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rama de la pedagogía De Wikipedia, la enciclopedia libre
La educación ambiental es un campo pedagógico interdisciplinario[1][2] y heterogéneo[3] que busca generar procesos para la construcción de saberes, valores y prácticas ambientales en espacios de la educación formal, no formal e informal,[4][5] con el objetivo de promover la conciencia ecológica y el cuidado del ambiente en la ciudadanía.[6][7]
La educación ambiental no es un campo de conocimientos y prácticas homogéneo, sino que está constituido por enfoques, teorías, objetivos, metodologías, estrategias e historias diversas acordes al contexto social e histórico en el que se han elaborado.[2] Ciertos académicos señalan la existencia de un enfoque estrecho, reducido o instrumentalista y uno amplio o emancipatorio.[8][9] El enfoque estrecho concibe a la educación ambiental con foco en la naturaleza biofísica, mientras que el enfoque amplio busca reconstruir las relaciones entre la sociedad, las personas, la economía y la naturaleza.[10]
La educación ambiental debe ser una verdadera escuela de pensamiento en la que se promuevan acciones que contribuyan a comprender las causas de las diferentes problemáticas, tanto naturales como sociales, presentes en el contexto. Lo anterior requiere que se generen líneas de trabajo para el estudio de diversas situaciones, además de un análisis de la historia de los procesos sociopolíticos y económicos que han generado el deterioro del ambiente y de los recursos naturales que contribuya al redireccionamiento en los modos de pensar y de actuar en relación con el ambiente.[11]
En 1975 se publicó el primer documento internacional sobre la educación ambiental, la Carta de Belgrado, que definió seis objetivos para la educación ambiental: la conciencia, los conocimientos, las actitudes, las aptitudes, la capacidad de evaluación y la participación para ayudar a las personas y a los grupos sociales a comprender el ambiente.[12] La concepción de educación ambiental fue evolucionando en las décadas posteriores.[1]
En la década de los '90 el concepto educación para el desarrollo sostenible cobró popularidad, pero los términos hacen referencias a campos distintos, aunque haya conexiones entre ambos.[13]
El día 26 de enero se celebra el Día Mundial de la Educación Ambiental desde 1975,[14] aunque la fecha no es reconocida por la UNESCO.[15]
Las actividades al aire libre, la interpretación del patrimonio natural y la observación de fauna silvestre favorecen la incorporación de la esencia de los problemas ambientales.[16]
La primera referencia del término «educación ambiental» surge en 1948 durante una reunión de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) realizada en París cuando Thomas Pritchard, Director Adjunto de Conservación de la Naturaleza en Gales, sugirió un cambio del término “educación para la conservación”, por la alternativa “Educación ambiental” de manera que lograra una síntesis del conocimiento de las Ciencias Naturales con el de las Ciencias Sociales.[17]
Desde entonces se han publicado diferentes definiciones elaboradas por académicos en artículos científicos, libros, tesis de doctorado, eventos de organismos operacionales como la UNESCO y el PNUMA, eventos de los movimientos sociales y espacios colectivos con participación de toda la comunidad.
El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Argentina define a la educación ambiental como:[4][5]
un campo de intervención político pedagógica que impulsa procesos educativos integrales orientados a la construcción de una racionalidad ambiental, en la cual distintos conocimientos, saberes, valores y prácticas ambientales confluyen y aportan a la formación ciudadana y al ejercicio del derecho a un ambiente sano, digno y diversoMinisterio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Argentina. ¿Qué es la educación ambiental?
