividades judías (entre ellas, la Pascua judía, la Fiesta de la dedicación o de las luminarias y la Fiesta de los tabernáculos o de las tiendas). Muchos estudiosos han visto en el Evangelio de Juan un carácter marcadamente místico.
Las polémicas que rodean el Evangelio de Juan son el resultado de su singularidad. No se trata de una obra corriente: se disputa su autor, el ambiente que haya podido influir en su pensamiento y sus modos de expresión, su estructura literaria, sus fuentes y hasta la naturaleza del libro. Con todo, siempre fue recibido sin reticencias por parte de la Gran Iglesia.[Nota 1] La bibliografía sobre el Evangelio de Juan se acrecentó mucho en el siglo XX, y hoy es sumamente abundante. Junto con los numerosos análisis que de él se hicieron, se puso aún más de manifiesto su profundidad, que supera el marco estrictamente religioso (cristológico, soteriológico y eclesiológico) y que, a través del tiempo, alcanzó los más diversos campos de la cultura y de las artes.
Existen numerosos papiros que contienen fragmentos del Evangelio de Juan. Algunos de ellos presentan una escritura que data de fechas muy próximas al momento estimado de redacción del evangelio.[Nota 2] Se destacan particularmente los siguientes, catalogados según la clasificación de Aland y Aland,[3] como papiros de Categoría I:
La datación mayoritaria sitúa a este evangelio en los años 90 d. C.[4]
Las dataciones más tardías están limitadas por el papiro P52 (hacia 125-150),[Nota 3] y por la mención y cita del gnóstico Basilides[5] así como por las menciones al Evangelio de Juan que hacen Justino Mártir, Ptolomeo, Heracleón y Taciano anteriores al año 180 junto con las de Ireneo de Lyon y el Fragmento muratoriano hacia el año 180, así como Clemente de Alejandría y Tertuliano hacia 200.
Las dataciones más tempranas (P. Gardner-Smith; A. T. Olmstead; E. R. Goodenough; H. E. Edwards; B. P. W. Starther Hunt; K. A. Eckhardt; R. M. Grant; G. A. Turner; J. Mantey; W. Gericke; E. K. Lee; L. Morris; S. Temple; J. A. T. Robinson) se basan en los siguientes argumentos:
Ireneo de Lyon (ca. 130 - ca. 202) señaló a Éfeso como lugar de composición del Evangelio de Juan, datándolo del reinado del emperador Trajano (98 a 117). La época del comienzo del mandato de Trajano coincidiría con la datación de muchos especialistas, tal como se mencionó anteriormente.
«[...]Por fin Juan, el discípulo del Señor «que se había recostado sobre su pecho» (Jn 21:20; 13:23), redactó el Evangelio cuando residía en Éfeso[...]»[6]Ireneo de Lyon
«[...]todos los presbíteros de Asia que, viviendo en torno a Juan, de él lo escucharon, puesto que éste vivió con ellos hasta el tiempo de Trajano. Algunos de ellos vieron no solamente a Juan, sino también a otros Apóstoles, a quienes han escuchado decir lo mismo.»[7]Ireneo de Lyon
«Finalmente la Iglesia de Éfeso, fundada por Pablo, y en la cual Juan permaneció hasta los tiempos de Trajano, es también testigo de la Tradición apostólica verdadera.»[8]Ireneo de Lyon
La mayoría de los escrituristas acepta el dato del lugar de composición propuesto por Ireneo. En cambio, B. P. W. Stather-Hunt y G. W. Broomfield se inclinaron por Alejandría debido a la difusión que el Evangelio de Juan tuvo en Egipto. W. Bauer y Burney argumentaron a favor de Antioquía u otro lugar de Siria. También se ha propuesto algún lugar hacia el este del lago de Tiberíades dentro del reino de Herodes Agripa II,[9]pero estos argumentos han recibido escasa aceptación. Según Raymond Edward Brown, Éfeso continúa ostentando la primacía entre las demás candidaturas a la identificación como lugar en que se compuso el Evangelio de Juan, por la casi unanimidad de las voces antiguas que tratan del tema y por el paralelismo entre el Evangelio de Juan y el Apocalipsis, obra que pertenece claramente al área de influencia de Éfeso.[10]
En nuestros días, se admite en general que la lengua original del Evangelio de Juan es la koiné, una variedad del griego. Algunos autores plantearon la hipótesis de un texto original desaparecido en arameo.[11][12] Esta hipótesis fue revisada extensamente,[13] pero no tuvo aceptación entre los especialistas.[14]
Ireneo atribuyó la autoría tanto de este evangelio como del Apocalipsis al discípulo de Jesús llamado Juan. Suponiendo que el texto se compusiera en los años 90, el autor habría sido entonces un anciano de edad avanzado. Esta teoría fue puesta en duda ya en el siglo III por Denis de Alejandría. Hoy día, la mayoría de historiadores es escéptica de que el apóstol Juan escribiese ninguno de los textos citados.[15]
El evangelio presenta una interrupción notable al final del capítulo 12 admitida por todos los comentaristas, por lo que la obra queda dividida en dos partes principales, a la que se suma un añadido o epílogo general.
