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obispo kazajo De Wikipedia, la enciclopedia libre
Atanasio Schneider (Tokmok, Unión Soviética, 7 de abril de 1961) es un obispo de la Iglesia católica, auxiliar de Astaná (Kazajistán). Es miembro de los Canónigos Regulares de la Santa Cruz. Es uno de los defensores más visibles de la riqueza litúrgica católica, abogando por la diversidad y defensa de los diversos ritos litúrgicos eucarísticos, entre ellos el rito tridentino, criticado y censurado en los últimos tiempos por tacharse de “desfasado” o “anticuado”. Defensor de la liturgia y la doctrina católica magisterial y patrística, ha señalado los peligros y errores de diferentes políticas que se muestran “condescendientes” con aquellas ideas que chocan frontalmente con las enseñanzas del Evangelio. Algunas de ellas defendidas por ciertos sectores del clero que han manifestado su desacuerdo con la autoridad eclesiástica y papal cuando estas se han visto obligadas a censurar ciertas ideologías de diferentes índoles que no corresponden con una visión antropológica del ser humano aceptable desde un punto de vista científico y biológicamente irrefutable.
Atanasius Schneider Athanasius Schneider | ||
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Atanasio Schneider | ||
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Obispo auxiliar de Astaná Obispo titular de Celerina Actualmente en el cargo | ||
Desde el 5 de febrero de 2011 | ||
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Obispo auxiliar de Karagandá Obispo titular de Celerina | ||
2 de junio de 2006-5 de febrero de 2011 | ||
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Otros títulos | Obispo auxiliar de Diócesis de Karaganda | |
Información religiosa | ||
Ordenación sacerdotal | 25 de marzo de 1990, por Manuel Pestana Filho | |
Ordenación episcopal | 2 de junio de 2006, por Angelo Sodano | |
Información personal | ||
Nombre |
Atanasius Schneider Athanasius Schneider | |
Nacimiento |
Tokmok, Unión Soviética 7 de abril de 1961 | |
Kyrie eleison
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Atanasio Schneider nació en Tokmok, ciudad de la entonces República Socialista Soviética de Kirguistán que en aquel momento formaba parte de la Unión Soviética y que actualmente forma parte de Kirguistán. Sus padres eran alemanes del Mar Negro provenientes de Odesa (Ucrania).[1] Después de la Segunda Guerra Mundial fueron enviados por Stalin a un gulag en Krasnokamsk en los Urales donde entraron en contacto con la iglesia clandestina rusa. La madre de Schneider, María, fue una de las muchas mujeres que veneraron al padre Oleksa Zaryckyj, sacerdote católico ucraniano encarcelado en Karlag y asesinado por el régimen soviético en 1963 por su ministerio. La familia Schneider viajó a la RSS de Kirguistán tras ser liberada[2] y se trasladó de Asia Central a Estonia. Siendo niño, Anton Schneider y sus tres hermanos asistían a misas clandestinas con sus padres, a menudo viajando 96 kilómetros desde su casa en Valga a Tartu, cogiendo el primer tren de la mañana y volviendo en el último tren en la noche. Dada la larga distancia, la ausencia de clérigos y los impedimentos de las autoridades soviéticas, solo podían hacer el viaje una vez al mes.[1] En 1973, poco después de hacer su Primera Comunión en secreto, Schneider emigró con su familia a Rottweil en Alemania Oriental.
En 1982 en Austria, Schneider se unió a los Canónigos Regulares de la Santa Cruz de Coimbra, una orden religiosa de la Iglesia Católica dentro del Opus Sanctorum Angelorum, tomando por nombre Atanasio. Fue ordenado sacerdote por el obispo Manuel Pestana Filho de Anápolis el 25 de marzo de 1990, y pasó varios años como sacerdote en Brasil antes de volver a Asia Central.[3] En 1999 empezó a enseñar Patrística en el seminario "María, Madre de la Iglesia" de Karaganda.
El 8 de abril de 2006, el Santo Padre Benedicto XVI lo nombró Obispo auxiliar de la Diócesis de Karagandá, asignándole el título episcopal de Celerina.
El 2 de junio de 2006 fue consagrado obispo en San Pedro del Vaticano por el cardenal Angelo Sodano.