El Ministerio de Medio Ambiente de Chile la define como la promoción de la sustentabilidad (junto con los valores ecológicos) y la toma de conciencia ecológica, con el fin de generar hábitos, habilidades, actitudes, sensibilidades y conductas en la población.[6] El Ministerio de Educación de Perú define a la educación ambiental como la formación de ciudadanos ambientalmente responsables que contribuyan al desarrollo sostenible.[18] Asimismo, en México, de acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) la educación ambiental constituye un enfoque pedagógico que forma al individuo para desempeñar un papel crítico en la sociedad y establecer una relación armónica con la naturaleza.[19]
Por otro lado, la investigadora canadiense Lucie Sauve la definió como un proceso que busca «la reconstrucción del sistema de relaciones entre personas, sociedad y ambiente».[8] El académico Alejandro Teitelbaum la definió en 1978 como:[20]
la acción educativa de permanente por la cual la comunidad comprende dichas relaciones y sus causas profundas. Esta se desarrolla mediante una práctica que vincula al educando con la comunidad, valores y actitudes que promueven un comportamiento dirigido hacia la transformación superadora de esa realidad, tanto en sus aspectos naturales como sociales, desarrollando en el educando las posibles habilidades y actitudes necesarias para dicha transformación así como también hace uso de elementos didácticos para poder cubrir necesidades ambientales y mejorar el entorno.A. Teitelbaum. El papel de la educación ambiental en América Latina
El término educación ambiental apareció por primera vez en documentos oficiales de organismos multilaterales en 1972, a partir de la Conferencia de Estocolmo.[21][1] El principio 19 de la Declaración de Estocolmo establecía que:[22]
Es indispensable una labor de educación en cuestiones ambientales, dirigida tanto a las generaciones jóvenes como a los adultos y que preste la debida atención al sector de población menos privilegiado, para ensanchar las bases de una opinión pública bien informada y de una conducta de los individuos, de las empresas y de las colectividades inspirada en el sentido de su responsabilidad en cuanto a la protección y mejoramiento del medio en toda su dimensión humana. Es también esencial que los medios de comunicación de masas eviten contribuir al deterioro del medio humano y difundan, por el contrario, información de carácter educativo sobre la necesidad de protegerlo y mejorarlo, a fin de que el hombre pueda desarrollarse en todos los aspectos.Principio 19. Declaración de Estocolmo
En 1975, la UNESCO y el PNUMA organizó el Seminario Internacional de Educación Ambiental en Belgrado. Allí surgió la Carta de Belgrado, que estableció objetivos, metas y estrategias para alcanzar los objetivos de la educación ambiental.[21] Además, definió que la educación ambiental debía ser accesible a todo el público en general, incluyendo a la enseñanza no formal entre sus destinatarios.[21] La Carta de Belgrado determinó que la educación ambiental era una «herramienta que contribuirá a la formación de una nueva ética universal que reconozca las relaciones del hombre con la naturaleza; la necesidad de transformaciones en las políticas nacionales, hacia una repartición equitativa de las reservas mundiales y la satisfacción de las necesidades de todos los países».[12] La Carta de Belgrado estableció que la meta de la educación ambiental es:
Llegar a una población mundial que tenga conciencia del medio ambiente y se interese por él y por sus problemas conexos y que cuente con los conocimientos, aptitudes, actitudes, motivación y deseo necesario para trabajar individual y colectivamente en la búsqueda de soluciones a los problemas actuales y para prevenir los que pudieran aparecer en lo sucesivo.Carta de Belgrado
Dos años más tarde, en 1977, la UNESCO y el PNUMA convocaron la I Conferencia Internacional sobre Educación Ambiental en Tiflis, de donde surgió la Declaración de Tiflis. Esta Declaración “señala el acuerdo unánime en la importancia del papel de la educación ambiental en la preservación y en el mejoramiento del ambiente mundial, así como en el desarrollo sano y equilibrado de las comunidades del mundo.” La Declaración de Tiflis actualiza y clarifica la declaración de Estocolmo y la Carta de Belgrado al incluir nuevos propósitos y objetivos, características y principios guías de educación ambiental. Se acuerda la incorporación de la educación ambiental al sistema educacional como cualquier otra materia y la cooperación internacional respecto a este tema. Como objetivo no sólo se encuentra la concienciación sino también una participación totalmente activa.
En 2017 la Resolución 72/222 de la Asamblea General de las Naciones Unidas[23] reconoció la EDS como elemento integrante de los ODS de educación de calidad, y reafirmó el papel de la UNESCO como organismo rector de la EDS.
En la 40.ª Reunión de la Conferencia General de la UNESCO se aprobó el nuevo marco sobre “Educación para el Desarrollo Sostenible: hacia la consecución de los ODS (“EDS para 2030 (2020-2030)”, reconocido por la 74.ª Asamblea General de las Naciones Unidas mediante su Resolución 74/233.
El nuevo marco se basa en el Programa de Acción Mundial (GAP) para la EDS (2015-2019), que siguió al Decenio de las Naciones Unidas en favor del Desarrollo Sostenible (2005-2014), y se centró en la optimización de la EDS en el contexto de la Agenda 2030 con miras a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible en los próximos diez años.
