Centralismo en Perú
rol concentrado de la élite social en Perú / De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia
El centralismo en Perú es un fenómeno caracterizado por la concentración de la riqueza económica y la influencia política en un pequeño segmento de la población, predominantemente localizado a lo largo de las regiones costeras del país.[5][6][7] Este grupo, conocido como la élite costera, ejerce un poder considerable y ha dominado históricamente los asuntos de la nación. El epicentro de esta tendencia centralista es Lima, la capital y ciudad más poblada de Perú, que ha sido el corazón administrativo y económico del país desde el siglo XX.[8][9][10][11][12]
El gobierno peruano ha funcionado tradicionalmente bajo un sistema centralizado, una práctica que ha persistido a lo largo de la historia republicana de la nación. Durante el periodo conocido como República Aristocrática, de 1895 a 1919, este modelo centralista se afianzó aún más, una situación que el célebre intelectual Víctor Andrés Belaúnde criticó célebremente como «plutocracia costeña».[13][5] Las ramificaciones de tal sistema han sido profundas, dando lugar a importantes disparidades económicas,[14] privación de derechos políticos y un sinfín de otras desigualdades, sobre todo en las zonas rurales, mientras que Lima ha cosechado la mayoría de las ventajas socioeconómicas.
A pesar del sistema centralizado, se produjo un cambio notable a mediados del siglo XX, durante el mandato del presidente Juan Velasco Alvarado, que intentó romper el statu quo.[12] Sin embargo, a principios de la década de 2000, cuando se iniciaron los esfuerzos de regionalización, el dominio de Lima seguía siendo evidente: albergaba a un tercio de la población de Perú, la mitad de su capacidad industrial y controlaba una parte desproporcionada de la economía administrativa de la nación: representaba el 90 % de los ingresos del Estado y el 80 % de sus gastos.[15]
La reforma agriaría del siglo XX provocó cierta redistribución de los recursos y la aparición de élites locales, pero estos grupos no llegaron a ejercer una influencia sustancial sobre las decisiones fundamentales tomadas en la capital,[16][17][18] Según el investigador Francisco Durand, en la década de 2000 continuó la concentración del sector empresarial, con la participación del Estado peruano en la adquisición de empresas y la obtención de préstamos. Durand sostiene que el Estado es percibido como una entidad con un peso económico considerable, pero sigue siendo relativamente débil dentro de la economía nacional en general.[19]