Transición española
periodo de la historia española de transición desde la dictadura franquista a la democracia / De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia
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Se conoce como transición española[1][2] (también citada simplemente como la Transición) al periodo de la historia contemporánea de España en que el país dejó atrás el régimen dictatorial del general Francisco Franco y pasó a regirse por una Constitución que restauraba la democracia. Constituye la primera etapa del reinado de Juan Carlos I y forma parte de la «tercera ola democratizadora» (teorizada por Samuel P. Huntington), que se inicia en abril de 1974 con la Revolución de los Claveles en Portugal y que culmina con la caída de los regímenes comunistas de Europa Central y Oriental en 1989. Por otro lado, tras la breve experiencia de la Segunda República, la transición constituyó el segundo proceso democratizador de la historia de España en el siglo XX.[3]
Existe un consenso generalizado en situar el inicio de este proceso histórico en el 20 de noviembre de 1975, día en el que, al fallecimiento oficial del general Franco, el denominado Consejo de Regencia asumió de forma transitoria las funciones de la jefatura del Estado. Dos días después, Juan Carlos I de Borbón, que había sido designado seis años antes por Franco su sucesor, sería proclamado rey ante las Cortes y el Consejo del Reino.
El rey confirmó en su puesto al presidente del Gobierno del régimen franquista, Carlos Arias Navarro. No obstante, pronto se comprobó la dificultad de llevar a cabo reformas políticas bajo su mandato, lo que produjo un distanciamiento cada vez mayor entre Arias Navarro y Juan Carlos I. Finalmente, el rey le exigió la dimisión el 1 de julio de 1976 y Arias Navarro se la presentó. Le sustituyó Adolfo Suárez, quien se encargó de entablar las conversaciones con los principales líderes de los diferentes partidos políticos de la oposición democrática y fuerzas sociales, más o menos legales o toleradas, con vistas a instaurar un régimen democrático en España.
La vía utilizada fue la propuesta por Torcuato Fernández Miranda, presidente de las Cortes franquistas: la aprobación de una nueva Ley Fundamental, la Ley para la Reforma Política, redactada por el propio Fernández Miranda. No sin tensiones, fue finalmente refrendada por las Cortes y sometida a referéndum el día 15 de diciembre de 1976. Como consecuencia de su aprobación, la ley se promulgó el 4 de enero de 1977. Esta norma contenía la derogación tácita del sistema político franquista en solo cinco artículos y una convocatoria de elecciones democráticas.
Las elecciones se celebraron finalmente el día 15 de junio de 1977.[4] Eran las primeras desde las celebradas en febrero de 1936. La coalición Unión de Centro Democrático (UCD), liderada por Adolfo Suárez, resultó la candidatura más votada, aunque no alcanzó la mayoría absoluta, y fue la encargada de formar gobierno. A partir de ese momento comenzó el proceso de construcción de la democracia en España y de la redacción de una nueva constitución. El 6 de diciembre de 1978 se ratificó en referéndum la Constitución española, que, con el respaldo favorable del 87,78% de votos, (siendo estos el 58,97% del censo electoral), entró en vigor el 29 de diciembre.[5]
Adolfo Suárez acabaría admitiendo en una entrevista a la periodista Victoria Prego que no se hizo un referéndum sobre la forma del Estado (monarquía o república) porque las encuestas de opinión popular, realizadas por el gobierno de la época, daban como posible vencedora a la opción republicana.[6]
A principios de 1981 dimitió Adolfo Suárez debido a, entre otras razones, el distanciamiento con el monarca y las presiones internas de su partido. Durante la celebración de la votación en el Congreso de los Diputados para elegir como sucesor a Leopoldo Calvo-Sotelo (UCD) se produjo el golpe de Estado dirigido por, entre otros, el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero,[7] el general Alfonso Armada y el teniente general Jaime Miláns del Bosch. El golpe, conocido como 23-F, fracasó.
Las tensiones internas de UCD fueron menoscabando el apoyo ciudadano a lo largo de 1981 y 1982, y abocaron a su disolución en 1983. La facción democristiana terminó integrándose en Alianza Popular, pasando así a ocupar la franja del centroderecha; por su parte, los miembros más cercanos a la socialdemocracia se unieron a las filas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Mientras, el expresidente Suárez y un grupo de disidentes de UCD iniciaron un nuevo proyecto político centrista que mantuvo representación parlamentaria en el Congreso hasta las elecciones de 1993: el Centro Democrático y Social (CDS).
El PSOE sucedió a la UCD tras obtener la mayoría absoluta en los comicios de 1982, ocupando 202 de los 350 escaños, y comenzando así la ii legislatura democrática. Por primera vez desde las elecciones generales de 1936, un partido de izquierdas iba a formar gobierno. La mayoría de los historiadores sitúan en este acontecimiento el final de la Transición, si bien otros lo prolongan hasta el 1 de enero de 1986, cuando se formalizó la entrada de España en la Comunidad Europea.
Durante la transición tuvieron lugar varios centenares de muertes, tanto a manos de grupos terroristas de extrema izquierda, principalmente Euskadi Ta Askatasuna (ETA) y los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO),[8] como por ataques de grupos terroristas de extrema derecha; otras víctimas perecieron por la intervención de las propias fuerzas del orden público. Las investigaciones al respecto calculan el número de víctimas mortales dentro de un intervalo de entre 500 y 700 personas (desde 1975 hasta los primeros años de la década de 1980), la inmensa mayoría fueron de atentados terroristas, destacando la banda armada ETA, que fue directamente responsable de bastante más de la mitad de las muertes.[nota 1] En este sentido, la historiadora francesa Sophie Baby considera un mito que la Transición fuera pacífica.[17][18]
Según el historiador británico Paul Preston,[19]
La transición a la democracia se basó en una transacción entre varias Españas: la parte más progresista y moderada de la España franquista, la España de las víctimas de la dictadura que renunció a venganzas y ajustes de cuentas, y la inmensa tercera España que quería una normalización dentro de una Europa democrática.
Por su parte Carme Molinero y Pere Ysàs han señalado que,[20]
La transición española a la democracia fue un proceso complejo, en el que estuvo muy presente la memoria de la guerra civil y el peso, en todos los órdenes, de cuarenta años de dictadura. No dio lugar a una democracia modélica, pero tampoco a una continuación del franquismo con otro ropaje ni a una democracia tan imperfecta que ni merecería tal nombre. La transición no fue fruto de un plan preestablecido ni de una vergonzante transacción.