La UNESCO elaboró una hoja de ruta que proporciona orientaciones a los Estados miembros y otras partes interesadas con miras a la consecución de la EDS de aquí a 2030.[24][25]
Teniendo en cuenta la Carta de Belgrado, realizada en octubre de 1975, los Objetivos de la Educación Ambiental a nivel mundial son las siguientes:[12]
Otros organismos gubernamentales han tomado estos objetivos y los han resumido o adaptado a su parecer. Por ejemplo, la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos define a los objetivos de la educación ambiental como conciencia y sensibilidad, conocimiento y entendimiento, actitudes, habilidades y participación.[26]
Con el fin de llevar a cabalidad y con éxito los programas de educación ambiental y así mismo cumplir eficazmente con los objetivos, es necesario llevar a cabo las siguientes estrategias
La ciudadanía verde es un enfoque que busca empoderar a los individuos, especialmente a niños y jóvenes, para que adquieran los conocimientos, valores y habilidades necesarias para actuar a favor del medioambiente. Este enfoque permite a los estudiantes convertirse en agentes de cambio ante los desafíos globales del cambio climático y la pérdida de biodiversidad.[28][29]
La educación tiene un rol central en tres áreas clave para avanzar hacia una economía descarbonizada y resiliente al cambio climático. En primer lugar, debe proporcionar a los estudiantes el conocimiento científico necesario para comprender la crisis climática y la biodiversidad. En segundo lugar, las escuelas deben garantizar la continuidad del aprendizaje incluso durante eventos climáticos extremos. Finalmente, las instituciones educativas deben adoptar prácticas sostenibles en su infraestructura para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).[30]
El desarrollo de una ciudadanía verde implica el fortalecimiento de tres dimensiones fundamentales en los estudiantes:[28][30]
La ciudadanía verde también está vinculada al desarrollo de habilidades técnicas que preparan a los jóvenes para los trabajos verdes. La transición hacia una economía sostenible requiere que los sistemas educativos, en particular los de educación técnica y superior, se coordinen con las estrategias nacionales de descarbonización para garantizar que los estudiantes estén preparados para aprovechar las oportunidades laborales emergentes.[30]
Las instituciones educativas pueden ser un ejemplo vivo de prácticas sostenibles, utilizando infraestructuras ecológicas y recursos como paneles solares y huertas escolares. Estas iniciativas permiten una experiencia educativa experiencial, conectando el aprendizaje teórico con la práctica diaria, y refuerzan el desarrollo de habilidades para la ciudadanía verde. Además, es importante medir el progreso de los estudiantes en el desarrollo de estas competencias, mediante instrumentos que permitan evaluar sus conocimientos, valores y comportamientos respecto a la sostenibilidad.[30]A través de estas intervenciones, la educación ambiental puede formar a futuros ciudadanos verdes, capaces de adaptarse y liderar en un mundo que enfrenta cada vez mayores desafíos ambientales.[28][30]
Las huertas escolares se convirtieron en un recurso didáctico excelente tanto para escuelas rurales o urbanas. Fomentando el cuidado del medio ambiente, la alimentación autosustentable, el trabajo colectivo, el servicio a la comunidad, la reducción de desechos mediante el armado de composteras, etc.
Algunos países latinoamericanos, como Chile, las incluyen en su política educacional.[31]
La producción de alimentos saludables rescata conocimientos ancestrales de la cultura vinculados con conocimientos científicos, nos da la posibilidad de acercar a los estudiantes a estrategias productivas sustentables que rescatan las potencialidades de la propia naturaleza.[32]
Los problemas medioambientales están cada vez más presentes en nuestra sociedad. Los centros educativos se erigen como un escenario perfecto para abordar la formación medioambiental y así poder desarrollar un espíritu crítico que les haga afrontar estos problemas y plantear soluciones eficaces. Así, los contextos educativos se están haciendo eco de esta demanda y se están desarrollando programas dirigidos a fomentar en el alumnado[33] una conciencia medioambiental y sostenible[34]
Una de las opciones en las que más se ha insistido para intentar concienciar a la juventud es la de hacerlo a través del cine.