En la primera parte se reitera con insistencia que todavía no ha llegado la hora.[lower-alpha 7] En el capítulo 12 se anuncia que esa hora ha llegado,[lower-alpha 8] y en la segunda parte se describe lo que sucede en esa hora, ya desde su prólogo: se trata de la hora de Jesús de pasar de este mundo al Padre,[lower-alpha 9] la hora de su glorificación.[16]
Así, en el Evangelio de Juan se distinguen dos tiempos: la primera parte, cuando todavía no ha llegado la hora, Jesús se revela a través de signos o gestos simbólicos. En la segunda parte, habiendo llegado la hora, la revelación se produce en la crucifixión y muerte de Jesucristo, tiempo de su glorificación.
Una característica propia del Evangelio de Juan es su gran obertura coral,[17] la introducción (1:1-5) que ha sido y es base del Credo cristiano. Solo el Evangelio de Juan inicia su obra con un himno para ser cantado por la comunidad antes de la lectura del evangelio. El origen de este himno es desconocido y se discute si el mismo autor del evangelio lo escribió o si lo tomó de otra fuente. Se suele sostener la hipótesis de que el autor del evangelio, una vez que su obra estuvo terminada, escribió el prólogo como himno que contiene las ideas centrales del evangelio, las claves para su comprensión.[18]
En el prólogo del Evangelio de Juan se presenta al Logos (Λóγος), la «Palabra» de Dios, en su itinerario desde antes de la creación hasta la encarnación de Jesucristo. En el desarrollo del Evangelio de Juan se presenta que la Palabra estaba en Dios, que es una con el Padre,[lower-alpha 10] y que preexistía a la creación del mundo;[lower-alpha 11] que fue enviada al mundo por el Padre,[lower-alpha 12] para llevar a cabo su misión: transmitir al mundo la gracia y la verdad,[lower-alpha 13] y que concluida su misión vuelve al Padre.[lower-alpha 14][19] Juan 1:1 dice:
εν αρχη ην ο λογος και ο λογος ην προς τον θεον και θεος ην ο λογοςEn el principio era el Logos y el Logos era con Dios y el Logos era Dios.
Traducido al latín en la Vulgata: In Principio erat Verbum et Verbum erat apud Deum et Deus erat Verbumen el principio era el Verbo [la palabra razonada] y el Verbo era con Dios el Verbo era Dios .
Se percibe que algunos pasajes del Evangelio de Juan parecen desordenados o, al menos, no muy elaborados en su edición definitiva. Hay textos que no corresponden con el contexto, se producen cortes llamativos y hay falta de unidad en varios relatos y discursos. Esto se puede ilustrar con varios ejemplos.