El 5 de febrero de 2011, el Santo Padre Benedicto XVI lo nombró Obispo auxiliar de la Arquidiócesis de María Santísima en Astaná y actualmente es el Secretario General de la Conferencia Episcopal de Kazajistán.[4][5]
En 2015, después de haber visitado a petición de la Santa Sede dos seminarios de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en Flavigny (Francia) y en Winona (Estados Unidos), afirmó que «no hay razones serias para negar al clero y a los fieles de la Fraternidad San Pío X un reconocimiento canónico oficial».[6]
Monseñor Schneider habla alemán, ruso, portugués, español, inglés, francés e italiano, además de leer en latín y griego antiguo.[3]
Schneider es considerado por ciertos sectores de la Iglesia como tradicionalista. Ha puesto de manifiesto el peligro que constituye para la totalidad de la Iglesia el que parte de sus miembros no se adhieran a la fe en su totalidad, adoptando solo aquellos rasgos que no supongan un “handicap” para una vida regida por criterios propios del "cruel mundo pagano", así como ha denunciado a los propios clérigos que no han defendido la fe que profesan por miedo a represalias, afirmando que “la mayoría de los obispos están bastante callados o temerosos en cuanto a la defensa de la fe católica”. Además, anima al laico secular a formarse para favorecer el cuidado de los usos y cultos eclesiales, puesto que es una responsabilidad propia del fiel católico, que no debe abdicar de su deber para dejarlo exclusivamente en manos del papa, a pesar de que sea él salvaguarda por excelencia, afirmando que “el papado no es el propietario de la tradición o la liturgia, sino que debe conservarlos como un buen jardinero”.[cita requerida]
Schneider ha realizado viajes de carácter apostólico y formativo frecuentemente, celebrando conferencias. Sin embargo, a partir de 2018 limitó sus salidas para atender a su diócesis, siguiendo las recomendaciones que la Santa Sede dirige a los pastores de la Iglesia, que deben dedicarse con mayor afán a la feligresía que se les encomienda en su envío apostólico. Desde entonces ha aumentado su presencia en conferencias vía vídeo.[7]
Schneider defiende la doctrina propiamente católica de recibir la Sagrada Comunión en la boca y de rodillas, que se vio profundamente malinterpretada a raíz de la confusión doctrinal que se extendió durante los años 70, como resultado de una tergiversación y mala praxis del Concilio Vaticano II, que nunca señaló la comunión en la mano como “normativa” sino como “admisible” a causa de ciertos contextos o casuística. El Concilio Vaticano II sigue contemplando y defendiendo la comunión en la boca y de rodillas como digna y deseable muestra de amor, afecto y respeto al cuerpo y la sangre de Jesucristo.[8] Este es el tema de su libro de 2008 Dominus Est,[9] en el que defiende esta enseñanza y uso desde el siglo V en la Iglesia Católica y defendida arduamente por el padre de la Iglesia el papa san Gregorio Magno. En 2009 escribió: "Ser consciente de la grandeza del misterio eucarístico implica una manera especial de distribuir y recibir el cuerpo de Cristo." [10]
Schneider ha sostenido firmemente las enseñanzas de la Iglesia que han sido más controvertidas por no ceder a las presiones mediáticas y/o políticas. Destaca el acto de adulterio que comporta el fiel que se divorcia y se vuelve a casar fuera de la Iglesia sin nulidad matrimonial. Este acto, que es recogido en el Evangelio como una falta contra el amor a Dios y al prójimo por el propio Jesucristo, no respeta la sacralidad del sacramento matrimonial, violando la alianza en la que libremente la persona se ha comprometido. Así, imposibilita la comunión, puesto que la persona manifiesta con dicho acto su falta de comunión con la Iglesia en sí al no buscar respetar ni seguir sus enseñanzas. En 2016, el papa Francisco emitió la exhortación apostólica Amoris laetitia donde trataba las múltiples casuísticas que pueden darse en los casos referentes a dicho tema, y la manera en que se ha de proceder para no faltar a la caridad, a la justicia y a la verdad. No obstante, y a pesar de no constituir ninguna falta a la doctrina magisterial ni apostólica, algunos obispos distribuyeron la comunión a personas que no se encontraban en disposición de hacerlo, hiriendo la propia unidad de la Iglesia, a sus miembros y a los “comulgantes” en primer lugar -al convertir dichas comuniones en posibles comuniones sacrílegas (es decir, aquellas que se realizan cuando la persona se encuentra en una situación de pecado grave). Aducieron lo que fue una libre interpretación de ciertos pasajes de mi documento papal, lo que provocó numerosas controversias. Scnhneider se manifestó abiertamente en contra de la práctica, que es contraria a la doctrina católica, afirmando que "las enseñanzas perennes son más poderosas y ciertas que la voz y práctica discordante de admitir adúlteros en la Eucaristía”, fuese por quien fuese promovida. El 7 de abril de 2018, Schneider, junto con los cardenales Raymond Leo Burke y Walter Brandmüller, participó en una conferencia en la que rechazaban esta práctica propuesta por los obispos alemanes.
El 25 de agosto de 2018, el arzobispo Carlo Maria Viganò, antiguo nuncio apostólico de los Estados Unidos, publicó una carta con una serie de advertencias a la Santa Sede sobre la conducta sexual inapropiada de Theodore McCarrick, acusando a Francisco de inacción ante las acusaciones y pidiendo su renuncia.[11] Schneider dijo que no había ninguna causa razonable y plausible para dudar de la veracidad del contenido del documento y exigió "ser implacables y transparentes en la limpieza de la Iglesia de males" particularmente con "las redes homosexuales" en la curia que, más tarde, también el papa Francisco denunció, y que han sido protagonistas de diversos escándalos de abusos sexuales.[12]
Schneider se ha pronunciado en contra de la inmigración musulmana a Europa. Ha afirmado que la gran inmigración musulmana durante la década de 2010 fue orquestada por "poderosas organizaciones políticas internacionales ... para quitarle a Europa su identidad cristiana y nacional. Está destinada a diluir el carácter cristiano y nacional de Europa". Schneider alegó que la guerra civil siria fue orquestada por potencias internacionales con el fin de provocar una crisis migratoria para descristianizar Europa, y que la inmigración masiva a Europa desde el norte de África también fue "creada artificialmente".
