Cerámica ática
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La cerámica ática designa la producción de cerámica en esta región, con centro en Atenas. Con cerca de 20 000 piezas áticas de figuras negras, que constituye el más largo y al mismo tiempo la colección de cerámicas más significativa, seguido únicamente de la cerámica ática de figuras rojas.[1] Los alfareros áticos se beneficiaron de la excelente arcilla rica en hierro del Ática. La gran calidad de las figuras negras tienen un, uniforme, brillante, recubrimiento negro como la brea y el intenso color de terracota de la arcilla fue meticulosamente suavizada. La piel de las mujeres siempre se pintaba con color blanco opaco, el cual fue usado frecuentemente para detalles individuales en representaciones de caballos, vestidos y ornamentos.
La cerámica en las antiguas civilizaciones tenía un valor capital al ser un elemento imprescindible para diferentes negocios. Los talleres áticos de cerámica eran industrias que generaban riqueza y prosperidad. A pesar del carácter industrial de las diferentes tipologías cerámicas, el recubrimiento pictórico podía ser de carácter exclusivo. Es por ello que en la vía Sagrada de Atenas que conducía a la Acrópolis, donde se ensalzaba los mejores pintores y escultores, también se colocó un acroterio de Eufronio junto a una estatua de Mirón. La diversidad de pinturas en la cerámica ha servido a los historiadores para establecer los procesos paralelos que los artistas hacen en la pintura y en la escultura, ramas del arte en que han sobrevivido menos obras.[2] En este sentido, hay que recordar que fue la pintura del arte más prestigiado en la Grecia clásica, pero el arte del que menos vestigios quedan. Es por ello que la cerámica suele mostrar con cierto retraso las innovaciones o avances de la pintura.
Los más destacados artistas áticos elevaron la pintura de vasos a la categoría de arte gráfica, pero un gran número eran de calidad media y producidos para el mercado de consumo masivo. La extraordinaria significancia de la cerámica ática se debe a su repertorio casi interminable de escenas que cubren una amplia gama de temas. Estas proporcionan ricos testimonios sobre todo en lo que respecta a la mitología, pero también en lo referente a la vida cotidiana. Por una parte, prácticamente no hay imágenes que se refieren a los acontecimientos contemporáneos. Tales referencias son evidentes solo ocasionalmente en forma de anotaciones, por ejemplo cuando las inscripciones kalos se incluían en un vaso. Las piezas fueron producidas para el mercado interno, por una parte, y eran importantes para las celebraciones o para los actos rituales. Por otro lado, también fueron un importante producto de exportación vendido en toda el área mediterránea. Por esta razón la mayor parte de los vasos provienen de las necrópolis etruscas.[3] La cerámica ática tuvo muy buena acogida en Italia, se considera que el sur peninsular recibió una inmigración de alfareros atenienses en la segunda mitad del siglo V a. C. Esta influencia queda patente en poblaciones como Lucania, Apulia y el estilo llamado cerámica campana.[4] Así empezó el fuerte descendimiento de la economía ateniense, ya no exportaba cerámica, orfebrería o incluso material de construcción como ladrillos y tejas en antiguas regiones tributarias. La producción local satisfacía las propias necesidades y aumentaba la independencia respecto a Atenas.[5]
Una industria tan importante dispone de yacimientos destacables. En el caso de Atenas destacan el Cerámico y el Dípilon, dos necrópolis cercanas. El Cerámico se sitúa en el barrio de los alfareros en el noreste de la Acrópolis de Atenas, y el Dípilon es un cementerio fuera de la muralla de la ciudad.[6]