También es curiosa la falta de unidad del relato, que se descubre en varios pasajes:
Se han presentado varios intentos de explicación. La teoría actualmente más difundida es la de las ediciones múltiples, es decir, que el Evangelio de Juan es el resultado de un texto que creció con el transcurso del tiempo, con añadidos y notas provenientes del mismo autor o de otros miembros de la comunidad (Raymond E. Brown propuso la existencia de una comunidad joánica que habría participado en la edición y quizá en la redacción final del evangelio).[20]
Los puntos notables de este evangelio son (1) la relación entre el Hijo y el Padre, (2) entre el redentor y los creyentes, (3) el anuncio del Espíritu Santo como Consolador, y (4) el énfasis sobre el amor como un elemento de carácter cristiano.
El evangelio fue escrito para personas conocedoras de la cultura judía y al mismo tiempo en contacto con el pensamiento griego; además se les pone en guardia frente al gnosticismo.
El lenguaje de una obra suele ser un descriptor de la personalidad del autor y de su relación con el grupo en que vive. Comparando la cantidad de veces que aparecen ciertas palabras en los Evangelios sinópticos, en los Hechos de los Apóstoles y en el Evangelio de Juan (Tabla 1),[21] se observa la terminología que domina al cuarto evangelio, y la importancia que este otorga a considerar a Dios como «Padre» y a vivir la «vida» verdadera, que para el autor del evangelio consiste en «permanecer» en el «amor», la «luz» y la «verdad», ya que viviendo así se «conoce» a Dios, se «cree» en él, y se «da testimonio» de él.
Término | Evangelio de Mateo | Evangelio de Marcos | Evangelio de Lucas | Hechos de los Apóstoles | Evangelio de Juan |
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Padre (patēr) | |||||
Permanecer (menō) | |||||
Vida (zōē) | |||||
Amar (agápaō) | |||||
Amor (agápē) | |||||
Amar (phileō) | |||||
Luz (fōs) | |||||
Verdad (alētheia) | |||||
Verdadero (alēthinós) | |||||
Conocer (ginóskō) | |||||
Creer (pistéuō) | |||||
Testimonio (martyría) |
El texto que nos ha llegado se caracteriza por gran sobriedad en las formas. En general pese a que los encabezados de los textos están realzados con frases relativamente complejas de gran elegancia,[lower-alpha 30] el grueso del texto es pobre tanto en vocabulario como en estructuras gramaticales, resultando en algún caso manifiestamente oscuro. Como señala Castro Sánchez, el evangelio «ha sido compuesto en un estilo extremadamente sencillo, con una sintaxis elemental y un vocabulario reducido. Sólo encontramos unas mil palabras diferentes. El lenguaje es directo. Usa con mucha frecuencia el presente histórico. Las frases se unen muchas veces con la partícula kai (“y”). A pesar de esta pobreza, se ha logrado una obra que pudiéramos denominar artística, porque ha dotado a ciertos vocablos vulgares de una dignidad y profundidad insospechadas».[22]
En el Evangelio de Juan, se encuadra la vida pública de Jesús con dos escenas en las que aparece su madre. Se trata de las bodas de Caná,[lower-alpha 31] y de la crucifixión y muerte de Jesús.[lower-alpha 32] El Evangelio de Juan guarda al respecto ciertas particularidades:
En el Evangelio de Juan, María es vista no solo como personalidad real sino además con un valor simbólico:
El Evangelio de Juan presenta la figura del discípulo a quien Jesús amaba en cinco pasajes. La mayoría de los estudiosos concuerda en que se trata de un personaje real, un testigo sobre cuyo testimonio fiable descansa la veracidad del propio evangelio: «El que lo vio lo atestigua, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis» (Juan 19, 35). La tradición cristiana lo ha identificado con Juan el Apóstol, aunque el Evangelio de Juan nunca lo menciona por su nombre. Existen discrepancias entre los exégetas sobre la identificación de esta figura, sin que al presente pueda asegurarse una solución que satisfaga a todos.