Schneider defiende la riqueza y diversidad propia de la Iglesia católica respecto a su liturgia, contemplando la Misa Tridentina como forma de celebración que ha de valorarse y protegerse como parte del tesoro de la Iglesia. Siguiendo con el mandato evangélico, ha puesto de manifiesto aquellos usos litúrgicos que no respetan la sacralidad de la Eucaristía, censurando cualquier "estilo de liturgia descuidado y superficial” que se asemeje más a “un entretenimiento" que a una celebración de culto divino, señalando que la liturgia debe ser conducida con "belleza y reverencia". Schneider defiende, junto con la Iglesia y el magisterio, que "no se puede cambiar la liturgia según los gustos de la época” en sus aspectos esenciales, puesto que “la liturgia es atemporal", así como lo es el Evangelio, cuyo mensaje permanece invariable a pesar de que el modo de transmitirlo sea lo accesorio y susceptible de cambio, para acercarse al hombre secular. Schneider ha celebrado misa en diversos ritos, manifestando las particularidades y riquezas de los distintos ritos. En cuanto al rito bizantino, afirmé que su riqueza reside en que está "impregnado de respeto, reverencia, espíritu sobrenatural y adoración".[13]
Reflejo de esa devoción y amor a la Eucaristía, que es el corazón de la Iglesia católica, Schenider puso de manifiesto la incongruencia que supuso la prohibición de la apertura de iglesias durante la pandemia de COVID-19, mientras que otros establecimientos de diferente índole (ocio, tabacaleras, etc…) permanecieran abiertas. Afirmó que, con las medidas pertinentes de seguridad, podrían seguir asistiendo a aquellos que quisieran acudir a las mismas. Esta propuesta quedó reforzada cuando, más tarde, los estudios referidos al contagio fueron publicados, recogiendo como lugares de bajo riesgo dado el apenas existente causa de contagio por acudir a las iglesias. En efecto, se habría podido evitar la clausura que se llevó a cabo, siguiendo los procedimientos sanitarios y ofreciendo misas adicionales para limitar el número de fieles.[14]
En una conferencia teológica en Roma en diciembre de 2010, Schneider propuso la necesidad de "un nuevo Syllabus" (recordando el Syllabus de errores de 1864), en el que la autoridad docente papal corregiría las interpretaciones erróneas de los documentos del Concilio Vaticano II.[15]
El 10 de junio de 2019, Schneider, junto con los cardenales Burke y Jānis Pujats, así como los arzobispos kazajos Tomasz Peta de Astaná y Jan Paul Lenga, publicaron una "Declaración de Verdades" de 40 puntos que reafirman las enseñanzas tradicionales de la Iglesia. Los obispos escribieron que tal declaración era necesaria en una época de "confusión y desorientación doctrinal casi universal". Pasajes específicos de la declaración responden implícitamente a los escritos del Papa Francisco. La declaración establece que "la religión nacida de la fe en Jesucristo" es la "única religión querida positivamente por Dios", aparentemente aludiendo al Documento sobre la Fraternidad Humana firmado por el Papa Francisco, que declaró que la "diversidad de religiones" es "querida por Dios". Tras cambios recientes en el Catecismo para oponerse a la pena capital, la declaración establece que la Iglesia "no se equivocó" al enseñar que las autoridades civiles pueden "ejercer legalmente la pena capital" cuando sea "verdaderamente necesario" y para preservar el "orden justo de las sociedades." [16]
En septiembre de 2019, Schneider y Burke publicaron una carta de 8 páginas denunciando seis supuestos errores teológicos en el documento de trabajo para el Sínodo de los Obispos para la región Panamazónica, y pidiendo que el Papa Francisco "confirme a sus hermanos en la fe mediante un rechazo inequívoco de los errores". Burke y Schneider criticaron el documento del Sínodo por su "panteísmo implícito", apoyo al clero casado, al papel más importante de las mujeres en la liturgia y a una apertura excesiva a los rituales y prácticas paganos amazónicos. Pidieron a los laicos y al clero que rezaran al menos una década del Rosario y que ayunaran semanalmente por el rechazo de tales ideas durante un período de 40 días desde el 17 de septiembre al 26 de octubre.[17]
En un artículo fechado el 31 de mayo de 2020,[18] Schneider declaró públicamente que se había adherido a la opinión de muchos católicos tradicionales sobre el Concilio Vaticano II. Ahora cree que el Concilio introdujo declaraciones erróneas nunca antes enseñadas por el magisterio de la Iglesia. También afirma que las novedades del Concilio son directamente responsables de la crisis de fe vivida en la Iglesia católica en la segunda mitad del siglo XX y en el siglo XXI.
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