Otra herramienta que ayuda a la educación ambiental sería la música ya que por este medio se pueden transmitir diferentes mensajes no solo a estudiantes y jóvenes, si no a los diferentes tipos de personas, para que de esta manera pueden comprender la importancia que tiene mantener un buen medio ambiente; Ya que lo que hacemos en este tiempo tendrá consecuencias y serán vistas por las generaciones futuras que en realidad no están muy lejos, pues el hombre mismo está acabando con su propio medio ambiente.
La publicidad, aunque muchos no lo vean de esta manera, el comercio y manejo de varias campañas de publicidad de diferentes empresas también impulsan la educación ambiental ya que por medio de la misma incitan a adquirir valores ecológicos, sus productos creados ya para este tipo de campañas y frases que logran que uno se pueda adaptar a la vida que llevamos el reciclaje e implementando campañas de conservación.[35]
En México, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), en su página de internet tiene publicados varios documentales acerca del tema, en los cuales se muestra la importancia de cuidar el medio ambiente y se promueve la cultura de las tres erres (3R’s) reducir, reutilizar y reciclar.
Solución de problemas es una de las técnicas utilizadas en la educación ambiental.
Ejecutar con exactitud cada información proporcionada en las calles, colonias, comunidades, ciudades y países que más lo necesitan así como en los que apenas comienzan a solicitarlo para tener una educación ambiental y una mejor práctica en la sociedad.
Para estos autores "la clave para el éxito en la solución de los problemas es organización. En esta organización buscan la cooperación de otras personas, dentro y fuera del marco escolar. El programa está concebido para impulsar el currículo escolar y establece una especie de puente entre este y el entorno próximo al centro, incorporando temas-problema que han de ser resueltos siguiendo la secuencia arriba indicada.
Las circunstancias que deben concurrir para el logro de la educación ambiental requieren la elaboración de un proyecto, programa o plan. La planificación en el campo de la Educación Ambiental se circunscribe al nivel de un programa. El programa de educación ambiental que se desarrolló es tanto útil para la educación de tipo formal, como la No formal. Además se ajustan a un modelo válido para todos los niveles del sistema escolar, para toda clase de alumnos, niveles de educación, cátedras y toda clase de objetivo del programa. Para la implementación de un programa eficiente en educación ambiental se requieren lo siguiente:
El orden de presentación de los conceptos, conocimientos y aptitudes asignados deben estar de acuerdo al público al cual se le es transferido la información, esto se debe a que los conocimientos y actitudes de un estudiante de primaria no son los mismos que un estudiante de secundaria, con lo cual el programa de la educación ambiental busca que de forma ordenada se lleve la información adecuada al público adecuado.
El desarrollo temático de la educación ambiental se puede dividir en 4 niveles, que correspondes también al grado de complejidad, el cual es dependiente del público a tratar. Estos niveles son:
La educación para el desarrollo sostenible es un campo disciplinar que busca generar mecanismos y propuestas educativas para educar a niños, jóvenes y adultos en el desarrollo sostenible. El concepto surgió a partir de la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992.
En 2005 se inició el Decenio para la Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS). Posteriormente el concepto fue incorporado en la Agenda 2030 y está cristalizado en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4, «Educación de calidad». La educación para el desarrollo sostenible también es reconocida en el Acuerdo de París.
A menudo se lo utiliza como concepto equivalente o similar a la educación ambiental, pero el concepto es más amplio, ya que incluye educación sobre la igualdad de género y los derechos humanos. Existen varias críticas al concepto de la educación para el desarrollo sostenible.
La UNESCO ha pedido que la educación para el desarrollo sostenible sea un componente central de los sistemas educativos en todos los niveles para 2025. Más de 80 ministros y viceministros y 2.000 especialistas en educación y medio ambiente se comprometieron a tomar medidas concretas para transformar el sistema de aprendizaje para incluir , adoptando la Declaración de Berlín sobre la Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS) al final de la Conferencia Mundial virtual que se llevó a cabo durante tres días (17 al 19 de mayo de 2021) en Berlín.
