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político argentino De Wikipedia, la enciclopedia libre
Elpidio González (Rosario, Santa Fe, 1 de agosto de 1875 - Buenos Aires, 18 de octubre de 1951) fue un político argentino perteneciente a la Unión Cívica Radical, elegido vicepresidente de la Nación Argentina (1922-1928).
Elpidio González | ||
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Elpidio González en 1917 | ||
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Ministro del Interior de la Nación Argentina | ||
12 de octubre de 1928-6 de septiembre de 1930 | ||
Presidente | Hipólito Yrigoyen | |
Predecesor | José P. Tamborini | |
Sucesor | Matías Sánchez Sorondo | |
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13.º vicepresidente de la Nación Argentina | ||
12 de octubre de 1922-12 de octubre de 1928 | ||
Presidente | Marcelo T. de Alvear | |
Predecesor | Pelagio Luna | |
Sucesor | Enrique Martínez | |
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Ministro de Guerra de la Nación Argentina | ||
12 de octubre de 1916-14 de septiembre de 1918 | ||
Presidente | Hipólito Yrigoyen | |
Predecesor | Ángel Allaria | |
Sucesor | Julio Moreno | |
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Información personal | ||
Nacimiento |
1 de agosto de 1875 Rosario, Argentina | |
Fallecimiento |
18 de octubre de 1951 (76 años) Buenos Aires, Argentina | |
Sepultura | Panteón de los Caídos en la Revolución de 1890 | |
Nacionalidad | Argentina | |
Educación | ||
Educado en | ||
Información profesional | ||
Ocupación | Político | |
Partido político | Unión Cívica Radical | |
Sus padres fueron Domingo González (coronel del ejército) y Serafina.
Realizó sus estudios primarios y secundarios en Rosario y posteriormente se mudó a Córdoba con su madre donde cursó estudios universitarios de Derecho en la Universidad Nacional de Córdoba, logró llegar a quinto año pero no se recibió.
Ingresó en la Unión Cívica Radical, fue amigo personal y parte del grupo más cercano a Hipólito Yrigoyen. Participó de la Revolución radical de 1905, comandó un pelotón revolucionario y fue detenido.
Se recibió de abogado en la Universidad Nacional de La Plata en 1907.
En 1912 fue elegido diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires y en 1916 elegido diputado nacional por la Provincia de Córdoba.
Inicia en la política tempranamente como militante de la Unión Cívica Radical. El primer registro de su actuación data en la revolución radical del 4 de febrero de 1905 cuando intentó derrocar al presidente Manuel Quintana. Fue la primera vez, y no la última, que debió sufrir la pena de prisión.
Electo Hipólito Yrigoyen como presidente de la Nación (1916-1922) se desempeñó como ministro de Guerra entre 1916 y 1918 y jefe de Policía de la Ciudad de Buenos Aires entre 1918 y 1921. En este último año fue elegido presidente de la Unión Cívica Radical. Durante la Semana Trágica de enero de 1919 fue designado jefe de policía.
Con la aprobación de la Ley Sáenz Peña fue candidateado como gobernador de Córdoba, con vistas a las elecciones de 1912, pero rechazó esta propuesta aunque participó activamente en la campaña electoral entablando una relación fluida con Yrigoyen.Esta campaña contó con el apoyo del payador Gabino Ezeiza y el cura Gabriel Brochero.[1][2]
En 1922 fue elegido vicepresidente de la Nación acompañando a Marcelo T. de Alvear (1922-1928), luego de derrotar a la alianza de partidos conservadores llamada Concentración Nacional. Durante este mandato mantuvo un fuerte enfrentamiento con el presidente, como fruto del conflicto entre yrigoyenistas o personalistas y alvearistas o antipersonalistas.
En 1928 durante la segunda presidencia de Hipólito Yrigoyen (1928-1930) fue Ministro del Interior hasta el golpe militar del 6 de septiembre de 1930, que lo encarceló durante dos años.
