Concepción marxista del Estado
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La concepción marxista del Estado se puede dividir en tres áreas temáticas: estados precapitalistas, estados en la era capitalista (es decir, presente) y el estado (o la ausencia del mismo) en la sociedad poscapitalista (comunista). Este hecho se superpone al de que sus propias ideas sobre el Estado cambiaron a medida que crecía, diferenciándose en su primera fase precomunista, la fase joven de Marx que es anterior a los levantamientos de 1848 en Europa y en su trabajo maduro y más matizado.
La visión marxista del Estado es un conjunto de "aparatos" al servicio de la clase dominante. El rechazo marxista del Estado como una instancia superior al ser humano o persona privada es argumentado en la Crítica de la filosofía del derecho de Hegel. El Estado burgués no puede ser defensor de los intereses generales, ya que éstos se oponen a los de la propiedad privada, sin cuya abolición nunca habrá una genuina "emancipación humana".[1]
El Estado es siempre el Estado de la clase dominante,[2] y el gobierno "es el órgano de la sociedad para el mantenimiento del orden social; detrás de él, vienen las distintas clases de propiedad privada".[3] Luego la abolición de la propiedad privada lleva a la desaparición del Estado, y por consiguiente las clases sociales. En Anti-Dühring, Friedrich Engels expresó que el Estado no se suprime, sino que se extingue.[4] Vladimir Lenin enfatiza este aforismo, pues señala el carácter gradual del proceso y su espontaneidad.[5] Nikolái Bujarin como marxista ortodoxo, consideraba la ideología como cimiento del Estado.[6] (Ver: Infraestructura y superestructura)
Con todo esto, no faltan quienes consideran que en el pensamiento de Marx y de Engels se ha ninguneado la dimensión antiestatalista. En este sentido, la palabra «socialismo» tendría más que ver con una federación de comunas libres que con un Estado burocrático y centralizado.[7]