Conservadurismo en el Perú
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El conservadurismo en el Perú comprende al sistema político de creencias conservadoras en territorio peruano, caracterizado por el apoyo a los valores católicos, la estabilidad social y el orden social. El conservadurismo peruano abarcó una amplia gama de teorías. Estas teorías e ideologías se desarrollaron en los primeros doscientos años de república.[2] Destacaron hechos varios como su concepción en los años 1840,[3] cuyo término «conservadores» (originalmente «fuerzas del orden») se definió dos décadas después para referir como una fuerza política de sus adversarios liberales;[4] la Coalición Conservadora de la década de 1930 y el neoliberalismo de Alberto Fujimori,[5] este último de carácter neopopulista apoyado por evangélicos.[6]
La nación peruana es considerada una de las naciones más conservadoras en América Latina, especialmente con su conservadurismo social,[7][8][9][10] impulsado por su teología y las estrategias sociales.[11] Desde el siglo XIX, la influencia de la Iglesia católica se mantuvo vigente, a pesar de que se contaron reformas lacistas para contrarrestar tal influencia.[12][13] Esta institución prevaleció como actor importante en la doctrina moral del país durante varios años.[14] Luego de establecer la separación Iglesia-Estado, las ideas prevalecieron con el tiempo en asociaciones civiles, hacia el siglo XXI;[15] además que el Estado estableció definitivamente un concordato a una Iglesia independiente, junto a derechos como la exoneración de impuestos en actividades sociales, renumeración a profesores de educación religiosa y el servicio de vicariato castrense.[16] No obstante, este sistema social fue desligándose en sectores religiosos, cuyas organizaciones mostraron apoyo al espectro izquierdo y estuvieron alejados de esa concepción ideológica;[17] este sector es minoritario en comparación con la fuerte influencia de la derecha en los evangélicos del país.[18]
Autores como Pike (1967) y Rottenbacher de Rojas (2012 y 2013) han señalado que el conservadurismo social suele estar asociado con creencias autoritarias.[19][20][21][22] Estas creencias son consecuencia de la influencia de las fuerzas armadas en el control político, cuando estas se enfrentaban a movimientos contestatarios contra la oligarquía limeña,[23] como ocurrió con el Partido Comunista Peruano. Si bien las creencias autoritarias se basan en la lucha contra la delincuencia,[24][25] también se justifican por razones de índole política.[26][27] En este sentido, se busca imponer los principios de una cultura occidental,[28] lo cual se manifiesta en estrategias como el uso del terruqueo, una variante de la falacia reductio ad Stalinum, y la negación del término «conflicto armado interno» para referirse a la época del terrorismo.[29]
Por el lado económico, y en parte por los aportes de la Iglesia, que influyó en la formación de la oligarquía limeña,[30] el conservadurismo mostró apoyo a una economía flexible (neoliberalismo criollo),[31] es por lo cual el historiador Antonio Zapata describe al Perú como «un país de derechas»; con excepciones de gobiernos de izquierda en historia contemporánea como Juan Velasco Alvarado (1968–1975) y Pedro Castillo en 2021. El primer mandato fue autor de una reforma agraria, la reforma educativa (que fue rechazada por algunos sectores)[32] y la nacionalización de sectores estratégicos populares como respuesta ligeramente progresista al dominio centralista del sector privado;[33] mientras el segundo permaneció conservador en el aspecto social con discrepancias con otros sectores de la izquierda peruana.[34][35]
En contraste con naciones vecinas como Colombia o Chile, Perú históricamente ha carecido de una postura política definida.[36][37] Sin embargo, analistas como Martín Tanaka observan que la capital del país ha albergado notablemente el conservadurismo como su sistema de creencias.[38] De 1978 a 2011, la Oficina Nacional de Procesos Electorales documentó que los votantes de las regiones costeras y selváticas (exceptuando el sur) tendían a respaldar a candidatos conservadores.[39] Esta inclinación se consolidó en 2020, cuando el movimiento fujimorista obtuvo un sólido apoyo entre los votantes del norte del país.[40]