Al igual que en el caso de la madre de Jesús, el Evangelio de Juan otorga al personaje del discípulo amado un valor simbólico adicional al de su identidad histórica.[Nota 4]
Considerando la dimensión simbólica del Evangelio de Juan, el discípulo amado por el Señor se identifica con el discípulo ideal de Jesús. El discípulo amado es aquel que:
En algunos pasajes del Evangelio de Juan, los adversarios de Jesús de Nazaret son designados como «los judíos», en tanto que en ciertos versículos se refiere a Jesús y sus discípulos como si no fueran judíos.[24]
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos por temor a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.»Evangelio de Juan 20, 19
En algunos casos, los enemigos de Jesús son presentados como «judíos» aunque se tratara de galileos, es decir, habitantes de Galilea que murmuraban de él,[lower-alpha 44] o que discutían entre sí sobre él.[lower-alpha 45] El Evangelio de Juan puntualiza que nadie hablaba abiertamente de Jesús «por temor a los judíos».[lower-alpha 46] También Jesús se presenta refiriendo a sus adversarios como judíos,[lower-alpha 47] y aparecen en el evangelio expresiones tales como: «Jesús dijo a los judíos...». Jesús es llamado «judío» solamente por los extranjeros: por la mujer samaritana,[lower-alpha 48] y por Poncio Pilato.[lower-alpha 49] Como varios grupos religiosos no son mencionados (saduceos, zelotes, herodianos, etc.), «judíos» sería un término usado por el evangelista para designar a todos esos grupos en general y a las autoridades religiosas de Jerusalén de esa época en particular.[24]
Esto aparece incluso en diálogos que involucran a otros personajes, como los padres del ciego de nacimiento quienes, aunque supuestamente eran judíos, actuaban regidos por su «temor a los judíos»:
Sus padres respondieron: «Nosotros sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego. Pero, cómo ve ahora, no lo sabemos; ni quién le ha abierto los ojos, eso nosotros no lo sabemos. Preguntadle; edad tiene; puede hablar de sí mismo». Sus padres decían esto por temor a los judíos, que ya se habían puesto de acuerdo para excluir de la sinagoga al que reconociera a Jesús como Cristo.Evangelio de Juan 9, 20-22
De todo lo anterior surge que el Evangelio de Juan utiliza en general el término «judío» para designar mayormente a aquellos que no aceptaban a Jesús.[Nota 5] Con todo, se puede también observar que el término «judío» no aparece siempre con acepción peyorativa, porque el evangelista retuvo el texto en el que este nombre aparece unido al mayor elogio puesto en labios de Jesús de Nazaret en su diálogo con la mujer samaritana:[24]
Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.Evangelio de Juan 4, 22
Además, el término «israelita» se usa en el Evangelio de Juan como título honorífico,[lower-alpha 50] y varios personajes que son presentados como judíos aparecen rodeados por una luz positiva, como sucede con Nicodemo, «notable entre los judíos»,[lower-alpha 51] que defendió a Jesús ante los fariseos,[lower-alpha 52] y junto con José de Arimatea se ocupó de sepultarlo luego de su muerte.[lower-alpha 53] Incluso se menciona en varios pasajes a judíos que creyeron en Jesús.[lower-alpha 54][24]
El evangelista parece sugerir que la práctica de la excomunión y exclusión de la sinagoga existía ya en tiempos de Jesús, como también sugieren los manuscritos del Mar Muerto.[25] Pero es posible que el Evangelio de Juan describa conflictos que tuvo la comunidad cristiana del evangelista con los miembros de la comunidad judía y que los proyecte hacia el pasado. En efecto, el Evangelio de Juan fue probablemente escrito tras la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70, época en la que los seguidores de Jesús de origen judío fueron expulsados oficialmente de las sinagogas.[26][27] Así, el Evangelio de Juan estaría adelantando a los tiempos de Jesús la situación particular que sufrió la comunidad joánica.
El Evangelio de Juan es el evangelio canónico en que más asiduamente se cita a los apóstoles. Según Chapman, el Evangelio de Juan menciona nombres de apóstoles 74 veces, contra 50 del Evangelio de Marcos, 43 del Evangelio de Lucas y 40 del Evangelio de Mateo.[28] Entre ellas se destacan las siguientes citaciones: 40 veces a Simón Pedro (como Simón, Pedro, Simón Pedro, o Cefas), 5 veces a Andrés, 12 a Felipe, 1 a Judas –no el Iscariote– (probable Judas Tadeo), 7 a Tomás, y 11 a Judas Iscariote.