La UNESCO analiza los planes de estudios y los marcos curriculares de unos 50 países. La organización resalta que más de la mitad de los planes de estudios de esos países no hace referencia al cambio climático, mientras que sólo el 19% se ocupa de la biodiversidad.[cita requerida]La educación sobre el cambio climático (ECC) es una disciplina educativa enfocada en desarrollar respuestas efectivas al cambio climático. Su objetivo es que los estudiantes comprendan las causas y consecuencias de este fenómeno, preparándolos para enfrentar sus impactos y capacitándolos para adoptar estilos de vida más sostenibles.[36] Además de promover la alfabetización climática, la ECC impulsa un cambio de mentalidad hacia la mitigación del cambio climático.[37]
El cambio climático y la educación sobre este tema son desafíos globales que pueden integrarse en los currículos escolares, ofreciendo un aprendizaje contextualizado que fomente una comprensión profunda de las diversas estrategias para abordar este fenómeno.[38]
La ECC también es un recurso esencial para los responsables políticos, ayudándoles a comprender la urgencia de implementar medidas contra el cambio climático tanto a nivel nacional como global. Las comunidades, por su parte, se benefician de la ECC al aprender cómo el cambio climático puede afectarlas, qué acciones pueden tomar para protegerse y cómo reducir su huella de carbono. En particular, la ECC fortalece la resiliencia de las comunidades vulnerables, que son las más afectadas por los efectos adversos del cambio climático. Este enfoque educativo se basa en los principios de la Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS). [36]El cambio climático está afectando cada vez más la educación a nivel global, con impactos directos e indirectos que se manifiestan de distintas maneras, desde la suspensión de clases debido a eventos meteorológicos extremos hasta la disminución del rendimiento académico en contextos de calor extremo o desastres naturales.[39]
En algunas regiones, como en España, las altas temperaturas han forzado la suspensión de clases en edificios escolares no preparados para soportar el calor. También se han reportado interrupciones por lluvias torrenciales, nevadas intensas e inundaciones, que han dificultado el acceso a las escuelas. Estos eventos climáticos extremos no solo afectan la continuidad de las clases, sino que también impactan el rendimiento académico. Estudios han demostrado que los días de calor extremo están asociados a una disminución significativa en las puntuaciones de exámenes, afectando el aprendizaje a corto y largo plazo.[39]
En América Central y el Caribe, los desplazamientos causados por fenómenos relacionados con el clima, como sequías y huracanes, han exacerbado las desigualdades educativas, especialmente para las poblaciones más vulnerables, como las comunidades rurales, indígenas y los migrantes irregulares. Las familias desplazadas suelen priorizar la seguridad económica sobre la educación, lo que limita el acceso escolar y perpetúa las desigualdades ya existentes. Además, los obstáculos administrativos, como la falta de documentación, y las barreras lingüísticas dificultan aún más el acceso de los desplazados climáticos a una educación de calidad.[40][41]
En los países en desarrollo, el cambio climático ha provocado que muchos niños abandonen la escuela para trabajar y ayudar a sus familias tras desastres naturales, exacerbando las disparidades educativas. A nivel mundial, los efectos del cambio climático se intensifican en las zonas más vulnerables, donde los niños ya reciben menos años de escolaridad en comparación con los países más desarrollados.[39]
Ante estos desafíos, es fundamental adoptar medidas para mitigar los efectos del cambio climático en la educación. Algunas propuestas incluyen la implementación de tecnologías de refrigeración en escuelas, la planificación eficaz de respuesta a desastres y la construcción de infraestructuras escolares resilientes. Además, garantizar una educación de calidad es clave no solo para combatir el cambio climático, sino también para empoderar a las generaciones futuras, promoviendo una mayor conciencia y resiliencia ante los efectos climáticos.[42]Ley Yolanda, incluye a todos los empleados públicos del poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la Nación.
Ley Integral de Educación Ambiental, promover la educación ambiental e incorporar los nuevos paradigmas de la sostenibilidad a los ámbitos de la educación formal, no formal e informal.[43]
La Ley 19.300 define a la educación ambiental como un "proceso permanente de carácter interdisciplinario, destinado a la formación de una ciudadanía que reconozca valores, aclare conceptos y desarrolle las habilidades y las actitudes necesarias para una convivencia armónica entre seres humanos, su cultura y su medio bio-físico circundante" (Art. 2, letra h).[44]
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, estableció en 1999 la obligatoriedad de la educación ambiental, en todos los niveles educativos: "Artículo 107: La educación ambiental es obligatoria en los niveles y modalidades del sistema educativo, así como también en la educación ciudadana no formal." Así mismo estableció una serie de derechos ambientales, entre ellos, el derecho a vivir en un ambiente sano. [45]
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