El político argentino que terminó sus días en la pobreza: no quiso tener sueldo y rechazó una jubilación de privilegio.
Cuando le tocó desempeñarse como vicepresidente, entre 1922 y 1928, rechazó tener sueldo porque consideraba que estaba mal cobrar por algo para lo que el pueblo lo había elegido. De nuevo en el llano, con deudas y luego de que la justicia le rematase su vivienda, se negó a cobrar una jubilación de privilegio que, curiosidades de la historia, había sido creada a partir de su caso.
Al final de sus días Elpidio González sorprendía a los transeúntes ver por la Avenida de Mayo porteña por su larga barba blanca y el traje oscuro con el que solía recorrer algunos comercios amigos entregando anilinas que vendía. En el barrio era conocido, ya que vivía en una pensión de la zona. Lo que llamaba la atención era que aquel hombre de aspecto descuidado había sido vicepresidente, ministro, legislador y jefe de Policía. Y que vivía al día. Cuando llegaba.
Había nacido en Rosario, el 1º de agosto de 1875. Luego de recibirse de bachiller en el Colegio Nacional de esa ciudad, se trasladó junto a su madre Serafina a Córdoba, donde estudió hasta quinto año de abogacía. Abandonaría los estudios para recibirse finalmente en 1907 en la Universidad Nacional de La Plata.
Venía de prosapia radical, ya que su padre, el coronel Domingo González, un viejo soldado federal del Chacho Peñaloza, había participado en 1893 de la revolución radical de Rosario. Y Elpidio estuvo a su lado. Él mismo volvería a jugársela en la provincia mediterránea en la revolución del 4 de febrero de 1905. Para entonces, se convirtió en el referente del radicalismo local.
Con Yrigoyen y con Alvear
No quiso ser gobernador de la provincia, y la banca de diputado nacional que ocuparía pronto la abandonaría para ser ministro de Guerra en la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen. El presidente buscó a una persona de carácter para que ocupase un puesto reservado tradicionalmente a militares.
También le tocó ser jefe de Policía durante la Semana Trágica de enero de 1919. El desempeño represivo de las fuerzas del orden, así como de civiles armados que protagonizaron un violento pogromo en el barrio del Once, matando y torturando a inocentes, hizo que tanto anarquistas como socialistas nunca se lo perdonasen.
Aún con recelo por su amistad con Yrigoyen, Marcelo T. de Alvear lo llevaría como vicepresidente. Entonces renunció a su sueldo, explicando que si el pueblo lo había colocado en semejante responsabilidad, no estaba bien recibir dinero por ello. Además, consideraba que ejercer la vicepresidencia era todo un honor y que si desempeñaba bien su trabajo, el prestigio tendría mucho más valor.
Durante el segundo mandato de Yrigoyen, ocupó la cartera de Interior e interinamente la de Guerra, en los días previos al golpe del 6 de septiembre de 1930.
Cuando se dirigía a su casa de la calle Gorostiaga, en Palermo, fue detenido. "Cumpla con su deber", le dijo al policía. Luego de un breve paso por el Departamento Central de Policía, lo alojaron en el mismo barco donde estaba el expresidente Yrigoyen. Juntos compartirían las penurias del encierro en la isla Martín García. Elpidio permanecería dos años detenido en la Penitenciaría Nacional.
Cuando su madre falleció, el propio González debió subirse a la propia carroza fúnebre, ya que no disponía de dinero para contratar un mejor servicio. Debió volver a vivir a la pensión ubicada en la Avenida de Mayo, la misma que había ocupado de joven, ya que le habían ejecutado la hipoteca que pesaba sobre su vivienda.
Según recuerda haberle escuchado contar a Elpidio el taquígrafo y dibujante del Congreso Nacional Ramón Columba, el dirigente radical en 1916 poseía un patrimonio de 350.000 pesos; y en 1930 tenía 65.000 pesos, pero en deudas.