Llamativamente, el Evangelio de Juan no hace mención de Juan el Apóstol siquiera una vez, ni tampoco de su hermano Santiago el Mayor. Aun la expresión que los agrupa a ambos, «hijos de Zebedeo», aparece únicamente una vez,[lower-alpha 55] en el apéndice que la gran mayoría de los estudiosos clasifica como un agregado posterior a la redacción del corpus del evangelio. Ese silencio absoluto respecto de Juan el Apóstol y de su hermano Santiago es tanto más sugestivo cuanto que Juan el Apóstol aparece 17 veces en los Evangelios sinópticos, en tanto que Santiago el Mayor es mencionado 15 veces y la expresión «hijos de Zebedeo» –sin nombrarlos expresamente– 3 veces.
Para este silencio se han propuesto razones diversas que no satisfacen a los estudiosos de forma unánime. El escriturista Luis H. Rivas, señala: «no se ha encontrado una explicación satisfactoria para este silencio».[29] John Chapman propuso que el autor del evangelio habría velado su propio nombre.[28] J. de Maldonado sugirió que la comunidad cristiana de Asia, durante la redacción final del Evangelio de Juan, pudo velar el nombre de Juan el Apóstol bajo el título de «discípulo a quien Jesús amaba», cuya persona y méritos habrían conocido personalmente.[30] El silencio del Evangelio de Juan sobre la figura de Juan el Apóstol parece tan deliberado como el silencio sobre la identidad del «discípulo amado». Este punto es reconocido también por Joseph N. Sanders, aunque este autor no está de acuerdo con la identificación de Juan el Apóstol con la figura del «discípulo amado».[31]
En el Evangelio de Juan, Juan el Bautista recibe como único título el de «testigo», es decir, el que ha venido a dar testimonio.[lower-alpha 56]
En los evangelios sinópticos:
En cambio, en el Evangelio de Juan:[32]
Además, el Evangelio de Juan remarca dos diferencias entre Jesús y Juan el Bautista:
Todo esto sugiere un aparente interés del evangelista por evitar dar un relieve muy marcado a la figura de Juan el Bautista.[33]
El libro de los Hechos de los Apóstoles indica que en Éfeso, Pablo de Tarso conoció gente que solamente sabía del bautismo de Juan el Bautista y no del bautismo de Jesús, tal el caso de Apolo.[lower-alpha 63] Resulta sugestiva la coincidencia de que estos seguidores del Bautista se encontraban en el mismo lugar en que se supone fue redactado el Evangelio de Juan. Además, el Evangelio de Juan señala que los primeros discípulos de Jesús surgieron de las filas de los seguidores de Juan el Bautista.[lower-alpha 64] Esto lleva a suponer que, más allá de la grandeza que los evangelios confieren a Juan el Bautista, el evangelista quiere situarlo en un plano inferior al de Jesús de Nazaret,[33] tal las palabras que pone en labios de Juan el Bautista:
«Es necesario que él (Jesús) crezca y que yo disminuya.»Evangelio de Juan 3:30
El capítulo 3 del Evangelio de Juan aparece dominado por el encuentro de Jesús de Nazaret con Nicodemo,[lower-alpha 65] personaje que reaparecerá posteriormente en otros pasajes.[lower-alpha 66]
El Evangelio de Juan presenta a Nicodemo como fariseo,[lower-alpha 67] designado como «arjōn entre los judíos», que significa principal, notable. Se trata de un título con el que además se podía hacer referencia a un miembro del Sanedrín.[34] Se dice que Nicodemo era «maestro de Israel»,[lower-alpha 68] por lo que el evangelista resume en él a los judíos eruditos que conocían la Ley. El evangelista insiste en mencionar que Nicodemo fue a Jesús «de noche».[lower-alpha 69] Se trata de un significado simbólico: el diálogo de Nicodemo con Jesús se desarrolló «en la oscuridad», como el de alguien que no capta todavía el verdadero significado de la persona de Jesús. Sin embargo, el evangelista señala que «en la noche», Nicodemo fue a Jesús. Con ello lo diferencia de personajes como Judas Iscariote quien, durante la última cena, se alejó de Jesús «hacia la noche».[lower-alpha 70]
De igual forma que Nicodemo representa a los judíos eruditos conocedores de la Ley, la mujer samaritana representa en el Evangelio de Juan a todos los paganos. De igual forma que los profetas acusaban de adulterio al pueblo de Israel cuando abandonaba al Dios único para ir detrás de los dioses falsos, el Evangelio de Juan presenta el siguiente diálogo entre Jesús y la samaritana:
La mujer respondió: «No tengo marido».
