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El cementerio de La Florida, en Madrid (España), se halla situado en la zona suroeste del Parque del Oeste, en la calle de Francisco y Jacinto Alcántara, junto a la Escuela de Cerámica de Madrid, a poca distancia de la Ermita de San Antonio de la Florida.
Cementerio de La Florida | ||
---|---|---|
Localización | ||
País | España | |
Comunidad | Madrid | |
Ubicación | Madrid | |
Coordenadas | 40°25′35″N 3°43′28″O | |
"De forma casi simbólica y en una fosa común, están enterrados los restos de las cuarenta y tres víctimas fusiladas en la madrugada del 3 de mayo de 1808 por los soldados del general francés Joaquín Murat, a los pies de la montaña del Príncipe Pío."[1]
En el lugar que ocupa el cementerio existió al parecer, a mediados del siglo XVIII, una alquería o casa de labor, que en 1796 se convirtió en lugar de enterramiento para los empleados del cercano Palacio Real, como camposanto dependiente de la Ermita de San Antonio de la Florida.
El cementerio es un recinto modesto y de reducidas dimensiones, rodeado por un muro de mampostería en aparejo toledano. En el interior se hallan los restos de los fusilados, en dos cajones de plomo y cinc situados en una cripta bajo una pequeña capilla; dos hileras de cipreses, una columna, superviviente de un antiguo Via Crucis y tres lápidas que recuerdan los fusilamientos. Una de éstas es una reproducción en azulejos, inaugurada en 1982, del cuadro El tres de mayo de 1808 en Madrid de Goya.
Hasta 1917 el cementerio estuvo a cargo de la Cofradía de la Buena Dicha por cesión de Isabel II, ya que al menos dos de los fusilados eran miembros de ésta. Ese año, ante la poca cantidad de cofrades, lo que aboca a la desaparición de la Cofradía, uno de los miembros, Ortiz de Pinedo, que también lo era de la Sociedad Filantrópica de Milicianos Nacionales Veteranos, pasó a esta la gestión. Desde entonces, el cementerio es mantenido gracias a la mensualidad que abonan los miembros de esta Sociedad, constituida en 1839 por excombatientes de la Milicia Nacional. Debido a esto, el cementerio siempre se ha mantenido en una situación precaria por la falta de apoyos económicos, ocupándose por ejemplo de la jardinería en la actualidad la vecina Escuela de Cerámica. Aunque la situación más grave para la superveniencia del pequeño camposanto se dio cuando el Ayuntamiento quiso vaciarlo y trasladar los restos de los fusilados al Monumento a los Héroes del Dos de Mayo, circunstancia que finalmente pudo evitar la Sociedad Filantrópica.
Entre 1931, año en que se cerró al público, y 1939, se llamó Cementerio del Coronel Montesinos, en recuerdo del militar Manuel Montesinos y Molina. Después de unas obras de restauración sufragadas por la Junta Municipal del distrito de Moncloa, fue reabierto el 2 de mayo de 1981 por el entonces alcalde Enrique Tierno Galván, aunque posteriormente, debido a diversos actos vandálicos que empezó a sufrir, fue cerrado de nuevo.
Posteriormente fue restaurado de nuevo en 2008, año del Bicentenario del Levantamiento. La rehabilitación, llevada a cabo por el arquitecto Antonio Lopera, duró tres meses, con un coste de 120.000 euros aportados por el Ayuntamiento, y fue inaugurada por el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón el 24 de abril. Incluyó la reforma de los muros y la realización de un drenaje de hasta dos metros de profundidad para evitar la humedad.
El cementerio permanece cerrado todo el año, excepto previa solicitud a la SFMNV y salvo el día 2 de mayo, Día de la Comunidad de Madrid, en que se conmemora el Levantamiento por parte de la Sociedad Filantrópica de Milicianos Nacionales Veteranos, con asistencia del Presidente de la Comunidad de Madrid y el Alcalde de la ciudad, que hacen una ofrenda floral en recuerdo de los enterrados.
Finalizados los enfrentamientos entre los patriotas madrileños y los soldados franceses, varios cientos de detenidos serían fusilados en la madrugada del día 3. Cuarenta y tres de ellos fueron elegidos por sorteo, y uno directamente por Murat, y, tras ser torturados e injuriados, conducidos hasta la montaña del Príncipe Pío, donde a las 4 de la mañana fueron fusilados y, abandonados sus cuerpos por sus verdugos en una zanja.
Allí permanecieron insepultos hasta que, nueve días después, los hermanos de la Congregación de la Buena Dicha rescataron los cuerpos y los enterraron en el pequeño cementerio, propiedad de los empleados de la posesión de La Florida. De los cuarenta y tres, solo se conocía con seguridad el nombre de diecinueve hasta que en 2008 fueron identificados otros diez más por el historiador Luis Miguel Aparisi; todos ellos figuran en una nueva lápida inaugurada en este año. Sus nombres, más algunos datos que se sabe sobre ellos, gracias a una lista elaborada en 1816 y a las reclamaciones que sus familiares hicieron para cobrar una pensión, son:[2]
Durante mucho tiempo se creyó que la heroína del Parque de Artillería de Monteleón, Clara del Rey, fue enterrada aquí, pero posteriormente se ha descartado. Esteban Santirso, otro héroe del Parque de Monteleón fue enterrado en el Cementerio de la Buena Dicha, sin embargo parece que posteriormente su cuerpo fue trasladado aquí. Los dos cofres en que se hallan depositados los restos de los cuarenta y tres fusilados, junto con efectos personales, fueron abiertos por última vez en 1917 y sobre ellos figura una nueva lápida inaugurada en 2008.
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