Vendedor de anilinas
Desde su juventud, Elpidio era amigo del alemán Germán Ortkras, quien había fundado en 1911 la empresa Anilinas Colibrí. Al verlo en tan mala situación económica, el empresario le ofreció pagarle la jubilación correspondiente a vicepresidente de la República, a lo que Elpidio se negó enérgicamente. Sí consintió en trabajar para la empresa, y puso como condición no ganar más que los jefes.
Era común verlo, con ese mismo traje oscuro, maltratado por el uso y su característica barba blanca, recorrer algunos comercios de zapateros amigos de la zona de Avenida de Mayo. Algunos vecinos lo reconocían y se asombraban de su triste destino. "No se puede creer…", comentaban. "Es lo que corresponde", respondía.
En la empresa aún recuerdan cuando en una oportunidad debió ir a hacer un trámite: no tenía dinero ni para pagar el estampillado.
Al trabajo iba en tranvía y eran usuales las discusiones, ya que no le querían cobrar el boleto. La empresa estaba en Álvarez Thomas y Elcano y lo habían nombrado a cargo de la oficina de morosos incobrables. Algunos clientes, simpatizantes radicales, se atrasaban deliberadamente en los pagos, sólo para que González les enviase la carta de intimación firmada de su puño y letra. En Colibrí aún se conserva como un tesoro la máquina de escribir Underwood que usaba.
Hay una historia, con mucho de leyenda de que el exvicepresidente por un tiempo vivió en una pensión que estaba por ser demolida por la ampliación de la Avenida 9 de Julio y que él le pidió al capataz algunos días para conseguir otro techo. Nuevamente, cuando vio que el que le rogaba una prórroga era Elpidio, la noticia corrió como reguero por la ciudad.
Verdad o invento, lo cierto es que el presidente Agustín P. Justo se enteró de su precaria situación económica, y envió a su secretario general a entregarle dinero. "Se lo dejo. Es la orden que tengo del general Justo, quien le envía, además, un afectuoso saludo", le dijo el mensajero.
González vio que dentro del sobre había muchos billetes de mil pesos. Él mismo contó: "Felizmente lo alcancé al señor que me lo había dejado y se lo devolví. No lo quería recibir de vuelta, y tuve que ponerme muy serio y decirle que no iba a permitir que me ofendiera así el Presidente ni nadie, por más buena voluntad que hubiera de por medio".
"No esperaba esta recompensa, ni la deseo"
Lo que no pudo evitar fue que el diputado Adrián Escobar elaborase un proyecto que contemplaba una jubilación vitalicia para presidentes de 3000 pesos mensuales y para vicepresidentes, de 2000 pesos. En 1938 fue ley.
En la pensión donde vivía era todo alegría. "¡Don Elpidio! ¡Dos mil pesos! ¡Ya tiene su jubilación de vicepresidente!". La respuesta los descolocó. "No, yo no puedo aceptar eso. No, no…"
El 6 de octubre de 1938 le escribió una carta al presidente Ortiz, en la que señalaba: "Habiendo sido promulgada la Ley que concede una asignación vitalicia a los expresidentes y Vicepresidentes de la Nación, cúmpleme dejar constancia al señor Presidente, en su carácter de 'jefe Supremo de la Nación, que tiene a su cargo la Administración General del País', de mi decisión irrevocable de no acogerme a los beneficios de dicha Ley".
"Al adoptar esta actitud sigo íntimas convicciones de mi espíritu. Entregado desde los albores de mi vida a las inquietudes de la Unión Cívica Radical, persiguiendo anhelos de bien público, jamás me puse a meditar, en la larga trayectoria recorrida, acerca de las contingencias adversas o beneficiosas que los acontecimientos podían depararme. No esperaba, pues, esta recompensa, ni la deseo y, al renunciarla, me complace comprobar que estoy de acuerdo con mis sentimientos más arraigados", siguió.