Jesús continuó: «Tienes razón al decir que no tienes marido, porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad».Evangelio de Juan 4, 17-18
Se puede entender estas frases en sentido literal o alegórico. En el primer caso, cabe preguntarse si se trata de matrimonios sucesivos, o de adulterios de la mujer. Para la moral de los judíos, aunque se tratara de matrimonios sucesivos, resultaba ilegal tener cinco uniones porque no se permitían más de tres. Pero también se le da una interpretación alegórica, en relación con los cinco pueblos de donde provenían los antiguos samaritanos y a las divinidades que habían adorado en la Antigüedad.[lower-alpha 71] Si bien el Antiguo Testamento enumera 7 dioses, Flavio Josefo señala que «eran cinco pueblos y cada uno llevó consigo su propio dios».[35] Así, el Evangelio de Juan reprocharía al pueblo samaritano, representado por la mujer, por haber adherido antiguamente a las falsas divinidades.[36]
El Evangelio de Juan fue muy apreciado por las corrientes gnósticas por el papel que asigna al Logos, por el Discurso de Despedida de Jesús y por cómo opone la luz y las tinieblas. Ello complicó su entrada en el canon cristiano del Nuevo Testamento.[37]
Las filas marcadas en color amarillo suave corresponden a los papiros de Oxirrinco |
Las filas marcadas en color ciano claro corresponden a los papiros Bodmer |
Las filas marcadas en color rosa claro corresponden a los papiros Chester Beatty |
Nombre | Fecha | Contenido | Institución | Ref # | Ciudad, Estado | País |
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Papiro 2 | 550 | Juan 12:12-15; Lucas 7:22-26.50 (en copto, en el reverso) | Museo Arqueológico Nacional | Inv. 7134 | Florencia | Italia |
Papiro 5 | 250 | Juan 1:23-31.33-40; 16:14-30; 20:11-17.19-20.22-25 | Biblioteca Británica | P. Oxy. 208. 1781; Inv. 782. 2484 | Londres | Reino Unido |
Papiro 6 | 350 | Juan 10:1-2.4-7.9-10; 11:1-8.45-52 (texto griego) | Biblioteca Nacional y Universitaria | Pap. copt. 379. 381. 382. 384 | Estrasburgo | Francia |
Papiro 22 | 250 | Juan 15:25-16:2.21-32 | Biblioteca de la Universidad de Glasgow | P. Oxy. 1228; MS 2-X.I | Glasgow | RU |
Papiro 28 | 250 | Juan 6:8-12.17-22 | Museo del Instituto de Palestina Escuela de Religión del Pacífico |
P. Oxy. 1596; Pap. 2 | Berkeley California |
Estados Unidos |
Papiro 36 | 550 | Juan 3:14-18.31-32.34-35 | Biblioteca Médica | PSI 3 | Florencia | Italia |
Papiro 39 | 250 | Juan 8:14-22 | Biblioteca Ambrose Swasey | P. Oxy. 1780; Inv. 8864 | Rochester Nueva York |
Estados Unidos |
