Conceptualización
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La conceptualización, según la semántica cognitiva, es un proceso dinámico responsable por la producción de significado, que, según los teóricos de la lingüística cognitiva, involucra mucho más que aspectos puramente lingüísticos. Según este principio, los conceptos tienen que ver con una representación mental realizada por el hablante.[1] Las palabras no se refieren a objetos en el mundo, necesariamente, como explican enfoques formales, como la teoría referencial[2] porque las conjunciones son palabras y no apuntan a nada de existencia extralingüística. Y las expresiones lingüísticas no siempre son compositivas, porque la expresión «el cara dura no apareció» no puede entenderse solo a partir de los significados de cara y dura. Con base en estos argumentos, la semántica cognitiva concibe el significado lingüístico como una manifestación de la estructura conceptual.[3]
Uno de los aspectos relevantes para entender cómo funciona el significado dentro de la semántica cognitiva es la distinción entre conocimiento lingüístico (significado lingüístico) y conocimiento enciclopédico (significado enciclopédico), ya que esta disciplina considera que no es posible establecer una distinción absoluta entre semántica y pragmática.[4] La semántica cognitiva afirma que, cada vez que usamos una palabra o expresión, invocamos el conocimiento del mundo de una manera amplia y flexible, sin necesidad de conocer todo el significado lingüístico del concepto para poder usarlo.[4]
Para la semántica cognitiva, el significado surge de la interacción de nuestro conocimiento enciclopédico, almacenado en categorías llamadas dominios, y de la forma en que manipulamos esta información. Así, toda la información que tengamos sobre un concepto, y que almacenemos en su dominio, será útil para la caracterización de ese concepto.