"Confío en que, Dios mediante, he de poder sobrellevar la vida con mi trabajo, sin acogerme a la ayuda de la República por cuya grandeza he luchado y que, si alguna vez, he recogido amarguras y sinsabores me siento recompensado con crecer por la fortuna de haberlo dado todo por la felicidad de mi Patria. Saludo al Señor Presidente", concluyó.
Mientras tanto, continuaba participando de los actos partidarios y se lo veía activo en actos y reuniones.
A comienzos de octubre de 1951 fue operado en el Hospital Italiano. Estuvo internado allí medio año porque no tenía dónde ir a vivir. Falleció el 18 de octubre de 1951 acompañado de unos pocos familiares y amigos. Fue velado en el comité de la UCR y enterrado en el Panteón de los caídos de la Revolución del '90, junto a su amigo Yrigoyen.
Fue un hombre de conducta y códigos, que pocos entonces comprendieron. Mientras fue funcionario, decía: "La comunidad nos debe merecer respetos y sacrificios, y cada individuo debe darle lo que pueda de sí". Qué bueno sería que algunos imitasen su ejemplo.
El 2 de diciembre de 1919 comenzó una huelga de los 2500 trabajadores metalúrgicos que pedían jornada de ocho horas, salubridad laboral y un salario justo, en los talleres Vasena. El 7 de enero, a las tres y media de la tarde, un grupo de huelguistas había formado un piquete tratando de impedir la llegada de materia prima para la fábrica. En ese momento, unos los conductores anónimos pasaron por donde estaban los huelguistas, develando su verdadera función, comenzaron a disparar sus armas de fuego contra los trabajadores.
La represión policial y parapolicial dejó cuatro muertos, tres de ellos habían sido baleados en sus casas y uno había perecido a causa de los sablazos propinados por la policía montada, los famosos «cosacos». Hubo además, más de 30 heridos. Según La Prensa fueron disparados más de 2000 proyectiles por unos 110 policías y bomberos. Los sucesos posteriores de desbordaron ya que, a la represión le sucedió el ataque de bandas armadas organizadas por la "Liga Patriótica", quienes atizaron un progrom contra la población judía del Barrio de Once. La calma luego sería restablecida mediante la intervención del Ejército bajo el mando del General Luis Dellepiane.
La Policía estaba dirigida por Elpidio González, designado por el presidente Hipólito Yrigoyen, por lo que su participación en este suceso ha merecido el cuestionamiento de la historiografía anarquista y de izquierda.
Fue sindicado como mentor de grupo de choque parapolicial formado por jóvenes radicales y conservadores que produjeron violentos incidentes en todo Buenos Aires contra trabajadores, inmigrantes y judíos, asesinando decenas de personas. La represión dejó un saldo de 141 a 700 muertos (según la fuente que se tome) y centenares de heridos. Este suceso es conocido también como el primer pogromo en América Latina, ya que la Liga Patriótica Argentina atacó a la comunidad judía local.[3]
Elpidio González, luego de su paso por la Vicepresidencia de la Nación, participó en la vida política esporádicamente. Su vocación política lo había sumido en la pobreza, teniendo que ganarse la vida como vendedor ambulante de anilinas en las calles de Buenos Aires.[4] El 6 de octubre de 1938 rechazó la concesión de una pensión vitalicia por parte del gobierno de Roberto Marcelino Ortiz con una conceptuosa carta.[5] En 1946 participó activamente en la campaña electoral de la Unión Democrática que llevaba la fórmula presidencial José Tamborini-Enrique Mosca. La prensa de orientación peronista se burló de su reaparición pública llamándolo "Alpedio González".[6]
Falleció el 18 de octubre de 1951, rodeado del respeto de la dirigencia de la Unión Cívica Radical, en cuya Comité Nacional fueron velados sus restos. Luego fue sepultado en el Panteón de los Caídos de la Revolución del '90 en el Cementerio de la Recoleta.
Desde 1965 existe el Hogar de Ancianos Elpidio González en la localidad de Despeñaderos, dependiente del Ministerio de Salud de la Provincia de Córdoba.[7]
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