Papiro 44 | s. VI o VII | Mateo 17:1-3.6-7; 18:15-17.19; 25:8-10; Juan 9:3-4; 10:8-14; 12:16-18 | Museo Metropolitano de Arte | Inv. 14. 1. 527, 1 fol | Ciudad de Nueva York | Estados Unidos |
Papiro 45 | 250 | Mateo 20-21,25-26; Marcos 4-9,11-12; Lucas 6-7,9-14; Juan 4-5,10-11; Hechos 4-17 |
Biblioteca Chester Beatty - Biblioteca Nacional de Austria |
P. Bíblico Beatty I Pap. g. 31974 |
Dublín Viena |
Irlanda Austria |
Papiro 52 | 125 | Juan 18:31-33; 18:37-38 | Biblioteca Universitaria John Rylands | Gr. P. 457 | Mánchester | Reino Unido |
Papiro 55 | s. VI o VII | Juan 1:31-33.35-38 | Biblioteca Nacional Austríaca | Pap. G. 26214 | Viena | Austria |
Papiro 59 | 650 | Juan 1-2; 11-12; 17-18; 21 † | Biblioteca y Museo Morgan | P. Colt 3 | Ciudad de Nueva York | Estados Unidos |
Papiro 60 | s. VI o VII | Juan 16:29-19:26 | Biblioteca y Museo Morgan | P. Colt 4 | Ciudad de Nueva York | Estados Unidos |
Papiro 63 | s. IV o V | Juan 3:14-18; 4:9-10 | Museos Estatales de Berlín | Inv. 11914 | Berlín | Alemania |
Papiro 66 | 200 | Juan 1:1-6:11, 6:35b-14:26, 29-30; 15:2-26; 16:2-4, 6-7; 16:10-20:20, 22-23; 20:25-21:9, 12, 17 | Biblioteca Bodmer | P. Bodmer II | Cologny, Ginebra | Suiza |
Papiro 75 | 175-225 | Lucas 3:18-24:53; Juan 1-15 | Biblioteca Apóstólica Vaticana | P. Bodmer XIV, XV | Ciudad del Vaticano | Ciudad del Vaticano |
Papiro 76 | s. VI | Juan 4:9,12 | Biblioteca Nacional Austríaca | Pap. G. 36102 | Viena | Austria |
Papiro 80 | 250 | Juan 3:34 | Fundación San Lucas Evangelista | Inv. 83 | Barcelona | España |
Papiro 90 | 150 | Juan 18:36-19:1; 19:1-7 † | Museo Ashmolean | P. Oxy. 3523; 65 6 B. 32/M (3-5)a | Oxford | Reino Unido |
Papiro 93 | 450 | Juan 13:15-17 | Instituto Papirológico Girolamo Vitelli | PSI 108 | Florencia | Italia |
Papiro 95 | 250 | Juan 5:26-29,36-38 | Biblioteca Médica | PL II/31 | Florencia | Italia |
Papiro 106 | 250 | Juan 1:29-35; 1:40-46 | Museo Ashmolean | P. Oxy. 4445 | Oxford | Reino Unido |
Papiro 107 | 200-250 | Juan 17:1-2; 17:11 | Museo Ashmolean | P. Oxy. 4446 | Oxford | Reino Unido |
Papiro 108 | 200-250 | Juan 17:23-24; 18:1-5 | Museo Ashmolean | P. Oxy. 4447 | Oxford | Reino Unido |
Papiro 109 | 200-250 | Juan 21:18-20; 21:23-25 | Museo Ashmolean | P. Oxy. 4448 | Oxford | Reino Unido |
Papiro 119 | 200-250 | Juan 1:21-28,38-44 | Museo Ashmolean | P. Oxy. 4803 | Oxford | Reino Unido |
Papiro 120 | 350 | Juan 1:25-28,38-44 | Museo Ashmolean | P. Oxy. 4804 | Oxford | Reino Unido |
Papiro 121 | 250 | Juan 19:17-18,25-26 | Museo Ashmolean | P. Oxy. 4805 | Oxford | Reino Unido |
Papiro 122 | 400 | Juan 21:11-14,22-24 | Museo Ashmolean | P. Oxy. 4806 | Oxford | Reino Unido |
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